sábado, 19 de diciembre de 2020

Reflexiones sobre una nueva Unión Europea

Con la crisis múltiple, social, económica, demográfica, del individuo, de las ideas y valores, o mejor dicho disvalores en los que nos han educado, tales como que cada generación vivirá mejor que la anterior, el estudiar para ser alguien, trabajar, ganar dinero y disfrutar en los ratos libres, cual ganado al que se suelta de vez en cuando para pastar y volver al redil para continuar con el ordeño hasta la muerte, necesitamos pensar, quienes seamos conscientes del desmoronamiento en el que estamos, y que irá a más, qué Europa queremos.
Desde luego esta Unión Europea que tenemos,  admitiendo que ha podido reducir el riesgo de enfrentamiento entre naciones, uno de los grandes males del siglo XX, no nos sirve, porque no deja de ser una trituradora de carne humana, cada vez más temible, como todo en la modernidad tardía, aunque aún mantiene unas libertades mayores que en otras partes del mundo, si bien barruntamos que por poco tiempo. Por lo tanto hay que hacer un esfuerzo para ver qué ideas, estructuras e instituciones del pasado nos pueden servir de inspiración, que no de copia.

Se habla mucho del cristianismo y la filosofía grecorromana como base moral de nuestro continente. Pero en gran medida no pasa de ser retórica, una ropaje, sin ninguna realidad interior. Tanto la idea de virtud personal, de la filosofía pagana clásica, como la sociedad del amor que inspiraba el primer cristianismo, no son realidades, sino principios apartados, cuando no generan rechazo.




Pero si queremos un renacer de una nueva Europa, éste no es posible sin individualidades que se esfuercen en ser virtuosas, lo que no implica creer en personas perfectas, ni angelicales, libres de todo mal interno, sino en seres autoconscientes que buscan una mejor convivencia. En cuanto a la idea del amor, ésta implica que los hombres y mujeres no se usan como mercancías, sino que Dios está en ellos y ellos en Dios, por lo que la opresión, la explotación, la acumulación de poder y dinero, el verse unos por encima de otros, no cabe, o debería intentar evitarse, entre verdaderos cristianos, que deben ver en el otro un reflejo del Divino Hacedor. Esa es la auténtica conciencia crística, la que debe buscar todo creyente.

Aquí se demuestra como el discurso sobre nuestras raíces cristianas y grecorromanas es fachada, verborrea, palabrería huera, en gran medida, aunque por supuesto algo de tales visiones ha permeado el suelo europeo.

De hecho, en la denostada Edad Media, florecieron asociaciones, instituciones, formas de vida comunal, positivas e inspiradoras, como la ciudad libre medieval, las guildas, los gremios, las comunas rurales, el concejo abierto, el comunal, las milicias concejiles... Lógicamente el tiempo trajo la decadencia, la corrupción y el declive de esa especie de sociedad de sociedades, de libertad de libertades, de asociación de asociaciones, pero también de libertad individual. Emergió un espíritu común, una fuerza unificadora en la diversidad.

En tiempos más recientes, hubo un movimiento que en sus inicios apuntaba a una reconstrucción del mundo, con algo en común en cuanto a la Edad Media, pero con algunas diferencias esenciales .Si la anterior reconstrucción medieval se inspiraba en el cristianismo como espíritu unificador, el movimiento obrero original tendió al laicismo, el racionalismo e incluso el ateísmo en casi todos sus teóricos. Nacieron consejos, casas de cultura, escuelas libres, ateneos, sindicatos, se aspiró a superar el trabajo asalariado, base de la neoesclavitud,  pero también emergió algo temible, los partidos políticos.

La idea de autonomía obrera fue resquebrajada, y el espíritu unificador demolido por las ideologías en que se dividieron. La autoformación, la autoconciencia, fueron desapareciendo. Si estaba el partido, si estaba la ideología, fundamentalmente el llamado socialismo científico: ¿qué necesidad había de autogobernarse, de cultivarse, de ser virtuoso?. El materialismo ateo, sin duda, fue limitante. Si las necesidades materiales lo son todo. ¿para qué rebelarse?. ¿Para que salir del capitalismo si este, durante unas décadas parecía capaz de satisfacer los instintos materialistas?. Y en el caso de una revolución: ¿cómo no entregar el poder a los supuestos sabios, a los líderes que todo lo saben, al Partido representante del proletariado?. Ahí tenemos a tiranos como Lenin. Pero no solo él, y el resto de genocidas seguidores por el mundo, sino que el fascismo y el nazismo también supieron atraer a mucha masa obrera .Masa, pues los partidos e ideologías tienden a aplastar al individuo, a la individualidad, a la iniciativa privada.

Por tanto, para mí, la nueva Europa, debe basarse en la mezcla de esas tres ideas y momentos históricos, actualizándolos, por supuesto: el cristianismo primitivo, tomando en serio el Evangelio quienes tengan fe, la filosofía clásica, que era también una forma de vida, que buscaba la conquista de la libertad interior en la austeridad y frugalidad material bien entendida, para no esclavizarse a los "objetos", es decir a los bienes materiales, lo que implica romper con la política del pan y circo de los gobernantes de todos los tiempos. Y por último el movimiento obrero, el reconocimiento de que somos proletarios, no en el sentido de trabajadores fabriles, sino de  mercancías, que tienen que venderse a otros para subsistir, en un trabajo no libre. Y esto con independencia de que se sea clase baja o media, esta última en trance de quedar reducida a su mínima expresión en no más de diez años.

Esto requiere el nacimiento de un nuevo espíritu integrador, del que no me atrevo ni quiero decir como será o cómo debe ser, pues será fruto de los hombres y mujeres del mañana, si hay mañana y se quiere luchar por otra cosa, pues de lo contrario se avecina una poshumanidad temible, un futuro de hambruna y dominación absoluta, hasta de la mente.

Europa debe ser suelo donde se una lo comunal con individualidades fuertes, la solidaridad con la  libertad individual, donde reine la libertad de conciencia, donde se busque la superación del trabajo asalariado, la propaganda y publicidad constante e invasiva. Donde se elimine todo monopolio y oligopolio informativo, donde el poder político y económico sea dispersado. Donde rebrote la amistad, la camaradería entre hombres y mujeres, donde la gente sea libre de vivir su sexualidad o su celibato, con el límite de la libertad ajena y por supuesto el pleno respeto a la infancia. Donde la infancia y la vejez sean elogiadas y cuidadas.

Una Europa de gentes conscientes, que amen el conocimiento, la belleza y la sabiduría libres. Donde los ratos de silencio, la reflexión y el pensamiento crítico y libre sean banderas, y la horripilante telebasura actual, arma de destrucción masiva, sea un mal sueño, recordatorio de épocas infames. Una Europa democrática, pero no dirigida por partidos, por demagogos, por vendedores de motos. Con instituciones y organismos  de base, adopten el nombre que adopten: juntas, consejos, asambleas, concejos, comunas, municipios libres, fraternidades o cualquier otra palabra que no podemos imaginar en estos momentos.

Un continente contrario al expolio de otras tierras, contrario a todo nacionalismo y al uso de las lenguas como instrumento de enfrentamiento, de dominio , donde lo local y lo global o universal se den la mano.

¿Veremos una nueva unión Europea, tras las cenizas de la que tenemos actualmente?. El tiempo dirá

sábado, 28 de noviembre de 2020

Sobre el Gobierno de Dios

 Se ha publicado una interesante obra de un autor desconocido y borrado de la historia, Salviano de Marsella, que vivió en el siglo V . Salviano, hombre de fe cristiana, relata la destrucción del Imperio Romano, considerando que es fruto de una especie de intervención divina, que castiga todos sus pecados, desde la crueldad, a la explotación y asfixia tributaria de la población, pasando por su lujuria, utilizando, curiosamente, la mano de los bárbaros paganos.

Lo interesante del pensamiento de Salviano es que considera superiores a dichos bárbaros paganos, más morales, más virtuosos, más castos incluso que a numerosos cristianos, fieles a la Iglesia católica, religiosos incluidos. También habla bien de los herejes, aunque considera que su visión es equivocada. Con prólogo y epílogo excelentes, lo que uno echa en falta en el texto es que Salviano no elabora un proyecto de renovación claro del cristianismo, de la sociedad, frente a la Iglesia católica que ya había destruido la esencia del cristianismo original, que eran fraternidades. Pese a sus críticas a la mayoría cristiana, permanece fiel a esa Iglesia ya en buena medida anticristiana.



Otros aspectos que no comparto es su identificación del cristianismo con el ascetismo, así como la nefasta crítica de la libertad sexual fuera del matrimonio- bien entendida ésta-, con independencia de que uno adopte individualmente una vida casta. Esto es incoherente con la vida de Jesús, que él propone imitar. Éste pudo realizar ejercicios ascéticos, retirarse al desierto y superar pruebas. Pero sabemos que participaba de fiestas, comiendo y bebiendo .Tanto que sufrió críticas por este hecho . En este aspecto, el de confundir la positividad, como acto de fortalecimiento, de realizar algunos ejercicios ascéticos personales, con el ascetismo como modelo de vida-ajeno a Jesús- Salviano  contribuyó algo a esa degeneración del cristianismo, religiosidad y cosmovisión política y socioeconómica-recuérdese el olvidado, por su significación, venga a nosotros tu reino, del padre nuestro- que debía haber sido del amor fraternal, el perdón, la vida frugal, el rechazo a la esclavitud, el dominio y la explotación del hombre por el hombre .Una sociedad del servicio mutuo-no he venido a ser servido, sino a servir-.

