domingo, 12 de diciembre de 2010

Hungría 1956. La revolución olvidada y sus Consejos

Norteamérica, Francia, Rusia, Cuba, China....Diversas revoluciones, acaecidas en distintos momentos históricos, han sido y continúan siendo objeto de estudio, de reconocimiento, admiración o crítica. Pero hay una de ellas, de la que se han cumplido en noviembre 54 años, que ha recibido muy escasa atención, y a la que parece encubrir una niebla densa y perpetua. Nos referimos a la revolución húngara de Octubre y noviembre de 1956. No llegó a desarrollar una ideología clara, por su breve duración, ni tenía detrás algún partido y organización, que hiciera bandera de ella, quizá afortunadamente. Incluso otra de las revoluciones olvidadas, la revolución social libertaria de 1936, ha recibido y está recibiendo mayor atención, aunque sólo sea porque sus impulsores, si bien una fuerza marginal, siguen existiendo, tiene quién la recuerde. Nos referimos, claro está, a la CNT.
Pero la revolución húngara es diferente. La izquierda comunista, lógicamente, no tiene el menor interés en ella, pues supuso una rebelión en toda regla contra la invasión soviética y el dominio del partido único, en este caso el comunista. De ahí que en su momento la tildara de fascista , contrarrevolucionaria o capitalista. Las fuerzas conservadoras o derechistas pueden recordarla más, pero como una revolución meramente anticomunista, desconociendo las diversas fuerzas, actores e ideas que había detrás.
Es necesario, por tanto ,iluminar en lo posible la revolución húngara de 1956, y, aunque nada quede de ella y de sus nuevas instituciones, como los Consejos Obreros y de todo tipo, reconocer, con Hannah Arendt ,el tesoro perdido que supone Hungría para la tradición revolucionaria(Sobre la revolución, Hannah Arendt, Alianza Editorial).
Invadida Hungría por el ejército soviético, , la política rusa consistió en desmantelar las instalaciones industriales húngaras y llevarlas a su país. Exige reparaciones, e impone entrega de productos y material, todo bajo control de inspectores soviéticos. Los sindicatos son convertidos en correas de transmisión del poder comunista, los partidos políticos son destruidos, menos el Partido Comunista Húngaro, y la clase obrera sometida a medidas de control férreo, condenada a trabajar y callar. La policía política, la AVH, implanta el control y terror totalitarios en la sociedad húngara, al estilo de la URSS.
Pero la muerte del Dios Stalin, en 1953, y el informe de Jruschev en 1956, donde se reconocen los errores de Stalin, abren una brecha en la Europa sometida a las dictaduras comunistas. Se producen revueltas en Berlín este, en Polonia, y finalmente en Hungría.
En Hungría todo comenzó con una manifestación convocada por intelectuales y estudiantes el 23 de Octubre. Reunidos ante la estatua del poeta Petofi ,la multitud asistente escuchó los diversos manifiestos, entre ellos los de la Unión de Escritores y el de los estudiantes. En ellas se solicitaba el retorno al multipartidismo, elecciones generales con sufragio universal, la retirada de las tropas soviéticas,  salida del Pacto de Varsovia y neutralidad húngara, derecho a la huelga, libertad de palabra y prensa, autogestión obrera, libre organización de los campesinos, gobierno presidido por Imre Nagy,un comunista partidario de las reformas y la democratización...(La revolución Húngara de 1956:el carácter político y la organización social. Dolores Ferrero Blanco, HAOL número 10, primavera 2006).
Pero la ola de protestas y descontento sacudió a la población, especialmente la de Budapest. El comité central del Partido comunista, asustado, llamó a los rusos para salvar la situación. 
 Los trabajadores respondieron declarando la huelga general. Surgen multitud de Consejos y comités de trabajadores, vecinos, estudiantes, ciudadanos y demás. La ola revolucionaria tumba el edificio totalitario. Las organizaciones espontáneas creadas en fábricas, pueblos y barrios reorganizan la vida social, política y económica. Consejos obreros impulsan la libertad de prensa, dando libertad a todo tipo de propaganda, salvo la de los neonazis de Horthy, se distribuye armamento a la población, y gran parte del ejército y la policía se suma a los insurrectos,como el antiguo brigadista internacional Paul Maleter.
Entre las nuevas instituciones democráticas, destacan los Consejos Obreros. En sólo dos días, consiguieron expandirse e irse federando por todo el país. El 31 de Octubre se reunió un Parlamento de Consejos Obreros, los cuales apoyaban un control de las Fábricas por los mismos obreros, a través de un Consejo democrático. Nagy, inicialmente dubitativo, terminó por apoyar las reclamaciones de los Consejos .Con estas nuevas instituciones, parecía vislumbrarse una nueva forma de democracia social, que combinaba democracia parlamentaria y democracia de base, o consejista. Es decir un parlamento con partidos políticos, una federación de Consejos obreros, y sindicatos que garantizaran los intereses obreros y el derecho a huelga . Por que los obreros húngaros, especialmente tras la segunda invasión del país, reflexionaron de manera muy profunda sobre su propio papel. No querían un poder obrero totalitario, y fueron conscientes que incluso bajo un sistema de democracia laboral, siempre