viernes, 15 de noviembre de 2024

Nada

 Hasta el 22 de diciembre pueden disfrutar en el Teatro María Guerrero una magnífica adaptación de la novela de Carmen Laforet, Nada.

Una novela rompedora, la primera de una joven autora que ganó el Premio Nadal con dicha obra en 1945. La obra nos lleva a la Barcelona de 1939, pocos meses después de terminada la contienda fratricida. Una joven huérfana acude a casa de unos familiares en Barcelona, dispuesta a empezar a estudiar la carrera.

Pero lo que eran buenos recuerdos de infancia, con su abuela y sus tíos, truecan poco a poco en horror cuando asiste a una ola de gritos y enfrentamientos muy violentos constantemente.

Nada es un reflejo de una España destrozada y devorada por el cáncer devastador de la guerra civil, los odios, la represión, el fanatismo,  la muerte, la herida reciente, aún, como podemos ver, no del todo cicatrizada, del conflicto ente hermanos. La pieza disecciona ese país de hambre, de buscarse la vida sea como sea, de casas desvencijadas, heladoras en invierno, con poco que llevarse a la boca, asolada por el hambre, insalubres, sin apenas luz.



Nada disecciona también la otra España, la de la burguesía y la alta sociedad que mantiene su tren de vida, que vive en el lujo en comparación con la mayoría de ciudadanos del país . Vemos en escena, también el clasismo, que la obra no muestra como algo exclusivo de las élites económicas, sino también como un mal que afecta a quienes quieren pero no pueden, a quienes sin nada a lo que agarrarse viven de glorias pasadas, de familias que alguna vez fueron algo pera ya no son sino sombras pálidas de un pasado más luminoso.

Nada, pese al horror y la brutalidad descarnada que muestra ofrece pequeños rayos de esperanza, como la amistad, la camaradería con los compañeros y compañeras de estudios, esa juventud que se aferra a sueños pese al entorno turbio y mojigato de la España nacionalcatólica de Franco y los ganadores.

En fin una obra extraordinaria, que pese a durar tres horas no se hace pesada y que desde este humilde blog recomendamos.

lunes, 28 de octubre de 2024

Errejón, las purgas neocomunistas y el ocaso del feminismo patriarcal, institucional y capitalista

 No tenía intención inicialmente de hacer comentarios sobre el caso Errejón, entre otras cosas porque como argumentaba una amiga en una comida con amigos la televisión de los últimos años se centra en explotar una noticia hasta que quede exangüe, el tiempo que haga falta, mareando la perdiz y generando hastío entre el público que sigue las noticias y los debates de politiquería, o política basura, frente a los debates de altura que se dieron hasta los años noventa, especialmente en la inolvidable La clave.

Sin embargo, como es costumbre, en la televisión espectáculo del hoy no se comenta  lo que hay realmente detrás del caso, que por cierto sirve para mostrar la realidad de los grupos políticos más serviles a las ideologías de moda lanzadas por las instituciones con la intención de generar una nueva ortodoxia, un encuadramiento general de la sociedad, quedando cualquier discrepante, cualquier heterodoxo, señalado como sospechoso de derechista o ultraderechista.

Lo primero de todo tengo que decir que no me gusta nada que se usen las redes sociales como campo de denuncia a través del cual poder linchar a cualquier persona, independientemente de lo que pensemos de ella, compartamos o no sus ideas. Para denunciar comportamientos delictivos o presuntamente delictivos hay otros medios.

Tampoco me parece de interés las aficiones sexuales de la gente, que es un asunto privado de cada cual y la pareja de turno .



En el caso Errejón hay para mí otros asuntos clave. Primero es quién se hace oídos de los comportamientos de este y lo lanza a las redes: se trata de Cristina Fallarás, periodista afín a Podemos, y por tanto un partido enfrentado a Sumar y a Íñigo Errejón, a su vez uno de los antiguos fundadores de Podemos.

