martes, 16 de marzo de 2021

La luz de las golondrinas

 Cuando empieza marzo, desde hace muchos años, uno tiene la costumbre de mirar al cielo, paseando por el barrio, deseando ver la primera golondrina surcar entre las casas, entre los tejados. Por causas inexplicables siento un gran amor por estas aves migratorias. También envidia, pues uno sueña, los sueños son gratis, con pasar el invierno en tierras cálidas y volver en primavera a España .Claro que sin jugar a la lotería, pues va a ser que no.

El sábado seis de marzo distinguí la primera de ellas .Cuando las observo algo de las tinieblas, de esa espesa obscuridad  por la que paseo por el mundo, de ese sentimiento de melancolía, de no adaptación a la existencia, de angustia ante los grupos humanos y las relaciones sociales , de ese deseo turbio y escondido de abandonar, de dejar la vida, se disuelve parcialmente ante el chorro de luz y alegría que supone ver las primeras apariciones de mis queridas amigas. El hielo se derrite parcialmente y una breve primavera se abre paso entre los senderos de la mente, del espíritu .Una pasajera ilusión, un destello breve de formar parte de un mundo se expande y abre paso para recibir los rayos solares. 




Mientras la golondrinas permanecen en nuestros cielos, en sus vuelos rasantes sobre el césped en busca de insectos, mientras se posan en los amaneceres y atardeceres en las cuerdas de tender la ropa del patio, causando una gran algarabía de risas y charla entre ellas,  donde puedo observarlas más de cerca, una tenue alegría permanece, en pugna con la tristeza, sin ser derrotada. Luego, en septiembre, vuelven a cernirse las nubes de tormenta, pero mientras llega tal mes, la luz de las golondrinas habita en mí y yo en ellas. Y una reconciliación pasajera, con el mundo, los otros y conmigo aparece entre el aire templado, el despertar de la naturaleza, el alargamiento de los días y el piar pausado de otras aves, hermanas de las compañeras golondrinas.

2 comentarios:

  1. El otro día iba con un amigo por el bosque de Collserola en Barcelona y le pregunté que si no notaba algo. Él dijo que no, que en todo caso el zumbido de las autopistas a lo lejos. Yo le dije: no hay pájaros, en el bosque no hay pájaros y ciertamente no se oía ni uno. Lo vengo notando con frecuencia y creo que antes estaban llenos de ellos. He leído algo al respecto sobre la disminución mundial de los pajaritos... Es algo que me aterra. A veces con Alexa me pongo trinos de pájaros porque me parece que es lo último que vamos a tener.

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  2. Por desgracia han disminuido, sí.

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