miércoles, 26 de febrero de 2014

Tao Te Ching. Los libros del Tao

La editorial Trotta ha publicado el famoso libro, clásico del taoísmo oriental, Tao Te Ching, pero no sólo una versión, sino tres, la más antigua, el Lao zi de Guodian, la de Mawangdui y las versiones tardías del Tao.

Traducido por Iñaki Preciado Idoeta, el texto contiene una introducción y un estudio preliminar que situa el libro en el contexto de la época, el marco geográfico e histórico en el que se produce el nacimiento del primer taoísmo, el taoísmo filosófico, época de profundos cambios y convulsiones, los tres siglos anteriores a la gran fundación del imperio chino.

De su fundador, Lao Tse, o Lao Zi-Viejo Sabio-, no se sabe casi nada, y la mayoría creen que es un personaje legendario, dándose varias hipótesis sobre quién es el verdadero autor.

El taoísmo supone una reacción, en el plano filosófico y político a las otras dos tradiciones morales y espirituales chinas, el confucionismo y el legismo. Si, sobre todo el primero, representa la defensa del poder absoltista, el tao original, según la tesis de Iñaki, representa una visión anárquica de la existencia, donde el mejor gobierno es el que no gobierna, teniendo como ideal la sociedad comunal.

El Tao Te Ching consta de 81 capítulos, cada uno compuesto de frases breves o textos cortos, algunos de los cuales son fáciles de entender, pero otros son muy confusos, o ambiguos, y requieren de la explicación de un experto, lo que hace Iñaki Preciado al final del texto, lo cual es muy de agradecer.

El Tao, simplificando mucho ,sería una entidad primordial y eterna, anterior a todas las cosas y principio de todos los seres, lo que no debe confundirse con un Dios, idea que no sostiene el taoísmo. Sería algo incognoscible e indescriptible: El gran sonido(el Tao), apenas se oye, la gran imagen(el Tao) no tiene forma.

El Tao es la Totalidad que, a través del Te, la Particularidad, se manifiesta en la singularidad de los seres.

Es el taoísmo un pensamiento dialéctico, que sostiene el cambio, la temporalidad y el continuo movimiento de los seres. En el Tao hay una unidad de contrarios, no hay dos elementos separables, por ejemplo no se entiende lo masculino sin lo femenino-o viceversa- el bien del mal, lo pasivo de lo activo, lo oscuro de lo luminoso...Es el famoso Yin y Yang.

En cuanto a las ideas morales y vitales del Tao Te Ching, caben destacar, como más interesantes, el elogio del no actuar-o no forzar-, el llamado wu-wei, lo que supone un elogio del orden espontáneo . La defensa de la sencillez y simplicidad natural, llegando a criticar el conocimiento, la sabiduría. Se trata del elemento más polémico del Tao:" elimínese la sabiduría, rechácese la inteligencia". Probablemente, esta critica iba encaminada a los que usaban la inteligencia para gobernar e imponerse sobre el pueblo, acabando con la sociedad ideal del Tao, la sociedad igualitaria o comunal ya mencionada, donde  no había arriba-abajo, delante-detrás, como menciona el Tao en alguna ocasión. No obstante, al no aclarar ese concepto, es evidente que el taoísmo cae en la ambiguedad, pudiendo ser usado por un Estado para oprimir al pueblo.

Otras ideas compartidas con el budismo son el rechazo de los deseos: No hay mayor mal, que dejarse arrastrar por los deseos; el rechazo al hedonismo: gozar plenamente de la vida se llama desgracia; el rechazo de la acumulación; el obrar para los otros y dar todo a los demás lo que, en la mentalidad dialéctica del Tao implica poseer más y tener más.

Se elogia el no buscar la fama, el saberse contentar, la quietud mental o vacuidad, el elogio de lo débil, que vence a lo fuerte, poniendo como ejemplo el agua; el elogio de la infancia, vinculado a la defensa de la inocencia y la sencillez...

Complejo, a veces ameno y otras difícil de comprender, recomendamos lean las tres versiones que nos presenta la Editorial Trotta del Tao. Comprenderán las semejanzas que guardan los más elevados pensamientos filosóficos de la historia de la humanidad, y la necesidad perentoria de rescatarlos desde una mirada crítica, rechazando los aspectos negativos o ambiguos de ellos.






domingo, 23 de febrero de 2014

Her: amor tecnológico

Queremos recomendar esta semana una película atrevida, visionaria, cómica y a la vez profunda, arriesgada, de eso filmes que, a la mínima, pueden venirse abajo por la complejidad del tema, y la incertidumbre sobre si el espectador logrará sentirla o no creíble.

