miércoles, 31 de diciembre de 2014

Del mundo cuántico al Universo en expansión

La editorial Fondo de Cultura Económica dispone de una colección, La Ciencia para Todos, donde, de la mano de diversos divulgadores , intentan acercar los conocimientos científicos al público en general.

Uno de estos libros interesantes es Del mundo cuántico al Universo en expansión; en él el autor, Shahen Hacyan, intenta acercarnos al Cosmos en su complejidad, la que va de lo micro, el mundo cuántico, el de la dualidad onda-partícula, las cuatro fuerzas fundamentales del Universo: la gravitación, el electromagnetismo, las interacciones fuertes y las débiles; hasta el campo de Higss, las simetrías o la teoría de las supercuerdas, hasta legar a lo Macro, al Universo, sus estrellas y galaxias, su formación, su edad, la teoría de la inflación, su composición química...

Muchas son las dudas y los interrogantes sobre lo que nos rodea, desde el mundo cuántico a los agujeros negros, entre otros muchos temas. Siempre serán bienvenidos los textos que intentan acercar a los interesados sin formación científica a temas tan complejos como apasionantes y fundamentales, pues nada tan importante como llegar a conocer cómo se originó todo, de dónde venimos, cuál es la verdadera realidad detrás del escenario y cómo acabará el Universo.

Del mismo autor y la misma colección nos espera Relatividad para principiantes, que tiene muy buena pinta.

Nuestra enhorabuena a todos los proyectos culturales, como éste, que se empeñen en acercar estos temas de la ciencia, en cualquiera de sus ramas, a la ciudadanía en general. Y es que, a veces, lo que a los estudiantes de letras nos asustaba en los colegios, puede acabar por resultarnos apasionante, siempre, claro, que se encuentren las personas que sepan atraer y hacer relativamente asequibles en sus explicaciones estas materias. Lo que no es fácil.


lunes, 22 de diciembre de 2014

La agonía del Eros

Comentábamos en el anterior escrito del blog tres libros de Byung-Chul Han centrados en el mundo digital y las consecuencias, a su modo de ver más negativas que positivas, que tal revolución está trayendo a nuestras vidas.

Pues bien queremos comentar, para finalizar con este autor, un libro no menos interesante y que hace pensar en relación al tema del amor, el erotismo y la sexualidad: La agonía del Eros. Si en los libros sobre el mundo de las redes su postura contradecía la dominante que lo ve como un espacio de libertad y de comunidad, en esta obra también se opone al pensamiento tan frecuente de que vivimos una época de exaltación del Eros, de un erotismo por finan naturalizado.

Su tesis es que en la sociedad del rendimiento, del narcisismo creciente, lo que él llama en un momento el Régimen del Yo, al erosionar al Otro, el erotismo va languideciendo. Esa sería, en su opinión, la causa fundamental de la agonía del Eros, más que el mundo de posibilidades ilimitadas que producen las nuevas tecnologías en el ámbito de las relaciones, como sostienen algunos pensadores.

Para los sujetos crecientemente narcisistas de la sociedad actual, narcisismo impulsado por el capitalismo pero también por la tecnología digital, el mundo, el o los Otros son proyecciones de sí mismo, donde la negatividad, la alteridad del Otro, debe limitarse o reducirse en todo lo posible frente a la positividad, los sentimientos agradables, el disfrute, la excitación sin consecuencias. Pero el Eros requiere de un Otro, de una salida de sí mismo, de un vaciamiento interior para poder desplegarse.

Para el capitalismo, todo debe acabar lentamente sometido al consumo, a la mercantilización o monetarización, a la exposición como mercancía; de ahí el incremento de la pornografía, la conversión del Otro en objeto sexual. Se va desarrollando una sociedad pornográfica que es, en realidad, la antípoda del Eros, pues provoca la destrucción misma de la sexualidad, al convertirse ésta en objeto de consumo, de exposición visual,donde desaparece la seducción, los velos, la fantasía,el insinuar sin mostrar claramente, elementos imprescindibles para mantener el Eros vivo.