Aquí tenemos actualizadas las luchas y purgas entre familias comunistas-de tiempos estalinianos-, si bien en vez de usar pistolas, gulags, pelotones de ejecución y piolets, ahora se usa un método igual de cruel aunque no sanguinario: las mencionadas redes sociales para debilitar y si se puede liquidar al partido teóricamente hermano pero en la práctica rival en lucha a vida y muerte por los asientos parlamentarios, por el poder y el dinero.

Con independencia de si Íñigo Errejón es culpable o no de la única denuncia hasta la fecha, de lo que se encargará la justicia, no los comentarios en redes, vemos como Podemos y sus derivados de la familia llamémosle  neocomunista-adaptada a los tiempos recientes- predominan los machos alfa, hombres que abrazan el discurso feminista institucional, llegando a entrometerse en la libertad sexual, cual obispos laicos en lo que hombres y mujeres hacen en la cama, con la famosa Ley del solo Sí es Sí.

Hombres tan hipócritas como oportunistas, lanzados en su momento por el sistema-sin que sepamos aun claramente que instituciones u organismos lo hicieron, aparte de las televisiones-, al que interesaba tener una fuerza que hiciera bandera del feminismo patriarcal, capitalista y estatal, un fasciofeminismo que hiciera creer a las mujeres que las instituciones estatales y capitalistas eran sus protectoras, que sin ellas no eran nada, no podían protegerse de los hombres, sus enemigos potenciales, sospechosos siempre de violadores.

Es posible que algunos o muchos de estos hombres, en realidad, despreciaran a las mujeres, no fueran más que meras muñecas sexuales para ellos, pero también es posible, lo que no se dice, que muchas mujeres se arrimaran a ellos atraídas por el brillo de la fama, el falso prestigio, el dinero y el poder. Y que muchas, o algunas, lo que buscaran fuera medrar acostándose con ellos .

¿Un juego, en realidad, de violadores y prostitutas?. Suena muy fuerte, pero quizás haya mucho de eso.

El caso Errejón puede, deseo,  suponer el ocaso del neofeminismo patriarcal y capitalista que pretende triturar a todos, hombres y mujeres en un sistema económico y asalariado cada vez más endurecido porque más en crisis. Uno espera, quiere creer, que muchos hombres y mujeres que se han creído de buena fe las ideas lanzadas con intención por el sistema despierten.

Pero mientras reflexiono y escribo, me entra una duda: igual que fue lanzado Podemos,  ¿lanzará el sistema, una vez agotado este y sus marcas blancas y escisiones varias, otras opciones políticas, ahora de la ultraderecha?. Y, ¿volverá a picar un porcentaje no desdeñable de la población, una vez decepcionados con las izquierdas, con las ideas de extrema derecha?. ¿O sabrá levantar una opción antisistémica clara y autónoma tras décadas de muerte en vida?

El futuro dirá, yo no me atrevo a hacer predicciones. Quisiera la segunda, pero...

sábado, 5 de octubre de 2024

La virgen roja

 Hoy toca recomendar una película magnífica tanto en su recreación estética, como en la recreación del entorno y del ambiente social, familiar, político, ético e individual de la época, los años treinta.

La virgen roja nos sumerge en una historia hace mucho olvidada, la vida y muerte de Hildegart Rodríguez, una joven que despuntó como estrella fugaz en los comienzos de los años treinta, escribiendo numerosos artículos y ensayos sobre sexualidad femenina, dentro de un incipiente régimen como todos sabemos fallido por múltiples circunstancias, tanto internas como externas: la II República.

El film nos lleva a la vida y peripecias de una familia peculiar, la constituida por dos mujeres. Aurora, la madre soltera, una fémina con ansias de libertad absoluta, de no dejarse dominar ni dirigir por ningún hombre, y que renuncia a todo por un proyecto, para algunos loco, para otros sumamente ambicioso: traer una persona al mundo para convertirla en un ser perfecto, alguien destinado a transformar la sociedad, la realidad.

