martes, 29 de diciembre de 2015

Comunidad Española de Autogestión: un proyecto pendiente



En el libro de Heleno Saña Sindicalismo y Autogestión, publicado en dos tomos por el Movimiento Cultural Cristiano, nuestro apreciado autor hace un recorrido por el nacimiento y desarrollo de los sindicatos y el ideal autogestionario en su primera parte, desarrollando en la segunda unas propuestas más teóricas para renovar España-publicó su libro en los inicios de la democracia- en base a su ideario.

Es en esta segunda parte donde desarrolla un capítulo  titulado La comunidad española de autogestión. Partiendo del análisis del fracaso del socialismo totalitario del este y la imposibilidad de los partidos socialistas y comunistas de Occidente de salir del capitalismo, no teniendo de socialismo más que la etiqueta-y en mi opinión habiéndose ya pervertido totalmente lo que implicaba el socialismo en su sentido original-, así como analizando críticamente la obsesión de la sociedad de su época por lo mastodóntico, el Todo sobre las partes, debido al enorme aparato estatal y capitalista que tiene enfrente el individuo, que le hace creer  a la mayoría de las personas que si hay salida tiene que ser también mastodóntica, cayendo pronto en la pasividad ante el enorme esfuerzo que siente que tiene que hacer si se plantea enfrentarse al sistema ; en base, decimos,de estos análisis de partida, nos ofrece dar un paso consistente en crear grupos o pequeñas comunidades que tomando la construcción de una sociedad autogestionada como meta a alcanzar se organicen a nivel nacional, y a ser posible  a otros niveles más amplios, coordinando y potenciando al máximo la idea de autogestión tanto a nivel práctico como teórico.

Esta organización debería disponer  desde un Centro de Publicaciones hasta organizar conferencias, cursillos, Congresos, Seminarios e incluso un Banco.

Como aspecto quizás más interesante de las ideas que propone cabría destacar la creación de Grupos de Iniciativas laborales en fábricas, oficinas, talleres… dedicados a difundir el ideal y enfrentarlo a los grupos jerárquicos pero también Grupos de Iniciativas Cívicas en barrios, pueblos y aldeas proponiendo soluciones autogestionarias para problemas públicos que no suelen resolverse por parte de las diversas administraciones y partidos políticos.

Para él, esta Comunidad o Federación debe alejarse del sectarismo y participar activamente de la vida de la comunidad, sin miedo a debatir con los diversos actores sociales, sin aislarse en guetos.

Tenemos que reconocer que cuando hemos leído estas propuestas nos hemos sentido, por una parte, menos solos, pues alguien, desde el ámbito del mundo intelectual-pero desconocido, ajeno al ruido y las luces de neón publicitarios de tantos artistas y pensadores sometidos al Poder, o a los poderes, de izquierdas o derechas, de unos u otros partidos- escribió algo parecido, salvando los años, a lo que hace mucho tiempo que pensamos, pero ,por otra, pesimista, pues no se ha avanzado un solo paso desde nuestro sector ideológico-llámese libertario, autogestionario, comunalista, autónomo o como quiere etiquetarse, siempre que el ideal de sociedad sea el similar, o sea ,una en la que el poder no esté separado de ella- en levantar los cimientos de algo parecido.

Cierto es que a su propuesta le faltan varios aspectos que, lógicamente, desde su época, una época donde el crepúsculo de nuestro sistema de valores-especialmente el progreso económico infinito, el enriquecimiento material perpetuo de las sucesivas generaciones- no se percibía.

En este sentido tal Comunidad, Federación o Espacio tendría que dar preeminencia a lo práctico ante el desplome de nuestras sociedades, por tanto la recuperación y colectivización-en su sentido autogestionario, por supuesto, no estatal- de empresas, fábricas y campos, de forma voluntaria, y la creación de medios de producción propios, la reforestación como proyecto ecológico, la lenta y también voluntaria ruralización y reducción del tamaño de las ciudades, entre otras cosas, es algo ineludible.

Tenemos la ventaja, respecto a la época en la cual se escribió el libro que, hoy, todo está más claro.  