En opinión de Han, la debilidad de la pareja, de las relaciones  amorosas en el tiempo presente no tiene nada que ver con el exceso de imaginación o fantasía, sino con unas expectativas demasiado altas respecto al Otro, lo que hace que muchas veces no se soporte el choque con la realidad. Es como si no se quisiera reconocer las imperfecciones y negatividades inherentes a todo ser humano, pues, como decíamos anteriormente debe dominar el buen rollo, lo agradable, lo placentero, el disfrute, en definitiva borrar toda negatividad.

Esta crisis de la fantasía, de la imaginación, del Eros, explicaría, para Han, la crisis del arte y la literatura, e incluso de la política entendida como acción común, como un nosotros que actúa con desprendimiento y valentía, valores contrapuestos a la sociedad del deseo, de sujetos buscadores del rendimiento aislados en sí mismos. Para él hay un vínculo secreto entre Eros y política, pues una vida consagrada a un ideal no se aleja de la intensidad propia del amor.

Es más, resulta muy interesante la tesis final de Byung de que sin Eros , sin haber sido amigo o amante, el pensamiento pierde vitalidad e inquietud, deja de lanzarse a lo no transitado, para amoldarse a lo existente o seguir los caminos trillados.

La agonía del Eros nos puede servir para entender la aparente paradoja de como el erotismo agoniza en una sociedad en la que se imponen modas en el vestir donde se muestra casi todo a la vista, desde los pechos hasta el culo-nos referimos, por ejemplo, a la moda veraniega de los minipantalones que dejan visible una parte del trasero-. Para el autor el éxito de esta manera de vestir probablemente representaría el triunfo de la sociedad de la hipervisibilidad, del escaparate, de la exposición, pero no del Eros, lo que podemos intuir en el rechazo a la mirada discreta, sin más, que observamos  cada vez más en esta sociedad sexualidad en sus formas, en su apariencia.

 Y si a la sexualización, que no erotización, le sumamos, en nuestro país, la creciente campaña contra los malos tratos en la pareja basada en criminalizar a los hombres y en alentar la denuncia, nos encontramos con que, realmente, podríamos hablar de una agonía del Eros profundizada por  una ruptura cada vez más grande de las relaciones entre hombres y mujeres, dominadas crecientemente por la desconfianza. ¿A dónde nos dirigimos realmente?


jueves, 11 de diciembre de 2014

En el enjambre. Psicopolítica, transparencia y el panóptico digital

De entre los libros que hemos leído últimamente queremos destacar tres textos que, en cierto sentido, forman una trilogía, pues los tres suponen una reflexión sobre la revolución digital, sobre el mundo de las redes sociales. 

Se trata de : En el enjambre, Psicopolítica y La sociedad de la transparencia.  Su autor se llama Byung-Chul Han, filósofo de origen coreano que actualmente reside en Berlín y que podemos considerarlo el pensador de los problemas y enfermedades individuales y sociales provocadas por el mundo moderno, incluyendo lo que denomina en una de sus obras-pendiente de lectura- La agonía del Eros.

 En los tres libros citados, libros de pocas páginas pero que requieren una lectura atenta pues, aunque amenos y muy interesantes por el tema tan de actualidad que toca, en algunos capítulos o partes de ellos usa un lenguaje complejo, de difícil seguimiento, que es para nosotros uno de los grandes males de la filosofía contemporánea que, consciente o inconscientemente parece querer separar profundidad de sencillez, como si no fuera posible mezclar profundidad con claridad expositiva, lo cual lastra su seguimiento e interés por la mayoría de la población. No obstante, dicho todo esto, queremos recomendar sus lecturas, pues son textos provechosos y que animan a la reflexión y se separan del pensamiento dominante.

