domingo, 21 de julio de 2024

Reflexiones sobre el ascenso de la extrema derecha

 Desde hace unos años estamos asistiendo, en distintos países de la Unión Europea , al aumento en número de votos de fuerzas de ultraderecha o derechas nacionalpopulistas, si se prefiere, que con diferencias o discrepancias en algunos aspectos, fundamentalmente en relación al apoyo o rechazo a la Rusia de Putin, se aglutinan en torno a un discurso identitario, nacionalista o patriótico-en la práctica, que no en la teoría, han acabado siendo lo mismo-, antiinmigración, de defensa de la soberanía nacional y la población local, antiglobalista, habiendo sustituido a las izquierdas de los noventa en este último aspecto.

Antes de demonizar, necesitamos reflexionar sobre los motivos últimos de su ascenso. En mi opinión hay varios factores detrás, en primer lugar el fracaso o hartazgo de un sector creciente la población con el izquierdismo woke, y sus políticas identitarias de género y sexuales, con sus delirios como el seguidismo a la teoría queer, entre otros síntomas de claro agotamiento intelectual en las izquierdas, tanto moderadas como radicales o supuestamente alternativas.

Los trabajadores no pueden identificarse ya con tales políticas, sintiéndose olvidados y marginados por las fuerzas de izquierdas, especialmente la población blanca trabajadora, y en número creciente los jóvenes varones, con problemáticas silenciadas y desatendidas, como el fracaso escolar.

Este es un problema pero no hay que olvidar la desaparición casi total del pensamiento crítico y alternativo. La anteriormente citada clase obrera, desapareció totalmente como fuerza de cambio social, revolucionaria, en los ochenta, siendo los movimientos de autonomía obrera de los setenta su canto del cisne.

La economía se terciarizó, transformándose los esclavos asalariados en una supuesta clase media, sin más sueños que ganar más dinero y ascender en la escala social, es decir convirtiéndose en masa consumidora, educando a sus vástagos en las mismas ideas, estudiar para ser alguien en la vida, o sea hombre y mujer de provecho, lo que en la práctica es ser un apéndice de la megamáquina, sin entender que dichos apéndices podían hacerse prescindibles. 



Los viejos proyectos emancipadores se esfumaron, ocupando su lugar el sueño de una segunda residencia. La libertad acabó identificándose con el hedonismo, el disfrute, los viajes y poco más.

Y la igualdad con la retórica falaz del ciudadano libre e igual, como si el mero echo de votar nos hiciera libres e iguales, y la partitocracia fuera identificable con una democracia.

En medio de esta mentalidad llegó la crisis de 2008, que supuso un puñetazo a las quimeras burguesas y ciudadanistas, de masa consumista y feliz. Llegó la indignación, la rabia de los que se sentían traicionados porque suponían la existencia de un fantasmagórico pacto social: servidumbre a cambio de bienestar económico creciente.

Muertas las esperanzas revolucionarias, en parte por errores propios, todo sea dicho, una sociedad de consumidores cabreados solo podía apoyarse en lo peor de las tradiciones políticas a izquierda y derecha: el populismo, el viejo autoritarismo fascista o comunista si bien más templado, adecuado a las características del siglo XXI.

Primero pareció triunfar el populismo de izquierdas, con Podemos, Syriza y otros. Decepcionados sus votantes ante su inoperancia y su enriquecimiento, llegó la hora de agarrarse como última esperanza la derecha nacionalpopulista.

La idea de que el mal está en la globalización y nuestra defensa en las clases dirigentes y explotadoras locales, síntoma de una sociedad muerta al pensamiento libre, crítico serio y reflexivo, aferrándose a cualquier absurdez que no resiste ningún análisis histórico, es una de sus banderas.

