domingo, 11 de diciembre de 2022

Los consejos obreros y otros escritos

 Hoy quiero recomendar un libro que reúne textos de un pensador, creador de una corriente marginal, pero, como buena parte de tales corrientes sumamente interesante en comparación con el monstruoso y decadente pensamiento mayoritario, llamado Los consejos obreros y otros escritos.

Tal pensador y activista era Anton Pannekoek quien, por cierto, fue también un reconocido astrónomo. Es considerado el padre del llamado comunismo de consejos, un pequeño sector estudioso de la obra de Marx que, frente a la socialdemocracia y el bolchevismo, sostenía una sociedad autogobernada por los propios trabajadores, dueños de los medios de producción por sí mismos, frente a la dirección de Partidos, de vanguardias, de burocracias.

Esto les convierte, para mí, en la única corriente marxista lúcida, interesante y salvable, algunas de cuyas ideas pueden servir para un movimiento transformador, si es que alguna vez aparece. Su visión del materialismo histórico de Marx no es mecanicista, y da lugar a la importancia de las fuerzas de la conciencia, del espíritu individual y colectivo. Más que marxista, podría denominarse marxiana, pues consideran a Marx un estudioso de la economía capitalista, y no un ideólogo. 



El libro analiza cuestiones de su tiempo, como las dos guerras mundiales y el hundimiento del movimiento obrero, absorbido por el espíritu nacionalista. Se opone al socialismo de los jefes, criticando también el sindicalismo, integrado en el sistema y por tanto ajeno cuando no enemigo de cualquier proyecto revolucionario.

También tiene textos interesantes sobre la naturaleza, destruida como consecuencia del capitalismo, un sistema que sólo busca beneficios y acumulación. Y es de destacar un artículo en el que opone propiedad común frente a propiedad pública, artículo que hace que el autor esté por encima del pensamiento actual, incapaz de ver que la propiedad pública supone el control de unos funcionarios y autoridades sobre el proceso productivo, frente a la autogestión, el control y dirección del trabajo por el propio proletariado, sin los usurpadores que hablan en su nombre.

Se pueden señalar algunos defectos, en mi opinión en su pensamiento: la obsesión colectivista, o cierto desprecio hacia el campesinado, visto como un segmento egoísta apegado a sus propiedades frente al proletariado industrial, así como un elogio de la gran industria. En mi opinión un movimiento revolucionario debería unir la propiedad común, con la propiedad individual, la solidaridad con la libertad individual, teniendo como meta una sociedad no asalariada. Así como formas de industrias descentralizadas y con unas tecnologías comprensibles, para no crear una nueva clase dirigente, una nueva forma de explotación.

En resumen, con sus errores y límites, estamos ante un texto, ante una rama de pensamiento del que podemos coger cosas, fundamentalmente los consejos u organizaciones de base-se etiqueten como se etiqueten- como reconstructores de un renacimiento de la humanidad.

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