Y creemos que Her lo logra con nota, tanto por el lleno de las salas como por los comentarios de la gente a la salida.

La película nos traslada a un futuro cercano, un futuro donde empiezan a desarrollarse Sistemas Operativos o informáticos con conciencia propia, capaces de entender y adaptarse a los sentimientos y estados anímicos de sus usuarios.

El protagonista, Theodore, es un hombre solitario, aún afectado por la rotura de una relación, que trabaja escribiendo cartas de amor en ordenadores en los que ya no se teclea, sino que escriben solos, siguiendo  las frases que dicta la persona. Un día, decide comprar un sistema informático inteligente para, fundamentalmente, paliar su soledad, y la dificultad que tiene en entablar relaciones sólidas con personas y en mostrar sus sentimientos, sus emociones.

Sin embargo, poco a poco, empieza a enamorarse de la voz femenina del sistema, iniciando, tanto él como ella una transformación positiva que le lleva, a él, a ser capaz de empezar a manejar sus emociones y a ella, a evolucionar y a crecer en conciencia, a sentirse más segura, a ver que carecer de cuerpo no es, como sentía al principio, una carencia, sino una ventaja, pues, como expresa en una interesante conversación con su pareja humana y unos amigos de éste, no está atada, como nosotros, al espacio tiempo.

Con diálogos y situaciones divertidas y delirantes Her es una reflexión sobre la soledad del hombre actual, sobre la fragilidad de sus relaciones, brillantemente reflejada en las rupturas matrimoniales por cualquier nimiedad y sobre la diversidad en la evolución de los miembros de la pareja como causa fundamental del fin de las relaciones; así como sobre nuestra creciente dependencia de la tecnología como forma de llenar ese vacío, esa soledad. Y también sobre la posibilidad, nada quimérica, de que a medio o largo plazo se acaben creando sistemas informáticos inteligentes,autoconscientes, con la probabilidad de que terminen estableciendo relaciones de amor y amistad con los humanos.

Lo mejor de la película es que no es maniquea, no condena al protagonista ni a los que, como él, se enamoran de máquinas inteligentes ni presenta a éstas, como otras películas que todos tenemos en mente, como una amenaza a nuestra especie. Simplemente intenta explicar el porqué podría darse esa situación.

Y lo hace de manera creíble, con un final profundo y poético que nos gusta y nos hace pensar.




sábado, 22 de febrero de 2014

Carlismo y capitalismo de bienestar: dos errores de visión



Si algo caracteriza la situación actual es la falta de visión alternativa a los acuciantes problemas planteados por la crisis económica. Existen, cierto, algunos movimientos de protesta, y por supuesto siempre será mejor algo que nada.

No obstante, conviene no ilusionarnos demasiado pues debemos ser conscientes, no autoengañarnos, mirar la realidad de frente y aceptar que, hoy por hoy, no hay esperanza, pues quienes se movilizan, en su gran mayoría , y volviendo a insistir en  que no carecen de razones, lo hacen, en realidad, para mantener la sociedad existente, o, mejor dicho, la sociedad existente antes de la crisis, lo que denominaremos capitalismo de bienestar.

Salvando las distancias, tal situación no es totalmente novedosa. En el Siglo XIX tuvimos las guerras entre carlistas y liberales, o constitucionalistas. El bando carlista, o absolutista, terminó encontrando un nada desdeñable apoyo campesino. Esto, que se ha interpretado como prueba del carácter reaccionario y clerical del campesinado, debe ser muy matizado.

Y es que, aunque ocultado por la mayoría de los libros y estudiosos, muchos campesinos se sumaron al carlismo porque la revolución liberal destruía sus formas de vida; especialmente el liberalismo supuso la expropiación de las tierras comunales para, una vez en manos del Estado, privatizarlas, y así ir impulsando el capitalismo.