Sólo un cristianismo que retome esos principios, esa forma de vida, esas fraternidades abiertas a todos, a una nueva vida, podrá renacer de sus cenizas, de ese falso cristianismo católico y protestante, de muchos religiosos y fieles. Instrumento, con excepciones, y no solo en su ala conservadora o tradicionalista, sino también en  la llamada progresista, incluyendo la llamada teología de la liberación, de los diversos poderes, sistemas e ideologías, de un signo u otro, del capitalismo al marxismo o los fascismos, que han arrasado y siguen arrasando la humanidad y a los individuos.



viernes, 13 de noviembre de 2020

Instrucciones para caminar sobre el alambre

 En la Sala de Teatro Cuarta Pared se está representando una magnífica obra, Instrucciones para caminar sobre el alambre, que supone un retrato descarnado, sin trampas ni cartón, de la sociedad actual.

La protagonista, Alba, es una chica , en cuyo inicio vemos intentar triunfar, presionada por su padre, en el mundo del ciclismo. Posteriormente, junto con su familia, la vemos recorrer un camino de éxitos efímeros, trabajos temporales que se van sucediendo unos a otros, la imposibilidad de llevar una vida asentada, una vida estable, una vida vivible, respirable. Y todo eso conlleva la aparición, en su mente, en su organismo, de los gusanos de la ansiedad, la depresión, la destrucción psicológica, de las ganas de levantarse, en un existir vaciado de todo sentido profundo, trascendente.

Instrucciones para caminar sobre el alambre es un extraordinario reflejo de la demolición de nuestro mundo, de la ruina de la sociedad y de los individuos, de la extensión de las enfermedades mentales como mancha de aceite. De la voladura de los lazos sociales, de la insolidaridad, de lo duradero, pero a la vez del aumento infernal de la presión, del triunfar, del ser alguien en una situación en que todo ese viejo discurso hace aguas y amenaza de cierre por liquidación, sin que nadie sea capaz de decir hasta aquí hemos llegado, se acabó vuestra trampa monstruosa de hacernos creer lo que no es, de talarnos en masa como  árboles amazónicos.

El 15 de noviembre es el último día de representación de esta realista y negra obra que disecciona con maestría de cirujano nuestra realidad, nuestro día a día. Si pueden, no se la pierdan.



domingo, 8 de noviembre de 2020

Reflexiones sobre la decadencia de la amistad, la deshumanización y la sociedad gaseosa

 Desde hace casi una década, y reforzado por acontecimientos personales recientes, he llegado a la conclusión de que está aconteciendo un fenómeno del que se reflexiona poco, pero que no deja de resultarme inquietante: la decadencia de la amistad.

Para mí la amistad es una característica, escasamente mencionada, del ser humano. Algo que nos humaniza, que nos saca, aunque sea por breve tiempo, de la cárcel del Ego. Una forma de relación, de establecer lazos sociales libres e igualitarios. El amigo, la amiga, es un libre y un igual, en el sentido positivo de la palabra igualdad, no en el sentido de uniformidad, o igualación desde lo malo. Quizá sea, el momento de la relación amistosa, de los pocos "lugares", situaciones, en que libertad e igualdad se dan la mano, en vez de acabar en un choque de trenes..

Pues bien, ese destello luminoso, esa iluminación de luna llena en un transitar de más oscuros que claros, de más dolor que placer, por más que nos quieran vender las maravillas tramposas del pensamiento positivo, el optimismo, el hedonismo y demás fantasías rosado truculentas, está en proceso de descomposición.



La sociedad de las redes sociales, del culto a lo inmediato, de la gratificación instantánea de los deseos, el materialismo descarnado, el falso individualismo sin individualidad que reina, la atomización, la hipersexualización de la infancia y adolescencia está triturando la maravillosa apertura, el dinamitar murallas, el reconocerse frágil al abrirse a otros, que representa la joya de la amistad.

La amistad va siendo abandonada por la búsqueda de la pareja . Parece que sólo esta provoca felicidad, sin embargo, paradójicamente, las circunstancias sociales antes mencionadas también provocan la debilidad de las relaciones amorosas, y posiblemente del propio eros.

Es triste comprobar como cuando pareces encontrar gente con la que vincularte, con la que te sientes capaz de una apertura del alma, resulta un espejismo. Ya no vuelve a haber encuentro, o lo hay muy tardíamente .Todos volvemos a refugiarnos en nuestro Yo, o volvemos a la búsqueda de esa pareja perfecta, que no existe ni existirá. Y que se volatiliza en el aire. E incluso eres utilizado como instrumento para encontrar ese chico o chica que interesa.

La quiebra de la amistad es reflejo de la quiebra individual y social, de la deshumanización que para colmo de males la pandemia ha multiplicado como plaga terrible, con sus silencios y bozales, de la constitución de una sociedad vaporosa, gaseosa, donde todo se disuelve en un abrir y cerrar de ojos.

Lo ideal para las autoridades e instituciones. Es evidente, para acabar, que si emerge un pensamiento realmente crítico-lo que implica la desaparición de los viejos y decadentes residuos de viejos y "nuevos"  ideales, que en realidad son clones del régimen, como el marxismo o el anarquismo,o más recientes como  el feminismo, el ecologismo institucional, las ideologías identitarias, nacionalistas y multisexuales, con todos sus delirios- la amistad debe recuperar un lugar esencial.

Sin amistad, amistad real, sin intereses espurios de ninguna clase, no habrá humanidad. Pues la amistad es encuentro, diálogo, risas y llantos, liberación y purga interior, comprender y no juzgar, y voces y manos cálidas y afectuosas. Aquellas que te acunan, como la familia, en los momentos malos por los que atravesamos en este camino de amaneceres y anocheceres de espinas que, a veces, parecen no tener fin.

domingo, 25 de octubre de 2020

Corpus Christi

 Extraordinaria película polaca en la que un joven de un reformatorio descubre, a través de un sacerdote peculiar, una profunda fe católica.

Obtenida la libertad condicional es enviado a un pueblo para trabajar en un aserradero, pero diversas circunstancias hacen que logre hacerse pasar por cura, supliendo al religioso local durante un tiempo. Más allá del engaño, la película nos muestra las dos formas de entender la fe: la ritualística y vacía, más apariencia que realidad, y la más cercana a la imitación de la vida de Jesús, basada en la vida de la comunidad, la ayuda y el perdón, pues el pueblo en el que se instala el joven sacerdote ha sufrido un golpe muy duro, generándose un clima de hostilidad y odio latente entre sus habitantes, a veces solidarios y otras mezquinos y juzgadores de las vidas ajenas.



Nuestro joven protagonista, que por cierto actúa de manera extraordinaria, con miradas y silencios que hablan, va profundizando en su vocación, aunque falsa oficialmente, cuya pasado criminal no le permite ejercer, en lo que puede considerarse otra crítica al fariseísmo de la Iglesia. El final, brutal, demoledor, hiriente, doloroso como las laceraciones sufridas por Cristo, como la corona de espinas sobre su cabeza sangrante, te dejan sin aliento, como una paliza en tu interior, en tu corazón, en tu alma, saliendo del cine con una sensación de profunda desolación, pero a la vez de gratitud por haber visto una pequeña joya que retrata la lucha interior de los seres humanos, sus grandezas y miserias, la venganza y el perdón, siempre en pelea continua en cada uno de nosotros, seres incapaces de entender lo breve de nuestro paseo por la vida, y lo inútil de la avaricia, del amor al dinero y al poder, como si todo eso que nos ata y destruye fuera con nosotros bien al más allá, bien al Vacío infinito.

sábado, 3 de octubre de 2020

La gaviota

 En el Teatro La Abadía he tenido ocasión de ver una versión libre, yo diría libérrima, de la obra de Chejov, La Gaviota.

Sobre el escenario, un grupo de actores, en una casa de campo, entorno a un lago, hablan de sus sueños, de sus frustraciones, de sus reflexiones. De lo difícil que es lograr el éxito teatral, y de cómo, incluso aunque éste se alcance, siempre falta algo que hace que la felicidad pase de largo, como un coche a toda velocidad dejando a la persona al frío de la intemperie, de la soledad.



Traiciones, enfrentamientos, enamoramientos y desenamoramientos, celos, soledad, pero también sentido del humor recorren esta peculiar adaptación de la obra de Chejov, que no transcurre en Rusia ni en tiempos pretéritos, sino en un ahora que no por ser ahora, ha sido, es y será a lo largo de la historia. Arte y vida mezclados en el escenario, con interrogaciones que nos interpelan a todos, dirigiéndose de lleno a nuestros corazones.

sábado, 26 de septiembre de 2020

La inteligencia artificial o el desafío del siglo. Anatomía de un antihumanismo radical

 Eric Sadin ha vuelto a sorprendernos y entusiasmarnos con un nuevo libro donde analiza críticamente la tecnología más actual. Después de haber leído La humanidad aumentada y La silicolonización del mundo, la editorial Caja Negra publica La inteligencia artificial o el desafío del siglo. Anatomía de un antihumanismo radical.

En este vibrante texto Sadin pone su lupa sobre la inteligencia artificial y el avance que supone en el ámbito de la destrucción de nuestros valores y capacidades, de aquello que nos hace humanos e implicaba un espacio, mayor o menor, de responsabilidad, riesgo, creación, sociabilidad y autonomía. Y es que el desarrollo de la inteligencia artificial nos sumerge en un nuevo régimen, en un nuevo estadio de la humanidad .En este nuevo estadio, va triunfando la idea de una inteligencia que puede tomar decisiones y guiarnos, e incluso enunciar una o unas verdades, por encima de nuestras capacidades, pues estas nuevas inteligencias pueden manejar e interrelacionar una masa de datos que no está al alcance de los individuos.

