lunes, 18 de marzo de 2024

Reflexiones de un proletario desarraigado

 Es indudable que si alguna vez resucita un movimiento subversivo tiene que tener el trabajo, no como el elemento central, puesto que los seres humanos no somos meramente nuestro oficio, pero sí como un aspecto importante, pues es indudable que la democracia política y la económica están imbricadas, o mejor dicho debe ser objetivo fundamental lograr su unión, pues sin democracia económica la llamada democracia política no es tal, sino una forma de dictadura encubierta o matizada por algunas libertades.

Para que pueda surgir de las profundidades de las almas humanas la llamarada de la rebeldía  y fijarse en las conciencias, en los pensamientos y reflexiones, debemos empezar por lo que es aparentemente más simple, pero que hoy por hoy la gran mayoría de la población rehúsa, se niega a verlo aunque lo tenga delante de sus narices, lo sienta y lo padezca en su día a día; y es el reconocimiento de la esclavitud, de cómo esta nos aplasta en nuestra existencia.

En realidad la maquinaria estatal y capitalista, ese gran Leviatán, no nos engaña, somos recursos humanos, no hay trampa ni cartón, al contrario que sucede en otros ámbitos donde la verdad se obscurece y se usan discursos engañosos. Somos por tanto proletarios, aunque ya muy pocos trabajen en las fábricas, seres forzados a vendernos en el mercado de trabajo, allí donde se vende y se compra carne humana para mantener en funcionamiento la máquina infernal de la modernidad productivista, una maquinaria por cierto que ya está empezando a mostrar síntomas de avería.



Pero eso solo sería el primer paso, pues junto al fuego de la insurrección interior, de saber que llevamos vidas indignas, de animal laborans, trabajando para el beneficio del sistema mañana, tarde y noche, gracias a las nuevas tecnologías digitales a las que estamos enganchados cual drogadictos, debe haber también una calma que lleve a darse cuenta que la búsqueda de una nueva civilización de una cultura, de unos valores, de una vida del espíritu contraria a la del sistema.

Frente al materialismo, la búsqueda de la riqueza, el culto al éxito y al triunfo, en general quimeras, pues el tiempo y los gusanos devoran todo, la austeridad, la riqueza de la vida social y espiritual, la amistad y el compañerismo y la libertad entendida no como hoy, una suerte de hedonismo de consumo compulsivo, viajes, diversión, borracheras y demás, sino no ser dominados, dirigidos, guiados y aplastados por los individuos y estructuras que con fuerza creciente gracias al desarrollo tecnológico moldean nuestras mentes, dictan lo que debemos creer o dejar de creer y tienen como meta la robotización humano, meta lógica de una modernidad que es en realidad un movimiento totalitario o criptototalitario.

Debe recrearse por tanto una nueva cultura proletaria, que vuelva a sacar del desván, actualizándolo, todas las formas históricas de apoyo mutuo, de comunalismo, de formación o autoformación entre los propios oprimidos, pues una formación proletaria auténtica no debe ir encaminada a tener un buen empleo y ganar mucho dinero, sino a conocer el funcionamiento de las cosas, así como los métodos de manipulación social que usan las élites para poder combatirlos.

Hoy nada de esto existe, las clases proletarias se creen mayormente clase media, se sienten hombres y mujeres libres, los más libres de la historia, pese a haber admitido de buen grado llevar bozal cual perros recientemente, e incluso parte de quienes aún hablan de proletariado, conciencia de clase o lucha de clases, al carecer de un proyecto alternativo, lo hacen más como mera retórica.

En el fondo hoy somos una sociedad de desarraigados, tanto quienes se dicen clase media como quienes admiten ser proletarios,  pues carecemos de objetivos comunes, de una conciencia de quienes son nuestros enemigos, al extremo de considerarlos muchos aliados o nuestros benefactores, condenados a sufrir crecientemente, pues el colapso progresivo del capitalismo, que ya ha alcanzado uno de sus límites, el de la acumulación, el de la obtención de plusvalía para relanzarse y salir de sus crisis cíclicas-a falta de alcanzar el límite de los recursos-, hace que el anzuelo de los sueños y metas lanzados por los sistemas de adoctrinamiento, educativos, audiovisuales y demás, y tragados de buena fe por las familias se desmorone, con su cortejo de trastornos mentales y psicosomáticos, por la frustración generada.

Salir del desarraigo implica volver a desarrollar una conciencia de clase oprimida y a la vez un proyecto que busque salir de la esclavitud asalariada, donde el trabajo sea una actividad libre, en solitario o en asociación, , que favorezca el crecimiento personal y espiritual, donde hombres y mujeres conozcan lo que hacen y el sentido que tiene, sin subordinación a personas y maquinarias,  más que a las necesidades naturales.

