martes, 30 de mayo de 2023

Vida contemplativa

 He tenido ocasión de leer otro estupendo libro del filósofo Byung-Chul Han, Elogio de la inactividad. Vida contemplativa. En el citado ensayo Han vuelve a sus ideas críticas contra el orden capitalista y neoliberal del rendimiento, la hiperactividad, la tecnolatría, el culto a lo rápido, a las experiencias, a lo efímero, al productivismo, haciendo una encendida defensa de la contemplación.

Para nuestro autor necesitamos poner el acento en la inactividad, en la vida contemplativa, para no continuar autoexplotándonos, enfermando. Es imprescindible, para llevar una vida buena, una vida humana, extender el tiempo de ociosidad contemplativa, disfrutar del no hacer nada, volver al tiempo de la fiesta, en el sentido antiguo de la palabra, no el actual donde la fiesta consiste en una actividad comercial, enlatada, sino la fiesta como encuentro de la comunidad, como tiempo de despilfarro, de lujo improductivo.



Es a través de la contemplación, de la atención,  como podemos encontrarnos a nosotros mismos, encontrar un sentido profundo de nuestra existencia, admirar la Naturaleza, buscar la Divinidad, entusiasmarnos ante  lo que nos rodea, y, especialmente, huir de la destrucción de nosotros mismo y de la anteriormente citada naturaleza. 

Han cita a determinados filósofos, y es especialmente crítico con Hannah Arendt y su ideal de vida activa, de que el hombre solo se realiza en la acción política, de que solo de esa manera puede alcanzar la fama, la gloria, la inmortalidad. Para nuestro autor, sin embargo, es la contemplación lo que nos define como ser humano, pues cuando salimos de esa cueva cálida y húmeda que es el útero materno, lo primero que hacemos es abrir los ojos, contemplar. Eso no quita para que Han asuma la necesidad de una política contemplativa, si bien no llega a definir ni a extenderse en este concepto, aunque yo aportaría una figura importante del pensamiento que dio pasos en esa dirección, si bien su muerte temprana impidió que pudiéramos seguir disfrutando de un pensamiento tan elevado como rupturista con todo, Simone Weil.

De manera anónima y modesta, este que escribe lleva un tiempo reflexionando en la línea de encontrar una política mística, espiritual o contemplativa-opuesta a la política entendida como juego, o disputa entre partidos políticos, una forma de mal radical, como las ideologías políticas-, pues la vida humana es una vida de entrelazamiento de aparentes opuestos, el mundo interno con el mundo externo, la contemplación y la pura materialidad. Al fin y al cabo, coincidiendo completamente con nuestro filósofo en la necesidad de situar la contemplación en el centro de nuestra vida, esta no es posible sin necesidades mínimas vitales satisfechas: techo, comida, trabajo. De hecho llenar nuestras vidas de la luminosidad de la inactividad contemplativa requeriría de un pensamiento que abordara como sería una revolución espiritual que rompiera con el infierno de la Modernidad.

Y todo esto es algo que está por construir. Esperemos que surjan discípulos de Simone Weil y de los viejos maestros de la antigüedad clásica que labren el camino a una vida de bien, de verdadera libertad, de comunión, de una vida del espíritu, de la contemplación.



miércoles, 17 de mayo de 2023

Libres

 Hermosa película documental que entra en vidas y lugares consagrados al silencio, a la contemplación, a la búsqueda del amor de Dios y de Cristo, al encuentro con ambos.

Libres nos permite conocer las vivencias de hombres y mujeres, jóvenes y ancianos monjes y monjas de clausura, lo que les llevó a romper con el mundo exterior, el mundo  del vacío, la competencia, las apariencias, las prisas, la banalidad, la de la falsa libertad, aquella falsa libertad de los esclavos y esclavas de lo externo, lo superficial, la mirada ajena y la opinión ajena, del dinero, de las necesidades materiales.



Conocemos sus quehaceres diarios, lo bueno y lo malo de la vida en esas comunidades especiales, lo maravilloso de la oración, escuchamos sus reflexiones sobre el sufrimiento, la muerte, la profunda compañía de esa aparente soledad que es la estancia de horas en la celda. Observamos, por tanto, lo magnífico de una vida contemplativa, ajena a los ruidos físicos y mentales que nos saturan, sumergiéndonos en un sopor que nos impide conectar con nuestra profundidad, con nuestro espíritu.

Una joya que merece verse, en todos los sentidos de la palabra ver, pues destacan, además, los bellos paisajes y entornos que rodean los magníficos monasterios. En uno de los cuales, por cierto, tuve el honor y la gracia de vivir durante unos días, el Monasterio del Paular.

Aunque me temo que por desgracia Libres pasará desapercibida para la mayoría, desde este humilde blog la recomendamos vivamente.