Estos procesos invasivos y de sustitución va desde compras, los más aparentemente inofensivos, hasta la economía, la vida social o amorosa, la sustitución de profesiones, al menos de manera parcial, como podría ser realizar diagnósticos médicos, llegando a poder eliminar la política, como lugar donde se debate y delibera entre una pluralidad de ideas hasta alcanzar un acuerdo, una decisión, con sus riesgos, y terminando por la invasión de nuestro organismo por chips o elementos de control, presentados como mecanismos de perfeccionamiento de nuestra condición humana, que se presenta como imperfecta e inferior.



El desarrollo del mundo de la digitalización, de la inteligencia artificial,  trae consigo un antihumanismo radical, que margina lo humano, tomando decisiones por nosotros en cada vez más ámbitos, suprimiendo la duda, los errores, las divergencias.

El libro termina con una defensa del trabajo humano libre y creativo, de la autonomía, de la divergencia como arma de combate contra el nuevo mundo que se fragua a nuestro alrededor sin hacer ruido. Y con un divertido y estupendo capítulo final donde da voz a un pulpo, un ser  de capacidades extraordinarias, pero naturales, al que pone como ejemplo a imitar, huyendo de la moderna obsesión por escapar de nuestras imperfecciones.

Eric Sadin es para mí uno de los grandes ensayistas, lúcidos y críticos, del mundo actual y su tecnología antihumana. No se lo pierdan.



sábado, 19 de septiembre de 2020

Reflexiones sobre el nuevo régimen capitalcomunista

 Sin apenas darnos cuenta, como un ladrón que nos roba la billetera sin ser conscientes de nada, uno ha llegado a la conclusión de que se está instalando un nuevo régimen . No creo, aunque no me cierro a nada, a que haya un plan detrás de todo. Me inclino más a la tesis de que la pandemia ha acelerado enormemente el proceso de quiebra, de decadencia, y no sólo económica, que se percibía desde hace al menos una década.

Y en estos procesos críticos, a veces muy lentos, a veces acelerados, siempre aparece la respuesta autoritaria .Se vivió tras la primera guerra mundial y tras el crack del 29, con el comunismo y el fascismo. Ahora está aconteciendo algo que tiene similitudes y diferencias. No hay, de momento, guerra mundial. Sí avisaban los especialistas de una nueva crisis económica. Finalmente la pandemia nos ha destrozado, reforzando los problemas económicos que ya padecíamos.

Podemos hablar de la obligatoriedad de la mascarilla como el símbolo del nuevo orden. Junto con los confinamientos y el Estado de alarma, más todas las restricciones. Propuestas como la cartilla Covid-19, que no salió adelante, y sobre todo medidas como la vigilancia de los afectados a través no solo de policías, sino de civiles en Zaragoza, que apenas se mencionó, y de la que no se ha vuelto a hablar, marcan momentos de lo que podemos definir como nuevo régimen en proceso paulatino de instauración.

El nuevo régimen sería el de la gestión de la miseria. Y no se limita al aumento del control policial y la probable militarización, que puede llevar a que en poco tiempo encontremos al ejército patrullando por la calles de Madrid .Hay otros aspectos como las fusiones bancarias, de la que ya hemos vivido una, la de la Caixa y Bankia, más absorción que otra cosa. Pero en el corto plazo  vendrán más .Todo apunta a la creación de dos o tres megabancos. Esto se ha presentado como una gran noticia, por aquello de la unión hace la fuerza. En realidad es un síntoma de los problemas del sector financiero y la posibilidad de quiebras. Se va a una creciente concentración de poder económico, un gigante en realidad con pies de barro. Por que: ¿qué hace pensar a muchos que la fusión, o fusiones, impiden la caída de megabancos?. Eso por no hablar de los despidos que traerán semejantes operaciones

Resulta curioso haber escuchado a titulados liberales apoyar estas medidas .¿Dónde queda el mercado libre y la benéfica competencia?. Parece que , al menos en este caso el libremercado y la libre competencia no interesan. Nada extraño para quienes sean conscientes que el grueso de los liberales españoles oscilan entre el conservadurismo y la ultraderecha, o la derecha nacionalpopulista de Vox, véase el ejemplo de José María Marco o Amando de Miguel. 



La caída o desaparición de muchos autónomos y de pymes, también hace barruntar una concentración de poder de grandes empresas, que son casi las únicas que pueden resistir una situación como la que estamos atravesando. Esto no significa que yo sea partidario de ese discurso que ensalza las bondades y maravillas de lo pequeño, en este caso la pequeña empresa, frente al mal de la gran empresa. Este discurso, habitual en ciertos sectores de izquierdas o alternativo, me resulta muy simplista. ¿Cambian la precariedad, los abusos o la explotación del hombre por el hombre dependiendo del tamaño de la empresa? . No obstante, sí considero negativa esa gran concentración de poder que se avecina, pues una economía sana es una economía diversificada, con pequeñas y grandes empresas-en mi ideal autogestionadas-.

Otra característica del nuevo régimen es la unión entre el aparato tecnocientífico y el Estado. Todas las medidas impositivas implantadas en España, como el bozal obligatorio en espacios abiertos, que no se dan en otros países, son lanzadas y apoyadas por buena parte del sector de la tecnociencia. Estado y tecnociencia españolas se han fusionado, lo que no deja de ser una pésima noticia, pues la coacción y la represión se perfeccionarán.

También la llamada economía verde y la digitalización se convertirán, ya lo están haciendo, en dos ideas con las que engañar a la gente presentando gracias a ellas una futuro tan maravilloso como irreal. La etiquetada economía verde, no pasa de ser un proceso de transferencia de rentas del trabajo al capital, en una fase de enorme dificultad del Capital en generar un nuevo proceso de acumulación. Tampoco alcanza uno a entender la idea de que la digitalización nos va a sacar de la crisis. Si el desarrollo tecnológico no ha evitado el colapso sanitario con un virus de baja letalidad-afortunadamente, aunque no por eso poco dañino-, ¿qué lleva a pensar en la digitalización como salvación?. Todo es humo sobre humo. Eso sí, la digitalización será esencial para acabar con el dinero físico, otra medida en el fondo autoritaria, pues permitirá controlar y llegado el caso expoliar los ahorros de los ciudadanos.

Pandemia, miseria, fusiones bancarias, concentración del poder,  control militar, policial y tecnocientífico de la población, economía "verde" y digitalización. Todo esto me lleva a definir, aunque definir es un ejercicio que reconozco simplista, al nuevo régimen español de "capitalcomunista". Un híbrido entre un capitalismo con cada vez menos mercado libre-en realidad el mercado libre hace muchísimo que es más ficción que realidad- y el comunismo, entendido no tanto en el sentido de totalitarismo brutal, burocratización absoluta y planes quinquenales del marxismo leninismo-aunque la represión irá in crescendo-, sino de una concentración creciente de poder estatal y económico, ya que tanto el Estado como la economía capitalista están quebrados, y ambos se necesitan para reconfigurar un nuevo sistema.

Nuevo sistema que para hacerse más digerible, como aconteció en la desindustrialización de los ochenta, necesita de las izquierdas en el poder . Con ellas al mando, las posibilidades de una revuelta se debilitan, pues éstas se presentan como aliadas del pueblo, como sus defensores .Y en esas estamos, con la posibilidad, incluso, de que se presente la opción de una República como nuevo anzuelo, como lámpara atrapapolillas.

El futuro se perfila muy inquietante, con hambre a las puertas .¿Despertará la juventud, los padres y los abuelos ante la muerte de los paradigmas de la podrida Modernidad, y la negrura que ha caído a plomo sobre todos, sobre nuestras vidas? . Si no lo hacemos, no podremos protestar cuando seamos engullidos en las puertas del infierno. Habremos sellado nuestro destino, el de recursos humanos ya inservibles en gran número.

https://youtu.be/6WgKPp7QuEg

sábado, 29 de agosto de 2020

Reflexiones contra el clima de terror, la telegestapo, el totalitarismo tecnocientífico y el irracionalismo negacionista

 Muchas son las cosas que están sucediendo desde la aparición del coronavirus, y muchas las que están cambiando. En un principio las autoridades nos dijeron que en nuestro país no iba a suceder nada, para desde hace un tiempo generar un clima de terror, sostenido por las televisiones, tertulianos y presentadores, especialmente presentadoras, las más fanáticas por lo que he podido ver .

En estos programas se denuncia sin cesar a los incívicos, irresponsables... que realizan fiestas, botellones, no usan mascarillas y demás . Todos los días nos desayunamos con noticias de rebrotes, que van en aumento, eso sí, sin decir en general los que son asintomáticos, los ingresados, con lo cual no deja de resultar una información sesgada, pues pocas conclusiones podemos sacar de esas cifras.

Las televisiones, mutadas cual virus en una especie de telegestapo, regañan y amenazan hasta a los que no se ponen bien las mascarillas, no digamos a quienes argumenten contra su uso generalizado .Y sólo escuchamos las voces de los sanitarios afines a su discurso, salvo excepciones más bien motivadas por accidente. No parecen ver la contradicción absoluta que supone haber impuesto el bozal en espacios abiertos con el incremento de casos, cuando en los países europeos, que se usa muy poco la mascarilla, en general el porcentaje de infectados es mucho más bajo.

Sobre esto ni una palabra,como tampoco la última contradicción kafkiana: elogiar la ventilación e ipso facto volver a pedir el uso del bozal .La imposición de la mascarilla implica que estamos teóricamente ante un virus que puede contagiarse y matarnos  sólo con respirar, lo que no casa con la defensa de la ventilación como medida preventiva.



