domingo, 25 de octubre de 2020

Corpus Christi

 Extraordinaria película polaca en la que un joven de un reformatorio descubre, a través de un sacerdote peculiar, una profunda fe católica.

Obtenida la libertad condicional es enviado a un pueblo para trabajar en un aserradero, pero diversas circunstancias hacen que logre hacerse pasar por cura, supliendo al religioso local durante un tiempo. Más allá del engaño, la película nos muestra las dos formas de entender la fe: la ritualística y vacía, más apariencia que realidad, y la más cercana a la imitación de la vida de Jesús, basada en la vida de la comunidad, la ayuda y el perdón, pues el pueblo en el que se instala el joven sacerdote ha sufrido un golpe muy duro, generándose un clima de hostilidad y odio latente entre sus habitantes, a veces solidarios y otras mezquinos y juzgadores de las vidas ajenas.



Nuestro joven protagonista, que por cierto actúa de manera extraordinaria, con miradas y silencios que hablan, va profundizando en su vocación, aunque falsa oficialmente, cuya pasado criminal no le permite ejercer, en lo que puede considerarse otra crítica al fariseísmo de la Iglesia. El final, brutal, demoledor, hiriente, doloroso como las laceraciones sufridas por Cristo, como la corona de espinas sobre su cabeza sangrante, te dejan sin aliento, como una paliza en tu interior, en tu corazón, en tu alma, saliendo del cine con una sensación de profunda desolación, pero a la vez de gratitud por haber visto una pequeña joya que retrata la lucha interior de los seres humanos, sus grandezas y miserias, la venganza y el perdón, siempre en pelea continua en cada uno de nosotros, seres incapaces de entender lo breve de nuestro paseo por la vida, y lo inútil de la avaricia, del amor al dinero y al poder, como si todo eso que nos ata y destruye fuera con nosotros bien al más allá, bien al Vacío infinito.

sábado, 3 de octubre de 2020

La gaviota

 En el Teatro La Abadía he tenido ocasión de ver una versión libre, yo diría libérrima, de la obra de Chejov, La Gaviota.

Sobre el escenario, un grupo de actores, en una casa de campo, entorno a un lago, hablan de sus sueños, de sus frustraciones, de sus reflexiones. De lo difícil que es lograr el éxito teatral, y de cómo, incluso aunque éste se alcance, siempre falta algo que hace que la felicidad pase de largo, como un coche a toda velocidad dejando a la persona al frío de la intemperie, de la soledad.



Traiciones, enfrentamientos, enamoramientos y desenamoramientos, celos, soledad, pero también sentido del humor recorren esta peculiar adaptación de la obra de Chejov, que no transcurre en Rusia ni en tiempos pretéritos, sino en un ahora que no por ser ahora, ha sido, es y será a lo largo de la historia. Arte y vida mezclados en el escenario, con interrogaciones que nos interpelan a todos, dirigiéndose de lleno a nuestros corazones.