De una parte tenemos a Estados Unidos y sus aliados
occidentales y de otros lugares del mundo, como Arabia Saudí, e Israel, con la
vieja OTAN como fuerza militar, y del otro lado tendríamos a Rusia, China y
otros aliados como Irán o la Venezuela de Chávez.
Esta situación de nueva división se ha puesto de
relieve en el mundo árabe. Allí, países afines a Rusia como Siria, se están
viendo envueltos en una situación de protestas y alzamientos armados.
No siendo nuestra intención, en absoluto, mostrar la
menor simpatía hacia el régimen tiránico de Al-Assad, sí pensamos que es el
objetivo de las potencias occidentales, hoy por hoy en decadencia, aislar a sus
rivales, especialmente China, la nueva potencia emergente.
China, con ese régimen mezcla de capitalismo y
comunismo, control policial, represión y explotación extrema de su población
está derrotando económicamente a las antiguas potencias, aunque aún es superada
militarmente por los Estados Unidos.
Y no sólo eso, sino que se está expandiendo a otras
zonas del mundo, como África, quitando poco a poco el mercado a Occidente.
Esta es para nosotros la raíz de la incipiente nueva
Guerra Fría, o Cuarta Guerra Mundial, que como la Tercera no supone un
enfrentamiento a nivel general, sino en algunos países “menores”.
En esta nueva división, las causas serían claramente
económicas, y no tanto ideológicas como en la anterior Guerra Fría.
No habría tanto dos sistemas político-económicos
enfrentados, sino una lucha entre quienes de momento se baten en retirada lenta
a nivel de potencias económicas, y quienes están ascendiendo.
Esto no significa que la situación sea menos
peligrosa, pues la competencia por dominar el mercado mundial suele arrastrar
de por sí la amenaza de guerra, ya que al fin y al cabo se trata de Poder, de
dominación, aunque disfrazada con el lenguaje de “los mercados”, la “prima de
riesgo”, la “competitividad”, la “productividad” y otros.
Resulta llamativo que si en Afganistán los
norteamericanos en su lucha contra los soviéticos dieron su apoyo a los
islamistas, a los que años después atacaron tras el atentado-o autoatentado,
sólo en un futuro lejano se sabrá- de las Torres Gemelas, hoy por hoy pueda
estar incubándose un nuevo renacer del fundamentalismo islámico.
En una revolución, las fuerzas más organizadas son
las que suelen imponerse. Y estas fuerzas son, en muchos casos las islamistas.
De ahí su triunfo en Egipto, Túnez, Libia y, posiblemente, si cae Al-Assad, en
Siria, pues no olvidemos que Arabia Saudí financia y arma a los insurrectos.
Por tanto, aunque la jugada para aislar a Rusia y
China sea inteligente, el riesgo de terminar creando un nuevo polvorín de
fanatismo islámico no debe minusvalorarse. Y quien sabe si no se están poniendo
los cimientos de un Nuevo Imperio…
Cómo será el futuro, no podemos saberlo, todo
dependerá de las alianzas estratégicas que logren realizar las potencias
enfrentadas, de si China continua creciendo mucho tiempo o deja de hacerlo-no
existen crecimientos indefinidos-, de si Occidente continua su lento
hundimiento o consigue salir a flote, de si la Unión Europea sobrevive o no a
su crisis…
Lo que esperamos es que no estalle una conflagración
mundial, pues podría llegar un momento en que un país invadido reciba apoyo de
otros-cosa que hasta ahora no ha sucedido, pero jugar largo tiempo con fuego es
peligroso- extendiéndose un conflicto como mancha de aceite.
De cualquier forma el porvenir, como casi siempre,
se jugará entre las sombras, con el pueblo como rebaño indiferente y ajeno,como carne de cañón, cuyo único objetivo sería apoyar a quien le prometa pan y circo, aunque la
ración de pan sea cada vez más pequeña; y el pasado mejor quede atrás para
siempre, como una silueta entre la niebla que la velocidad del tren va
empequeñeciendo hasta desaparecer.
Buenas Alfredo,
ResponderEliminarCoincido contigo en lo esencial de la situación, pero, habría que entrar más en detalle. Creo que hace falta mucho rigor para convencer.
Las revueltas en Túnez y Egipto se plantean en un principio como revueltas por hambre, ante la crisis mundial y la escalada en el precio de los alimentos que sobreviene al convertirse estos en un "safe haven" (un refugio), para los mercados financieros mundiales. Es significativo que la revuelta empieza en Túnez en país sin la menor importancia estratégica.
Esas revueltas son pacíficas, y en principio triunfan sin demasiada violencia. Finalmente ¿se han impuesto islamistas? creo que de momento no.
Luego tenemos la revuelta en Libia y aquí yo empiezo a perderme. Libia era aliado occidental, pero próximo a China y Rusia, o más concretamente a Venezuela, Cuba, etc. En un país que si es estratégico, por sus reservas de petróleo, que no son exuberantes, pero si de cierta importancia. Aquí hay una situación de guerra civil, y occidente interviene y con muy poco esfuerzo consiguen acabar con Gadaffi.
En Siria se da un poco la misma situación, es un país colocado entre Irán y Arabia Saudí, el gran aliado de EEUU. La intervención occidental no ha sido tan directa, aunque desde la izquierda se asegura que existe.
Tú lectura final es muy interesante. Se pretende potenciar al gran aliado, Arabia Saudí, una dictadura islamista, en principio gran aliada de occidente ¿que pasará cuando todo el mundo árabe se encuentre bajo ese fanatismo? ¿No se habrá creado un monstruo?
un abrazo
Muy interesante como siempre tu aportación Jesús. Sí, quizás he sido demasiado pesimista respecto al triunfo islamista. Pero es un peligro que , creo, se ha minusvalorado.
ResponderEliminarEl tiempo dirá.