La telegestapo, ya sea para curarse en salud, ya siguiendo órdenes del gobierno, o una mezcla de ambos, está generando un clima de terror, sosteniendo unas medidas preventivas extremas, irracionales, antihumanas, sobre las que no hay en realidad evidencias científicas, más allá de decir que la mascarilla es un elemento protector .Para más inri ,hace unas semanas se nos informó de que los bozales, si no son recambiados o utilizados correctamente son un hervidero de virus. Más y más contradicciones absurdas.

Es como si viviéramos inmersos en una casa de los horrores donde ha emergido una suerte de totalitarismo tecnocientífico, lo de científico entre comillas, porque la verdadera ciencia se basa en la observación, y no parece que estas medidas tengan muy en cuenta la observación. Por otra parte es un clima de terror tuerto e hipócrita. 

Se ha atacado a los jóvenes irresponsables, fundamentalmente, y se ha defendido las mayores restricciones y cierres del ocio nocturno, y actualmente hasta de parques y piscinas. Pero resulta sumamente curioso y sospechoso como las residencias, donde ha muerto la mayor parte de la gente, no han sido ni son objeto de una visión realmente crítica .No se plantea ya no su cierre, sino al menos que quienes puedan saquen a los ancianos de esos centros de muerte. Tampoco he leído hasta ahora ningún estudio sobre por qué es tan alta la mortalidad en ellas, más allá de decir que no han sido medicalizadas.

Y es que en realidad los ancianos molestan en este sistema, en esta sociedad de mierda, donde nos hemos tragado la burda trampa de que lo que nos realiza como seres humanos es el trabajo. Un trabajo cada vez más mísero y escaso, que acabará por arrastrarnos a la mayoría a lo que hasta hace poco veíamos como países ajenos, más bien planetas marcianos, que jamás llegarían a nosotros: el tercer mundo. Pagaremos las consecuencias de tragarnos las mentiras de la liberación por el trabajo esclavo, así como por la tecnología, y por el espíritu hedonista de viajes, fiestas y diversión en los ratos libres, para olvidar esta vida de podredumbre y miseria individual y social.

Dicho esto, conviene también ser críticos con los que niegan la existencia del virus. Aquí entramos en un tema complejo: junto con el colapso y la decadencia social, hay que incluir el colapso del pensamiento crítico. Éste está cayendo en un irracionalismo que pretendiendo ser crítico con la autoridad, pretende negar todo: desde el COVID hasta la esfericidad de la tierra .

En su afán crítico bienintencionado se adscriben a cualquier teoría. Así he escuchado a algunos decir que las muertes por coronavirus se deben al 5G, o hasta el WIFI. Oponiéndose a las teorías oficiales por falta de rigor, caen en el mismo defecto. Criticando el borreguismo y la sumisión de la población, ellos son iguales con su ciega fe en determinadas creencias o teorías.

Criticando los males tecnológicos, o los defectos de la medicina oficial, rechazan como mala toda vacuna y se suman con fervor a la defensa del curanderismo, de la salvación de las enfermedades por cualquier brebaje natural .Como si en ese mundo no hubiera timadores y sacacuartos.

El pensamiento crítico debe aferrarse al sentido común, a unir lo positivo del presente con lo positivo del pasado .A pasar por un filtro crítico, no sólo las teorías oficiales, sino las llamadas alternativas, entre ellas la del dominio del mundo por trece familias. Porque curiosamente, este mundo crítico y sus teorías,aunque yo acepte la influencia de algunos individuos, de algunos multimillonarios-cuanto más pasta tengas más posibilidad tienes de influir, si es tu intención, en lo político- no nos permite ver la raíz de los males, sus estructuras,su lógica en gran parte impersonal-la acumulación de capital- sus instituciones, que van más allá de Soros, por ejemplo. Y, en la práctica, aunque no quieran verlo, acaban haciendo de bufones del sistema, de servidores. Pero este, es otro tema.




domingo, 9 de agosto de 2020

De la miseria espiritual a la miseria material: la quiebra de la propaganda de la Modernidad y el principio del fin del primer mundo

 Mucho es lo que el COVID está destruyendo en el mundo. Lo fundamental, por desgracia, las vidas humanas. Pero también, por detrás de todo, esa retórica, ese paradigma, esa propaganda que nos situaba en el mejor de los mundos posibles, con unos adelantos tecnológicos que harían imposible que, en el primer mundo, en los países llamados ricos y desarrollado,s pudiera aparecer una pandemia, que se pensaba era cosa del denostado Tercer Mundo.

Incluso uno recuerda tertulias, debates, donde ya se hablaba de lo cerca que estábamos, sino de la inmortalidad, sí de prolongar la vida hasta límites insospechados .Todo gracias a esa tecnología que era vista como algo maravilloso, que nos solucionaría todos los problemas. Ni siquiera se solía tener en cuenta que seguimos viviendo en una sociedad de clases, donde unos dominan y explotan a otros, y por tantos los adelantos tecnológicos podían ser usados por unos, y no por otros, aumentando la brecha de la desigualdad de poder y salarial.

Pero ha bastado una enfermedad infecciosa, que, sin ser moco de pavo no es el Ébola o la peste negra, para tumbar todo ese discurso grandilocuente.Las economías han quebrado y, con ellas, las banderas de la Modernidad. Parece que nos encaminamos a la definitiva cuasi desaparición de la clase media, a una nueva oleada de recortes, de empobrecimiento de la que ya veníamos .La fortaleza del primer mundo capitalista, muchos de cuyos habitantes consideraban inexpugnable, islote ajeno a los gritos de dolor y hambre del resto del mundo, cae  como caen todos los sistemas e imperios, del romano al soviético.

Sin embargo, antes de la miseria material, precursora de ésta, llegó la miseria espiritual. La de unas sociedades vaciadas, sostenidas por unos pies de barro: la promesa, el supuesto pacto social-mera ficción-, de que cada generación viviría mejor que la anterior. Más dinero, más viajes, más diversión, más placeres,más viviendas,  más comodidad, más escuelas y universidades...Eso ha demostrado ser un mito .Pero es un mito que nos ha destruido como individuos. Quien osara ponerlo en duda era tildado de catastrofista, de cenizo, de agorero

Las personas nos convertimos en poco más que estómagos andantes, anhelantes del próximo goce. No se tuvo en cuenta, estas sociedades laicas y descreídas, de que creaban y habitaban una nueva religión mesiánica y cutre, la del progeso indefinido, la del enriquecimiento y acumulación permanente de capital  .Acumulación que también era, y de hecho es en primer lugar, de poder .Generándose un concepto de libertad ajeno al autogobierno y al  autocontrol individual, sino vinculado al hedonismo.


Se esfumaron hace décadas cualquier planteamiento seriamente antagonista y crítico, siendo sustituido por modas diversas e ideas divisivas, que nunca permitirán organizar algo que pueda sustituir al régimen  : animalismos, antivacunas, multiidentidades sexuales para todos los gustos, nacionalismos, racialismos destructores de estatuas del pasado, decrecimiento,feminismos,  y un largo etcétera de movimientos productos de la descomposición de los individuos, todos ellos beneficiosos para el Poder de una u otra manera .

El valor de la conciencia moral, como base a través de la cual basar todo, tecnología incluida, no fue tenido en cuenta, más allá de los discursos hipócritas dirigidos a niños por sus familias e Iglesias, pero que cualquiera de ellos podía darse cuenta que era eso, hipocresía. El amor real, lo que se elogiaba y se elogia en la sociedad de los adultos es el éxito laboral, económico, incluso sexual . Lo demás, pura charlatanería.

Así nació y creció esa sociedad del vacío, la de las personas que eran en relación a lo que compraban, consumían, disfrutaban y gozaban, materialmente hablando, aunque luego pudieran ser fervientes "cristianos" de misa y comunión, o izquierdistas y progresistas entusiastas.

Sociedad que ha durado lo que dura un caramelo en la puerta de un colegio. Aniquilada, aplastada la sociedad de los valores, o El hombre rebelde que diría Alber Camus, ¿cómo vamos a afrontar el tercer mundo que ya llega a nosotros, en primer lugar a nuestro país, España, donde todo está quebrado, Estado incluido?. Lo mismo el resto de Occidente, sostenido artificialmente por inyecciones masivas de dinero.

Sin espíritu fraternal, sin volver la vista a otro concepto de libertad, sin volver a reconstruir la conciencia moral ,solo nos espera la derrota más espantosa .Unos antes, otros después, pero nuestra hora habrá llegado.

domingo, 2 de agosto de 2020

Under the skin

Extraña, inquietante,onírica, pausada, simbólica, perturbadora, siniestra, negra, de crueldad velada y sutil, sin necesidad de mostrar nada abiertamente ,Under the skin es una película que entusiasmará a unos y será vista como una tomadura de pelo por otros.

Una alenígena recorre una Escocia gris, lluviosa, nocturna, salvaje  y deprimente en una gran furgoneta buscando hombres solitarios, a los que atrae por su sensualidad evidente-estamos ante Scarlett Johanson, todo sea dicho- arrastrándolos a su fin en un entorno digno de una mente tortuosa, fantasiosa y a la vez elegante, a la que no gusta mostrar sangre y vísceras, al contrario que la mayoría del cine de terror y fantástico.

En el camino, esta mujer hierática, gélida, imperturbable, pero habilísima cazadora, pues conoce a la perfección la debilidad masculina por el sexo, por lograr poseer un cuerpo, un coño con el que calentarse y huir de este mundo también sombrío y gélido que habitamos- donde en realidad, nos guste o no, no somos más que carne para procesar y deglutir en diferentes niveles,somos sociedades caníbales, entiéndase el sentido metafórico- empezará a empatizar con las víctimas humanas, a sentir compasión, a comprender las miserias y debilidades, entre ellas las sexuales.