Aquí aparece Hildegart, que desde pequeña es instruida en todo tipo de artes, deportes  y saberes, con el objetivo de convertirla en una mente prodigiosa, una superdotada, libre de atadura, la primera mujer realmente libre que ejerciera tal magnetismo sobre la sociedad de su época que impulsara su transformación.



Pero este proyecto de ingeniería social desplegado sobre una chica sensible, con sus debilidades y sus necesidades de vivir la vida real ,por encima del mero intelecto, de la frialdad de una vida reglada en toda su extensión, en todas sus actividades diarias, comienza a agrietarse.

Hildegart, pese a los esfuerzos de su madre Aurora por aislarla de lo emocional, con gran esfuerzo por romper los barrotes de la jaula de cristal generada por Aurora, brillantemente representada tanto en su sueño tiránico delirante, como en su oscura y brillante en el sentido intelectual del término personalidad, por la actriz Najwa Nimri, comienza a rebelarse.

Descubre la atracción y el deseo por un joven socialista inquieto, admirador de ambas figuras, con ganas de crecer intelectualmente a la vez que con ideales críticos de cambio, los suficientes para empezar a bascular del socialismo a la acracia, como Hildegart, siempre descontenta con lo que le rodea pese a su corta edad.

También vislumbra un mundo duro, a veces cruel, que acaba por romper ,como un espejo estampado contra el suelo o la pared, fragmentado en miles de pedazos, su educación ultrarracionalista y mental, basada en la independencia total y en el rechazo a los hombres, vistos por su madre como una amenaza, un peligro, un mal.

La Virgen Roja muestras las enormes contradicciones de quien o quienes hablando de la libertad, fraguan una sociedad, o unas vidas individuales sometidas a la más abyecta dictadura. Y es doblemente interesante por cuanto Hildegart descubre como la madre, en realidad lo que busca es el divide y vencerás.

En nombre de un feminismo , el de Aurora, que curiosamente tiene mucho o todo que ver con el que se pretende imponer desde hace dos décadas- desde Zapatero y la Ley de Violencia de Género-, un feminismo institucional y capitalista que pretende mujeres enfrentadas a los hombres, que sean vistos con resquemor y precaución por ellas, incluso como violadores y maltratadores potenciales, y cuyo objetivo final es convertir a las mujeres en amantes de la esclavitud asalariada, meras productoras y consumidoras que se fatiguen en la competencia y en sacar adelante un sistema económico que va cayendo.

En este sentido la película muestra a la madre de Hildegart como una ingeniera social, precursora de lo que ha llegado no hace mucho, si bien aún a nivel familiar. Y vemos a la hija como una rebelde ante ese pensamiento, esa educación nefasta, esa falsa libertad que esconde un totalitarismo, la de los totalitarismos que buscaban crear hombres y mujeres nuevos, perfectos, que eliminen sus sentimientos y deseos individuales, sus pasiones personales, por su sumisión, su absorción, por la colectividad, el bien común, que en realidad siempre acaba siendo el bien de una minoría, la de los intelectuales que creen que el saber teórico es lo esencial, no el práctico, y que usan esos saberes-respetables y necesarios- para auparse sobre los trabajadores, sobre el proletariado, y dirigirlo con mano férrea.

La virgen roja es una película muy dura, cierto, pero toca temas muy de actualidad y en ese sentido es un film que desde aquí recomendamos, porque muchas cosas que se debatían entonces se sigue discutiendo ahora, o bien sería necesario retomar, como la necesidad de repensar  un pensamiento subversivo que se enfrente al horror imperante y el que se avecina.

Pero un pensamiento rebelde que, como dijo la malograda Hildegart, una revolución y amor. Pues sin amor, sin sentimientos, toda revolución perecerá en las garras de lo inhumano. En su breve vida, Hildegart apuntó alto y resultó una visionaria y alguien que, desde el otro lado, aunque ahora sea una figura fantasmal, como se dice al final de la película nos alienta a no dejar de lado lo emocional, lo amoroso.