La culpa a la inmigración, en vez de buscar una unión proletaria internacional, reconociendo que la creencia en ser clases media, burgueses ,era una paja mental, no una realidad, es otra de sus características. El pensamiento conspiranoico, otro. El mito nazi o franquista de la conspiración judeo masónica revive en buscar como chivos expiatorios a sociedades secretas, acusándolas de ser los que manejan los hilos, o en su defecto a un grupo famoso de multimillonarios: Bill Gates, Soros, Elon Musk, Rockefeller.... mezclando la posible influencia que pueden tener los billonarios, con donde reside el Poder, el mal: las instituciones estatales y capitalistas.

Una sociedad de hedonistas y consumidores, de supuesta clase media que se tira los pedos más altos que el culo, es una sociedad putrefacta a todos los niveles, temerosa, cuya única alternativa pasa por el Hombre o Mujer fuerte, el viejo Cirujano de Hierro, la ficción de los amos del Estado nación correspondiente como benefactores.

Así que de Pablo Iglesias hemos pasado a Abascal o a Alvise, el súmum de la degradación, un personaje sin más currículum que el chantaje, que recibe financiaciones oscuras-sin salario reconocido en tres años-, aupado por el poder de las redes sociales y ciertas personas y ensayistas, algunos muy lúcidos e inteligentes, también presentes en las redes.

Sólo reconociendo la cruda realidad de lo que somos, sin hacerse trampas al solitario, puede renacer un pensamiento seriamente crítico y propositivo, que coja lo bueno del pasado y de diversas corrientes, reconociendo sus errores-como la obsesión colectivizadora como bálsamo de fierabrás del viejo movimiento obrero-, que retome las banderas universalistas, emancipadoras y filosófico espirituales, pues sin espiritualidad el ser humano nunca despegará, acabará siendo, tal como ansían las nuevas élites, un robot desalmado.

martes, 25 de junio de 2024

Memory

 Interesante y original película que nos muestra el nacimiento y desarrollo de una relación original, ella una exalcohólica rehabilitada y él un hombre aquejado de demencia precoz.

Memory nos expone a dos personajes aquejados y perseguidos por fantasmas del pasado, por relaciones familiares conflictivas, ocultas, sobre todo en el caso de ella, por una pátina de silencio y encubrimiento, que la llevaron a la autodestrucción.

Sin embargo, en ese encuentro de dos almas enfermas, de dos mentes resquebrajadas por la enfermedad y el dolor, surge la luz al final del túnel, una  esperanza otoñal, un renacer de la luz cálida del estío  fuera de temporada, con fecha de caducidad, sí, y  con mucho rechazo bienintencionado de aquellos que sinceramente creen amarnos y pugnan por evitar heridas innecesarias pero como todo en la vida, esta va íntimamente ligada a los golpes, el dolor, las caídas y las cicatrices.



Los sentimientos, para bien o para mal, deben romper los diques de contención, de lo contrario el agua se estanca, se vuelve sucia y turbia, llevando a la existencia individual a la enfermedad del espíritu, la del miedo ante supuestos monstruos, la de la melancolía crónica.

Memory es la celebración del amor, aunque sea un amor absurdo, incomprensible para todos, empezando por sus sorprendidos protagonistas. Pero es que la existencia auténtica no es Orden, es anarquía, es surrealismo, es travesía y aventura loca sin ver puerto a la vista.

Lo contrario es la muerte en vida, un seguro arrepentirse en el lecho donde todos exhalaremos nuestro último aliento.

domingo, 2 de junio de 2024

Humanismo espiritual versus Tecnopolio

 Nuestra cultura, nuestras sociedades, desde la Ilustración dicen sostenerse en el llamado humanismo, en colocar en el centro de todo al ser humano frente a antiguas visiones teocéntricas, donde Dios era el centro del Universo.

Sin embargo su desarrollo ha transformado al hombre y la mujer en una pieza, un engranaje de una máquina, una mercancía . Y, fundamentalmente, en tiempos recientes, se ha convertido en sirvientes de las máquinas, estando nuestras vidas mediatizadas y guiadas, tanto a nivel personal como profesional por las tecnologías, imperando un pensamiento y un trabajo que hacen bandera de la eficiencia y el productivismo, llegando a considerar el cálculo técnico superior al juicio humano.