El sindicalismo de Estado, el que aceptó participar en el sistema, nada ha logrado y no tienen ninguna respuesta ante la crisis, pues difundió la cultura del dejar hacer y negociar para lograr pequeñas migajas, lo que ha traído consigo una mayoría de sindicalistas de mentalidad individualista y defensiva, para los cuales las palabras emancipación, autogestión, conquista de los medios de producción por los propios trabajadores y otras les suena a cosas de otros planetas.Pero ellos y ellas no tienen ningún proyecto más que el sálvese quien pueda ante el hundimiento del Titanic, o el voto ya apenas meditado a cualquier vendedor de crecepelo de la última hornada.

Lo mismo sucede con los Partidos. Desde la UCD a Ciudadanos y Podemos, todos hablan o hablaban de que son el cambio- no son imaginativos ni en eso-, pero en la práctica son maquinarias de ascenso de oportunistas y demagogos. Y es que partidos políticos y virtud son antónimos. Muchos ciudadanos se han agarrado a los llamados emergentes esperando la salvación, el verdadero cambio que no llega- ni llegará, porque el cambio verdadero va de dentro hacia fuera, y las sociedades que esperan que otro u otros les cambien sólo muestran que son esclavos en busca de buenos esclavistas-.

En no mucho tiempo, la ficción partidista, tan nefasta en dividir a las comunidades en bando irreconciliables-en realidad un mero juego del sistema, que necesita de la izquierda y la derecha para enfrentar a la población y por tanto controlarla mejor- se vendrá a pique, como ha sucedido hace poco con la gran esperanza que fue para muchos Syriza.

Ante esta situación queda en pie la defensa y construcción de una democracia de base, de una sociedad autogestionada. Pero, justo es decirlo, la idea queda aún lejana y tenemos los mismos vicios que el resto de la población: división, sectarismo, gueto, reclusión en el mundo propio…



¿Quiénes le pondrán el cascabel al gato?. De entrada, no estaría mal que como en la época que Heleno escribió su obra, se organicen unas Jornadas sobre Autogestión, donde puedan reunirse desde individuos sin la menor afiliación, a sindicatos libertarios, cooperativas integrales, gentes de ecoaldeas o de otros colectivos que, por encima de sus siglas y sus diferencias de estrategias y tácticas, retomen la propuesta de Heleno Saña, adaptándola a los tiempos actuales.

Necesitamos una Comunidad Española-o ibérica, o internacional- de Autogestión, que pueda ir formando una sociedad paralela, donde haya claridad de ideas y se disuelvan los miedos a salirse del sistema y las creencias ya derrotadas en los partidos y mesías salvadores. Que en ella se viva nuestra idea de democracia y pueda mostrar otro camino.


El sendero será largo, pero en el que todavía cree la mayoría de la población, con su falso realismo y su falaz pragmatismo conduce al precipicio, o, mejor, a donde quieran las verdaderas clases gobernantes. Hoy ha sido ascender unas siglas, pilotar desde la telebasura una segunda transición ante nuestras miradas bovinas. Pero, ¿qué podrán hacer mañana una vez hecha semejante demostración de fuerza?






lunes, 14 de diciembre de 2015

La obsolescencia del hombre. Sobre la destrucción de la vida en la época de la tercera revolución industrial

Con este pequeño texto quisiéramos rescatar del olvido a un pensador prácticamente desconocido en nuestras tierras, fallecido en 1992, pero que fue uno de los precursores del análisis y desmenuzamiento de lo que podríamos calificar como era tecnocrática, que  definiríamos como aquella en la que la técnica es sujeto de la historia, siendo nosotros sólo co-históricos.

La obsolescencia del hombre-en el segundo volumen, que es por el que hemos querido empezar, por considerarlo más cercano a nuestra situación-, analiza con lupa las transformaciones que hemos ido sufriendo a causa del desarrollo de las máquinas y su creciente potencia, que en su opinión han llegado a liberarse de nosotros y , podríamos decir, nos hemos convertido en siervos de ese mundo, en siervos de ellas desde su eclosión con la Revolución Industrial hasta la actualidad. 

