Nuevamente
hemos asistido a un enfrentamiento armado entre Israel y Palestina, o
mejor dicho entre Israel y una parte de Palestina, la dominada por Hamas. Como
siempre sucede en este eterno conflicto, reaparece la división entre projudíos
y propalestinos.
Para
unos, los malos de la película siempre son los israelíes, hagan lo que hagan
serán criticados si reaccionan con violencia al lanzamiento de cohetes por
parte de sus rivales de la zona palestina. También están quienes justifican a
Israel en su política de bombardeos sobre población civil, o en la construcción
de nuevas colonias para ganar territorios.
Nosotros queremos alejarnos de
las visiones maniqueas, de buenos y malos, como si estuviéramos en una película
de Hollywood. Primero debemos ser conscientes de que Hamas, la organización
islamista que controla la franja de Gaza, niega la existencia de Israel y su
sueño sería borrar a este país del mapa. De ahí su lanzamiento de misiles sobre
suelo judío, realizado como forma de provocar a Israel, siendo conscientes de
que la respuesta desproporcionada de Israel le supone presentarse ante muchos palestinos
y numerosas personas a lo largo del ancho mundo como héroes, aunque eso
implique la muerte de palestinos.
Es necesario reflexionar con
objetividad y ser conscientes de que el régimen de Hamas no respeta los
derechos de los ciudadanos que viven bajo su gobierno, como hemos visto con los
palestinos ejecutados sin juicio y arrastrados por las calles en motos. Y
pensamos que tampoco les importa la vida de sus súbditos con tal de lograr
popularidad.
Por su parte Israel no respeta
las resoluciones de la ONU y su política de usar la fuerza bruta a la mínima e
impulsar asentamientos ilegales, hace que hoy por hoy un posible acuerdo de paz
sea algo muy lejano. Pensamos que sólo habrá opciones de pacificar las
relaciones entre israelíes y palestinos cuando Hamas renuncie a atacar a Israel
y reconozca su existencia e Israel ponga fin a los asentamientos y acepte la
existencia de un Estado palestino e incluso el despliegue de una fuerza
internacional en la zona que evite choques. Pero todo esto, por desgracia no
deja de ser de momento un sueño.
Con todo, el conflicto
arabe-israelí es sólo la parte superficial del verdadero conflicto. Este es en
segunda instancia el que enfrenta
a Israel con Irán, que a su vez nos conduce al núcleo del problema, al de la
nueva Guerra Fría, al verdadero conflicto. El que enfrenta a Estados Unidos,
Occidente y su mayor aliado en la zona, Israel, frente a China, Rusia y su
máximo aliado en Oriente próximo, Irán. Debemos ser conscientes de que nos
encontramos en un proceso de rearme
y enfrentamientos dentro de lo que podríamos calificar como Cuarta
Guerra Mundial, que tiene en Siria el principal foco de conflicto armado, y a
otros países como las dos Coreas e Irán en situación de tensión.
Por tanto conviene estar alertas
y reconocer la complejidad de los conflictos actuales, y cómo están
interconectados en el tradicional juego de potencias para hacerse con el
control del mundo. Control no sólo económico, pues quienes piensan ingenuamente
que ahora el enfrentamiento es sólo por dominar mercados, pues ya no hay
divisiones ideológicas yerran. El dominio es económico y político, y por tanto
militar. El poder, en última instancia, sigue estando en los fusiles.
El reconocimiento del nuevo
conflicto mundial no significa el que defendamos vivir atemorizados, esperando
un estallido mundial. Pero sí el intentar ser lúcidos, mirar el mundo y no sólo
nuestro ombligo, aunque es cierto que el problema grave de la crisis dificulta
el poner la atención fuera de Europa. Mantener la atención en otras áreas del
globo significa no ser pillados por sorpresa si se produjese un conflicto
mundial.
Cierto es que si los mandamases
de las potencias decidieran iniciar una guerra, de poco nos serviría esa
lucidez, pues seríamos nuevamente carne de cañón llevada al matadero, mientras
sigamos queriendo ser rebaño dócil. Pero al menos podría servir para iniciar un
despertar en sectores de la población, un aumento del número de gentes que no
se resignan y que se niegan a hundirse en el egoísmo o en la ceguera de quienes
piensan que a nosotros nunca nos tocará el desastre.
Porque es cierto que Oriente
Medio, China o Rusia, están lejos para ir andando, pero para el armamento
moderno estamos a la vuelta de la esquina, tan cerca como cruzar la calle para echar
la basura a un cubo.
Con todo nosotros confiamos en
que se mantendrá la cordura y en las nuevas generaciones, las que tienen en sus
manos la defensa del diálogo y el entendimiento
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