Leí la novela de Aldous Huxley, Un mundo feliz, ya hace casi
veinte años, en clase de aquel añorado profesor de filosofía, de bigote y pelo
cortado al cepillo, que guardaba un cierto parecido a otro filósofo famoso, que
murió loco, Nietzsche, hacia quien, sin embargo, creo recordar que no sentía
mucha simpatía.
¿Qué será de él?. ¿Por dónde andará?, ¿estará jubilado
disfrutando de las obras de los filósofos clásicos?. Es una lástima la pérdida
de aquellas personas interesantes que pasan por nuestras vidas, cuyos rostros
se van difuminando poco a poco, hasta llegar un momento en que no somos ya
capaces de reconstruirlos, y sólo cerrando los ojos podemos traer algo de ellos
al presente.
Pero, volviendo al libro de Aldous Huxley, sí recuerdo que
su lectura me resultó muy amena, haciéndome reflexionar sobre si el mundo que
presentaba era posible o no. Mi opinión fue que en algunos aspectos se
asemejaba ya a la sociedad moderna, pero en otros puntos lo consideraba poco
más que una quimera.
No hace mucho decidí releer el texto y debo decir que me
entusiasmó más que la primera vez. Y no sólo eso, sino que tuve la sensación de
que sólo falta un mayor desarrollo de la tecnología en materias como la
neurobiología y en la capacidad de poder crear artificialmente y en masa, como
un producto industrial, seres a la carta., para que su distopía se haga real.
En su relato, el autor muestra una sociedad futura, en el
año 632 después de Ford donde reina un Estado mundial que logra acabar con las
guerras y el hambre. Pero más allá de eso, las características esenciales del
mundo futuro son la desaparición de la familia, y, como hemos dicho
anteriormente, el desarrollo industrial de embriones humanos. Estos humanos,
siendo educados por el Estado desde su nacimiento, son condicionados por la
hipnopedia desde la más tierna infancia para aceptar su situación en el sistema
de castas establecido.
Pero el condicionamiento recibido va encaminado también a la
plena aceptación del sistema de valores. Valores que se basan en el culto a la
felicidad, entendida ésta como consumismo, hedonismo, promiscuidad, diversiones
banales y colectivas, rechazo de la reflexión y la introspección y huida total
del dolor y el sufrimiento.
En el sistema presentado por Huxley hay un elemento clave para lograr la estabilidad y la
paz social, y es el uso generalizado de una droga sin efectos secundarios: el
soma. Esta droga, que reconcilia al individuo consigo mismo y la sociedad,-que
uno de los dirigentes del Estado mundial califica de sustituto del alcohol y el
cristianismo sin lágrimas- es pieza clave en el día a día del estado futuro de
la colectividad humana. En vez de pan y circo, pan y soma.
Un Mundo feliz presenta un nuevo tipo de régimen
totalitario. Frente al fascismo o el comunismo, donde se impone el terror, el
tiro en la nuca, la deportación, la vigilancia policial, la censura clara, el
despotismo futurista es mucho más sutil.
Combina el acondicionamiento desde incluso antes del
nacimiento hasta la defensa de una moral hedonista, de satisfacción inmediata
de los deseos, de sexo libre, de la no aceptación masiva del dolor, lo que se
logra con el consumo de soma
incluso hasta alcanzar la destrucción de una cultura entendida como
mezcla de pensamiento independiente y belleza. La historia, lo antiguo y lo
bello es considerado peligroso, y presentado como una época de horror y
barbarie.
Sólo lo moderno es ensalzado y considerado necesario. En ese
cuadro del futuro, donde podemos destacar, como elemento curioso, la mezcla, en
los apellidos de los protagonistas ,de figuras del capitalismo y el comunismo
-con lo que podemos entender que el autor, con muy buen tino, expresa la
similitud de fondo de marxismo y capitalismo- existen algunos disidentes.
Casi todos los disidentes, pertenecen a la casta superior,
los Alfa. Y esto tiene fácil explicación si comprendemos que son ellos a los
que se les permite tener más autonomía, mayor capacidad de pensamiento libre y,
por tanto, mayor inteligencia, incluyendo la emocional, pues al fin y al cabo
van a ser los futuros dirigentes. Todo esto favorece que puedan aparecer
algunas personalidades rebeldes.
La novela alcanza su mayor intensidad con la aparición de
John, el salvaje, y su madre, Linda, un antigua habitante del Mundo Feliz que
se perdió en la reserva de salvajes(Malpaís), y que, embarazada por un error
grave de su pareja del momento-en el Mundo feliz no hay parejas duraderas y
estables- ya no pudo volver a su mundo.
John podría simbolizar el presente, una persona marginada en
Malpaís por su procedencia, pero que al final no puede tolerar el sistema del
futuro.
En cuanto a Orwell, sobran presentaciones. El escritor
inglés es universalmente famoso gracias a obras como Rebelión en la granja, y
1984. De vida azarosa, sirvió al como policía en Birmania, vagabundeó en
ciudades como París, y se alistó en las milicias del POUM en la guerra civil
española, donde estuvo a punto de ser detenido y asesinado por los comunistas
rusos y españoles.
Su experiencia personal y la época histórica que vivió le
hicieron imaginar en 1984 un mundo dominado por el totalitarismo en su sentido
de represión brutal y persecución. Un Gran Hermano que todo lo controla y una
red de delatores y espías provoca consecuencias similares a las que imagina
Huxley.