cabe el conflicto, el choque de intereses y el peligro de que el Consejo, acabara desarrollando un poder autoritario frente al resto de trabajadores. De ahí, que en la formación del Consejo Central de Budapest, se decidió que los delegados de las diferentes fábricas fueran elegidos por todos los trabajadores de la fábrica, no sólo por los del Consejo. Tampoco quisieron imponer un Consejo Obrero nacional, sino que esperaron una suma de otros Consejos, optando por la democracia frente a la eficacia. Y con buenos resultados, pues otros Consejos se fueron sumando. Demostrando una sabiduría y un buen juicio, que supera con creces al de los intelectuales de izquierdas, tanto comunistas como socialdemócratas, aquellos que hablan de obrerismo, temblando, en el fondo, cuando los obreros deciden ir por libre, y romper cadenas, como en el caso húngaro. Para ellos, el socialismo se construye desde arriba, no desde las bases ciudadanas y obreras. Y esa cosmovisión, hermana a ambas corrientes, aunque con evidentes diferencias, en favor de la socialdemocracia como opción democrática.
Es decir, la Revolución Húngara parecía estar desarrollando una nueva forma de división de poder, como muy acertadamente escribe Claude Lefort(Una revolución diferente. Publicada en la revista Nada, cuadernos internacionales, nº2, primavera de 1979). División entre organismos político-políticos, y otros político-económicos. División que no sabemos si hubiera resultado o no viable.
Pues autores como Castoriadis, en La Fuente Húngara(Texto que forma parte del libro La exigencia revolucionaria, Acuarela Libros), creen que el desarrollo de Consejos hubiera ido atrofiando al Parlamento de Partido, o hubiera acabado habiendo un enfrentamiento entre ambos poderes .Pero quizá sea más factible pensar que el gobierno de partidos, hubiera ido quitando competencias a los Consejos, hasta convertirlos en algo decorativo, como en la URSS, donde los bolcheviques destruyeron los soviet, dejándolos como meros adornos. De cualquier forma ,los consejos, salvo al parecer el de Borsod, que consideró incompatible la organización de partidos, con la de los consejos, en su inmensa mayoría aprobaron la existencia de un sistema multipartidista. Conviene no olvidar tampoco, frente a los entusiastas de la democracia de Consejos sin partidos(incluyendo Hannah Arendt), que los consejos, tampoco garantizan por si sólos una mejor democracia, y que pueden ser fácilmente dominados por un grupo que se infiltre en ellos y los domine, implantando una dictadura(como sucedió en Alemania en 1919, cuando al final los dominaron los comunistas). Por tanto siempre requiere una democracia, mecanismos de control, y contrapoderes, que dificulten la aparición de una dictadura. Queda en el aire, por tanto, saber si hubiera sido posible esa forma de democracia que pretendían parte de los insurrectos consistentes en mezclar varios poderes, el de partidos con el de Consejos, no sólo obreros, sino también en otras áreas de actividad, tanto laboral, como ciudadana, es decir formas de contrapesos y controles democráticos de base. Algo que podría interesar a los teóricos de la democracia deliberativa y participativa. Al fin y al cabo podemos considerar Hungría como el primer y quizás único país del mundo donde, en muy pocas semanas, se desarrollo un concepto de democracia representativa, participativa, deliberativa y económica, que quedó en el aire, destruido por los tanques soviéticos, con el apoyo de todos los partidos comunistas, incluyendo el español, que llenaron de insultos a los insurrectos.
El resto de la historia es conocida. Situada en el tablero de la guerra fría, los húngaros fueron abandonados por los países democráticos . Los USA enviaron dos telegramas, uno de ellos a Tito, y otro a su embajador en Moscú diciendo que"... no es de su incumbencia lo que los rusos hagan en Hungría". No interesaban conflictos, y, muy posiblemente, tampoco había simpatía a un sistema alternativo, una especie de socialismo democrático libertario, o consejista, que no encajaba en los esquemas mentales dominantes de capitalismo versus socialismo autoritario. Y siempre es preferible, para las grandes potencias, tener un enemigo controlado y claramente identificado, que beneficiaba los juegos de poder y de extensión mundial, que países dudosos.
Para finalizar, conviene no olvidar que la resistencia más dura fue la de los Consejos Obreros. Estos fueron los más castigados, y sus barrios, los últimos en caer, demostrando que la clase obrera húngara prefería morir luchando con las armas en la mano contra el llamado Estado Obrero, que vivir bajo su bota. En cuanto a Nagy, Maleter y otros comunistas honrados que se sumaron a los insurrectos, fueron ahorcados,acusados de traición, balanceándose sus cuerpos en el patíbulo, un triste 16 de junio de 1958.

Bibliografía:
Luis Mercier Vega, Anarquismo ayer y hoy(Monte Ávila Editores).
Pepe Gutierrez Alvarez, La revolución Húngara de los Consejos obreros de 1956.
Claude Lefort, Una revolución diferente, revista Nada, 1979
Cornelius Castoriadis, La exigencia revolucionaria, Acuarela libros, 2000
Hannah Arendt, Sobre la revolución, Alianza Editorial.
 Dolores Ferrero blanco,La revolución húngara de 1956: El carácter político y la organización social, HAOL, 2006.