Desde este humilde blog se agradece al director del film el que haya rescatado del subsuelo del olvido una figura como Hildegart, La virgen roja, apelativo, por cierto, que también recibió una mujer que, como ella, murió joven y que, aunque más reconocida, todavía no lo ha sido lo suficiente: Simone Weil. 

Dos figuras femeninas que vivieron la verdadera igualdad: la libertad, el hacer lo que les salía del coño-Hildegart sólo de manera incipiente- pero junto a los hombres, nunca contra ellos, nunca cayendo en el nuevo neomachismo paternalista que venden las izquierdas actuales, la que las victimiza y las convierte en seres inferiores a proteger por las autoridades, menores de edad perpetuas.


viernes, 13 de septiembre de 2024

El 47

 Hoy quisiera recomendarles una gran película en su sencillez, valores, sensibilidad y humanidad, El 47.

Se trata de un film que recrea una porción de la historia hoy muy olvidada: la de los hombres y mujeres de los años 50, 60 y 70, procedentes de los campos de España que por diversos motivos, políticos, sueños de mejora, rechazo a los terratenientes y un largo etcétera, abandonaron sus pueblos para acudir a las grandes ciudades.

Hombres y mujeres que levantaron sus barrios con sus propias manos, siempre bajo el acoso de la policía del franquismo y que llevaron consigo viejos ideales, viejos valores, formas solidarias y comunales de existir, de convivir, por supuesto con sus conflictos, sus enfrentamientos, pues la naturaleza humana es luz y sombra, bien y mal.

El 47 narra la peripecia vital de Manolo Vital, su familia y su entorno, una serie de persona llegadas de Extremadura, Andalucía y Levante a la Barcelona de finales de los años cincuenta, levantando su barriada Torré Baró con ilusión, lucha y esfuerzo.

Manolo Vital fue un personaje real, fallecido en 2010,  conductor de autobuses durante décadas de la citada línea, con una hija a cuestas y una existencia marcada por la herida profunda de un padre ejecutado por falangistas al comienzo de la horrible guerra incivil.



Hombre comprometido, combativo y altruísta, si bien con los años partidario del actuar con cabeza, con moderación, en un momento dado, comprendiendo que  la lucha a través de las instituciones, el acudir en su socorro nada lograba para obtener una vida digna, con servicios públicos decentes para su barriada, logra la gesta, mediante lo que antaño se llamó acción directa-hoy un concepto perdido en una sociedad de muertos vivientes, crédulos seguidores de lo que dicten nuestras autoridades en todos los ámbitos vitales-, de transformar las cosas.

El 47 trae al hoy apagado y moribundo la lucha de clases, desde una óptica descreída de la política de altura, de los partidos, de los ayuntamientos e instituciones, una lucha de clases de base, sostenida en valores elevados de convivencialidad, esfuerzo y preocupación por el vecino, por el prójimo. En una palabra de verdadero apoyo mutuo.

Ese es, para mí, el gran éxito de la película, su impulso silencioso a percibir la vida, nuestras vidas, desde otras perspectivas, en un presente donde parece haberse borrado toda conciencia de clase real, todo sector proletario rebelde, así como toda juventud contestataria, reinando un sistema tan espantoso como sibilino en dicho espanto sobre nuestras cabezas, sentimientos y cuerpos.

Para terminar decir, que, las pocas personas presentes en la sala, por desgracia, aplaudimos al terminar de verla, cosa inhabitual, y que muestra como su director, sus actores, logran llegar al corazón del cinéfilo.

Toda una proeza que, esperemos, sea pistoletazo de salida para poder ver más cine como El 47.

martes, 3 de septiembre de 2024

¿En qué consiste mi fe espiritual?

 Tengo que reconocer que a lo largo de mi existencia he pasado por diversas fases en lo que refiere a creer o dejar de creer en la vida después de esta vida, en el mundo espiritual, en la posible existencia de una divinidad o de una conciencia cósmica.