Algunas lecturas de Under the skin, se centran en una visión de género de la película .A los incautos no parece importarles nada la mujer, ni su nombre, ni qué siente. Para mí esta visión de moda, victimista,que posiblemente tiene una parte de realidad oculta que el filme muestra alguna víctima distinta a esa visión condenatoria, que no por eso escapa a un destino fatal.¿No podría entenderla alguien, jugando a las metáforas, como la aparición de  mujeres donde se invierten los roles, donde el sexo, sin necesidad de amor, es muy importante para ellas?.

Y, sobre todo, a la hora de la verdad: ¿quién domina a quien? .¿Quién liga a quien y quien se acuesta con quien? .¿No utilizan muchas mujeres su sensualidad para lograr sus fines, o para atraer a hombres? .Esto no es una crítica, en absoluto, es simplemente señalar que vivimos una realidad mucho más compleja que los esquemas de género y patriarcales, de cartón piedra,  nos quieren hacer ver.

En cualquier caso para mí la película muestra las grandezas y miserias de la especie humana .Los actos de altruismo junto con los actos de brutalidad. Lo natural del deseo sexual pero también la esclavitud que genera; esa parte animal que viene pegada a nosotros y que tantos conflictos causa y tan difícil de manejar es, pues no depende uno, sino del consentimiento ajeno.

Una película sumamente arriesgada, que camina en el alambre, de la que cada cual sacará diversas lecturas .Para mí  interesante, valiente, aunque no brillante.

jueves, 23 de julio de 2020

Catastrofismo, administración del desastre y sumisión sostenible

Pepitas de Calabaza ha vuelto a publicar un apasionante ensayo del año 2008, pero de total actualidad, del lúcido pero por desgracia desconocido escritor Jaime Semprún,- hijo del famoso Jorge Semprún- fallecido tristemente en 2010 y de Rene Riesel.

Descubrí a Jaime hace un par de años, en un ensayo vibrante y visionario, El abismo se repuebla, aquí comentado. En este que comentamos hace una crítica acertada a las nuevas teorías del pensamiento crítico, del decrecentismo al ecologismo institucional, pasando por el ciudadanismo o el izquierdismo. Ambas se inscriben en lo que podemos llamar catastrofismo e intuyen los desastres que vienen, que ya están aquí. Pero leídas detenidamente en realidad lo que proponen sus figuras, y la mayor parte de sus dirigentes y seguidores es administrar el desastre, imponer más restricciones,incluyendo el racionamiento,  favorecer el estatalismo y, por tanto, el autoritarismo.

No van a la raíz del problema, limitándose en general a un raformismo vago y a retóricas nebulosas y demagógicas, desde el desarrollo sostenible-¿es compatible desarrollismo y sostenibilidad?- a un llamamiento a un decrecimiento o austeridad gozosa, alegre y convivencial, a veces a una simplicidad voluntaria, en algunos casos a una especie de espera en que el sistema caiga por sí solo, llegando a surgir una nueva sociedad, sin tener en cuenta la necesidad de luchar, de tener un proyecto, un objetivo, una teoría realmente crítica.



Los autores comparten la idea de los graves problemas medioambientales presentes y por venir, del posible desmoronamiento de nuestro mundo, de la catástrofe que se cierne sobre nosotros .Pero creen que los cambios deben venir de la mano de la libertad, no de la imposición de una suerte de ecofascismo, de una nueva dictadura.

Jaime y René son críticos del industrialismo, de la sociedad industrial, y por tanto de la sociedad de masas .Rechazan la sobresocialización, el colectivismo imperante, apoyando la asociación de individuos conscientes. La industrialización, especialmente la industria pesada,  sería para ellos una de las raíces de nuestros problemas, de la destrucción humana y ecológica, si bien advierten que hay mas problemas, entre ellos el Estado, yendo más allá del pensamiento alternativo actual, presa de viejos esquemas ideológicos, y, yo añadiría, de falsas rebeldías y conformismo pseudocríticos que nos asolan, como el propio ecologismo institucional y el feminismo actual- una especie de antifranquismo muerto Franco-. Tales ideas son en el fondo inofensivas, prosistema e impiden una lucha revolucionaria y el ascenso de una nueva conciencia de clase.

Precisamente por ello son alentadas por el Estado mañana, tarde y noche .Y, doce años después de escrito, se confirman todas sus intuiciones críticas sobre el ecologismo .Esta bandera es utilizada, entre otros, por la Unión Europea, como podemos leer y escuchar a diario, con sus llamamientos a una economía descarbonizada, como instrumento de transferencia de rentas del trabajo al capital, lo que evidentemente se oculta.

¿O alguien duda que veremos más impuestos verdes, por ejemplo?.

Con independencia de que nos adscribamos o no a la tesis esencial del libro, la cual yo matizaría , prefiriendo el proyecto de economía descentralizada y diversa,con una pequeña y mediana industria asequible al conocimiento y manejo humano, sin trabajo en cadena, sin órdenes constantes, sin ese ambiente opresivo, asfixiante y deshumanizador de parte de la industria, o de algunas actividades similares que uno conoció brevemente, como propuso Kropotkin en Campos, fábricas y talleres, o Simone Weil en La condición obrera, el ensayo que aquí resumo es imprescindible para volver a retomar un verdadero pensamiento crítico, ahora enterrado por los voceros y voceras de las modas del régimen,por la fuerza  de las ideas progreconformistas, por el triunfo, esperemos que pasajero, de una "radicalidad" banal, de pacotilla, bienpensante y políticamente correcta.

sábado, 11 de julio de 2020

Más allá del big bang. Un breve recorrido por la historia del Universo

Magnífico libro divulgativo de Ivan Agulló, un joven físico español. Escrito con lenguaje sencillo y ameno, apto para personas con poca formación científica o ninguna, nos expone las teorías sobre el origen y expansión del Universo, dejando abierta la opción de si realmente hubo big bang,nombre inexacto, pues no hubo en realidad una explosión en un lugar, sino una expansión en todas partes, o el Cosmos existe desde siempre. De la sopa primordial a la posible expansión e inflación enorme-mencionando la posibilidad de un rebote de un anterior universo, como causa del surgimiento del nuestro-, que creó partículas desde el llamado vacío cuántico- que en realidad no es la Nada, un vacío total, sino una especie de mar de pares de partículas y antipartículas que se crean y destruyen -, partículas que sentaron las bases de irregularidades base del futuro tejido del Cosmos, es decir estrellas, galaxias, planetas hasta llegar a los seres vivos, por la acción lentísima de la gravedad, que provocó con el paso de miles de millones de años, y tras un enfriamiento de la radiación que logró que se formaran núcleos atómicos, que los lugares donde había algo más de densidad de materia ésta se acumulara creando enormes estrellas.



La explosión de las primeras estrellas expulsó material que sería del que surgirá el resto de estructuras del Universo, siendo nosotros, en el fondo, polvo de estrellas. Si bien las observaciones actuales parecen dar la razón a la teoría del big bang caliente y a la inflación, todavía no se puede confirmar, pues la tesis de la inflación, por ejemplo,  requiere de una sustancia, el inflatón, que llenaba todo el universo y que tenía efectos gravitatorios repulsivos,  pero que no deja de ser una elucubración.

También se interroga sobre la geometría del Universo, que parece ser plano, con una pequeñísima curvatura positiva, así como cuál será su final .Experimentos han demostrado que de momento hay una expansión acelerada, que supera a grandes rasgos la "fuerza" gravitatoria, en realidad no una fuerza sino un efecto de atracción que las masas ejercen entre sí, pues éstas curvan el espacio tiempo, como si nos situáramos encima de una colchoneta, modificando la estructura de esta por efecto de nuestro peso.Teoría brillante de Einstein, la de la relatividad general, demostrada por experimentos Esa fuerza que acelera la expansión se la conoce como energía oscura, desconociendo hoy qué es exactamente, así como la materia oscura.Si esta fuerza se mantiene el fin será un Universo cada vez más frío y apagado, con un distanciamiento creciente entre galaxias

Menciona Ivan de pasada la hipótesis del multiverso. No obstante, si este fuera el único universo existente: ¿cómo explicar que se hayan producido las condiciones exactas para poder generar estructuras y aparecer la vida? .Desde una fase de aniquilación de partículas y antipartículas, la cual se saldó con la supervivencia de algunas partículas, en vez de en la destrucción total, hasta otras constantes físicas no mencionadas en el libro, en las cuales un mínimo cambio en ellas haría imposible la vida, como una velocidad mayor o menor de expansión, entre otras. Demasiada casualidad, por no decir que el cálculo de probabilidad de que las constantes sean las que son para que existamos es prácticamente nulo .¿Es en realidad el Universo artificial, creado, un holograma, o sólo gracias al multiverso se puede explicar que un puñado de universos, como en el que estamos nosotros, se den las condiciones para la vida autoconsciente?.

Posiblemente nunca sepamos qué es el Cosmos, nuestro hogar, ni cómo surgió, si es que surgió .No importa, lo fundamental es continuar investigando y mantener viva la llama de la inquietud, de la búsqueda sin fin de la verdad, de nuestro origen, de qué somos en última instancia.

Espero con interés leer más libro de este gran divulgador.


miércoles, 1 de julio de 2020

Melancolía de los veranos de felicidad

Escuchando música lejana, ecos remotos de tiempos muertos, etapas sepultadas  en la derrotada energía y vitalidad infantiles, en el bochorno de esta noche de estío, un alma enferma de melancolía desde hace años, no puede sino rememorar los escasos destellos de luz de alegría, de verdadera luminosidad solar que atravesó su vida, su cuerpo, como un breve destello en un cielo que rápidamente se obscureció.