Ante tal ataque a su viejo sistema, que suponía empobrecerlos y expulsarlos indirectamente de los campos,una parte de los campesinos se pasó o simpatizó con las filas carlistas, que consideraban los menos malos, o el mal menor. Fácil es ver en esta actitud un grave error de cálculo. En vez de crear una fuerza revolucionaria independiente de absolutistas y liberales, para impulsar y recrear la vieja democracia concejil y la propiedad comunal, los campesinos olvidaron que el absolutismo, representado por los carlistas, también estaba en contra de su forma de organización política, y son los que habían iniciado siglos atrás la destrucción de su democracia y su propiedad común, si bien más lentamente, frente a la velocidad de las expropiaciones que pretendían y aplicaban los liberales.

De ahí vino su fracaso, del hecho de no ver que ellos debían luchar por otra cosa. Porque, aún en el caso hipotético de un triunfo carlista, éste no habría supuesto nada positivo para ellos, se habría acabado por destruir sus formas de organización política y económica, sumando a ello el rechazo de lo positivo de la modernidad, el pensamiento científico y la laicidad.

Hoy, con ideologías diferentes, encontramos algo parecido. La clase trabajadora, la que se ha creído que era clase media, la que miraba por encima del hombro a los que ella consideraba que seguían siendo obreros, o, por expresarlo en otras palabras, las clases medias en descomposición, en proceso de empobrecimiento, aspiran a volver a los años de antes de la crisis.

Se ataca furibundamente a lo que llaman castas políticas, financieras y demás, porque se sienten traicionados, porque sienten, o advierten ,que pierden poder adquisitivo, porque su sueño de bienestar material continuo, de progreso indefinido, se rompe.

Al igual que el viejo campesinado no quieren ver que la situación actual es consecuencia del sistema que ellos añoran, que es su desarrollo lógico, que todo era un castillo de arena, que el progreso infinito es un cuento infantil, que tener como meta en la vida el vivir mejor es encadenarse, y, cuando todo se viene abajo, condenarse a la más dura intemperie, pues ya casi nada queda de solidaridad, de apoyo mutuo, de cohesión social al ser la sociedad bienestarista una sociedad piramidal donde todo se exigía a las alturas, olvidándose de los iguales.

Volver a la esperanza supondría reconocer que se ha seguido un camino equivocado, que los valores dominantes nos han destruido, que se necesita crear un nuevo pensamiento, unos nuevos valores, una nueva fuerza revolucionaria que no siga atada a la mentalidad del bienestar material como meta y fin de la vida.

Como eso, si somos honestos y no cerramos los ojos no lo observamos, se puede decir que estamos, como los campesinos carlistas del siglo XIX, condenados a la más dura derrota, y a esperar que nuevo tipo de capitalismo-probablemente de subconsumo- tienen a bien ofrecernos las clases dirigentes.


Y es que, como decía alguien, el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra.


sábado, 15 de febrero de 2014

Kafka enamorado

El director teatral Luis Araújo nos presenta, en el Centro Dramático Nacional, la interesante obra Kafka enamorado.

Escritor de fama universal, creador de un universo literario especial, con personajes atrapados en situaciones absurdas, convertidos como Gregorio Samsa en un gigantesco insecto o bien como otros en perseguidos y acusados por la justicia sin saber el porqué. Sus novelas y relatos consiguen sumergirnos en un mundo angustioso, surrealista, donde no hay salida, donde el hombre se sabe condenado de antemano, donde nunca se logra encontrar una respuesta, una explicación, una esperanza de salir del laberinto, de la pesadilla. Reflejo, en parte, de sus intuiciones del futuro negro que se avecinaba sobre Europa y de los miedos, dudas, incertidumbres y temores de su mente.

La pieza teatral se centra en un episodio de la vida de Franz Kafka, su relación, más epistolar que carnal, con Felice Bauer. Mujer moderna e independiente, directiva de una firma comercial en Berlín, conoce a Franz en casa de un amigo de éste, Max Brod, amigo que salvaría sus obras rompiendo la promesa hecha a Kafka de destruirlas, y al que debemos, por tanto, conocer sus maravillosos y enigmáticos textos.

Pese al enamoramiento de ambos, la personalidad del escritor checo, sus dudas continuas, sus vacilaciones ante todo y todos, su espíritu anticonvencional, disfrazado bajo una vida burguesa que en su fuero interno rechazaba, no le permitieron culminar la relación y casarse con Felice.

Sentía que debía dedicarse por entero a lo que más amaba, la literatura, y que una vida familiar y burguesa era incompatible con su sueño de escribir. 