Estamos en lo que  Neil Postman llamaba Tecnopolio o Tecnópolis. Es decir los sueños, los objetivos de la modernidad ilustrada no se han cumplido, llevando a las sociedades a un antihumanismo maquinal, cada vez más invasivo, donde los seres humanos no dirigen ni guían nada, sino que han generado una nueva religión, pero más gris y deprimente, la de la tecnociencia, un Dios incontrolable, ajeno al Dios del amor del evangelio, un Dios al que no se le puede interrogar, controlar ni poner frenos.

Hay que arrodillarse y esperar de él una salvación, ajena al perdón y al diálogo que acontecía con los antiguos dioses, un Dios sordo, ciego y mudo, que no está trayendo el reino de la abundancia para todos, la libertad, el fin del trabajo o su reducción a un mínimo de horas, ni nada de lo que prometían sus sacerdotes científicos pero que de vez en cuando, si bien con más desgana siguen prometiendo a una parroquia positivista y racionalista fiel, aunque con desánimo creciente.

Y es que en mi opinión la raíz del bienintencionado fracaso del humanismo renacentista e ilustrado, y sus continuadores degenerados está en no ver claro que una auténtica civilización humanista tiene que tener una base espiritual.

Que el ser humano, su libertad, su dignidad, se potencia con un sentimiento de trascendencia, con la consideración de que no sólo somos materia física perecedera, sino que, se crea o no en Dios y en la vida más alla-en la cual yo sí creo- el ser humano debe buscar la belleza en todas sus creaciones, la verdad, la justicia, buscar un sentido profundo de la existencia que no se limite a vivir bien, es decir a consumir todo lo que quiera y tener sueldos altos, así como disfrutar de placeres ilimitados, sino a sentirse vinculado e interdependiente de los otros hombres y mujeres, así como con la Naturaleza y el resto de seres vivos hasta llegar a amar el Universo.

Y este aplastamiento, ahogo y destrucción de nuestro elemento espiritual por promesas incumplidas de mera prosperidad material hasta el infinito y más allá-sin ser consciente de la decadencia y caída de todo sistema- es el que nos ha llevado a ser esclavos del Tecnopolio, sirvientes de las máquinas. 

Olvidando, por cierto, que las máquinas, la tecnología, no es neutra, como se dice, sino que es creada dentro de un sistema y forma parte de él, por lo que siendo el nuestro un régimen de tiranía política y económica, de dominio y explotación de las mercancías de apariencia humanas, estas tecnologías sirven fundamentalmente, para ensanchar el control, la vigilancia y la opresión de los individuos  y proletarios, pues la coacción y control laboral es un fenómeno creciente.

Ha sido por tanto la desvinculación del humanismo de la espiritualidad la que nos ha llevado al desierto lúgubre actual, el de sociedades de esclavos hedonistas que en el colmo del delirio se creen libres, inconscientes de la marea de muerte literal y destrucción que va a provocar la maquinaria bélica de los poderes mundiales, ciegos en su desarrollismo económico y tecnológico militar y a nuestra conversión, meta de la modernidad, en entes robóticos, clones de esa maquinaria y tecnologías adoradas cual nueva religión materialista y mortífera, aniquiladora de nuestra esencia, o sea de nuestra alma.

Toca levantar, si queremos salvarnos y renacer de nuestras cenizas, un humanismo espiritual, donde las tecnologías no se adopten sin preguntarse el porqué, para qué y a quién sirven, y si no sirven a nuestra libertad y nuestra humanidad, sean rechazadas




lunes, 27 de mayo de 2024

La filosofía es la polla

 Hoy quiero recomendar un libro publicado hace poco por la editorial pepitas de calabaza, con un título muy sugerente y llamativo, todo un acierto, La filosofía es la polla, escrito por un autor novel, Tomás García Azkonobieta.