Frente a la idea mayoritaria de que el universo digital, el cosmos de las redes sociales es positivo e incluso emancipador pues son espacios de libertad y de comunidad la tesis de Han es la opuesta. Para él, en realidad y frente al viejo panóptico de Bentham, es decir la sociedad del control y vigilancia clásicas, donde un centro vigila a los reclusos, se ha construído un panóptico digital, en el cual, a parte del control del Estado y las Empresas, todo el mundo  controla a todo el mundo, todos somos vigilantes y vigilados a la vez, actores y víctimas.

Se ha constituido, como titula uno de sus capítulos de La sociedad de la transparencia una sociedad pornográfica, de desnudo colectivo, donde se destruye la singularidad, lo oculto, las máscaras, los artificios que ocultan partes de nosotros. Ocultamiento que según Han siempre es positivo, en todos los aspectos, pues es lo que nos hace interesantes como personas .Frente al elogio moderno de la transparencia, el autor considera que ésta supone la destrucción de la confianza y una apuesta decidida por el control y la vigilancia.

El denominador común de sus libros es que la nueva sociedad digital, aunque se cree libre, es, en realidad, una sociedad de sumisión voluntaria, de exposición libre a la mirada panóptica, donde el viejo Big Brother se transforma en Big Data, apoderándose de los datos entregados voluntariamente por los individuos, lo que permite al sistema de dominación poder condicionar a las gentes de manera prerreflexiva, accediendo incluso al inconsciente colectivo. Esto supone pasar de la biopolítica a la psicopolítica, es decir al uso de un poder seductor e inteligente que consigue que las personas se exploten y opriman a sí mismas.

Frente a la expresión de comunidad de internautas u otras afines, no hay verdadera comunidad en el Reino de Internet, según el autor. Cabría hablar más bien de enjambre, es decir una multitud ruidosa de Egos, de individuos aislados, incapaces de una acción común, de una acción política seria, de manifestarse como una voz.

Pese a lo que comunmente se piensa, la revolución digital no permite la creación de un verdadero contrapoder, ni, prácticamente de reflexiones serenas, pues el ruido o zumbido constante destruye el silencio necesario para pensar en profundidad.

Una comunidad real sólo puede reconstruirse en el mundo, valga la redundancia, real, entre personas que se miran a la cara, dialogan, llegan a acuerdos. Es decir entre gentes que se encuentran en las calles. De ahí su crítica a la sociedad indignada, esa que pulula tanto en facebook y demás redes contra los políticos. La indignación en las redes crea, a lo sumo, movimientos inestables, sin principios serios y verdaderamente alternativos, pompas de jabón que tan pronto se hinchan explotan, sin dejar rastros, ni lecciones provechosas para el futuro, como si hicieron movimientos decimonónicos, con menos medios en todos los sentidos, pero capaces de dotarse de un discurso común. La sociedad indignada es una sociedad agitada, que cree que con esa agitación puede llegar a algún lado, cuando sólo agitamos nuestra impotencia.

También es interesante la crítica que hace de la pomposamente llamada sociedad de la información. Las toneladas de información a la que podemos acceder no ayuda a iluminar un camino a seguir, en realidad enmaraña y obscurece todo. La llamada sociedad de la información y el conocimiento es la sociedad de las tinieblas.

Es verdad, dando nuestra opinión, que Internet permite conocer o reencontrarte con personas del pasado, que puedes encontrar algunas cosas interesantes, análisis que te hagan pensar. Que pueden crearse pequeños grupos que pongan cosas en común; compartir algunos conocimientos. No todo es tan negativo como lo pinta Byung-Chul Han.