En mi infancia, a los diez años, más por llevar la contraria a mi entorno y a mi escuela religiosa opté por el ateísmo. Era este un ateísmo más basado en el rechazo a una fe, a unos creyentes que en mi opinión vivían ajenos a las enseñanzas del Evangelio, y creían fervientemente en la sociedad de clases, en que unos estuvieran por encima de otros, en la explotación del hombre por el hombre y en que el trabajo manual era inferior al llamado pomposamente trabajo intelectual-concepto vaporoso-, o bien en la titulación universitaria.

Sin embargo desde muy crío, seis o siete años, tuve un gran interés por las llamadas ciencias ocultas, desde el irresuelto enigma OVNI, al mundo de los fantasma y la posible existencia del alma .En realidad esta afición, que con subidas y bajadas que  me ha acompañado el resto de mi vida, implica muchas cosas, pero no un ateísmo firme y radical.

A los dieciséis años pasé a definirme cristiano a secas-a la vez que me adscribí al anarquismo, paradójicamente-, no católico ni protestantes, para en épocas posteriores perder interés por ese tema y perder el tiempo-ahora lo veo así, pero bueno-, en el tema ideológico, en las lecturas de textos revolucionarios, especialmente del mundo libertario, si bien con incursiones en figuras como Simone Weil.

Pero hace unos años, sin perder mi talante crítico ante la realidad, las inquietudes espirituales iniciaron en mi interior un llamado muy fuerte. Comprendí que ninguna ideología puede llenar el vacío de unas vidas dedicadas a servir a un sistema monstruoso, transformados en piezas recambio, en esclavos de la cuna a la tumba. Que el materialismo ateo, aun en su forma marxista o ácrata nunca podría lograr que saliéramos de la obscuridad de la caverna platónica en que vagamos hasta la muerte, conformándonos con jirones de vida, una mejora salarial por aquí, un viaje por allá, una diversión por acullá.

Si sólo somos materia, acabaríamos triturados, convertidos en esas máquinas., en esos entes tecnológicos que tanto nos entusiasman. En seres de muy corto vuelo, destinados a un fin trágico, a nuestra extinción.

Lecturas cosmológicas me hicieron comprender que el Cosmos difícilmente es fruto del azar, que las probabilidades de que haya surgido un Universo con las constantes cosmológicas adecuadas para que exista vida es infinitesimal, algo así como que te tocara la lotería todos los días de tu vida.

Comprendí que nuestros sentidos sólo perciben una parte minúscula de la realidad, que hay mucho más que no percibimos, todo un mundo espiritual. Ahí inicie un camino espiritual sin miedos, sin complejos.

Pero es un camino espiritual al que ninguna religión ofrece respuestas. Jamás tuve la menor simpatía por la Iglesia católica, más allá por supuesto de creyentes y sacerdotes bienintencionados con los que he tenido y tengo la suerte de convivir o encontrarme en mi caminar. El solo hecho de ver una cúpula vestida con ropajes extravagantes y llevar colgados crucifijos gigantes de oro o plata me parece vivir de espaldas a Jesús de Nazaret, es no entender seriamente su vida, sus enseñanzas. Sin embargo, nueva paradoja, siempre he encontrado en las Iglesias, cuando no hay misas y reina el silencio un refugio, un lugar de serenidad y paz, así como en mi contacto breve con la vida monacal, quizá porque mi alma es un alma contemplativa, de un cristianismo natural que no ha podido desarrollarse por considerar a la Iglesia como institución mayormente acristiana cuando no anticristiana.

En un momento dado decidí decir decir adiós a las ideologías políticas que me habían conformado, especialmente el anarquismo y algo del marxismo crítico o consejista, aceptando su muerte y entierro, reconociendo, que, pese a todo, en ellos hubo una búsqueda auténtica de los males sociales que nos aquejan, una búsqueda de las raíces del mal que posteriormente no ha vuelto a resurgir; sin renegar de la búsqueda de una sociedad lo menos alienada y opresiva posible.