El libro mezcla, con gran ingenio, las letras corrosivas de una mítica banda punk española, La Polla Récords, con las ideas de los filósofos y las corrientes filosóficas a lo largo de la historia. Las ideas de libertad, igualdad, la revolución, la democracia, el capitalismo, la alienación, las drogas, el poder, el ecologismo, la rebeldía...aparecen vinculadas a las opiniones que sobre ella tenían los filósofos de la antigüedad, y los recientes, así como Evaristo, el cantante del grupo. 



Así aparecen desde Platón y Aristóteles, a los cínicos, corriente que Tomás García Azkonobieta califica de cercana a las propuestas críticas e irónicas a la vez de la banda punk. También asoman la cabeza Rousseau, Hobbes, Locke, Marx, Bakunin, la Escuela de Frankfurt, los hippies y un largo etcétera, hasta llegar incluso a la all right, la nueva derecha populista que ha adquirido un discurso aparentemente crítico cercano al estilo punki, haciendo bandera de la incorrección política.

Con La filosofía es la polla, , el joven autor, profesor de instituto, intenta atraer-y espero que lo consiga- al conocimiento filosófico a jóvenes y no tan jóvenes con su lenguaje ameno y sencillo, entremezclado con las letras de diversas canciones de La polla, que no han perdido un ápice de actualidad ni de verdad crítica.

Así que animo a su lectura, asegurando que disfrutarán de sus páginas y de su originalidad.

lunes, 13 de mayo de 2024

El amanecer de todo. Una nueva historia de la humanidad

 Brillante ensayo escrito mano a mano por un arqueólogo y un famoso antropólogo, recientemente fallecido, David Graeber. En El amanecer de todo ambos ensayistas se lanzan a analizar y desmontar los múltiples tópicos que hay sobre los llamados salvajes, sobre las etiquetadas sociedades primitivas.

Según tales esquemas mentales nuestros antepasados remotos eran seres inferiores, bárbaros, incultos, incapaces de reflexionar, imaginar y deliberar sobre qué tipo de sociedad era en la que querían vivir. Se refuta la idea de que las libertades individuales son una característica exclusiva de occidente, especialmente a partir de la ilustración. A partir del encuentro y debate con algunos indígenas legendarios de siglos pasados como Kondiarok- hoy considerado falsamente un invento de pensadores de la ilustración para colar sus ideas avanzadas-, vemos como sociedades indígenas vivían en sistemas caracterizados por una enorme libertad individual junto a sistemas de apoyo mutuo, superiores al Occidente del siglo XVII y XVIII, por ejemplo, tanto que los etiquetados salvajes que viajaron a nuestras tierras realizaron severas críticas ante lo que vieron: servilismo, pobreza y riqueza extrema, injusticia y brutalidad en las relaciones sociales, severos castigos a miembros de la propia comunidad y un largo etcétera de horrores.

El amanecer de todo refuta también la presentación de un esquema lineal evolucionista que va de las tribus de cazadores-recolectores a los Estados, presuponiendo que a mayor complejidad, a mayor tamaño de la población, se hace inevitable un aparato jerárquico de dominación, una burocracia, una administración, un poder separado de la sociedad, una estratificación social, unas autoridades fijas y permanentes.

Con ejemplos extraídos del registro antropológico y arqueológico, ambos autores desmontan esta tesis, mostrando sociedades urbanas sin signos de clases opresoras y explotadoras, y viceversa, ejemplo de tribus, sociedades pequeñas, más opresivas.



La tesis de fondo de Graeber y Wengrow es que los "salvajes", eran capaces de pensar en profundidad sobre sus instituciones, lo que querían y dejaban de querer, en una palabra no eran menos que nosotros en cuanto a imaginación política se refiere, dándose en épocas pretéritas todo tipo de sociedades, desde regímenes imperialistas como los incas, mayas o aztecas, a ciudades y tribus libres, término que ambos autores prefieren al de sociedades igualitarias .Es decir estas sociedades consideraban tan distintos unos individuos de otros que no admitían autoridades fijas ni permanentes, estando la obediencia muy mal considerada.

