Entre las diversas propuestas de sectores críticos que
solemos escuchar cada cierto tiempo, sobre todo el Primero de Mayo, destaca la
del reparto del trabajo y la riqueza.
Por otro lado hoy, escuchando la radio, una serie de
tertulianos planteaban la necesidad de trabajar menos horas y dedicar más
tiempo al ocio o a las actividades que satisfagan más a uno individualmente y
le llenen como persona .Esto, en principio, nos resultaría positivo, pero el
problema es que estas personas bienintencionadas, en especial uno de ellos,
hablaba de que trabajando cinco o seis horas al día, con sueldos de unos 1100
euros, nos daría para vivir dignamente y
poner disponer de mayor tiempo libre. Lógicamente debían tratarse de gente que
vive en otra sociedad, pues 1000 euros o poco más es el sueldo normal en
jornadas de 8 horas o incluso más de trabajo. Y, lógicamente, reduciendo la
jornada de trabajo a la mitad, por ejemplo, los sueldos se reducirían a la
mitad, lo cual sería aceptable si los precios bajaran al mismo nivel, lo que no
sucede y difícilmente sucederá. Con lo cual el argumento caería por su propio
peso. Pertenece, en este sistema, al Reino de la Quimera.
Y es que una de nuestras mayores preocupaciones, que hemos
expresado en este blog en distintas ocasiones, es la desaparición, en un
momento en que hace más falta que el beber, de un pensamiento de sociedad
alternativa pero que sea sostenible.
En vez de eso lo que nos ofrece el panorama actual son
propuestas, a veces más bien consignas de diferentes sectores izquierdistas
viejos o nuevos, que no pasan de ser deseos de vivir en un capitalismo
reformado.
Si tomamos el lema del reparto del trabajo y la riqueza,
frecuente en lo que queda del viejo movimiento obrero, incluso en los
escasísimos sectores revolucionarios, o sea anarcosindicalistas, vemos que, al
menos en la forma en que lo plantean, es insostenible.
En primer lugar el trabajo hay que crearlo, salvo que se
vaya a una idea de transformarlo de sentido y acabar con el asalariado. Pero,
por desgracia, ese no es el caso, la mentalidad dominante suele ser, todavía a
fecha de hoy, soñar con la vuelta al pleno empleo o a altos niveles de
contratación. Por tanto, hablar de reparto de trabajo sería hablar de reparto
de despojos, o sea del reparto de la miseria. Cuando uno lee las propuestas
sindicalistas en ese sentido, el sueño parece ser pretender que donde esté
trabajando un trabajador, pasen a trabajar más, reduciendo sus horarios, claro.
Eso sí, ni siquiera se propugna rebajar salarios, sino cobrar lo mismo. ¿Es eso
sostenible en un sistema económico o empresarial de propiedad privada donde sin beneficios quiebran las empresas? .¿De dónde saldría toda
esa masa monetaria?.
Tales propuestas nos parecen una evasión de la realidad, un
darse la vuelta a la situación actual y seguir creyendo en la salida
aparentemente fácil , aunque a nada conduzca.
Si analizamos experiencias históricas observamos que el
reparto de trabajo y por lo tanto de riqueza era factible en sociedades con
propiedad comunal, o sea con bienes comunes. Es decir allí donde las
comunidades eran dueñas de lo que posteriormente se ha conocido con el nombre
de medios de producción, que en su caso eran los recursos naturales, como
bosques, cultivos etc e incluso molinos, herrerías y demás. Es decir hablamos
de sociedades que gestionaban la economía de forma democrática. Esto implicaba,
por tanto, la posibilidad incluso de determinar los días al año que una persona
iba a trabajar, cultivando o sacando el ganado, por ejemplo, es decir rotarse con
otros. Lo que explica el alto número de días de vacaciones de que se gozaba en
tal sistema, como el Concejo Abierto.
Pero en un sistema capitalista, privado o estatal, en donde
los trabajadores son piezas de recambio y no controlan y gestionan
prácticamente nada- pese a sus ínfulas de ser seres libres y de mirar el pasado
con desprecio, sobre todo el medieval, presentado como el horror, aunque el
trabajador y el ciudadano del Concejo Abierto, la Ciudad Libre Medieval o de
los gremios tuviera una vida mucho más libre que el pobre siervo contemporáneo-
con una economía monstruosa que necesita de la obtención del beneficio para
mantenerse, por no hablar del sinsentido de la economía irreal o financiera,
las propuestas obreras y asalariadas suponen la creencia en un Reino de Jauja
capitalista, conseguido sin apenas esfuerzo y, si no se logra es sólo por la
maldad de quienes nos dirigen, siendo la solución el ascenso de buenos
patronos, como sostenía en su charla, por ejemplo, un famoso intelectual como
Bauman.
Tal pretensión de lograr un Reino de Jauja dentro del
sistema económico capitalista, se ha extendido al ámbito político. Las propuestas
de la izquierda, incluidas las de la llamada izquierda radical o extrema
izquierda, y que tanto temor está causando a la vieja oligarquía por su
sorpresiva interrupción o crecimiento, no son más que socialdemocracia
radicalizada y populista. Pretenden, también, el Reino de Jauja: Renta básica,
Estado de bienestar fuerte, gratuidad de los servicios…Es decir, pidamos el oro
y el moro, que lo de menos es decir de dónde se sacará tal dinero en un país en
quiebra como el nuestro. Lo sincero sería reconocer que habría que elegir: o
Renta Básica o Estado de bienestar-entre quienes legítimamente rechacen una
salida al sistema-, y debatir con seriedad qué sería mejor. Pero eso no
vendería y, al no ser lo que la gente quiere oír, el número de votos sería
mucho menor.
Ante tal estado de cosas, ante el éxito del discurso fácil,
de la pseudosalida a la crisis, la necesidad de pensar algo diferente no puede
abrirse apenas paso. Pero es imprescindible que poco a poco vayan surgiendo núcleos
de gente que abran nuevas formas de pensamiento, que se planteen seriamente
salir del sistema, pero de forma inteligente, sin vender motos bellas por fuera
y estropeadas por dentro. El pasado altomedieval es fuente de inspiración, pero
no hay que olvidar que era una sociedad rural, y por tanto en el mundo del hoy,
el esfuerzo por pensar una sociedad democrática o autónoma a todos los niveles,
y por tanto realmente anticapitalista- el anticapitalismo de IU y otros es una
ficción, no es más que capitalismo de Estado unido al deseo de retomar la
sociedad de consumo, despilfarro y endeudamiento sin consecuencias, sueño
mortal a medio y largo plazo- requiere de un replanteamiento, de una
actualización.
Frente al Reino de Jauja, sociedad alternativa seria; frente
al endeudamiento, frugalidad; frente al pueblo rebaño, ansioso de mesías, el
individuo y la sociedad autónomas; frente a la propiedad capitalista o estatal,
propiedad comunal; frente a la monetarización de la vida, impulso de la economía
solidaria y del don; frente a la jerarquización, lazos solidarios horizontales;
frente al materialismo, laicidad espiritual; frente al Tener, el Ser.
Al menos, seamos capaces de ir desarrollando un mundo nuevo
en nuestras mentes para, poco a poco, ir aplicando lo que se pueda, pero sin
engañar a nadie, sin prometer lo que sabemos que no es posible. El pueblo ha
sido engañado muchas veces, aprendamos de los errores y evitemos los caminos
estériles, aunque sean aquellos por los que camina la mayoría de la gente. Que
no nos importe, tampoco, estar en minoría y no ser escuchados por casi nadie.
Lo engañoso, tarde o temprano, cae por su propio peso.
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