Sumergido en una crisis interna que ha sido permanente y dolorosísima a lo largo de mi vida abracé la necesidad de una fe espiritual, de un apoyarme en Dios en mi vida, de pedirle socorro y comprendí que tenía que sumergirme en mis abismos interiores, mis terrores, y afrontarlos para si no solventarlos, poder llevar una Vida, aceptando que el punto de partida es la vida del espíritu, y desde ahí enfocar la vida material, pues llegué a la conclusión que una sociedad óptima es la que integra lo material y espiritual sin conflictos.

Ya sin anclajes ni ideológicos ni institucionales, con el apoyo eso sí de una serie de pensadores y pensadoras independientes y autónomos, no en todo equivalentes entre ellos,  desde los filósofos clásicos hasta Simone Weil, gran faro en mi vida, así como Jesús, Buda, Lao Tse y otros pocos afronté la tarea de construir un edificio espiritual heterodoxo.

Abracé la idea de que el mensaje de Jesús consistía en cristificar el mundo, la sociedad, es decir convertirnos en Cristos interiores, comprender que todos somos hijos de Dios, elevándonos moralmente y espiritualmente, lo que conllevaría de paso una mejora material de nuestras vidas, al vivir el amor, la hermandad como una realidad.

La sociedad del amor sería aquella que, sin banderas doctrinales, nos acercaría a una vida libre, aquella en la que los hombres no serían instrumentos, mercancías, piezas de recambio, medios para fines-acumular poder y capital-, sino fines en sí mismos, espejos de nosotros mismos, donde la función manual sería clave, pues es la que sostiene el mundo y nos da alimento y cobijo.

También necesitamos ver en los animales, plantas y hasta minerales-¿por qué no?- compañeros de existencia, seres sintientes y pensantes, dotados de razón, aun cuando quizá en un nivel algo menor, pero no por ellos dignos del máximo respeto, pues el espíritu divino late en ellos, como en todos los seres del Cosmos.

Este cristianismo natural, sostenido también en la oración, que ha ido ganando importancia a lo largo de mi vida-sin menoscabo de la acción consciente, fundamental-se ha nutrido de la necesidad de meditación que aporta más, por ejemplo, el budismo, así como la búsqueda de los viejos filósofos de una vida de sabiduría, entendida esta como una vida de bien, justicia, bondad y virtud.

Necesitamos una espiritualidad, pues sin ella, nuestra civilización nunca será tal, pues no olvidemos que las verdaderas civilizaciones siempre han intentado sostenerse en algunas ideas elevadas: la búsqueda de la belleza, de la verdad, de la justicia.

La nuestra no se sostiene en nada, si acaso en una tecnolatría difusa, que a nada conduce, sino al reino de la fealdad en que habitamos, y que si se desmorona, nada dejará para la posteridad, a lo sumo un puñado de obras literarias, cinematográficas, teatrales y casi nada más.



Incluso la tan cacareada democracia, que no pasa de ser más una ficción que realidad, pues para cualquier persona que se quiera despierta y consciente no somos más que esclavos de la cuna a la tumba, viviendo y sirviendo a las élites y clases gobernantes-con el anzuelo del voto, que en nada cambia nuestras vacías y míseras vidas y trabajando no  libremente para nosotros y nuestros hermanos de existencia, sino para los esclavistas- no es sostenible ni realizable sin una idea de bien común, justicia, búsqueda de verdad y libertad, libertad entendida no en su mero sentido hedonista, sino de no dominar a nadie, pues nadie es más que nadie en el Reino de Dios en la Tierra.

Es decir mi fe espiritual incluye una política y economía espiritual, imprescindibles  para que individual y socialmente la persona pueda desarrollar sus facultades espirituales, iniciar su camino en el espíritu.