Uno vuela con su mente, único y último reducto de libertad, de anarquía, a los años ochenta, los tiempos infantiles. Con esfuerzo, cerrando los ojos, logra vislumbrar a aquel niño delgaducho y rubio como el oro al que los pensamientos de bosques sombríos, de árboles muertos, de ventisca helada, de sombras acechantes, de ruidos amenazantes, de voces lejanas y siniestras, no habían cercado.

Aquel niño que aun creía que la vida era otra cosa, un regalo, una felicidad, un mundo colorido por descubrir, por saborear. Vuelo a los veranos, puedo ver y oler paisajes algo cambiados, un parque convertido en otra cosa, unos arbustos y columpios desaparecidos en el pozo del pasado. Me sumo a una multitud de niños que gritan, que juegan al fútbol, al rescate. Que sudan y les tortura la sed, pero que resisten, no parecen cansarse, siguen en pie, pese al calor agobiante. Disfrutando el momento. Sin que las sombras del futuro interfieran en sus vidas, un eterno presente al que apenas sacuden sobresaltos .

Espero con entusiasmo, sin apenas dormir, viajar a Gandía. Cuando diviso a lo lejos el mar, el corazón se hincha de emoción. Deseoso de pisar la playa, de sumergirme en las aguas saladas, de contemplar todas las mañanas las banderas: verde, amarilla, y,  triste decepción, a veces, la roja que me aleja del baño, del nadar hasta lo más profundo posible, escapando de la vigilancia de mis padres.

Siento la sal en mi cuerpo infantil, la arena quemando los pies, la humedad, el aire cálido, pegajoso de las tardes de paseo .La espera del gofre, el helado,el granizado de limón, la mazorca de maíz, las palomitas de colores y la máxima ilusión: el castillo de aire. ¿Qué será de esos paisajes, de esos momentos? .¿Se repetirán eternamente, o desaparecerán para siempre? .Un interrogante absurdo, pero que siempre me ha inquietado.



Y poco a poco, sin saber cómo, se instala el frío, el invierno, las prisas, los agobios .La cárcel del deseo sexual, que tantos elogian pero uno no puede dejar de sentir como el principio del fin. Unas cadenas, las del deseo, que te separan de vivir el momento, la tranquilidad, el reposo, el bastarse a sí mismo, el poder estar absorto en tus juegos, en tu interior, sin nada que alcanzar, sin casi nada por lo que competir o atrapar, con la ingenuidad y la mirada más limpia.

Poco a poco los veranos se hacen más breves, el crepúsculo llega antes, las noches se alargan. Todo es miedo y temor. ¿Qué será de mí? .¿Qué pensarán los demás de mí?.

La alegría, la felicidad, se convierten en momentos en peligros de extinción. ¿Hace cuánto que no siento lo que sentía en las canículas de la infancia?. El niño muere, nace un ente extraño, aplastado por el peso de los días sin brillo, sin serenidad. La vida se convierte en un sueño sombrío, un pasar el tiempo esperando que todo acabe de una vez, una monotonía de angustias y sobresaltos, con el único refugio de una familia que va menguando, envejeciendo, temiendo el día en que la soledad sea nombrada Amo y Señor del Universo del Yo.

De aquellos veranos felices, de aquellos años ochenta, sólo queda la nostalgia polvorienta de un puñado de fotos en algún album perdido, en algún estante olvidado, en alguna esquina perdida donde aquel crío desapareció para siempre, en un agosto de risas y entusiasmo que jamás regresará.



sábado, 6 de junio de 2020

Elogio de la senectud

Vivimos una época de  culto a la juventud, a la fuerza, a la energía, a la belleza. Los ancianos son arrinconados, marginados, ocultados,  viendo el declinar de la vida como una desgracia, como algo en lo que no pensar, como algo que tratar de retrasar en la medida de lo posible.

Esto es una injusticia, y toda sociedad que fomente esas creencias está condenada a la deshumanización, a traer el infierno sobre la tierra. La senectud es el reservorio de la memoria, lo que permite el verdadero conocimiento, lo que une pasado, presente y futuro. El desprecio a la vejez supone el desprecio a la verdadera sabiduría, a la historia como nutriente del individuo y de las sociedades. Su minusvaloración supone la trituración del ser humano, su paulatina conversión en ganado.

Y esto es precisamente  el objetivo de los poderes en la modernidad más reciente: la eliminación de la verdadera individualidad, la demolición de la comunidad como lugar de encuentro, relación y aprendizaje y consejos entre diferentes generaciones vivas . 

Esos objetivos se ven claramente en la retórica productivista, de la rentabilidad, del beneficio, del crecimiento, de la acumulación,del consumismo y del exprimir la vida al máximo, en su sentido materialista,  en la que vivimos.




Puesto que el régimen de la modernidad se cae en pedazos, toda esa retórica tramposa irá en aumento, construyendo el reino de la efebocracia. Un reino tramposo, porque la juventud no interesa más que como ganado al que exprimir, aprovechando esa fuerza mencionada antes. No hay más que ver la temporalidad, sueldos bajos y precariedad entre los jóvenes del país.

Pero no hay recuerdo más luminoso en la vida de una persona que la relación con los abuelos. Yo tuve la desgracia de no conocer apenas a los varones, sólo a las abuelas, especialmente una de ellas, en cuya casa pasaba los fines de semana.

Nada más bello que rememorar su rostro, sus palabras, su generosidad, las estupendas comidas que nos hacía. Sus ánimos en los malos momentos, los abrazos y los besos. Sus historias sobre su vida, las de su familia, las de España, con sus luces y miserias.

Muchas veces sueño, cuando hace ya quince años que se marchó de nuestro lado, con que estoy en su casa, en mi cuarto, mi segundo cuarto, también desaparecido, con todo intacto, la mesa, la cama. Incluso el resto de las habitaciones aparecen reflejadas en mi mente con la claridad de aquellos días lejanos, donde se sucedían las estaciones, siempre a la espera de la primavera, las ventanas abiertas, las noches de bochorno, el chirriar de los vencejos al amanecer y al atardecer, el olor a las patatas fritas que con tanto esmero siempre nos hacía.

Con esa sensación de que la gente que está a nuestro lado sería inmortal, que su fin jamás llegaría. Pero no es así, y su abandono definitivo suele ser el primer golpe duro de la realidad. Ahí empieza un trozo de orfandad, un silencio de garras que arañan el alma cuando quieres esa voz que mece y ama, esa mano arrugada que acaricia.

Y son esas muertes las que traen la campanada del inicio de nuestra propia muerte, una muerte lenta, en un mundo cada vez más helado, más asqueroso, más repugnante, aquel en que los ancianos son arrinconados, encerrados, y en el que un virus reciente ha arrastrado cual ola furiosa al país del más allá, ante la indiferencia oficial y general, pues los viejos molestan al sistema, se les considera una carga para las arcas públicas, un sector que no es productivo. Como los niños, por cierto, a unas carreras profesionales que penden de un hilo, que suelen ser humo, señuelo para atraer al precipicio.

¿Qué macabro destino espera a los habitantes de ese imperio temible, de ese Moloch inhumano que pretende, falsamente, cultivar el amor a la juventud, y que seamos efebos siempre disponibles cual bueyes de arado?.

Sueño, hablando de sueños, con que ese reino del mal es destruido, siendo nosotros, sus habitantes, estudiados en la historia futura con horror, como seres desviados, capaces de las peores inmundicias. Pero cuyas estatuas de barro fueron derribadas, surgiendo en su lugar una civilización realmente humana, aquella en que la senectud es ensalzada, pues sin vejez no hay historia, y, por tanto, no hay humanidad

sábado, 23 de mayo de 2020

Reflexiones críticas y autocríticas sobre España y su sociedad

La hecatombe a todos los niveles producida por el coronavirus, al menos hasta fecha de hoy, no parece haber despertado una conciencia crítica y autocrítica en nuestro país.

Uno sigue leyendo y escuchando cosas como que somos un país maravilloso, que teníamos una economía de servicios próspera, y, a lo sumo, una crítica típica y tópica a la clase política, y poco más. Pero la ruina que parece estar instalada en nuestra patria, requiere de una visión crítica y autocrítica de todos los estamentos sociales, desde las élites a la tropa o rebaño de base, entre los que me incluyo.

Frente a la visión gloriosa que he leído recientemente en algún periodista,que defendía también trabajar más y cobrar menos , hace mucho que nuestra economía esconde una falsa prosperidad .El mileurismo viene de lejos, de antes de la crisis de 2008. Iniciada ésta, emergieron salarios de 600 euros, propios de un país tercermundista, aunque aún con infraestructuras de primer mundo. Ahora volverán a extenderse salarios de miseria y más horas de trabajo, con el riesgo de que también las infraestructuras acaben colapsando .Los siervos intelectuales del sistema nos venderán que es un sacrificio para que en unos años vuelva la abundancia de esa economía de servicios tan supuestamente boyante. Es decir pongamos el culo sin vaselina, que nos dolerá pero será pasajero. Sin olvidar que hace varios años que nuestra economía y otras se sostienen por inyecciones masivas de dinero y tasas de interés de casi cero, y hasta negativas. O sea  riqueza ficticia .



Los entusiastas del capitalismo curiosamente se unen al stajanovismo comunista, a la explotación y expolio de la clase trabajadora. Mientras las izquierdas siguen con el mantra de los impuestos como supuesta solución, asfixiando también a la clase baja y media . Unos y otros están mucho más cerca de lo que piensan: desean la obediencia de las clases populares a las autoridades estatales y patronales.