La libertad, la reflexión, la moral, el viejo arte, la vieja
cultura, los sentimientos más nobles, el amor…son desterrados tanto en el mundo
de Orwell como en el de Huxley, si bien, en el relato de Orwell, los proles,
que son la mayoría de la población, no son sometidos a tan rígido control como
los miembros del partido, pues el poder los considera inofensivos.
Presentados a grandes rasgos ambos sistemas, ¿podemos intuir
si nos dirigimos hacia la sociedad imaginada por Orwell o la de Huxley?. Como
occidentales vemos rasgos del Mundo Feliz de Huxley, como la progresiva
destrucción de la familia, y de da red horizontal de cooperación y apoyo mutuo.
Vemos una sociedad de consumo y una primacía de los desvalores hedonistas y
“felicistas”, y un elevado consumo de drogas, desde el alcohol, hasta
antidepresivos y otros medicamentos. También observamos como se debilita la
capacidad del pensamiento autónomo, de la reflexión profunda, del pensamiento
creativo y alternativo, y hasta de la capacidad de crear un arte bello que
eleve a las personas, motivado todo ello por el desarrollo de tecnologías
modernas como la televisión, la publicidad y los valores impulsados por las
clases dirigentes, contrarios a la libertad de conciencia y a todo lo que
pudiera impulsar seres conscientes que amen la virtud, la belleza, la libertad.
Pero, por otra parte, conviene tener en cuenta que Occidente
no es el mundo, y que la crisis económica occidental y el ascenso de otros
países a rango de potencias hace que tengamos que abandonar la idea de que
somos y seremos el centro del mundo por mucho tiempo.
De que sistema de valores adopten las potencias emergentes,
dependerá el destino del mundo futuro. No deja de ser curioso que una de ellas,
China, en consonancia con los nombres y apellidos de algunos personajes de la obra
de Huxley, sea un híbrido de comunismo y capitalismo, pudiéndose acercar a la
idea del Mundo Feliz, aunque hoy por hoy sus mecanismos opresivos siguen más en
la línea de 1984.
Tampoco conviene despreciar la creciente fuerza del
islamismo, que las recientes revoluciones en algunos países árabes, al
contrario de lo esperado, ha potenciado. Si en algún momento el mundo islámico
lograra unirse y elevarse a rango de potencia, tendríamos una nueva versión del
mundo que Orwell imaginaba para el futuro: represión y control violento.
En mi opinión, el ideal de todo sistema de dominio
inteligente sería el de Un mundo Feliz. Y su fuerza se vería muy potenciada
porque tal régimen conecta mucho mejor con los deseos humanos de la mayoría de
las personas que lo que imaginó Orwell. Felicidad, entendida como ausencia de
problemas graves y dolores, comodidad, seguridad económica, ausencia de
enfermedades, placeres sensoriales y sexuales continuados, uso libre de una
droga que elimina cualquier pensamiento o sensación de malestar…Cierto que el
sistema de castas y la desaparición de la familia y la religión, podría causar
un rechazo inicial en muchas personas, pero la capacidad de transversalidad de
ese sistema de poder-y no olvidemos que la transversalidad política es una idea
creciente en la población, e incluso la tecnocracia, y más con las crisis
económica- y la propaganda constante, junto con su éxito en lograr lo más
anhelado por el ser humano,sin distinción de ideologías, la felicidad,el progreso y la seguridad, no nos hace dudar del éxito final que
lograría.
Pero un Mundo Feliz requiere, ya lo hemos dicho, un
desarrollo científico en diversas áreas que aún es lejano. De que se logre o no
depende el resultado final del partido entre Huxley versus Orwell. De momento
tenemos un híbrido de ambos mundos, más cerca aún, en el conjunto del globo, de
lo ideado por George Orwell que de lo ideado por Huxley. Pero el final , como
todo final, es impredecible.
Para terminar de forma más positiva, debemos recordar que
Aldous Huxley, en su prólogo a la novela sostenía una tercera opción. La de una
alternativa- la de las comunidades de desterrados de Un mundo feliz-, basada en
la descentralización, en una sociedad cuyos valores son la libertad, la
cooperación, y la búsqueda del fin último de la vida y la de una tecnología
hecha para servir al hombre.
Por esa alternativa, que retome lo mejor de los valores de
la cultura occidental y otras, debemos luchar. Por una alternativa que tenga la
no dominación, el esfuerzo, la lucha por la mejora individual y grupal en el
día a día, la aceptación del dolor y el sufrimiento, el estudio para crear una
tecnología que favorezca la libertad y la convivencialidad humana, rechazando la que no favorezca
esos valores.
Sabemos que las posibilidades de éxito son mínimas, que el Poder siempre
tendrá el triunfo al alcance de la mano. Pero la ilusión no debe perderse
El mundo de Europa occidental y de EE.UU. ya desde la Segunda Guerra Mundial está controlando por las grandes corporaciones. Control que realizan por su poder económico y que lo transmiten a través de los medios de comunicación. Medios prácticamente controlados por ellos. Por este motivo lo que entiende la población occidental respecto a otros países o zonas, ejemplo Sudamérica o África es algo bastante diferente a la situación real.
ResponderEliminarHay muy buena bibliografía sobre ellos, por ejemplo: Los Guardianes del poder de David Edwards y David Cromwell o Desinformación de Pascual Serrano. He publicado yo también una obra en relación a la historia de EE.UU. y su respeto a otras culturas y países en la que también hablo sobre este asunto.
Saludos,
Mikel