Por otra parte, pese a sus ansias de libertad, Kafka fue un hombre que nunca logró librarse de la influencia autoritaria de su padre, con el que apenas se cruzaba palabra. Era Franz un hombre hipersensible, que no se encontraba a gusto en la vida social, que soñaba con escribir mañana, tarde y noche en un cuarto, comiendo lo imprescindible, como un ermitaño de la escritura.

Por todo esto e, intuimos, por afinidad a su personalidad, que por un pánico no reconocido a las relaciones amorosas con mujeres, al compromiso-no tanto por egoísmo, sino por miedo al fracaso, a no  lograr hacer feliz a la mujer amada, a sentirse incapaz de creer en sí mismo, en su posibilidad de poder convivir con una mujer-que se intuye en sus cartas, en sus reacciones, la relación acabó por romperse, en una escena final de gran hondura y sensibilidad, una de las mejores en nuestra opinión de toda la obra.

La decisión quizá le alejó de la felicidad y, a nivel personal, es probable que Kafka viviera el resto de su corta vida con el dolor de la ausencia, con el peso agobiante de una decisión equivocada, lo que podría tener reflejo en los ambientes angustiosos y las mentalidades derrotistas de sus personajes protagonistas.

No obstante, para sus lectores a lo largo del mundo, la decisión es la correcta .Sin ella, probablemente no habríamos conocido esos mundos a la vez mágicos y sombríos, que tan bien reflejan la situación de soledad y sinsentido de las vidas de los hombres y mujeres del mundo moderno y sus Instituciones lejanas, inexpugnables, cual fortaleza celestial, para las cuáles no somos nada, sólo una inicial, porcentajes estadísticos.

Quienes amen a Kafka, su personalidad, su grandeza y sus miedos, sus bellas y desoladoras páginas,la fragilidad y dolor de los seres que las atraviesan, las cuáles, como él pretendía, abren extensas heridas en nuestra conciencia, deben pasarse por el teatro para conocer un poco mejor el tortuoso y agitado interior del célebre checo, aquél que le permitió captar, como el radar de un murciélago, lo que se avecinaba.




domingo, 9 de febrero de 2014

Economía y sociedad en un mundo líquido: el triunfo del pensamiento líquido



Hace unos días asistí a una Conferencia organizada por la Fundación Rafael del Pino, titulada Economía y sociedad en un mundo líquido. Intervinieron el famoso ensayista polaco Zygmun Bauman, autor del concepto de modernidad líquida y el también ensayista y profesor-del que fui alumno en la Facultad de Sociología en los años 90- Víctor Pérez Díaz.

Bauman ha desarrollado en libros y entrevistas la idea de que vivimos en un mundo líquido, un mundo de la inestabilidad, de lo pasajero, de lo temporal en todos los niveles, desde el amor y la amistad, hasta el mundo económico.

En la Conferencia, sin embargo, su intervención se centro inicialmente en una denuncia de la creciente desigualdad que se estaba produciendo en las sociedades, si bien reconociendo el descenso de las tasas de pobreza a nivel mundial. Expuso cómo un pequeño porcentaje de la población acumula la mayoría de la riqueza mundial intentando dar respuesta a la incógnita de la aceptación de la gran mayoría de la población de la situación crítica actual. Para él, las respuestas, son esencialmente cuatro: primero la pretensión de que cualquier problema social debe ser resuelto aumentando el PNB, sin tener en cuenta que los recursos del planeta son escasos; en segundo lugar la búsqueda de la felicidad en el consumo en vez de en el esfuerzo productivo, lo que ha acabado afectando al amor y la amistad; en tercer lugar la creencia en la desigualdad como  algo natural y en cuarto lugar el triunfo de la competitividad y la rivalidad con la liberalización del mundo del trabajo, lo que arrastra consigo la desaparición de la solidaridad entre empleados.

Para Bauman con la globalización poder y política se han separado, el Estado-Nación pierde fuerza y ya no sirve para gestionar la interdependencia, pues el poder se va haciendo extraterritorial, al ir las empresas de un lugar a otro buscando el mayor beneficio. Con esto, por tanto, desaparece la idea de responsabilidad social que según él todavía tenían algunos empresarios como Henry Ford, que aumentó el sueldo de sus trabajadores con la idea de que consumieran o compraran sus productos.