Analizando las instituciones, comencemos por el Estado: hemos visto como han hecho negocios turbios comprando mascarillas defectuosas. Y test que resultaron también ser un timo .Nuestro Estado no funciona .Y las autonomías suponen un despilfarro enorme de dinero, que lógicamente la clase política no quiere reducir a lo imprescindible. Con lo cual en lugar de recortar ahí, veremos recortes en otros sectores, que no hace falta decir cuáles serán. Del sistema de partidos no voy a hablar. Mi opinión sobre que son una de las raíces del mal es clara-experiencia mediante-, y hay que buscar una democracia donde éstos no dirijan nada, pues son incompatibles con el bien común y la libertad de conciencia.

Vayamos al mundo patronal y económico, aunque también relacionado con el estatal: destrucción de la industria con la democracia, vía PSOE fundamentalmente, para construir una economía de servicios y turismo .Por supuesto que toda economía tiene que tener un sector servicios y turístico- es lógico que nuestro país cuide el turismo por sus características-, pero la destrucción de gran parte de la industria, por no hablar del campo, y el escaso interés por el I+D, ha creado una economía muy frágil, que cualquier crisis hace añicos .Con una tasa de paro estructural muy alta y empleos precarios y mal pagados. Lo que trajo consigo la marcha de muchos jóvenes. ¿Cuántos más, y no solo jóvenes, se marcharan los próximos años del país?.

Nuestra clase empresarial destaca por su escaso interés en formar a los trabajadores .Cualquiera que busque o haya buscado empleo lo sabrá: exigencia de años de experiencia y saber de todo .En fin, gastar lo menos posible e invertir en sectores que procuren dinero fácil sin visión de futuro. Pero es que el Estado es igual: cursos del INEM sin prácticas reales .Es decir nuestras propias autoridades, sabiendo como es el mercado laboral, se la suda la suerte de los trabajadores .Los cursos no son más que formas de hacer pasar el tiempo a los parados, creando falsas ilusiones.

En cuanto a nosotros, las bases, la sociedad, la clase obrera, o como gusten de etiquetarse, ídem .Atomización creciente, seguidismo de las ideologías de Estado de manera acrítica-feminismo y ecologismo hoy-, y búsqueda de pan y circo, aunque el primero sea cada vez más escaso .Aún hoy seguimos siendo una sociedad muerta que parece totalmente atada y creyente en el sistema. Que sea evidente que éste nos lleve a la miseria, que el riesgo de suspensión de pagos sea grande, no parece causar ninguna preocupación al fiel rebaño.

Espero equivocarme, y que la base despierte, logrando desarrollar una conciencia propia, alejándose de todo intento de manipulación por parte de partidos-en esta ocasión las derechas, en otras las izquierdas-. Se dice que tenemos la generación más formada de la historia. La inexistencia de cualquier pensamiento alternativo y subversivo serio en la propia juventud es indicador de que el sistema educativo de la modernidad es, buenos profesores aparte, un instrumento de adormecimiento y adoctrinamiento, de la escuela a la Universidad. No hay más que ver como las Facultades de Humanidades, las que deberían mantener la llama crítica, son las peores creadoras de productos y partidos pseudoalternativos y demagógicos.

Yo quisiera que fuera la sociedad civil, los trabajadores, los que reconstruyeran lazos comunitarios libres, una cultura y autoformación ajena a los medios y productos del régimen. Pero, sinceramente, soy muy escéptico. Pienso que las dos opciones mayoritarias son: la ruina total de España, es decir su caída al tercer mundo en tres o cuatro años. O una renovación generada por la clase dirigente, vieja y nueva, en la cual nosotros pintaríamos muy poco, todo sea dicho.

Veremos que sucede pero hoy, nuestro país, sus élites, su base asalariada- amenazada por el paro masivo-, parece un cadáver.

lunes, 6 de abril de 2020

Tras la debacle: por una fraternidad de fraternidades universal

Aunque ya antes de la extensión del coronavirus los indicadores económicos mostraban una clara desaceleración, el virus ha provocado un colapso del sistema económico, y no sólo en España . Países con tasas de paro bajísimas, como los Estados Unidos, cuentan ya con diez millones de parados.

La situación que viene todos podemos intuirlas. Más paro, bajada de salarios, más precariedad, más pobreza y exclusión social, al menos hasta que aparezca la vacuna, que esperemos que lo haga pronto.

Con todo, admitiendo que tras el descubrimiento de la vacuna habrá un rebote de la economía, la situación de ésta, desde hace tiempo, es de caída. Es necesario, de una vez, dejar de creer en retornos a décadas de bonanza. No, todo ha cambiado, y, al menos por unos meses, nuestras vidas serán las de presos a los que se dejará salir de vez en cuando unos minutos al patio de recreo para luego volver a las celdas. Por no hablar del enorme desarrollo de tecnologías de control totalitario de la población, que posiblemente vengan para quedarse. Y eso si nos salvamos de situaciones graves como desabastecimiento y cortes de energía eléctrica-que yo espero que no ocurran y pronto llegue la cura-.

Por tanto es urgente poner la imaginación política en marcha e idear nuevas formas de organización social, económica y política. No debemos seguir siendo un populacho que, después de todo lo que ha pasado de 2008 hasta aquí, siga creyendo en el pan y circo, en éste o en aquél partido político. Como escribí no hace mucho, es necesario también abandonar las modas y las ideas nefastas surgidas-o lanzadas por  las autoridades- en los últimos años: nacionalismos, localismos mezquinos, ideología de género e identidades sexuales múltiples, ecologismos que ocultan la condición humana... Quizá esto sea de lo poco bueno que puede traer la peste: el retorno a las ideas esenciales, de la lucha vecinal y obrera contra las clases dirigentes y su mundo asfixiante, frente a los entretenimientos burgueses de la izquierda moderada y radical contemporánea, antisistema incluidos.

Ante el tsunami que viene, o, mejor dicho, que ya está aquí ,hay que traer a la luz la fraternidad. Idea olvidada y arrinconada, debe ser la base de la reconstrucción de un nuevo mundo, un mundo siempre imperfecto, pero donde los otros sean vistos como un reflejo de sí mismos, con lo que se desmoronaría en gran medida las bases monstruosas de la modernidad capitalista y comunista, donde, por cierto, intuimos que van a su unión, con China como modelo.



La base esencial de la modernidad, por debajo de su propaganda engañosa, es el uso de los seres humanos, convertidos en objetos, mercancías, votantes, contribuyentes, carne de cañón. Bolas de grasa, monigotes, peleles, hojarasca caída de los árboles a los que patear y triturar de diversas formas. Pero con nuestro beneplácito, enfrentándonos unos con otros, haciendo creer que hay unos buenos y otros malos. Partidos  y políticos peligrosos y partidos y políticos que nos aman. Estados buenos y Capitales malvados, o viceversa. Imperialismos buenos e imperialismos malos. Banqueros y financieros malvados frente al pueblo bondadoso y maravilloso, siempre inocente.

Abramos los ojos a la cruda realidad: estamos solos. No es tan terrible. Somos muchos, y si vemos el engaño que nos rodea constituiríamos una fuerza autónoma poderosa.Partiendo de lo local, en barrios y pueblos deben construirse fraternidades que poco a poco, sin quimeras, de manera horizontal, con cargos rotativos,  se procure que nadie quede a la intemperie, expulsado de todo. Que busque, pasito a pasito de hormiga, sin ruido ni prisas, pero sin pausas, una economía mixta, comunal e individual o familiar, pero que intente, aunque del todo posiblemente nunca se logre, salir del horror del trabajo asalariado. Pero la visión debe ser global, se debe encaminar hacia una fraternidad de fraternidades mundial-antaño se hablaría de comuna de comunas, pero no importan los conceptos, sino el espíritu unificador-. Única forma de poder derrotar las potencias globales y regionales que continúan moviendo su maquinaria militar, pudiendo en cualquier momento pasar por encima nuestro, dejando un mundo de montañas de cadáveres.

Niños y jóvenes, con todo el amor debido a sus mayores, sin que les vean, tiren por la taza del váter parte de la educación nefasta recibidad por ellos: estudia para ser algo, pasa de todo y diviértete en tus ratos libres. No te metas en problemas, etc. Todo eso es un castillo de naipes ya derrumbado que solo sirve para una cosa: seguir triturando al individuo y a las sociedades, y prepararlas para la matanza bélica. 

Necesitamos como el comer una nueva infancia, adolescencia y juventud revolucionaria, pero de una nueva estirpe. No de la estirpe genocida y totalitaria del siglo XX, la del bolchevismo y derivados. Pero tampoco de otros ismos. Los ismos quedarán en casa, sustituidos por una visión nueva, la armonía de lo material y espiritual, del todo y las partes. Del individuo con la Tierra y con el Cosmos.

Especificar y concretar más es caer en sueños quiméricos. Será la realidad, los seres de carne y hueso, sus ideas, sus esfuerzos, sus éxitos y fracasos lo que paso a paso darán forma al nuevo mundo, repito, siempre con sus imperfecciones y miserias. Pero donde los humanos sean eso, humanos. No otras cosas extrañas.

sábado, 21 de marzo de 2020

Reflexiones sobre el coronavirus, las izquierdas del capital y el futuro que se perfila

Muchas son las cosas que esta pandemia inesperada ha cambiado en nuestras vidas, en la forma de concebir nuestra existencia, especialmente en el primer mundo.

