domingo, 13 de marzo de 2022

Un héroe

 Hoy les recomiendo una sensible, humana y poliédrica película iraní, Un héroe. Nos sitúa en unos días de permiso carcelario de un hombre, condenado por no pagar una deuda. La cultura del país, su machismo, su obsesión por el honor familiar, la brutalidad del régimen, pero también la solidaridad, aparecen reflejadas, junto con la complejidad de los seres humanos, donde nada es blanco o negro, luz u obscuridad.

Es de agradecer de Un héroe, por tanto, su alejamiento de los maniqueísmos: todos tenemos cosas que ocultar y cosas de las que enorgullecernos. También es una reflexión sobre los dilemas morales: decir la verdad o mentir, hasta donde puede llevar una media verdad y una media mentira, o el uso de las redes sociales y los medios para encumbrar o destruir a las personas. 



La película destila humanidad, especialmente en la figura del hijo del preso, un niño tartamudo que sufre su problema de comunicación y la situación del padre. Una alegría para un tartamudo como quien esto escribe, que en esta película se refleje nuestro sufrimiento, cosa muy poco habitual. Para terminar, decir que uno agradece que sea una película ajena a lo rosado, a lo edulcorado, que no haya trampa ni cartón.

En fin, nada más voy a contar de Un héroe, solo animar a que acudan a verla y a paladear su sabor agridulce.

jueves, 10 de marzo de 2022

Técnica y tecnología. Cómo conversar con un tecnolófilo

 Estamos ante un libro crítico, lúcido, que provoca un replanteamiento de muchas ideas preconcebidas, de dogmas y argumentos típicos y tópicos.

En primer lugar el autor separa la técnica, atributo natural de las comunidades humanas unido a la fabricación y uso de objetos, inseparables de los saberes vinculados a dicha fabricación y uso- por cierto no exclusiva del ser humano-, de la tecnología, formas específicas de técnicas que surgen en la modernidad capitalista, en el mundo industrial. Considera el autor que la tecnología no es algo natural, unido al ser humano por naturaleza, sino que se desarrolla en la citada industrialización, con algunos antecedentes históricos.

Es de destacar su crítica del mito del progreso, esa idea que presupone que el avance es eterno y lineal, así como del prometeísmo, o el creer que no hay límites, que todo es posible, que podemos controlar totalmente a la Naturaleza e incluso superarla creando seres humanos inmortales, una especie de superhumanidad mitad hombres mitad máquinas. La desmesura es un símbolo de la modernidad capitalista, desmesura provocada por esas tecnologías que destruyen al ser humano y al medio ambiente.



No hay, para el autor, neutralidad tecnológica, denunciando el manoseado argumento que, como todo, dependería del uso: el cuchillo-técnica, no tecnología- que sirve para cortar pero con el que se puede matar. Y pone como ejemplo nuestros móviles: sus materiales vienen de minas basadas en un trabajo esclavo, destructor y contaminante, por no hablar del ensamblamiento y fabricación de tales artilugios, en fábricas chinas donde se explota ferozmente la mano de obra. Hay por tanto en la tecnología factores hasta geopolíticos, aparte de moldear y transformar las sociedades, los individuos.

Por otra parte la modernidad capitalista y tecnocientífica ha supuesto una Gran Expropiación. Se ha perdido la autonomía y la solidaridad de otras épocas .O, ¿acaso sabemos construir casas, fabricar nuestras propia ropa, cazar y recolectar para sobrevivir?. Se pretende, incluso  por otra parte absurdamente, que son las tecnologías las que nos salvarán de los desastres causados por otras tecnologías.

En resumen, nos encontramos un libro que desmonta la nueva religión del progreso, del tecnooptimismo, de la salvación por la tecnociencia, en vez de reconocer que la solución, la salida del colapso ecosocial, está en políticas éticas, en el compartir, en la frugalidad, en la autonomía.