viernes, 14 de julio de 2017

Reflexiones sobre la maternidad subrogada, los contratos y la falsa libertad contemporánea

En los últimos tiempos hemos asistido a un intenso debate en relación a la maternidad subrogada, sobre si es o no ética, si se debe o no regularizar su práctica y ,yendo más a lo profundo ,de manera quizás inconsciente ,se está discutiendo sobre el concepto de libertad, si los vientres de alquiler deben aceptarse, pues cada uno es libre con su cuerpo, o no.

Los oponentes de tal idea niegan que el cuerpo femenino sea una vasija, una mercancía que poder comprar y vender. Sus partidarios hablan sin embargo de que la persona puede hacer con su cuerpo lo que quiera y que es preferible que haya una regulación que afronte el problema, así como la libertad entre dos personas de realizar un contrato voluntario entre ellas.

Sin embargo un verdadero contrato voluntario y libre entre personas requiere de una situación de relativa igualdad entre las dos partes. Esto no existe en líneas generales en la maternidad subrogada, donde personas en situación de penuria, por tanto sin relación de igualdad, se ofrecen a entregar por dinero una criatura nacida de ellas.

Si entendemos la libertad como no dominación, nada más ajeno a ese concepto que la defensa de la maternidad subrogada como decisión libre y voluntaria. No hay, salvando ciertas distancias, tanta diferencia entre un contrato obligado a firmar a punta de pistola y otros totalmente desiguales causados por las grandes desigualdades económicas.



Esta nueva maternidad es un paso más en la mercantilización de los seres humanos, camino lógico de los diversos sistema de explotación, que de mercantilizar  objetos y recursos, derivan a la compraventa humana, como desarrollo natural de su mentalidad.

Vivimos unos momentos históricos-¿pasajeros o ya definitivos?- donde nos creemos enormemente libres, vinculando la libertad a hacer lo que queramos con nuestro cuerpo, a la compra y venta de todo lo habido y por haber, incluso de nosotros mismos en el mercado de trabajo-¿quién reconoce que somos semiesclavos?- pero donde no se tiene en cuenta los mecanismo del Poder para dirigir y encaminar la conciencia a lo que ellos quieren, y desde el Mayo del 68, toca inocular la opresión bajo discursos  y prácticas hedonistas, bajo banderas de libertad, usando el argumento falaz de regular cualquier actividad.

Puestos a regular todo: ¿por qué no, si por ejemplo se pusiera de moda en las clases altas consumir sangre humana cual vampiros, regularlo?, ¿o el canibalismo de partes del cuerpo humano, si hay gente que se "prestara" a ello, es decir si hubiera un contrato de por medio?. Los ejemplos pueden parecer surrealistas, de cine de terror, pero es que la lógica de ese discurso de que hay que regular todo lo posible, nos puede acabar llevando a escenarios absurdos y de degradación absoluta-por ahí he leído, sin poder decir si es real o no, pues circulan muchos bulos, que en algún país se ha legalizado el sexo con animales, lo cual, visto como se están poniendo las cosas, no me resultaría descabellado-.

Si los vientres de alquiler han recibido una defensa encendida de la nueva derecha-Ciudadanos- e inicialmente de la nueva izquierda morada-que ahora se desdice-, tenemos el aliento a la eutanasia por las fuerzas de izquierda, también manejando ese concepto de libertad, de que con mi cuerpo hago lo que quiero, pero sin ser capaces de analizar, como he escrito hace poco, que es lo que el Capital y el Estado quieren, regular la muerte y poder desarrollar cuando lo estimen conveniente, tras lavar el cerebro, una política genocida contra ancianos e "improductivos".

Vivimos por tanto en un espacio de falsa libertad, una libertad consistente en apoyar los variados proyectos de ingeniería social y dominio de la mente ahora con retórica progresista, ante la cual la resistencia es casi imposible, pues pueden caerte los más terribles sambenitos de la corrección política: carca, facha, clerical...

¿Hay solución?. Sí, y consiste en abrazar esa idea de libertad como libertad de conciencia, como no dominación, sin dejarse engañar con los fuegos de artificio del tardocapitalismo y su falsa libertad de hedonismo, fiesta y placer. La libertad es esfuerzo continuado, autodisciplina, responsabilidad, reflexión y análisis continuo de los métodos empleados por los poderes para colonizar nuestras mentes y movernos hacia lo que ellos quieren.

Que no nos engañen.