Cita incluso casos de civilizaciones que unos meses al año vivían en regímenes jerárquicos y más opresivos como los nuestros para el resto del año volver a vivir en libertad. Y sociedades donde las mujeres tenían un gran peso, al extremo de considerar que el patriarcado puede ser una de las causas fundamentales del triunfo definitivo de las formas de organización opresiva y esclavista. Pero también citan las rebeliones y revoluciones que acaecieron en algunas localidades, que lograron acabar con un sistema injusto y brutal, para construir un autogobierno comunal.

Autogobierno comunal que en mi opinión y creo que en la de los autores, debe ser lo que tengamos en mente para rebelarnos y lograr que la civilización, la humanidad, dé un vuelco y salga de las formas esclavistas y tiránicas en que habitamos, que tienen a los Estados nación como las formas más desarrolladas de liberticidio.

Estamos ante un gran libro, largo en extensión, a veces denso, pero sumamente interesante y positivo para liberar la mente de prejuicios e ideas falsas preconcebidas, No, la historia no está marcada ni predeterminada, somos nosotros las que la hicimos y lo hacemos, y en nuestra imaginación y deliberación, así como reflexión está el cambiar de rumbo.



sábado, 4 de mayo de 2024

Reflexiones sobre la guerra, la paz y la revolución holística

 Ante el avance imparable de los preparativos de guerra mundial, los llamamientos, advertencias y amenazas de unos a otros, es necesario que reflexionemos sobre las causas de las guerras que asolan a la humanidad, y los medios para favorecer la paz, sin caer en la quimera de la paz perpetua, pues los conflictos y las tensiones son inherentes a la naturaleza humana.

En primer lugar nos toca analizar las estructuras que favorecen las guerras, sobre todo las tres guerras mundiales habidas-si vemos la tercera como una guerra no generalizada, sino que se jugó en algunos países hasta la caída del muro-. Y estas estructuras son la voluntad de poder, de dominio, de conquista, de enriquecimiento, las cuales tienen su reflejo en los Estados nación y en el capitalismo-antaño también el socialismo de estado-.

Los Estados son la maximización o la búsqueda de la maximización del poder y la expansión territorial, la gloria o la fama para la posterioridad histórica, la mal llamada grandeza. Todo Estado tiende a la conquista de territorios ajenos, pero sobre todo y principalmente es una herramienta para la opresión y esclavización de la población interior, para lo cual se dota de ejércitos y policía, creados esencialmente para controlar y reprimir a la sociedad interna en primer lugar, y secundariamente entrar en conflicto con otros estados.

Por tanto, la búsqueda de un mundo en paz, o que favorezca la paz mundial, requiere de la superación de esta forma de dominio, del desmantelamiento de las instituciones estatales, de los poderes separados, incluidos ejércitos y policías permanentes y profesionales, y su sustitución por milicias de ciudadanos rotativas, no profesionalizadas, siempre controladas por las asambleas, consejos o concejos de base, con armamento general del pueblo.

También hay que superar la forma capitalista,  entendiendo por capitalismo la mercantilización o cosificación de los seres humanos- y por supuesto la guerra económica-,  etiquetados en tal sistema socioeconómico como recursos humanos, es decir la esclavitud asalariada hasta donde sea posible, y levantando junto a la democracia política auténtica, directa o de base la democracia económica, el comunalismo, extendiendo la propiedad comunal dirigida y autogestionada por el vecindario y los trabajadores, junto a la siempre necesaria propiedad individual y familiar, forma de garantizar la libertad, la existencia de un espacio íntimo.