De esta manera habría una democracia económica, mientras que el arraigo en barrios y pueblos, eliminando el sistema de partidos, una forma de mal radical, generadora de despotismo mental, odios y obediencia a autoridades artificiales de bajísimo nivel ético y nulo interés, más que en la propaganda, por el bien común, buscando formas de democracia directa con representantes temporales basados en su prestigio moral  y bondad, permitiría alumbrar lentamente una civilización humana, con sus sombras y miserias inevitables, pero donde nuestras vidas no sean un aplastamiento continua bajo el peso de las mentiras, las propaganda, las injusticias y las tiranías abiertas o disfrazadas, sino un intento de latir junto al resto de hombres y mujeres y con la naturaleza y el cosmos.




martes, 5 de marzo de 2024

Por un ateísmo tecnológico. La cultura frente frente a la civilización informática

 He tenido ocasión de leer muy recientemente un libro de un ensayista norteamericano fallecido en 2003, Neil Postman, especializado en el análisis crítico de las tecnologías contemporáneas, especialmente el ordenador y la televisión, que vivió más de cerca, y finalmente de internet, cuyos inicios contempló.

El libro se titula Por un ateísmo tecnológico. La cultura frente a la civilización informática, editado por Ediciones El Salmón, una editorial de textos críticos muy interesante, en mi modesta opinión.

Dicho libro reúne una serie de conferencias, desde finales de los 80 hasta una del año 2000, en las que disecciona, frente a los tópicos tecnófilos o tecnoutópicos, la parte negativa del desarrollo técnico del mundo contemporáneo, o de su época. Para él era indispensable preguntarse, ante cualquier desarrollo tecnológico, a quién beneficiaba y a quién perjudicaba, pues siempre hay ganadores y perdedores, siendo estos últimos más numerosos. Y luego distintos interrogantes como qué problemas soluciona, qué nuevos problemas crea, a quiénes da poderes....



De especial interés es su crítica, anticipatoria, como tantas cosas en él, a la creciente marea de información, donde las personas se distraen y se pierden en un marasmo de hechos efímeros, que no dan respuestas a ningún problema esencial, ni individual ni social.

Para Postman la tecnología informática, y la incipiente digital que conoció antes de morir, aísla y destruye los lazos comunitarios, familiares, de amistad, entre otros. El individuo se recluye en su ordenador, ahora diríamos que en su móvil, separándose cada vez más del otro, de la vida real. También banaliza, especialmente la televisión-medio que él estudió detenidamente-, convirtiéndolo en un espectáculo, un entretenimiento, el debate político, entre otros aspectos, como el periodismo o la historia.

Neil Postman defendía la cultura, lo valioso de la tradición, frente al reino de la informática, el culto a las innovaciones tecnológicas, anticipándose en muchos años a la demolición de lo humano que están provocando las pantallas en nuestras mentes y en nuestras vidas comunitarias. Estamos ante un autor ya fallecido pero que fue una voz a la vez solitaria y visionaria de problemáticas no solo no resueltas, sino que nos están tragando y absorbiendo cual arenas movedizas. Y que merece la pena descubrir. 




domingo, 25 de febrero de 2024

Anatomía de una caída

 Apasionante película que, pese a su extensa duración, dos horas y media, en ningún momento se hace tediosa ni aburrida .Anatomía de una caída narra la historia de la muerte, en extrañas circunstancias, de Samuel, un hombre casado que vive junto a su mujer y su hijo ciego en una casa aislada en un paraje montañoso y aparentemente idílico.

Pronto su mujer es imputada como posible asesina, iniciándose un juicio donde salen a la luz todos los problemas, roces, acusaciones y enfrentamientos de la pareja, diseccionando con bisturí de experto los entresijos y vaivenes de toda su relación, que es la de toda pareja o matrimonio,  sus tormentas, cada vez más frecuentes y los ratos, cada vez más escasos, de brillo solar, de despejar de los nubarrones. En una palabra, el lento agrietar, el lento colapso de un edificio iniciado con pasión e ilusión feroz de quienes creen en la eternidad del amor de dos almas siempre distintas y, en el fondo solitarias y atormentadas cada una por los fantasmas acosadores de su pasado, de sus traumas, de sus fracasos, de sus sueños derretidos por la dinamita de la vida implacable y destructora; para encontrarse que lo de la media naranja es un engaño, una ficción , una quimera de libros y , valga la contradicción, de las películas rosadas del pasado y el presente, que enseñan que la salvación del naufragio de todo hombre y mujer está en la pareja, en la vida amorosa y sexual. Una farsa como cualquier otra, pero que necesitamos para mantenernos en pie.

