Surgido
como consecuencia de la situación de desigualdad de la mujer respecto al hombre
en múltiples aspectos como el político, el económico, el sexual…buscando la
igualdad de hombres y mujeres el feminismo fue, en sus inicios, un movimiento
que podemos considerar positivo por su lucha contra la situación de
inferioridad femenina.
Pero más
allá de sus aspectos positivos en sus inicios, tenemos que ser capaces de ver
si en la actualidad, al menos en nuestra sociedad, el feminismo sería una
fuerza liberadora o bien lo contrario, sería una nueva forma de opresión.
Y aunque
lo que vamos a plantear no sea políticamente correcto, nuestra opinión es que
hoy por hoy se trata de una idea usada para dividir y dominar a la población.
Y esto lo
pensamos porque la legislación moderna desarrollada, tal como la Ley de
Violencia de Género, liquida la igualdad ante la ley, colocando a media
comunidad en la situación de potenciales delincuentes, que pueden ser acosados
o denunciados con total impunidad, haciendo recaer la carga de la prueba en el
acusado.
Por tanto
podemos considerar el feminismo la punta de lanza de un nuevo autoritarismo,
diferente de otros en que utiliza la defensa de la mujer como argumento para
sus políticas represivas. Pero lo peor del feminismo actual no es sólo la
espada de Damocles que usa sobre todos los hombres como amenaza, sino su
contribución, buscada o no, a dividir y enfrentar a los sexos, y por tanto
aumentado el odio y la atomización creciente del pueblo.
Con todo
esto se debilita el hoy por hoy débil espíritu de cohesión(que no uniformidad)
imprescindible al menos para resistir los mecanismos de dominio de las clases
dirigentes.
Por otra
parte la realidad ha liquidado la infantil creencia de que las mujeres , en el
poder, harán de éste algo mejor, pues según cierta idea muy extendida, la mujer
es, por ser mujer, alguien mucho más sensible, un ser virtuoso por naturaleza,
superior al hombre, incapaz de odiar, dominar y destruir.
Lógicamente
tal discurso no es más que una bella ensoñación pues el poder corrompe, y el
poder absoluto corrompe absolutamente y esto vale para hombres y mujeres sin
excepción. Y las numerosas denuncias falsas de violencia de género son la
constatación de que la maldad es inherente al ser humano, sin distinción de
sexo, especialmente cuando se impulsa la impunidad.
Quienes
crean que estando la maquinaria de mando en manos de mujeres todo va a cambiar,
se equivocan de cabo a rabo. Un mundo dominado por las mujeres sería igual que
el dominado por hombres. Y mucho nos tememos que el futuro nos dará la razón a
los que pensamos así.
La
alternativa por tanto al feminismo pasa por una verdadera igualdad de
sexos, que no consiste en negar las diferencias que podrían darse entre hombres
y mujeres, sino en que no haya privilegios ni leyes que favorezcan a unos u
otras. Por tanto tenemos que rechazar un falso proteccionismo que implica, por
una parte, infantilizar a las mujeres, convirtiéndolas en dependiente de las
autoridades estatales pero por otra supone darles el poder de destruir a los
hombres por una simple denuncia.
Lo que
necesitamos es desarrollar una cultura de no dominación que pueda ser abrazada
indistintamente por hombres y mujeres y cuyo objetivo no sea ascender en
la escala jerárquica, la admisión de los valores del sistema, la integración en
éste y sus estructuras como el ejército y otras y la igualdad por lo bajo con
el sector de los hombres que dirigen y manipulan al pueblo,objetivo del
feminismo, sino unirse en un proyecto de sociedad de seres libres y
cooperativos con su diversidad.
Ésta se trataría de una manera de superar el machismo y el feminismo
como fuerzas tiránicas y de abrir camino a una civilización menos rota por
odios y divisiones artificiales.
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