Frente a la competitividad, la cooperación y la libre iniciativa. Es decir levantar unas estructuras contrarias a la concentración de poder y al control y el expolio y saqueo de otros pueblos considerados inferiores o llamados tercer mundo, pero también la explotación y expolio de la población del lugar.

Pero junto a todo esto, se requieren más cosas. En primer lugar acabar con la propaganda, sustituyéndola por el libre examen, el libre pensamiento absoluto,  lo que implica el abandono de los partidos políticos, en los cuales no hay verdadero pensamiento, extendiendo tal virus de  no pensamiento al resto de la sociedad, convirtiéndola en masas fanatizadas a izquierda y derecha.

Pero también la supresión de la propaganda comercial, que busca la creación de necesidades sin fin en hombres y mujeres, atentando también contra la libertad de conciencia.

Hay que reconquistar, en otro lugar, el silencio, pues sin silencio no hay lugar para la meditación y la toma de decisiones colectivas, pero también es necesario para la libertad interior, para buscarse a una mismo, para la paz interior, para buscar la trascendencia, la divinidad, quien crea en ello, pues una sociedad libre requiere de una espiritualidad, de la búsqueda de una trascendencia, frente a la asfixia y la opresión tanto del materialismo ateo como de las religiones. Ambas creencias favorecen la esclavitud y debe irse saliendo de ellas, por supuesto de manera libre, sin la menor coacción o prohibición de creencias, cultos y ritos.

Las televisiones deben emitir unas pocas horas al día, para que el ruido exterior sea el mínimo, y estas pocas horas diarias deben favorecer el amor a la cultura y el debate plural de ideas, frente a la telebasura actual, aunque todo esto, por supuesto debe ser fruto de un proceso de deliberación colectiva y acuerdos democráticos.



Las tecnologías digitales son en gran medidas tecnologías opresivas, que favorecen el control de las autoridades, la coacción laboral y el entretenimiento banal, como las televisiones hasta ahora. Por tanto en lo que respecta al mundo digital podría plantearse su supresión y la vuelta al cara a cara y a las viejas tecnologías de comunicación, o su reducción al mínimo si fuera posible.

La búsqueda de la paz requiere por tanto de una revolución holística, de base espiritual y filosófica más que ideológica, de cambio no sólo exterior sino interior, pues el Estado y el Capital son, en esencia, relaciones de opresión y cosificación. Una revolución que algunas corrientes revolucionarias creían que una guerra mundial podría favorecer. Tal idea sin embargo choca con la brutalidad en los comportamientos humanos y la implantación de una vigilancia y un control totalitario de la población en cualquier guerra, civil y mundial. Cierto que la primera guerra mundial provocó una oleada revolucionaria, pero esta oleada revolucionaria o fracasó, o allí donde triunfó, como en Rusia, creó un Estado totalitario y policiaco de control desconocido hasta la fecha, el régimen bolchevique. Y a posteriori, a causa de sus efectos, favoreció el ascenso y triunfo del nazismo.

¿Estamos seguros que con la liquidación de toda libertad, salvo la de ir a trabajar con justificante en la economía de guerra que viene, con diez o doce horas de trabajo diario, la policía y el ejército patrullando las calles las veinticuatro horas del día, el control total de la información y la comunicación, la censura absoluta, el llamamiento constante a la delación y persecución de disidentes y desertores, con la posible colaboración de sectores de ciudadanos convertidos en espías y persecutores de otros, es factible una revolución de la libertad , especialmente en las ciudades, que no son sino ratoneras en las que hemos sido recluidos para mejor controlarnos?.

Una revolución en tal ambiente, es sumamente improbable, además del riesgo de degeneración al que podría verse sometida. Otra cosa, sí, es que no nos quede otro camino que intentarlo en tal situación de desesperación y horror. Pero no deberíamos engañarnos con imágenes idealizadas de un cambio de rumbo en positivo en tal situación. No nos valen las pajas mentales, las fantasías rosadas, sino la aceptación de un intento a la desesperada, en un ambiente nada propicio a ello, de una acción consciente revolucionaria favorecida por la pequeña posibilidad, la única que podría jugar a nuestro favor, de un desmoronamiento del sistema de dominación, de una vuelta de las armas hacia nuestros gobernantes.

