lunes, 28 de octubre de 2024

Errejón, las purgas neocomunistas y el ocaso del feminismo patriarcal, institucional y capitalista

 No tenía intención inicialmente de hacer comentarios sobre el caso Errejón, entre otras cosas porque como argumentaba una amiga en una comida con amigos la televisión de los últimos años se centra en explotar una noticia hasta que quede exangüe, el tiempo que haga falta, mareando la perdiz y generando hastío entre el público que sigue las noticias y los debates de politiquería, o política basura, frente a los debates de altura que se dieron hasta los años noventa, especialmente en la inolvidable La clave.

Sin embargo, como es costumbre, en la televisión espectáculo del hoy no se comenta  lo que hay realmente detrás del caso, que por cierto sirve para mostrar la realidad de los grupos políticos más serviles a las ideologías de moda lanzadas por las instituciones con la intención de generar una nueva ortodoxia, un encuadramiento general de la sociedad, quedando cualquier discrepante, cualquier heterodoxo, señalado como sospechoso de derechista o ultraderechista.

Lo primero de todo tengo que decir que no me gusta nada que se usen las redes sociales como campo de denuncia a través del cual poder linchar a cualquier persona, independientemente de lo que pensemos de ella, compartamos o no sus ideas. Para denunciar comportamientos delictivos o presuntamente delictivos hay otros medios.

Tampoco me parece de interés las aficiones sexuales de la gente, que es un asunto privado de cada cual y la pareja de turno .



En el caso Errejón hay para mí otros asuntos clave. Primero es quién se hace oídos de los comportamientos de este y lo lanza a las redes: se trata de Cristina Fallarás, periodista afín a Podemos, y por tanto un partido enfrentado a Sumar y a Íñigo Errejón, a su vez uno de los antiguos fundadores de Podemos.

Aquí tenemos actualizadas las luchas y purgas entre familias comunistas-de tiempos estalinianos-, si bien en vez de usar pistolas, gulags, pelotones de ejecución y piolets, ahora se usa un método igual de cruel aunque no sanguinario: las mencionadas redes sociales para debilitar y si se puede liquidar al partido teóricamente hermano pero en la práctica rival en lucha a vida y muerte por los asientos parlamentarios, por el poder y el dinero.

Con independencia de si Íñigo Errejón es culpable o no de la única denuncia hasta la fecha, de lo que se encargará la justicia, no los comentarios en redes, vemos como Podemos y sus derivados de la familia llamémosle  neocomunista-adaptada a los tiempos recientes- predominan los machos alfa, hombres que abrazan el discurso feminista institucional, llegando a entrometerse en la libertad sexual, cual obispos laicos en lo que hombres y mujeres hacen en la cama, con la famosa Ley del solo Sí es Sí.

Hombres tan hipócritas como oportunistas, lanzados en su momento por el sistema-sin que sepamos aun claramente que instituciones u organismos lo hicieron, aparte de las televisiones-, al que interesaba tener una fuerza que hiciera bandera del feminismo patriarcal, capitalista y estatal, un fasciofeminismo que hiciera creer a las mujeres que las instituciones estatales y capitalistas eran sus protectoras, que sin ellas no eran nada, no podían protegerse de los hombres, sus enemigos potenciales, sospechosos siempre de violadores.

Es posible que algunos o muchos de estos hombres, en realidad, despreciaran a las mujeres, no fueran más que meras muñecas sexuales para ellos, pero también es posible, lo que no se dice, que muchas mujeres se arrimaran a ellos atraídas por el brillo de la fama, el falso prestigio, el dinero y el poder. Y que muchas, o algunas, lo que buscaran fuera medrar acostándose con ellos .

¿Un juego, en realidad, de violadores y prostitutas?. Suena muy fuerte, pero quizás haya mucho de eso.

El caso Errejón puede, deseo,  suponer el ocaso del neofeminismo patriarcal y capitalista que pretende triturar a todos, hombres y mujeres en un sistema económico y asalariado cada vez más endurecido porque más en crisis. Uno espera, quiere creer, que muchos hombres y mujeres que se han creído de buena fe las ideas lanzadas con intención por el sistema despierten.

Pero mientras reflexiono y escribo, me entra una duda: igual que fue lanzado Podemos,  ¿lanzará el sistema, una vez agotado este y sus marcas blancas y escisiones varias, otras opciones políticas, ahora de la ultraderecha?. Y, ¿volverá a picar un porcentaje no desdeñable de la población, una vez decepcionados con las izquierdas, con las ideas de extrema derecha?. ¿O sabrá levantar una opción antisistémica clara y autónoma tras décadas de muerte en vida?

El futuro dirá, yo no me atrevo a hacer predicciones. Quisiera la segunda, pero...

sábado, 5 de octubre de 2024

La virgen roja

 Hoy toca recomendar una película magnífica tanto en su recreación estética, como en la recreación del entorno y del ambiente social, familiar, político, ético e individual de la época, los años treinta.

La virgen roja nos sumerge en una historia hace mucho olvidada, la vida y muerte de Hildegart Rodríguez, una joven que despuntó como estrella fugaz en los comienzos de los años treinta, escribiendo numerosos artículos y ensayos sobre sexualidad femenina, dentro de un incipiente régimen como todos sabemos fallido por múltiples circunstancias, tanto internas como externas: la II República.

