Un profesor de inglés, poco amigo de los métodos
autoritarios, del reglazo y el bofetón a los alumnos del colegio de curas donde
imparte clases, enamorado de la música de Los Beatles y que prepara un largo
viaje a Almería con la esperanza de poder ver a John Lenon, donde éste se ha
desplazado para reflexionar y participar en un rodaje y dos jóvenes rebeldes,
un chico y una chica, escapados de sus casas.
En el viaje encontrarán la amistad, se comprenderán y
apoyarán mutuamente y conocerán otros pueblos, otras ciudades , otras gentes,
con los claroscuros de la España de la época, la del desarrollo, pero donde
todavía podían encontrarse numerosas bolsas de pobreza y un fuerte atraso en
algunas regiones del país.
Se toparán con
algunos de los derrotados de la guerra, que viven su exilio interior,
silencioso, anhelando una nueva España, pero también la España negra, la de
quienes ven con desagrado y se burlan de los que traen nuevos aires, nuevas
modas, nuevas estéticas ,aunque retratados con humanidad, sin visiones maniqueas.
Vivir es fácil con los ojos cerrados nos presenta la vida de
gente sencilla, con sus sueños e ilusiones, alejada de heroísmos, que anhelan
vivir de otra manera, respirar otro aire, poder ser ellos, no lo que quiera la
sociedad, sus familias, su entorno.
La película, cierto, tiene algunos de los tópicos esperados,
como el descubrimiento del sexo y el enamoramiento, peca, quizás, de un exceso
de optimismo y de cierta blandura en la presentación de los conflictos de fondo
que experimentan los protagonistas.
Con todo se trata de una película sencilla, melancólica, con
protagonistas que nos resultan cercanos y entrañables en sus aspiraciones y
fracasos por todo lo cual nosotros recomendamos verla, aunque sólo sea por
Javier Cámara, uno de los mejores actores de nuestro país que engrandece toda
película en la que participa con su sentido del humor y la profunda humanidad
con la que dota a todos sus personajes.
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