No obstante la búsqueda de una civilización vuelta a la belleza, al bien, a la contemplación, al trabajo libre y con sentido espiritual es preferible que se dé, si se da alguna vez, en un ambiente que la favorezca, que no es el del horror, la matanza y movilización a los campos de batalla, de muerte, que es el que nos espera mucho más cerca de lo que pensamos. Y ojalá me equivoque y todo sea un mal sueño. 

sábado, 13 de abril de 2024

Materialismo, criptototalitarismo y transhumanismo

 Si queremos rastrear y averiguar el porqué de la novedad totalitaria del mundo contemporáneo, más allá de las ideologías en las que se sostuvo el totalitarismo clásico, versión comunista o nazifascista, y el porqué de su vinculación a la modernidad, debemos excavar para detectar qué raíz o raíces permitieron su nacimiento, y su permanencia bajo cierto cambios.

En mi opinión uno de esos factores escasamente analizados es el materialismo, materialismo entendido en su sentido vulgar, como el ascenso paulatino de una sociedad, impulsada y adoctrinada por las nuevas clases dirigentes que fueron sustituyendo al llamado feudalismo-que en algunos sitios, como la Península Ibérica, no existió realmente-, de los valores mercantilistas, de acumulación de capital, de la riqueza material como señal de estatus, de superioridad, de triunfo vital, y junto a eso la expansión del Poder, o de los Poderes, entendido como estructuras verticales capaces de moldear a los individuos, hacerles pensar de determinadas maneras e imponer unas formas de vida artificiales, coactivas e inhumanas, es decir neoesclavistas, como si eso fuero no solo lo natural, sino lo que nos hace libres.

Las viejas religiones, sus creencias, sus mitos, la fe ciega en la que se sostenían fueron reduciendo su peso e influencia, lo que de entrada no era malo, pero no fueron sustituidas por la espiritualidad, la búsqueda individual y/o colectiva de un sentido elevado de la existencia, de una búsqueda libre de la divinidad, de un nuevo sentido trascendente, sino que su lugar lo fue conquistando un sentido vital centrado en los valores materialistas ya citados, ocupando el lugar de las religiones otras como el mito del Progreso lineal y eterno-visión laica y cutre de la eternidad divina-, la ciencia o la tecnociencia, la principal religión laica en la modernidad, de la que aún se espera, pese a todos los desastres creados y por crear, que preparó y sigue preparando, el remedio, la salvación de nuestros males, la liberación de la muerte, la enfermedad y el dolor. Y, hasta no hace mucho, ya en declive, las ideologías políticas.

Los valores que nos hacían humanos fueron disolviéndose, tales como la belleza, la búsqueda de la verdad, o la libertad, siendo sustituida esta última por unas libertades de mentirijillas, o hedonistas: somos libres porque podemos ir de juerga, o viajar-esto último, claro, si se tiene dinero-, aunque nuestras existencias sean de la cuna a la tumba la de presos y esclavos, dirigidos por las instituciones, que vamos pasando de sistema carcelario a sistema carcelario, hasta morir solos en alguna residencia.



La modernidad, lejos de todas las propagandas trompeteras que la presentan como la era del progreso y las libertades humanas no deja de ser un movimiento totalitario, o mejor dicho hoy criptototalitario -pues de momento ,el palo, el terror y el campo de concentración parecen pertenecer a métodos pasados-, un movimiento de control creciente de la población a todos los niveles, de perfeccionamiento gracias a la tecnociencia, especialmente la digital, que ha permitido dar un salto adelante a los aparatos de dominación del hombre por el hombre, así como de explotación de las mercancías humanas.

