viernes, 24 de septiembre de 2010

La urgente necesidad de una Alternativa Sindical Obrera

En los últimos años estamos asistiendo a una profunda crisis del sindicalismo español, motivada por el silencio y pasividad de sus centrales frente al creciente número de parados. Hemos observado claramente el seguidismo de los sindicatos ante el gobierno socialista, al que parecían estrechamente vinculados, olvidando a quienes deben servir y apoyar. De todas formas esta actitud no debe extrañar. Las organizaciones sindicales, como otras(exceptuando la CNT), dependen de las subvenciones del Estado para su supervivencia, tienen un nutrido grupo de profesionales del sindicalismo, alejados, por tanto, de la clase trabajadora, y en consecuencia carecen de real independencia del Poder. Pero la quiebra de los sindicatos, tiene también elementos muy peligrosos. Desde determinados medios y sectores, se utilizan las graves deficiencias de los sindicatos, para apoyar reformas laborales que vayan destruyendo progresivamente los últimos restos de dignidad laboral, dejando vía libre al despotismo de los empleadores y patronos sobre unos trabajadores cada vez más escasos y explotados. Recordemos que no hace mucho se intentó colar las jornadas laborales de 65 horas. La propuesta fracasó. Pero, ¿por cuánto tiempo?. La detrucción sindical favorece el trabajo de los poderes políticos y económicos, de derecha e izquierda europeos, que han dado su apoyo, algunos de ellos, a limpiezas étnicas con los gitanos en Francia, ante el silencio general. Se vislumbra una sombría Europa...
Pero volviendo al tema ,es evidente que urge crear una alternativa sindical obrera. Es cierto que en nuestro país aún subsiste el anarcosindicalismo, que podría jugar ese papel. Pero, hoy por hoy, está dividido en tres centrales: CNT, CGT y Solidaridad Obrera. Sólo una alianza de estos sindicatos, podría dar alguna pequeña esperanza al anarcosindicalismo de recobrar cierta presencia y plantearse como alternativa al resto de sindicatos, del CSIF a CCOO, todos ellos peones de la maquinaria de dominación política y económica. Pero esta posibilidad es muy escasa, pues aparte de las diferencias internas, la sociedad no parece fijarse en esa posible solución, quizá por considerarlo algo de épocas pasadas, o excesivamente radical y quimérico.
Nos queda, por tanto, otra posible y única solución. Levantar un nuevo sindicato. De clase, combativo, que rechace las subvenciones y se autofinancie, que prescinda en lo que pueda de los liberados, que luche con uñas y dientes por los trabajadores despedidos, los precarios, los parados. Y, por que no, frente a los sindicatos dominantes, pueda apoyar e impulsar que los mismos trabajadores refloten y dirijan empresas en quiebra o cerradas. Conviene por supuesto tener claro, que los mismos medios y sectores que atacan a los sindicatos por sus errores, atacarían a este sindicato alternativo, si surgiera, por todos los medios posibles, y por supuesto los sindicatos "oficiales". Sólo los ingenuos pueden pensar que tras el ataque a los sindicatos  de algunos medios está un deseo de crear un sindicalismo rebelde e incontrolado. No. Su objetivo es levantar un sindicalismo aún más amarillista del que existe, dirigido y controlado por los directivos y altos cargos de las empresas. Una careta de sindicalismo, al estilo del sindicalismo implantados en los regímenes fascistas, comunistas y populistas, o el sindicalismo vertical francofalangista.
Pero lo peor de todo no es eso, lo peor de todo son las multitudes que, vociferando las consignes del Poder, muchos de ellos y ellas posiblemente parados, corren tras las consignas antisindicales, preparándose la horca a si mismos, o acercándose al barranco, para despeñarse por el  y despertar heridos en una sociedad cada vez más deshumanizada, donde no seremos más que meras piezas de recambio, tiradas a la basura cuando interese reducir gastos  o contratar a otro por un sueldo y un contrato más mísero. El que avisa no es traidor.