lunes, 9 de marzo de 2020

Reflexiones sobre la eutanasia y la libertad hedonista y dirigida contemporánea

Uno de los temas de actualidad, que siempre origina un intenso debate, es la eutanasia, habiendo tramitado el Congreso recientemente la ley de eutanasia.

Por supuesto, de entrada, la ley es garantista y requiere de unas condiciones para realizarse , garantizándose también el derecho a la objeción de conciencia de los médicos. El tema, sin embargo, es sumamente peliagudo, y yo me declaro incapaz de ejercer de obispo a favor o en contra . Comprendo perfectamente que todos podemos vernos enfrentados en algún momento de nuestra vida a algún tipo de enfermedad totalmente incapacitante, que nos impida valernos por nosotros mismos, e, incluso, como el Alzheimer, dejar de ser nosotros literalmente. No juzgo, por tanto, a quienes- yo podría estar entre ellos-, consideren que, bajo ciertas condiciones, hay vidas que no deberían vivirse.

Sin embargo da que pensar su aprobación en una fase de decadencia económica, con una masa monetaria cada vez más escasa, con salarios y pensiones al borde de más recortes o hachazos para ser más claros. También es curioso el escaso interés que muestran las autoridades por la vida de sus súbditos, salvo, claro, para controlarlos y saquearlos. Por lo tanto, no es descartable que el objetivo final sea liquidar población "improductiva", o "sobrante". El Estado y el capitalismo necesitan reducir gastos, poner en marcha una nueva fase de acumulación o expansión, cosa que parece muy difícil de lograr, por lo que la eutanasia podría ser una operación entre otras encaminada a ello.



Por otra parte, desde este blog siempre hemos sido muy críticos con  el concepto de libertad de los contemporáneos. Uno piensa que, en realidad, la idea de libertad que se abraza en el mundo actual es un tipo de libertad hedonista, centrada en el placer. Un tipo de libertad muy blanda y peligrosa, peligrosa porque en realidad es, en gran medida, una "libertad" dirigida. Es decir, una falsa libertad moldeada a través de campañas publicitarias y de márketing político y empresarial. Esto se ve desde el voto-poniendo y quitando partidos-, al machaqueo constante con el feminismo-con objetivos ocultos, aunque intuibles-, esa falsa rebeldía en un país como España, donde hoy, al contrario por supuesto que en otra parte del mundo, las mujeres pueden ser y hacer lo que quieran, aunque haya, y siempre habrá, comportamientos machistas en algunos hombres, al igual que algunas mujeres, como algunos hombres, han sido, son y serán, con perdón de la expresión, unos hijos de puta.

El género, en eso, no creo que tenga relación, ni creo que beneficie en nada a las mujeres, al revés, no deja de ser paternalismo  disfrazado cualquier discurso que considere más buenas a ellas que a ellos, tan machista como la moda  a través de campañas institucionales de intentar que las chicas estudien ciencias, como si fueran niñas a las que llevar de la mano.

Volviendo a la eutanasia: ¿cuánto le costaría a cualquier gobierno realizar una campaña a través de los medios para, poco a poco, pasar de una eutanasia garantista, a incitar a la muerte a cualquier persona que no se encuentre bien, y, por tanto no sea rentable para el régimen de dominación y explotación crecientemente inhumano en que vivimos?. Las multitudes, como ahora, se creerían libres, aplaudiendo las nuevas medidas, pero no serían, insisto, como ahora, sino masa manejable camino del nuevo totalitarismo silencioso ya instalado en sus primeras fases.

¿Vamos hacia una suerte de nazismo de progreso, o, si se quiere, una especie de régimen chino, mezcla de comunismo y capitalismo, que con brutalidad ora disimulada, ora abierta, nos convierta en ganado feliz de ser llevados al matadero sin quejas?. Me inclino porque esa es la senda que seguimos, la del sistema chino como ideal de las clases dirigentes mundiales. E, insisto, sin ser capaz de hacer de cura pontificador, laico o religioso, a favor o en contra de la eutanasia.

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