Derrotado el materialismo marxista, queda el capitalista, el más exitoso, el que entra de lleno en ese criptototalitarismo que pasa desapercibido para la mayoría, el que intenta seducir con sus luces de neón y su música ambiental de centro comercial o supermercado, pero que conforme avance su crisis, su colapso, su proceso de descomposición en marcha, como podemos ver en nuestro día a día-cada vez somos más pobres-, irá haciéndose menos "cripto", y más totalitario descarnado.

De un tiempo a esta parte, la modernidad del capitalismo decadente ha dado un paso más. Ese paso más es el llamado transhumanismo, que considera, conforme a esa nueva religión mecánica, nuclear y química en la que se ha convertido la tecnociencia, que hay que superar los límites y miserias humanas a través de nuestra fusión literal con la tecnología, nuestra conversión en hombres máquinas, lo más parecido a dioses, según sus adeptos.

Esto, que algunos de buena fe consideran un delirio, es el desarrollo natural de la modernidad materialista. Si no hay trascendencia, somos sólo pura materia, a lo sumo átomos pululantes, ¿por qué no considerar que se nos puede manipular y modelar cual figuras de cera o plastilina?. Somos, siguiendo la lógica materialista, ¿diferentes del resto de animales?. ¿Por qué no lograr nuestra domesticación total, presentando tal política como nuestra superación, como una nueva especie libre de sufrimiento, pero no a través de los ejercicios filosóficos, o espirituales, del esfuerzo sin fin, sino mediante las innovaciones científicas, tales como la inteligencia artificial, los chips, la modificación genética o un largo etcétera?.

La robotización, la mecanización del ser humano, su conversión en poshumano, una especie de nuevo ser, en realidad por debajo de los llamados seres irracionales, pues puede llegar a perder hasta sus emociones y ser movido y guiado a distancia, al menos a nivel mental, es la meta final de la religión del Progreso, de la Modernidad.

Que esto no es un delirio, que no es asunto de risa, como cuando se debate con algunas personas, puede leerse en algunas noticias aparecidas recientemente, donde ya se nos prepara para ello, y para que lo aceptemos con naturalidad, si bien reconociendo que podría generar una nueva división de clases, la que quienes logren los implantes que aparentemente les convertirán en "superhumanos", y los que no, por falta de medios. 

En realidad lo más probable es que de la sociedad de clases, aún encubierta por el mito de la clase media, del ciudadano, dé paso a una sociedad de castas, con una separación muy rígida entre unos y otros.

Más allá de todo ello hay factores que favorecen que el proyecto transhumanista triunfe, como la práctica desaparición del pensamiento crítico, sustituido, a nivel de todas las izquierdas, por una mezcla de capitalismo hedonista- el mito de los buenos amos que nos van a pagar más, tratar mejor y permitir que disfrutemos de más placeres- pero también de transhumanismo de género, aquello de niñes, chiques y demás discursos vinculados a la nefasta  teoría queer en, por ejemplo, los restos moribundos de pensamiento y organizaciones antaño subversivas-anarquistas y demás-. Transhumanistas pues tales ideas reflejan una idea de libertad ultracapitalista por un lado-yo soy lo que deseo una tarde, aunque sea el deseo de ser, por ejemplo, un perro, un gato o una lechuza- y por otra una demolición de la naturaleza humana, de la masculinidad y feminidad, lo cual prepara el camino para nuestra demolición como siempre hemos sido, para generar esa monstruosidad aséptica  y de laboratorio llamada poshumano.

Absorbidos por las pantallas, ya estamos iniciando la era transhumana, aún de manera tosca e insegura, pero sirvan tales noticias que empiezan a extenderse de recordatorio del segundo abismo que se abre a nuestros pies, el de la poshumanidad, junto con el apocalipsis nuclear. Vivimos un tiempo sombrío, las cosas se están tornando muy oscuras para la humanidad, pero no necesitamos inteligencia para detectarlas y revertirlas, solo lucidez.