 No obstante, quienes piensen que la emancipación de la humanidad se dará a través de las redes sociales, de la revolución digital, se equivoca. Tal pensamiento no es más que una transmutación del famoso mito laico del marxismo. Cambiando el desarrollo de las fuerzas productivas y la nueva clase social producida, o sea el proletariado como motor para la nueva sociedad, por el desarrollo tecnológico. Con la diferencia de que en el marxismo aparecen seres reales de carne y hueso, los proletarios, frente a la tecnoutopía contemporánea que imagina la liberación a partir de nuevos aparatos técnicos.

Ni tecnofobia ni tecnofilia, pongamos las cosas en su justa medida.Y que sus libros les hagan pensar, apoyando o criticando sus tesis, es lo de menos.







jueves, 4 de diciembre de 2014

¿Por qué no hay una alternativa revolucionaria?


Es común preguntarse el porqué de la inexistencia en un país como el nuestro, arrasado por el paro y con un creciente aumento de la pobreza a todos los niveles, de una revolución, o, al menos, de un movimiento de protestas masivas y continuadas en el tiempo.

La pregunta, para nosotros, está mal formulada. No puede haber revolución sin un movimiento revolucionario, sin una alternativa revolucionaria, al igual que no hay chocolate sin cacao.

Por tanto, el interrogante debe ser este: ¿por qué no se ha desarrollado un pensamiento revolucionario en amplias capas sociales?.

Entre los diversos factores nosotros quisiéramos señalar tres, que podrían explicar algo de la situación de pasividad y resignación.

En primer lugar el triunfo, desde hace muchos decenios, de la mentalidad burguesa o de clase media, en la casi totalidad de la población, sin distinción de credos o ideologías. El movimiento obrero, en sus primeros tiempos y luego, posteriormente, en algunas de sus corrientes que fueron adelgazando rápidamente hasta caer en la marginalidad, como el anarcosindicalismo-por errores propios también- planteaba la creación de valores propios que enfrentar a los de la burguesía, al capitalismo. Entre ellos estaba la solidaridad, la cooperación, el apoyo mutuo, la libertad como no dominación, el internacionalismo como fuerza que oponer a un capitalismo progresivamente mundializado…Esto no quedó sólo en la retórica, pues la clase obrera logró crear en diversos países experiencias prácticas, tales como casas del pueblo, ateneos, cooperativas, cajas de resistencia, grupos culturales, escuelas libres, revistas, prensa, incluso llegaron a producirse huelgas de solidaridad-algo hoy por hoy impensable-, sabotajes de productos considerados nocivos y un largo etcétera.

Todo eso fue paso a paso menguando, especialmente tras la segunda guerra mundial y el éxito temporal del llamado Estado de bienestar, Estado que parecía llamado a liberar a la clase trabajadora de sus penurias sin esfuerzo, a través de un mecanismo vertical. La mentalidad burguesa, basada en la centralidad de lo material, la riqueza, el lujo, el confort, la comodidad, la abundancia de bienes, el progreso infinito-idea que ya se encontraba en el pensamiento socialista decimonónico, especialmente el marxismo-, el pedir a las alturas, frente al esfuerzo horizontal y solidario, el desprecio o, al menos, la consideración de inferioridad del trabajo manual frente al “intelectual” destruyó a la clase obrera y su intento de construir una nueva civilización con otros valores. Triunfó la clase media, o, mejor dicho, la mentalidad de clase media.

Hoy, todo el mundo, o casi todo el mundo, gusta de tirarse los pedos más altos que el culo, y se sitúan en la clase media, aunque muchos no lo seamos, siendo la situación más grave que cuando existía un sector que se reconocía y sentía con orgullo como clase obrera; pues parados y temporales precarios, o trabajadores intermitentes, estamos a la intemperie, sin más apoyo que la familia, al haber destruido la psicología de clase media cualquier lazo solidario de clase o de otro tipo que pudiera haberle sustituido-con la familia, por cierto, reducida de extensa a nuclear, y esta última en proceso de desmoronamiento, esperando que el sistema capitalista-estatal inicie diversos proyectos de ingeniería social para acabar con ella y lograr el trabajador ideal, sometido totalmente al proceso productivo, sin más sueños y sentido que el trabajo asalariado-.

