He tenido la ocasión de leer un magnífico, bello y poético libro de un sacerdote fallecido tiempo atrás, Ignacio Larrañaga ,titulado El hermano de Asís.
Dicho texto nos sumerge en la vida del famoso santo, comenzando por una juventud en la que era muy aficionado a las juergas y diversiones, siendo una persona muy expansiva y con numerosos amigos de correría. Llegó a estar preso por sumarse a una rebelión de gentes modestas contra la opresión de la nobleza. También estuvo a punto de sumarse a una cruzada en defensa del Papa, y cuando ya se encaminaba para batallar un sueño le hizo darse la vuelta y cambiar.
El Señor le pedía otra vida por lo que volvió a Asís, y decidió que su existencia posterior iba a ser vivir como vivió Jesucristo, en la pobreza, en la más absoluta modestia, imitando al crucificado, llevando el estandarte del amor y la paz por el mundo, predicando con el ejemplo. Tal decisión provocó un fuerte rechazo inicial en su familia, especialmente con su padre, que nunca entendió la transformación de su hijo, del que esperaba que llevara una vida de éxitos. Quien sí acabó por comprenderle fue la madre, mujer de fe firme , que terminó por darle su apoyo y su bendición en su camino.
Tras unos inicios difíciles, con el rechazo y las burlas de muchas gentes, fue conquistando con su estilo de vida tan diferente y su sencillez discursiva numerosos seguidores que, como él, recorrían sin llevar nada encima los caminos del mundo, esperando la protección y la gracia divina, durmiendo en cualquier lugar y mendigando al principio, hasta que decidieron trabajar con sus manos en sus vidas errantes y pedir solo en circunstancias especiales.
Por su trabajo no pedían dinero, sino alimentos, fundamentalmente . En el libro aparece una mujer que quiso imitar su ejemplo de vida, levantando la bandera de la Dama Pobreza, Clara, fundadora de las clarisas, amiga de Francisco hasta la muerte de este.
Sin embargo como todo en la vida, el éxito de afluencia en las filas franciscanas supuso la aparición de intelectuales y otros hermanos que juzgaban excesivamente dura la forma de vida de la comunidad, pues consideraban que la inmensa mayoría de la gente no podía alcanzar una existencia tan elevada y difícil, de seres errantes que predicaban con sus vidas tan expuestas por el mundo; personas que quisieron y lograron, en parte, hacer cambios en la Orden, con el rechazo y enfado de San Francisco de Asís.
En el libro vemos reflejado su amor por toda la creación desde los seres vivos a incluso las rocas y la materia no orgánica, destacando su amor hacia las aves, a las que envidiaba.
En resumen un libro embriagador de un personaje diferente que debería ser inspirador de la Iglesia, pues marcó el camino más auténtico del cristianismo, un cristianismo que si quiere revivir y alzar el vuelo frente a la decadencia que padece y que puede terminar con su fin, debe seguir los pasos de Jesús de Nazaret, como entendió el Hermano de Asís y en fechas más recientes otra figura clave para el hipotético despertar de la iglesia-vuelta a ser lo que siempre debió ser, Asamblea de fieles-Charles de Foucauld.
Ojalá alguna vez un grupo de jóvenes se arme del valor que procura una fe profunda y auténtica y se lancen como Francisco por los caminos del Señor, glorificando a la creación, viviendo la vida de Jesús de Nazaret, un a vida de desnudez e impotencia pero de verdadera libertad y de dar la espalda a las ideas mundanas y tramposas de gloria, éxito y triunfo.