En todo esto consiste mi fe espiritual, a través de un camino tortuoso, de idas y venidas, hasta comprender que en última instancia somos energía, que la conciencia perdurá, que esta vida es importante, pero también la otra, que es aún más auténtica, pues allí estaremos en presencia y contacto pleno con el amor de Dios, sin juzgarnos, sino entendiendo que  el caminar terrenal es una experiencia, una enseñanza, siempre sometida a los límites de la materia observable, pero necesaria para propósitos que sólo tras dejar esta vida comprenderemos con claridad luminosa.

Mi fe espiritual es soledad y compañía, es aislamiento y solidaridad, es libertad e igualdad, es tender una mano a Dios y otra al ser humano, es tener un pie en un país y otro en el resto del mundo y en el Universo, es, en una palabra, la unión de los opuestos, la trascendencia frente quienes quieren limitarnos a algo, bien a la materia bien al espíritu.

Mi fe espiritual es un camino, por tanto, de serenidad, de aceptación de las miserias , de abrazar a un Dios que es amor y que, por tanto, no nos juzga, sino que somos nosotros mismos quienes lo hacemos.

lunes, 12 de agosto de 2024

Ánima. La vida y la muerte del alma

 Hoy toca comentar un libro de Michel Onfray, un filósofo francés famoso en su tierra, adscrito a una corriente de pensamiento materialista hedonista, especialmente cercano a Epicuro y el epicureísmo.

Ánima es un recorrido por la historia del alma a través de los diferentes filósofos y pensadores a lo largo del tiempo, hasta fechas recientes, haciendo especialmente hincapié en el cristianismo y la figura de Jesús, que al contrario del libro citado en la anterior entrada del blog, considera una figura inventada, un mito sin existencia real.

Es especialmente crítico con San Pablo y la historia del cristianismo en general, a los que acusa de condenar la carne, lo carnal, el conocimiento a través de los sentidos materiales, siguiendo la esquela de Platón, figura de la que es claramente oponente, debido a su atracción desmesurada por las ideas abstractas frente a la experiencia real, frente a la materia.



Por sus páginas aparecen los ilustrados, los primeros críticos de la religión y los dogmas, los deísta, los primeros ateos, y, también, de manera crítica Descartes y el método cartesiano, con su visión del hombre como una máquina, precursor del transhumanismo, el proyecto de la última modernidad, en cuyas páginas finales desarrolla una crítica hacia dicho proyecto cuyo fin es digitalizar el alma, crear una posthumanidad, idea en la que coincido plenamente con el autor.

De sumo interés es su crítica de Rousseau, bajo cuyo aparente antiautoritarismo se esconde un partidario del autoritarismo y el adoctrinamiento de la infancia, así como su denuncia de la Revolución Francesa y el terror que desplegó, que el considera vinculado a su idea de hombre nuevo, idea que le parece el sostén de las ideas y prácticas opresivas, desde el hombre nuevo de san Pablo, al bolchevique, nazi o fascista.

Y aunque como he dicho al principio Michel Onfray es un ateo reconocido, me quedo con la duda, pues no me parece lo suficientemente claro en las páginas del texto, si la muerte del alma como ha sido considerada hasta ahora, no la considera en última instancia un mal ante el hombre máquina, ese ser desalmado y ya no humano que se vislumbra en el horizonte con el anzuelo de que vamos a tener superpoderes gracias a dichas tecnologías transhumanas, y se van a poder curar ciertas enfermedades o problemas, como la parálisis u otros.

Claro está que esto es solo una pequeña parte de dicho proyecto, pues la realidad para quien piense libre y críticamente, es que se considera el ser humano tal cual ha existido hasta ahora inferior, y aún problemático, capaz , aunque cada vez menos, de rebelarse y desviarse de lo que quieren las élites.

No obstante uno echa de menos en  Ánima un mayor desarrollo de este último tema, tema candente y de actualidad, aunque al parecer va a ser objeto de un mayor estudio en un libro futuro.