En su intervención final, incidió brevemente en la importancia del mundo virtual actual, que absorbe cada vez más tiempo a los ciudadanos, y, si bien no quiso decir si esto iba a ser negativo o positivo, entre líneas defendió que en última instancia las relaciones cara a cara son insustituibles.

En cuanto a Víctor Pérez Díaz, reconociendo la dificultad de la situación en la que estamos, expresó algunas críticas hacia las oligarquías políticas y económicas que nos están destruyendo, sostuvo la necesidad de una sociedad civil fuerte, junto con un mercado y una regulación del mismo, así como la necesidad de un control mayor de la sociedad hacia los dirigentes. En cuanto a la situación de Europa del Sur sostuvo que nuestros problemas se deben a una suma de ineficiencia y mala gestión junto a un bajo nivel educativo y cívico. Mencionó también la necesidad de una ética y un sentido de los límites.

Si bien la charla fue amena, y es de admirar la lucidez de un octogenario como Bauman, que uno desearía mantener hasta su muerte, tenemos que reconocer la desilusión que supuso el no escuchar, sobre todo de labios de Bauman ,ninguna propuesta alternativa.

Apuntó algunos de los problemas que aquejan a la civilización y el desastre que está causando la cultura consumista y reconoció, cosa que le honra, no tener una alternativa seria que aportar. No obstante en su discurso, pareció no ver otra salida más que la reconstrucción de un pasado idealizado, lo que es generalizable a toda o casi toda la izquierda y radicalismo contemporáneo. Es decir, pareció hacer un llamamiento a la clase patronal para que fuera más moral, para que mantuvieran la responsabilidad social hacia sus asalariados. Pareció por tanto ensalzar un tiempo donde habitaba un capitalismo humano, con trabajos más estables y con relaciones sociales, vecinales y laborales fuertes y sólidas.

No obstante a nosotros nos parece muy discutible su tesis. La esencia del capitalismo es la mercantilización y la atomización creciente de la sociedad, poco a poco, paso a paso. ¿Cuáles fueron algunas de las medidas de los liberales en España en el siglo XIX?. Liquidar lo que susbsistía de democracia concejil y destruir la propiedad comunal. Vemos, por tanto, un proyecto destructor de las relaciones vecinales y sociales horizontales desde sus inicios. Incluso el llamado Estado de bienestar tampoco supone ninguna reconstrucción de los lazos comunitarios, sino su sustitución por un bienestar, o supuesto bienestar, organizado por un poder vertical, o sea el Estado, pero no por los propios trabajadores y la comunidad.

Que la globalización haya reforzado o acelerado la tendencia deshumanizadora del capitalismo-que es la misma en el socialismo marxista o de estado, aunque con medios diferentes- no elimina ver lo que es el capitalismo y a dónde conduce. Por tanto nos parece que no tiene mucho sentido proponer la vuelta a un empresariado más social, haciendo un llamamiento a su responsabilidad. Eso no es más que un brindis al sol.

En relación a Víctor Pérez Díaz, hombre de pensamiento liberal, si bien de un liberalismo algo más cercano al de sus orígenes, más social, frente al predominante en la actualidad, convertido poco más que en el brazo intelectual de la patronal, su defensa de un control desde abajo del poder, del mercado y de la regulación de la economía tampoco nos parce una forma seria de enfrentarse a la situación.

¿Cómo se controla desde abajo el poder de las alturas?. No lo dijo. En cuanto al mercado y la sociedad civil, ideas ensalzadas por liberales y conservadores, no tuvo en cuenta, como no lo tienen sus entusiastas defensores, que lo que ellos llaman mercado no es más que una competencia entre empresas, estructuras de poder. Y que éste ni siquiera es libre, sino que suele dar lugar a monopolios u oligopolios. En cuanto a la idea de sociedad civil liberal , al englobar los grupos de poder, es decir la clase empresarial con los sin poder, o sea la mayoría de la población, su visión de la sociedad civil se acerca mucho a la de una o unas comunidades que compiten entre sí en busca de su beneficio personal o grupal, en igualdad de condiciones, como si en la llamada sociedad civil no hubiera una desigualdad, tanto de poder como social. Por tanto la visión liberal o liberalconservadora de la sociedad civil es puramente capitalista, pues está orientada a la competencia, al beneficio, no siendo la cooperación más que algo secundario en una sociedad rota y dividida por mil conflictos.