La película juega , además, con la ambigüedad, con la duda, ¿inocencia o culpabilidad?, ¿sinceridad o mentira perfectamente oculta tras un disfraz?; así como con la tendencia a juzgar rápidamente a las personas por sus manchas, por sus pecados, por sus imperfecciones, por sus tropezones en su vida privada, pese a nuestros ropajes de progresistas y tolerantes. 



De especial relevancia son otros personajes, más secundarios pero también con peso, especialmente el chaval ciego, que ha sustituido la pérdida de visión por un agudizamiento de los otros sentidos, especialmente la intuición, la brillantez analítica, la sensibilidad a flor de piel en una palabra; y el abogado de la mujer.

En fin, estamos ante una película casi perfecta que no deben perderse.

martes, 13 de febrero de 2024

Técnica y totalitarismo. Digitalización, deshumanización y los anillos del poder global

 Interesante libro de Jordi Pigem que nos sumerge en un análisis crítico de las nuevas tecnologías digitales, y de todas las mentiras que se usan para su extensión y promoción. Así desde la Agenda 2030, que las presenta unidas a la sostenibilidad y el medio ambiente, cuando sabemos que son sumamente contaminantes, aparte de explotar mano de obra en el tercer mundo; a la idea difundida por diversos pensadores de moda, como Harari, que sostienen que somos datos, algoritmos, y junto con él otros transhumanistas que enarbolan la bandera del hombre máquina, de la humanidad aumentada a través de implantes tecnológicos, lo que lograría nuestra perfección y hasta el delirio de la inmortalidad.

Sosteniéndose en las reflexiones de diversos autores, desde Tolkien a Hannah Arendt, pasando por Agamben, Simone Weil y otros, Jordi defiende que cada individuo es único e irrepetible, que nuestra mejora se consigue a través del esfuerzo personal, la atención, en una palabra la moral, algo sostenido por todas las tradiciones filosóficas y espirituales de la antigüedad frente al nuevo discurso tecnocrático y positivista, así como materialista cutre y asfixiante- frente a la nueva ciencia inspirada en el mundo cuántico, en la conciencia, en la libertad de la indeterminación-, que en el fondo considera a la persona alguien moldeable por las tecnologías, tecnologías digitales que aparte de controlarnos y vigilarnos para múltiples fines nos conducen a un camino de deshumanización, de poder total, de concentración de los poderes tanto estatales como de grandes empresas del ámbito tecnológico.



Debemos defender nuestra humanidad de la nueva distopía tecnocientífica que sueña con un mundo con un hombre regulado, robotizado, que no sea más que un algoritmo, una fuente de datos, algo, ya digo, irreal, pues la conciencia humana es irreductible al dataísmo, a los algoritmos.

En fin Técnica y totalitarismo es un ensayo de advertencia para que un nuevo totalitarismo democrático no acabe de imponerse, llevando a la humanidad a un nuevo estado de barbarie tecnocrática, de demolición de nuestra esencia humana de libre albedrío.

jueves, 8 de febrero de 2024

Fallen Leaves

 Hoy tengo que recomendar, quizás un tanto tardíamente pues no sé si aún sigue en cartelera una película finlandesa que destila sencillez, tristeza, melancolía, pero también esperanza y posibilidad de redención.

Fallen Leaves narra el encuentro de dos seres solitarios, enfrentados a problemáticas muy de actualidad, pues el film no solo retrata una historia de amor tragicómica y oscura con destellos de luminosidad, como un cielo plomizo invernal que en ocasiones se abre dejando pasar unos rayos tenues y vivificantes, como el paro y la precariedad laboral.

Él es un alcohólico, un buen tipo pero incapaz de soportar una vida gélida, devorada por la escarcha de la insatisfacción, ella es una mujer madura, aún atractiva, iniciando la edad del marchitar, que soporta empleos pésimamente pagados, jefes controladores y algún compañeros lameculos de la dirección, si bien todo atenuado por restos de compañerismo, de conciencia real de clase.



Del encuentro se desarrolla una relación peculiar, pues lo mejor de la película es el humor negro y sombrío que destila, pero también la puerta abierta a la esperanza, a la redención de sus protagonistas.