De ahí su consideración de que ya somos obsoletos, y de que no hay marcha atrás. Para él el proceso es irreversible, no encontrando en el texto ningún capítulo dedicado al estudio sobre su posible salida. Es un libro, en cierto sentido, tan pesimista como demoledor, pues no nos ofrece ningún asidero. Lo cual tienen un aspecto positivo y es el de no convertir a su autor en un gurú que ofrece una salvación. 

En el caso hipotético que la haya, ésta se encuentra en nosotros, y en nuestras mentes está el pensarla. Gunther Anders sólo nos ofrece una profunda reflexión sobre el poder aplastante de la tecnocracia y cómo nos ha envuelto hasta transformarnos, lo cual no está nada mal.

El ensayo consta de numerosos capítulos en los cuales Gunther Anders disecciona la obsolescencia de los productos, del mundo humano, de la masa, del trabajo, de los individuos, del conformismo, de la libertad, de la privacidad, de la fantasía, del sentido de la vida...Todo es creado de manera efímera para dejar paso efímero a otra cosa y así sucesivamente. El hombre se siente empequeñecido ante las máquinas, impotente. Para él en realidad nuestras democracias también se acercan mucho a las formas de organización totalitarias, como el nazismo y el comunismo, si bien de manera más difusa, de tal forma que seguimos creyendo que somos libres, o relativamente libres, aunque no seamos más que autómatas que ni siquiera saben para que sirve lo que hemos creado-que además es sólo una pequeña pieza dentro de otra más grande y así sucesivamente-, y qué sentido tienen nuestras acciones.



Por encima de todo el libro está la idea del poder destructivo de la bomba atómica, de las armas nucleares, algo que obsesionó gran parte de su vida a nuestro escritor, miembro activo del movimiento antinuclear.

Por nuestra parte, nosotros no podemos asegurar que lo que él creía eterno, o sea la tecnocracia-llegando a afirmar en nuestra opinión quizás equivocadamente que no habrá escasez de energía, sino exceso, debido al uso de fuentes naturales inagotables como la energía solar- lo sea realmente.

¿Hasta qué punto podrá crecer indefinidamente la tecnología en una economía mundial que parece venirse abajo rápidamente y que, al contrario de la que pensaba Gunther, parece acercarnos, al menos a corto y medio plazo, a la escasez más que a la abundancia?.

No obstante es verdad que hoy por hoy seguimos de lleno en la sociedad tecnocrática, con nuevos adelantos que favorecen la obsolescencia o la deshumanización, y otros muy amenazantes como la realidad virtual que podrían llevarnos a territorios sumamente peligrosos.

Gunther Anders no ha perdido, para acabar, nada de actualidad. Ni tan siquiera, por desgracia, sus meditaciones acerca del peligro de la destrucción humana por la tecnología nuclear. ¿Qué pensaría hoy, al ver que, no sólo Rusia y Estados Unidos vuelven a estar enfrentados, habiéndose producido un rearme mundial y el desarrollo de nuevas y temibles armas, si no que otro actor se suma al enfrentamiento?. Actor que, curiosamente, muchos califican burdamente de medieval, pero que forma parte absoluta de la tecnocracia actual, participando activamente en las redes sociales para reclutar gente e intentando crear o hacerse con armamento novedoso, como el químico y el biológico. Nos referimos al Estado Islámico.

Posiblemente Gunther mostraría una sonrisa melancólica, pensando para sus adentros que lo que él aseguraba que sería nuestro futuro, el desarrollo cada vez más monstruoso de la opresión tecnocrática, sigue cumpliéndose, renovándose con nuevos protagonistas, cada vez más amenazante.


miércoles, 2 de diciembre de 2015

El Sentido de la Vida


Con retraso, hemos leído un pequeño y bello ensayo filosófico de los años treinta, escrito por el entonces joven médico y militante del movimiento libertario Félix Martí Ibáñez.

Prologado en 2013 por Carlos Luckas y Félix Rodrigo Mora que nos acercan a su doble vida, revolucionaria, intensa y agitada hasta el año 39, en que tiene que exiliarse de España, y posteriormente de éxitos profesionales y ya fuera de toda actividad sindical en Estados Unidos, hasta su fallecimiento en 1972.