En segundo lugar, y con cierta relación con el tema anterior, está el triunfo de la mentalidad de partido. Se acabó imponiendo en el imaginario colectivo la idea de que un a democracia debe ir unida a un sistema de partidos. Pero el sistema de partidos frente a la democracia de consejos supone la ruptura y división artificial de las clases populares y favorece la creación y renovación continua de una clase dirigente, que enarbola diversas banderas y discursos, algunos supuestamente obreros y populares con los que engañar a la población, si bien es cierto que ésta también gusta de autoengañarse, al fin y al cabo los partidos se sostienen gracias a la gente sometida. Hablábamos de la relación entre los partidos y el movimiento obrero porque el último intento serio de impulsar una sociedad autónoma a todos los niveles, con el trabajo manual como elemento constructor y renovador de la humanidad, o sea los obreros y campesinos, acabó, en gran parte, con el éxito entre ellos de la idea de que necesitaban un o unos partidos que los representaran. Así, los partidos socialista y  comunista, junto con la ingenuidad obrera de acabar por creer en ellos, fueron los sepultureros del socialismo en su sentido primitivo o autogestionario, dando paso a la era de los manipuladores de masas.

La fuerte pervivencia de tal mito, esa creencia mesiánico laica moderna en el partido salvador, que en última instancia va unida al Mesías, que de religioso se convierte en Secretario General, la tenemos en nuestro país en el caso Podemos. Alentado e impulsado por ciertos  medios de comunicación, en nuestra opinión en parte para renovar a una izquierda desgastada y por otra parte en volver a inyectar letales dosis de heroína en el cuerpo social en el sentido de renovar la ilusión en un partido salvador, en un Guía, frenando, con discurso pseudoradical y demagógico cualquier peligro de que surgiera una verdadera alternativa revolucionaria.  Que tales operaciones conciten entusiasmo, curiosa y especialmente en urbanitas y gentes con estudios universitarios ponen de manifiesto que las vanidosas, egocéntricas y engreídas gentes de la modernidad, con toda la información y formación que disponen, con su desprecio al mundo rural y pasado, no están por encima de ellos, y sigue siendo fácil engañarles con cualquier superchería  envuelta en laicismo y que les prometa el paraíso terrenal, en vez de celestial.

En tercer lugar, una causa para nosotros muy importante de la inexistencia de un pensamiento revolucionario serio estriba en el olvido del trabajo asalariado como raíz de la opresión, de la semiesclavitud del mundo moderno. Mientras no se tenga en cuenta la necesidad de lanzar un proyecto que tenga entre sus objetivos básicos estudiar cómo salir del salariado, el sistema de dominio permanecerá eterno.

Existen en la sociedad actual personas y grupos, pequeños, que plantean otros valores, otras formas de ver y entender la vida, que son conscientes de la finitud de la tierra y sus recursos, que sueñan con otra cosa .Pero, de momento, están dispersos y aún siguen, en general, atados, en parte a las viejas y obsoletas mentalidades, con miedo, en el fondo, a parecer radicales y no tener apoyos.


No obstante para nosotros es fundamental que resurja esa alternativa revolucionaria. Alternativa que debe aprender de los errores pasados, como el sectarismo, el fanatismo, la violencia y otros defectos que la lastraron. Y que, junto a unas pocas y claras ideas sea capaz de crear prácticas, como el viejo movimiento obrero. Tal vez, más que plantear una revolución al viejo estilo y soñar con un estallido revolucionario en las calles, cosa que parece muy lejana, si es que alguna vez se produce, tenga que plantearse, esa hipotética alternativa, la creación de comunidades que, sin pretender escapar o aislarse de lo que existe, puedan paso a paso poner en marcha mecanismos de vida, producción, distribución , organización y relacionales diferentes.