En fin un film sencillo, que refleja las grandezas y miserias de la sociedad actual, de sus habitantes, cada vez más aislados, infelices y solitarios, pero que a veces nos rebelamos contra nuestros destinos de individuos carcomidos por un sistema cada vez más brutal e inhumano, que nos impele a ver en el otro un rival. Fallen Leaves nos ayuda a ver en cada individuo, en sus desgracias vitales, alguien a quien poder amar, a quien poder agarrarse en el naufragio del Titanic de la Modernidad capitalista.

martes, 30 de enero de 2024

La crisis de la narración

 Nuevo libro, como siempre apasionante y crítico de Byung Chul Han, filósofo surcoreano de moda-sin que la moda, por una vez, sea mala-, sobre la desaparición de la narración en la sociedad de la modernidad tardía.

La narración era algo que nos unía, que nos daba sentido, que creaba lazos, verdadera comunidad, que nos reunía alrededor del fuego, con los relatos tanto de nuestros antepasados, de sus vivencias y experiencias, como también lo eran los relatos y sueños de futuro.

Ahora todo eso se ha perdido, se ha impuesto la información, es decir lo pasajero, lo contingente, lo consumible y vendible para nosotros, los consumidores solitarios y aislados de la modernidad capitalista  de progreso y decadencia. Y el llamado storytelling no es más que eso, estrategia comercial capitalista, destinada a crear emociones, sentimientos vaporosos, rápidamente extinguibles, cuyo fin es lo comercial, lo vendible.



El triunfo de la información, esa suerte de instantes continuos de presente sin fin, que se van sustituyendo uno tras otro sin dejar un verdadero poso de recuerdo, de enseñanza, agravado por el éxito de las nuevas tecnologías, el smartphone, las redes sociales, con sus likes, sus historias superficiales y pornográficas, refugio de nosotros, los narcisistas contemporáneos, donde el otro como alteridad que nos interpela, que nos observa, que nos mira, que nos pone en riesgo, que nos hace dudar desaparece por la glorificación de las pantallas, de la distancia social;  todo eso supone la demolición de lo que nos hace humanos.

Nuestro paso de homo sapiens a homo iphone, homo digital, consumidor de netflix y series cual ganado cebado hasta hartarse es una amenaza más para el desarrollo de una civilización de seres libres, solidarios y autónomos, pues en realidad el régimen neoliberal a través de las nuevas tecnologías lo que busca son personas dedicadas, desde que se levantan hasta que que se acuestan, a ser productivas y rentables- con la ilusión de una falsa autonomía y autorrealización- , a generar una masa infinita como el Cosmos de datos e informaciones, pensando que en los datos, en la información, está la salida, la respuesta a los supuestos males del caos, de esa anarquía gozosa e incontrolable llamada vida humana, hasta hace bien poco.

Veremos como acaba todo este infierno de lo igual, de deshumanización, de expulsión de lo distinto al infierno de lo incontrolable, por citar otra de sus pequeños y a la vez grandes ensayos llenos de ideas luminosas, de relámpagos centelleantes de alegría frente a lo sombrío que pretenden imponernos sutilmente, sin brutalidad, usando el poder persuasivo..

lunes, 29 de enero de 2024

Simone Weil. Escritos políticos libertarios

 Enclave ha publicado recientemente una recopilación de artículos de la que es para mí la mayor mente y corazón del siglo XX, Simone Weil, prematuramente fallecida, lo que nos privó de propuestas y análisis lúcidos de la realidad contemporánea, que podrían haber sido de gran ayuda e inspiración.

Escritos políticos libertarios, nombre del libro, se centra en la parte de sus reflexiones que dedicó a los asuntos más graves y preocupantes de su época, la turbulenta y sanguinaria primera mitad del siglo XX, la de los sueños, esperanzas e inicio del declive de la idea revolucionaria, de la utopía. Weil, sindicalista y colaboradora en los medios obreros, especialmente en La Revolución proletaria, la revista de los resistentes del sindicalismo revolucionario. Sin miedos ni prejuicios dinamitó la fe en el progreso, también en la vulgata marxista del desarrollo de las fuerzas productivas como mecanismo ciego que llevaría a la eclosión de una sociedad libre y emancipada y la esperanza infundada en la revolución como solución a los males de la sociedad.

De especial interés son sus análisis sobre la nueva clase dirigente, la tecnoburocracia, los coordinadores, y la opresión por la función, frente a quienes seguían creyendo que lo fundamental era acabar con la propiedad privada y colectivizar la economía.



Con su visión lúcida Weil comprendió que el poder en la empresa ya no estaba en el propietario, en el capitalista, sino en los técnicos, en los especialistas, en lo que se clasificó como tecnoburocracia. Ahí nacía una nueva fuente de opresión, con independencia del régimen de propiedad, que en la URSS, sistema que ella criticaba, alcanzaba un desarrollo extremo, por encima de los fascismos, trayendo consigo una forma de opresión radical sobre la clase obrera rusa, que vivía en la mayor esclavitud.