En fin, un texto interesante, con el que comparto la crítica al transhumanismo, si bien yo soy abiertamente creyente en la existencia del alma entendida como una continuidad de la conciencia separada del cuerpo físico-las ECM, especialmente aquellas en las que el hombre y mujer fallecido, sin latido del corazón y actividad cerebral, ve, escucha, siente y percibe todo lo que está a su alrededor e incluso más allá,  hasta ciegos de nacimiento, no existirían si la conciencia no se desplegara fuera del cuerpo, quizá por la actividad cuántica, como algunos científicos intuyen-.

Que esa conciencia sea eterna, reencarne o también desaparezca integrándose en el Todo, es asunto en el que no me defino claramente, aquí soy plenamente agnóstico de las tres opciones.

Así como también creo que hay que distinguir el cristianismo verdadero, el del Evangelio y los primeros cristianos, del falseado con posterioridad, especialmente tras la creación del nuevo cristianismo como religión oficial del Imperio, con su persecución de otros cristianismo discrepantes así como del paganismo.

Pero sea cual sean sus ideas y creencias, recomiendo el libro, y espero pacientemente un nuevo ensayo, este ya centrado en las propuestas y metas de aquellos y aquellas que buscan nuestra esclavitud absoluta, mientras nos distraen con otras problemáticas menores, para que nos desinteresemos y desentendamos del verdadero peligro que nos sobrevuela.

lunes, 29 de julio de 2024

La sabiduría y el significado profundo de las ensañanzas de Jesús de Nazaret

 Hoy quiero recomendar un interesante ensayo de Emilio Carrillo y Lola Rumi sobre la figura de Jesús de Nazaret. Su tesis es que Jesús de Nazaret no es ni un simple maestro, ni tampoco el creador de una religión, sino un evento, una figura, el Hijo de Dios-también llamado el Hijo del Hombre-, enviado para darnos la posibilidad, siempre desde el libre albedrío, de rescatarnos, de sacarnos de nuestro desvío, de nuestro olvido de nuestra esencia, para cristificar la tierra y a nosotros, sus habitantes y restaurar una humanidad que viva desde el espíritu.

El libro combina lo que conocemos de Jesús a través de los evangelios canónicos con un conocimiento de las distintas tradiciones espirituales y esotéricas, haciendo mención a las sucesivas humanidades que han vivido en nuestro planeta, con sus elementos conscienciales y evolutivos hasta llegar a la nuestra, que dará paso a otra humanidad nueva cuando llegue el momento.

Indudablemente el libro tiene elementos discutibles, desde el citado esoterismo, de la corriente teosófica y sus siete supuestas humanidades sucesivas-que no descarto, por supuesto-, hasta presentarnos a Cristo como vegetariano-algo inusual en la época, con la excepción de algunos filósofos como Pitágoras o su discípulo Apolonio de Tiana- o sostener que hubo dos Cristos, uno falleció pronto y traspasó su alma, su conciencia, al otro que sobrevivió.



De sumo interés es la parte final centrada en las profecías bíblicas y las del propio Jesús, pues según ambos autores ya estaríamos en los tiempos finales, los tiempos apocalípticos de la Gran Tribulación, inminente a la aparición del Anticristo, de las dos bestias y su reinado breve. La expansión de las guerras, el hambre, las pandemias, la expansión del mal, de la iniquidad entre nosotros mismos, daría pie a pensar, que la parusía ,los cortes, no están lejos, junto a las tragedias que deben darse para que dé a luz una nueva humanidad, el Reino de Dios en la Tierra, gracias a la ayuda de la divinidad, que evitará el triunfo de Satanás, nuestra perdición como especie-el transhumanismo juega aquí un papel esencial, como podemos observar-.

En fin un libro que me ha gustado mucho, si bien entiendo que en una fase histórica de materialismo rampante, de bajo vuelo, dicho libro tendrá muchos detractores, gentes que se nieguen incluso a hojearlo.

Pero en fin, yo reconozco que, hoy, tras una larga travesía en el desierto, he encontrado en la espiritualidad-que no en la religión-, un oasis, un abrevadero donde descansar contemplando el firmamento, resguardándome del horror en marcha, y de esa muerte en vida que es el citado materialismo cutre y agobiante.