El film nos lleva a la vida y peripecias de una familia peculiar, la constituida por dos mujeres. Aurora, la madre soltera, una fémina con ansias de libertad absoluta, de no dejarse dominar ni dirigir por ningún hombre, y que renuncia a todo por un proyecto, para algunos loco, para otros sumamente ambicioso: traer una persona al mundo para convertirla en un ser perfecto, alguien destinado a transformar la sociedad, la realidad.

Aquí aparece Hildegart, que desde pequeña es instruida en todo tipo de artes, deportes  y saberes, con el objetivo de convertirla en una mente prodigiosa, una superdotada, libre de atadura, la primera mujer realmente libre que ejerciera tal magnetismo sobre la sociedad de su época que impulsara su transformación.



Pero este proyecto de ingeniería social desplegado sobre una chica sensible, con sus debilidades y sus necesidades de vivir la vida real ,por encima del mero intelecto, de la frialdad de una vida reglada en toda su extensión, en todas sus actividades diarias, comienza a agrietarse.

Hildegart, pese a los esfuerzos de su madre Aurora por aislarla de lo emocional, con gran esfuerzo por romper los barrotes de la jaula de cristal generada por Aurora, brillantemente representada tanto en su sueño tiránico delirante, como en su oscura y brillante en el sentido intelectual del término personalidad, por la actriz Najwa Nimri, comienza a rebelarse.

Descubre la atracción y el deseo por un joven socialista inquieto, admirador de ambas figuras, con ganas de crecer intelectualmente a la vez que con ideales críticos de cambio, los suficientes para empezar a bascular del socialismo a la acracia, como Hildegart, siempre descontenta con lo que le rodea pese a su corta edad.

También vislumbra un mundo duro, a veces cruel, que acaba por romper ,como un espejo estampado contra el suelo o la pared, fragmentado en miles de pedazos, su educación ultrarracionalista y mental, basada en la independencia total y en el rechazo a los hombres, vistos por su madre como una amenaza, un peligro, un mal.

La Virgen Roja muestras las enormes contradicciones de quien o quienes hablando de la libertad, fraguan una sociedad, o unas vidas individuales sometidas a la más abyecta dictadura. Y es doblemente interesante por cuanto Hildegart descubre como la madre, en realidad lo que busca es el divide y vencerás.

En nombre de un feminismo , el de Aurora, que curiosamente tiene mucho o todo que ver con el que se pretende imponer desde hace dos décadas- desde Zapatero y la Ley de Violencia de Género-, un feminismo institucional y capitalista que pretende mujeres enfrentadas a los hombres, que sean vistos con resquemor y precaución por ellas, incluso como violadores y maltratadores potenciales, y cuyo objetivo final es convertir a las mujeres en amantes de la esclavitud asalariada, meras productoras y consumidoras que se fatiguen en la competencia y en sacar adelante un sistema económico que va cayendo.

En este sentido la película muestra a la madre de Hildegart como una ingeniera social, precursora de lo que ha llegado no hace mucho, si bien aún a nivel familiar. Y vemos a la hija como una rebelde ante ese pensamiento, esa educación nefasta, esa falsa libertad que esconde un totalitarismo, la de los totalitarismos que buscaban crear hombres y mujeres nuevos, perfectos, que eliminen sus sentimientos y deseos individuales, sus pasiones personales, por su sumisión, su absorción, por la colectividad, el bien común, que en realidad siempre acaba siendo el bien de una minoría, la de los intelectuales que creen que el saber teórico es lo esencial, no el práctico, y que usan esos saberes-respetables y necesarios- para auparse sobre los trabajadores, sobre el proletariado, y dirigirlo con mano férrea.

La virgen roja es una película muy dura, cierto, pero toca temas muy de actualidad y en ese sentido es un film que desde aquí recomendamos, porque muchas cosas que se debatían entonces se sigue discutiendo ahora, o bien sería necesario retomar, como la necesidad de repensar  un pensamiento subversivo que se enfrente al horror imperante y el que se avecina.

Pero un pensamiento rebelde que, como dijo la malograda Hildegart, una revolución y amor. Pues sin amor, sin sentimientos, toda revolución perecerá en las garras de lo inhumano. En su breve vida, Hildegart apuntó alto y resultó una visionaria y alguien que, desde el otro lado, aunque ahora sea una figura fantasmal, como se dice al final de la película nos alienta a no dejar de lado lo emocional, lo amoroso.

Desde este humilde blog se agradece al director del film el que haya rescatado del subsuelo del olvido una figura como Hildegart, La virgen roja, apelativo, por cierto, que también recibió una mujer que, como ella, murió joven y que, aunque más reconocida, todavía no lo ha sido lo suficiente: Simone Weil. 

Dos figuras femeninas que vivieron la verdadera igualdad: la libertad, el hacer lo que les salía del coño-Hildegart sólo de manera incipiente- pero junto a los hombres, nunca contra ellos, nunca cayendo en el nuevo neomachismo paternalista que venden las izquierdas actuales, la que las victimiza y las convierte en seres inferiores a proteger por las autoridades, menores de edad perpetuas.