Simone Weil centra su atención en la aparición de grupos que defendían la cercanía y unión incluso de fascismo y comunismo, subordinando la economía y los trabajadores a las órdenes del Estado, de los supuestos técnicos y especialistas.

El ideal de la emancipación de los trabajadores por los trabajadores mismo, la asociación libre y el trabajo libre asociado se extinguían por la creencia en los planes quinquenales, o en la salvación por el Estado y la burocracia, propuestas que, de cierta manera, aún permanece en la izquierda política y sindical decadente y terminal.

Simone Weil, en la recopilación de textos del libro muestra su desconfianza ante las instituciones y poderes verticales, ante la burocratización y jerarquización de partidos y sindicatos obreros; analiza el peligro fundamental para ella y los pensadores clásicos que la inspiran, pese a sus críticas, como Proudhon y Marx: el mantenimiento de los ejércitos y policías permanentes, la burocracia permanente y no temporal y revocable.

 De ahí sus advertencias sobre el peligro de guerra mundial y la imposibilidad del proletariado de evitarla, como en 1914, peligro que sigue hoy en día, donde una nueva guerra mundial es casi inminente ante nuestra ceguera, la de los habitantes de la sociedad de consumo y hedonista, ya en descomposición, peligro que, tristemente no está generando la menor atención por el neoproletariado actual, ese proletario de la economía de servicios con sueños y metas de clase media y alta, ajeno a las viejas ansías de libertad, cultura y formación de sectores de la vieja clase obrera.

Cuya única meta vital es ganar más dinero y divertirse en sus ratos libres, tragándose todas las modas y operaciones del sistema, tales como el feminismo y el clima, viviendo inconscientes ante nuestras vidas de esclavos desgraciados y ante lo que se nos viene encima a nivel mundial.

El libro acaba con un texto fundamental, que debiera ser de lectura obligatoria en cualquier escuela-evidentemente jamás lo será-, Nota sobre la supresión general de los partidos políticos, donde analiza como los partidos son una forma de mal radical, incompatibles con la búsqueda del bien común, la verdad y la justicia y con el pensamiento, pues la propaganda no es pensamiento, sino manipulación, como muy bien entendieron los nazis. Estructuras cuyo fin es el crecimiento permanente, es decir organizaciones de espíritu totalitario, destructoras del librepensamiento y el libre análisis de sus miembros.

¿Tiene sentido que nos definamos como socialistas, comunistas, liberales, conservadores o lo que sea?. Ninguna, todo debe analizarse de manera objetiva, imparcial e independiente, lo contrario es aniquilar la libertad. Su ideal de democracia, por tanto, es una donde no cristalicen grupos permanentes y estables a nivel de ideología-desapareciendo los partidos- y donde los representantes sean elegidos no por pertenecer a una ideología, a un grupo político, sino por su moral y su servicio y atención a la búsqueda de la verdad y la justica y el bien, con independencia de criterio.

Propuesta que sigue en pie, esperando quienes la desarrollen.

Para finalizar, mencionar la atención que presta a la ciencia y la tecnología, llegando a la conclusión de que ambas tienen que buscar ser comprensibles para todos, de lo contrario se convertirían ,de hecho ya lo son, en una especia de nueva religión, que nos volvería ciegos y crédulos a sus sacerdotes y representantes, y por tanto en fuente de opresión, tal como lo fue y lo es el trabajo fabril, que convierte al trabajador, tal como ella misma pudo vivir y sentir en su experiencia de fábrica en un engranaje de las máquinas, en una pieza de recambio. Vio claramente como se necesitaba una tecnología, una maquinaria comprensible y a escala humana, que nos acercara más al artesanado, aquel que conocía, comprendía y amaba su trabajo, sus instrumentos, lo que le hacía más libre que nosotros, los siervos de una maquinaria tecnológica y global incomprensible, miembros de una colectividad ciega que aplasta nuestra iniciativa e individualidad

Estamos ante un libre recomendable, como todos los suyos, los de un cerebro que supo ver más allá de los tópicos y doctrinas de su época, de las salidas simples y falsas; alguien coherente con sus planteamientos, que se sumergió en la masa de esclavos sufriendo en su carne y espíritu sus desgracias, que son las nuestras, por más que vivamos en una falsa felicidad de cara a la galería, mientras por dentro somos juguetes rotos de fuerzas que escapan a todo control, cercados por la depresión, la tristeza, la ansiedad y los suicidios. En Simone Weil, hay, por tanto, una guía, un sendero a continuar.