miércoles, 10 de septiembre de 2025

Ni Gran Israel, ni islamismo

 Estamos asistiendo desde dos mil veintitrés, a una espantosa guerra entre Israel y Hamas. Es indudable que la actuación del Estado israelí puede definirse como un genocidio, una matanza y además un desplazamiento de la población gazatí, usando también el hambre como arma de guerra.

Esto no exime de responsabilidad a Hamas, organización fundamentalista que era muy consciente de que su acción de terror en Israel, con su reguero de muertos, iba a provocar la reacción virulenta de los dirigentes de Israel.

Comento estos hechos porque los que con toda su buena fe hablan de Palestina libre, no tienen en cuenta que el régimen de Hamas es una teocracia, un fundamentalismo islámico, un fascismo de corte religioso. No habrá, por tanto, una Palestina libre mientras Hamas, aliado de Irán, otra teocracia represiva, gobierne Gaza .

En el terreno nos encontramos con dos sistemas sumamente negativos. El régimen de Netanyahu y sus aliados ultraderechistas, que tienen como meta, como sueño imperialista, el llamado Gran Israel. Es decir el objetivo de conquistar territorio desde el Éufrates hasta el Nilo, empezando, como podemos ver, por tierras gazatíes, que aspiran a anexionarse.



Por el otro lado tenemos al fascismo islámico . Una forma de religiosidad coactiva ,esclavista y radicalmente patriarcal. También imperialista, con la Umma como meta, es decir un proyecto de islamización del mundo.

No hay, por tanto, bandos buenos ni malos. Se trata de dos formas sumamente negativas de contemplar el mundo, estando la solución, por tanto, en una o unas revoluciones, tanto en Israel como en el mundo islámico por parte de sus poblaciones para alcanzar la libertad sin metas imperialistas ni autoritarias. Libertad de expresión, de conciencia, de asociación. Libertad para ser creyentes o ateos, libertad para las mujeres y los homosexuales, tan perseguidos en el mundo islámico.

Se requiere un proyecto emancipador, de base, que luche por una transformación mundial, oponiéndose a todos los imperialismos que dominan el mundo, desde el estadounidense al ruso-chino, el islámico y al sueño del Gran Israel.

La tarea es titánica, hercúlea, pero no queda otra. De lo contrario, y como estamos viendo en las noticias, los conflictos bélicos seguirán extendiéndose como mancha de aceite, hasta configurar una guerra mundial, y, una vez en ella, ya no habrá nada que hacer.

Despertemos, de una vez, del letargo en el que estamos sumidos.

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