El Sentido de la Vida, por encima del ideal anarquista de su autor, es una propuesta de cómo vivir, de lo que Félix consideraba darle a la vida su sentido más elevado y profundo.

Con lenguaje florido y poético, el culto ensayista, miembro por entonces de la Asociación Los idealistas prácticos, desmarcándose de cualquier filosofía vital hedonista o torcidamente epicúrea, la absolutamente dominante en nuestras sociedades y en lo que queda de movimiento obrero y de izquierdismo, tan chata, ñoña , conservadora, destructiva y paralizante, hace una defensa encendida del dolor , el sufrimiento y el combate.

Piensa que éstos van unidos irremisiblemente a la vida humana y que la forma de afrontarlos y vencerlos no es huir de ellos buscando cualquier tipo de evasión en los más bajos goces, sino con la creación. Sin dolor no hay creación, afirma, y utilizando una profunda y acertada frase de Nietzsche leemos una magnífica frase en su libro: “el hombre es un aprendiz, el Dolor es su maestro”.


Queda claro, por tanto, que con el dolor aprendemos, y que cuando buscamos huir de él -como personalmente reconozco que hago y he hecho  durante mi breve vida-,temiendo el fracaso, el daño moral, éste nos alcanza más rápidamente, porque simplemente huimos de la vida, tiñendo a ésta de tristeza, de nostalgia de lo que pudo ser y no fue, de lo no vivido.

En este aspecto la obre de Félix Martí Ibáñez, lejos de ser un libro de autoayuda tan de moda ahora, puede ayudarte sin embargo a abrir los ojos y caminar luchando contra los demonios interiores de nuestra mente, allí donde habitan nuestros enemigos, atormentándonos con sus voces paralizantes en el finito y corto sendero que nos lleva al Vacío sin remedio.

El dolor, por tanto, es base de las obras vitales, y una vida plenamente feliz, en su opinión, sería la de un ser que caminaría estéril, vegetando indiferente. Otro puñetazo al eudemonismo vigente.

Analiza el autor otros temas variados, como las dos reacciones extremas ante la vida: la de los idealistas que viven en su mundo de ensueños, pero alejados de la dura realidad, a la que dan la espalda equivocadamente, y sus opuestos, los realistas absolutos, los pragmáticos tan de moda ahora, quienes en realidad no viven tampoco la verdadera vida, el yo verdadero, esa vida profunda que se esconde en nuestro lago interior, y que anhela otras cosas, aparte de las mezquindades de perseguir alcanzar una buena profesión, un buen sueldo, una buena posición social.

Para nosotros la verdadera vida coincidiría con la del nombre del grupo en el que colaboraba Félix: el idealismo práctico, el que aúna las dos necesidades de la vida. La de la aspiración al bien, la libertad, la belleza, la verdad, lo que él llama El evangelio laico de la fraternidad y el mancharse las manos y los pies, siendo conscientes de que estamos donde estamos, un lugar que en absoluto es el Paraíso Terrenal.

Habría que vivir elevándose a momentos del suelo para atisbar otros horizontes, volviendo rápidamente al terreno, para no cegarse con quimeras o ensoñaciones sin enraizamiento en la realidad terrestre.

Se ensalza el valor del silencio, aquél que permite entenderse mejor a las almas, el momento presente, tal como sostenían los estoicos, filosofía de la que parece mostrarse muy cercana, frente a la obsesión futurista y a la nostalgia del pasado. Elogia incluso al primer cristianismo, a Jesús de Nazaret, a los viejos profetas, a los que considera precursores del anarquismo y el socialismo, con su guerra a la riqueza, defensa de la pobreza y rechazo de los déspotas.

“Vivir es no renunciar a nada más que a sí mismo en cuanto a satisfacciones personales se refiere”. Incluimos esta  frase, ejemplo de la excelsa filosofía vital de nuestro por desgracia desconocido autor, para terminar con el resumen de este  texto tan grande en ideas como pequeño en número de páginas.


Y esperemos que, en algún momento, quienes a lo largo de la historia se han acercado a sostener un Sentido de la Vida de esa calidad espiritual, sean envidiados y elegidos como modelos de vida por las gentes del común. Porque entonces el cambio revolucionario sí sería una posibilidad.