Nos pensábamos habitantes de un castillo inexpugnable, una fortaleza ajena a los dolores, el ruido y la furia del resto del mundo, sus seres aterrorizados, huidos muchos a nuestras costas, mirados con la altivez del que se cree libre para siempre de la ruleta de la desdicha.Poco más que estómagos y genitales andantes, pendiente del próximo goce y diversión material, pese a que desde años atrás había avisos, advertencia, de que la fiesta, si es que se puede hablar de fiesta general, había acabado, entrando en un otoño gris y melancólico.

Pero el coronavirus ha caído como viento polar, aire gélido que ha tumbado la incipiente primavera. La aparente fortaleza ha resultado ser un castillo de aire, como aquellos en los que saltábamos felices en aquellas infancias de apartamento y playa mensual, los tiempos en que el proletariado, la mano de obra esclava, asalariada, se creía clase media por los siglos de los siglos.

Un enemigo invisible, pues el tangible parecía padre o madre afectuosa, nos cerca en nuestros hogares, con llamamientos al confinamiento, a no salir. Un confinamiento, claro, al gusto de las autoridades estatales y del capital. Sean responsables con el prójimo, no salgan, nos repiten los dirigentes políticos y la telebasura que nos inunda las 24 horas del día. Eso sí, vayan a trabajar como Dios-el Capital- manda-.



Aquí no se dice nada: en el trabajo, en la movilidad que requiere el ir y venir del curro, no hay problema .Es la prueba, prueba real y transparente, que nadie quiere ver, de lo que somos y siempre hemos sido para las clases gobernantes: populacho al que usar y tirar. Y tienen razón, por desgracia. Un populacho orgulloso de su condición, que quiere permanecer en ella, ilusionado y crédulo aún con el retorno a décadas gloriosas de crecimiento y supuesta prosperidad. Abierto, por tanto, a los caudillos populistas de un signo u otro, voxistas y podemitas que hacen mirar como causas del mal a los que no la tienen: banqueros, inmigrantes. Todo por buscar burdas explicaciones, explicaciones facilonas a lo que está sucediendo, que es simplemente que nada es eterno, que todo sistema colapsa. 

Colapsó el totalitarismo genocida comunista, empobrecedor, bolchevique. Colapsa la maldad disfrazada, la brutalidad escondida con caramelos y consumismo a tutiplén  del capitalismo.

Para algunos puede resultar curioso cómo un gobierno de izquierdas, socialcomunista, insista en que los asalariados sigan trabajando, siendo por tanto focos de contagio, pudiendo acabar enfermos y, lo que es peor, hacer enfermar a familiares. Pero aquí hay dos realidades a tener en cuenta: primera, las izquierdas siempre han sido una pata del capital, han servido a sus intereses estratégicos. Ya lo he escrito en alguna ocasión: los socialistas destruyendo las industrialización. Los podemitas cortando todo riesgo de revuelta. Las fuerzas de izquierda, por tanto, siempre han resultado útil a los aparatos de poder.

Por otra parte nos enfrentamos a un dilema trágico, que la evaporación de todo proyecto revolucionario que apunte a la superación del sistema asalariado ha puesto sobre el tapete: perder el empleo es acabar en la calle, en la miseria, a la intemperie. Por eso nos encontramos, en el caso de España, con un sindicalismo mayoritario que se niega a declarar  huelgas o luchar por cerrar los centros de produción-salvo la esencial- para evitar ser víctimas de la peste.

Es humano, ojo, no lo juzgo. Pero es la prueba de nuestra derrota, de la aceptación de un régimen engañoso, del olvido de la idea de emancipación-actualizándola y siendo consciente de lo que puede valer y lo que debe ser desechado a la basura-.

Con su actuación actual y pasada, la población debe abrir los ojos a lo que supone la izquierda política y sindical, sin excluir el llamado eufemísticamente sindicalismo combativo, que si bien en esta crisis es más lúcido, en otras, como las movidas nacionalistas y xenófobas catalanas ha mostrado que también debe ser superado. Lo laboral y lo vecinal, lo municipal y lo internacional, deben encontrar nuevos instrumentos, aunque los sindicatos, frente a los partidos, deben seguir existiendo.

Toca pensar y construir algo diferente a lo que existe, superar lo que nos ata y nos deja, en el fondo, indefensos ante las tácticas y necesidades del capital nacional y trasnacional.

¿Qué mundo se perfila?. Concentración de poderes estatales y económicos, quizá un puñado de megabancos, de megaempresas, con un Estado cada vez más fuerte, es decir una economía de guerra de la que ya se habla abiertamente-y que puede acelerar aún más el conflicto mundial, por cierto, que no para-. Control militar y policial creciente de la población, con la posibilidad de un desplome hasta de los mecanismos de distribución de servicios, de alimentos, con lo que no resulta descabellado que veamos cartillas de racionamiento, aparte de un paro masivo y un crecimiento muy grande de la pobreza.

Un sistema que, si llega a constituirse de esa manera, como piensa algún economista siempre interesante, no deja de ser un gigante con pies de barro. ¿Qué consecuencias tendría una crisis en un país con un gran banco, y un puñado de macroempresas?. Podemos imaginarlo. Uno piensa que nos acercamos, y también lo hemos expresado en varias ocasiones, a algo parecido a un régimen chino, un híbrido de leninismo y capitalismo. Totalitarismo, pero sin planes quinquenales.

Se abre, sin embargo, otra posibilidad. La de la fraternidad, la del apoyo mutuo, la de la autoorganización, la de la vuelta al espíritu comunal, donde, frente al comunismo, la individualidad es fuerte, y se valora, en un clima solidario.

¿Hacia dónde nos encaminamos?. Sin un despertar crítico, hacia algo parecido a lo primero, aunque tampoco pudiera durar, en mi opinión, por demasiado tiempo. Pero el daño sería terrible.





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lunes, 9 de marzo de 2020

Reflexiones sobre la eutanasia y la libertad hedonista y dirigida contemporánea

Uno de los temas de actualidad, que siempre origina un intenso debate, es la eutanasia, habiendo tramitado el Congreso recientemente la ley de eutanasia.

Por supuesto, de entrada, la ley es garantista y requiere de unas condiciones para realizarse , garantizándose también el derecho a la objeción de conciencia de los médicos. El tema, sin embargo, es sumamente peliagudo, y yo me declaro incapaz de ejercer de obispo a favor o en contra . Comprendo perfectamente que todos podemos vernos enfrentados en algún momento de nuestra vida a algún tipo de enfermedad totalmente incapacitante, que nos impida valernos por nosotros mismos, e, incluso, como el Alzheimer, dejar de ser nosotros literalmente. No juzgo, por tanto, a quienes- yo podría estar entre ellos-, consideren que, bajo ciertas condiciones, hay vidas que no deberían vivirse.

Sin embargo da que pensar su aprobación en una fase de decadencia económica, con una masa monetaria cada vez más escasa, con salarios y pensiones al borde de más recortes o hachazos para ser más claros. También es curioso el escaso interés que muestran las autoridades por la vida de sus súbditos, salvo, claro, para controlarlos y saquearlos. Por lo tanto, no es descartable que el objetivo final sea liquidar población "improductiva", o "sobrante". El Estado y el capitalismo necesitan reducir gastos, poner en marcha una nueva fase de acumulación o expansión, cosa que parece muy difícil de lograr, por lo que la eutanasia podría ser una operación entre otras encaminada a ello.



Por otra parte, desde este blog siempre hemos sido muy críticos con  el concepto de libertad de los contemporáneos. Uno piensa que, en realidad, la idea de libertad que se abraza en el mundo actual es un tipo de libertad hedonista, centrada en el placer. Un tipo de libertad muy blanda y peligrosa, peligrosa porque en realidad es, en gran medida, una "libertad" dirigida. Es decir, una falsa libertad moldeada a través de campañas publicitarias y de márketing político y empresarial. Esto se ve desde el voto-poniendo y quitando partidos-, al machaqueo constante con el feminismo-con objetivos ocultos, aunque intuibles-, esa falsa rebeldía en un país como España, donde hoy, al contrario por supuesto que en otra parte del mundo, las mujeres pueden ser y hacer lo que quieran, aunque haya, y siempre habrá, comportamientos machistas en algunos hombres, al igual que algunas mujeres, como algunos hombres, han sido, son y serán, con perdón de la expresión, unos hijos de puta.

El género, en eso, no creo que tenga relación, ni creo que beneficie en nada a las mujeres, al revés, no deja de ser paternalismo  disfrazado cualquier discurso que considere más buenas a ellas que a ellos, tan machista como la moda  a través de campañas institucionales de intentar que las chicas estudien ciencias, como si fueran niñas a las que llevar de la mano.

Volviendo a la eutanasia: ¿cuánto le costaría a cualquier gobierno realizar una campaña a través de los medios para, poco a poco, pasar de una eutanasia garantista, a incitar a la muerte a cualquier persona que no se encuentre bien, y, por tanto no sea rentable para el régimen de dominación y explotación crecientemente inhumano en que vivimos?. Las multitudes, como ahora, se creerían libres, aplaudiendo las nuevas medidas, pero no serían, insisto, como ahora, sino masa manejable camino del nuevo totalitarismo silencioso ya instalado en sus primeras fases.

¿Vamos hacia una suerte de nazismo de progreso, o, si se quiere, una especie de régimen chino, mezcla de comunismo y capitalismo, que con brutalidad ora disimulada, ora abierta, nos convierta en ganado feliz de ser llevados al matadero sin quejas?. Me inclino porque esa es la senda que seguimos, la del sistema chino como ideal de las clases dirigentes mundiales. E, insisto, sin ser capaz de hacer de cura pontificador, laico o religioso, a favor o en contra de la eutanasia.