Por tanto, tanto Bauman como Víctor no escapan, para nosotros, usando el concepto tan del gusto del primero, al pensamiento líquido. Es decir, a quedarse en la superficie de las cosas, a no ir a la raíz de los problemas, a pensar que todo pasa por algunas reformas en un sentido u otro, ya sea desde una fantasmal democracia participativa-sin reflexionar sobre qué condiciones la hacen posible-, como un reforzamiento de la sociedad civil, mezclando dentro de ella churros con merinas, como listas abiertas o, los más radicales, nacionalizar la banca, o sea pintar de rojo el dinero, los bancos, como si eso cambiara su naturaleza.

Por nuestra parte seguimos esperando pensadores que unan crítica con construcción. Que no se queden en el brillo de lo superficial, sino que se atrevan a bucear, a buscar en la obscuridad, allí donde pueden encontrarse algunas respuestas.





viernes, 7 de febrero de 2014

Del desapego a la vida material y los deseos como vida libre

En las espiritualidades y filosofías orientales, desde el budismo al taoísmo, es frecuente encontrarse con una postura de rechazo a los deseos como ideal de vida a alcanzar, pues éstos son considerados la fuente principal de sufrimiento para los seres humanos, por las ataduras que crean y las insatisfacciones que causan, ora por no alcanzarlos, ora por buscar otros en una especie de carrera sin fin. El sabio, para ellos, entre otras cosas es la persona que logra derrotar los deseos y liberarse de su carga.

No obstante, en nuestra opinión, no deja de ser una contradicción la idea de perfección moral como alcanzar el estado de no deseo, pues, al fin y al cabo, desear no desear es, valga la redundancia, un deseo, por lo que nunca estaremos libres de desear.

Pese a esta idea, sí pensamos que una vida basada en el creciente desapego a los deseos materiales es un buen camino para lograr acercarse a una existencia más serena, más libre y más humana. Es decir que en los últimos tiempos, y cada vez de manera más fuerte, consideramos que la vida buena, aquella que impulsa nuestra condición humana, es la del creciente desarrollo de la conciencia moral, no la del desarrollo económico y tecnológico, lo que no implica la necesidad de la tecnología y de lograr un mínimo material que permita potenciar el desarrollo del Ser, de su conciencia, imposible o prácticamente imposible de lograr en una situación de gran penuria diaria, más allá de personalidades muy poderosas, que buscaban acercarse a los Dioses y prescindir de casi todo, como Diógenes y sus discípulos-algo no generalizable al conjunto social, aunque muy meritorio a nivel personal-.

Por tanto, para ensanchar poco a poco la conciencia moral y por consiguiente la libertad interior y exterior necesitaríamos, más que un rechazo en bloque de los deseos, luchar en nuestro interior, de la forma que cada uno estime conveniente, contra lo que nos degrada como seres humanos, fundamentalmente la búsqueda del reconocimiento, del prestigio, de la fama, del dinero, de las propiedades, del ascenso social, de la acumulación de parejas o relaciones sexuales, de la voluntad de poder...Frente al desapego hacia los deseos materiales, convendría fortalecer el apego a los deseos inmateriales, del bien a la amistad, el servicio al prójimo, la sencillez y modestia, el compartir entre otros muchos.

Venciendo lentamente las ataduras de los deseos materiales crece el desapego, por tanto, a la vida material, lo que ayuda a enfrentarse sin miedo a nuestra muerte. A aceptar, con normalidad, lo positivo de la brevedad de la vida. No dando excesiva importancia a nuestro caminar por la tierra logramos debilitar los temores, tanto a los otros, especialmente a los que ocupan una posición más alta en la jerarquía social, pues comprendemos que desaparecerán, como todo y todos, sin llevarse al Vacío eterno sus posesiones, títulos, billetes o poderes como a la disolución de nuestro amado Yo, nuestro amado Ego, que soñamos eterno.

Y es este apego al Ego, fuente de grandes desdichas, lo que se va resquebrajando cuando aceptamos alejarnos de la vida como búsqueda de riquezas materiales de diverso tipo, abrazamos nuestra pequeñez y a la muerte como descanso de las fatigas y dolores terrenales y hacemos de la vida un camino para lograr el progreso del bien.