No tenía intención inicialmente de hacer comentarios sobre el caso Errejón, entre otras cosas porque como argumentaba una amiga en una comida con amigos la televisión de los últimos años se centra en explotar una noticia hasta que quede exangüe, el tiempo que haga falta, mareando la perdiz y generando hastío entre el público que sigue las noticias y los debates de politiquería, o política basura, frente a los debates de altura que se dieron hasta los años noventa, especialmente en la inolvidable La clave.
Sin embargo, como es costumbre, en la televisión espectáculo del hoy no se comenta lo que hay realmente detrás del caso, que por cierto sirve para mostrar la realidad de los grupos políticos más serviles a las ideologías de moda lanzadas por las instituciones con la intención de generar una nueva ortodoxia, un encuadramiento general de la sociedad, quedando cualquier discrepante, cualquier heterodoxo, señalado como sospechoso de derechista o ultraderechista.
Lo primero de todo tengo que decir que no me gusta nada que se usen las redes sociales como campo de denuncia a través del cual poder linchar a cualquier persona, independientemente de lo que pensemos de ella, compartamos o no sus ideas. Para denunciar comportamientos delictivos o presuntamente delictivos hay otros medios.
Tampoco me parece de interés las aficiones sexuales de la gente, que es un asunto privado de cada cual y la pareja de turno .
En el caso Errejón hay para mí otros asuntos clave. Primero es quién se hace oídos de los comportamientos de este y lo lanza a las redes: se trata de Cristina Fallarás, periodista afín a Podemos, y por tanto un partido enfrentado a Sumar y a Íñigo Errejón, a su vez uno de los antiguos fundadores de Podemos.
Aquí tenemos actualizadas las luchas y purgas entre familias comunistas-de tiempos estalinianos-, si bien en vez de usar pistolas, gulags, pelotones de ejecución y piolets, ahora se usa un método igual de cruel aunque no sanguinario: las mencionadas redes sociales para debilitar y si se puede liquidar al partido teóricamente hermano pero en la práctica rival en lucha a vida y muerte por los asientos parlamentarios, por el poder y el dinero.
Con independencia de si Íñigo Errejón es culpable o no de la única denuncia hasta la fecha, de lo que se encargará la justicia, no los comentarios en redes, vemos como Podemos y sus derivados de la familia llamémosle neocomunista-adaptada a los tiempos recientes- predominan los machos alfa, hombres que abrazan el discurso feminista institucional, llegando a entrometerse en la libertad sexual, cual obispos laicos en lo que hombres y mujeres hacen en la cama, con la famosa Ley del solo Sí es Sí.
Hombres tan hipócritas como oportunistas, lanzados en su momento por el sistema-sin que sepamos aun claramente que instituciones u organismos lo hicieron, aparte de las televisiones-, al que interesaba tener una fuerza que hiciera bandera del feminismo patriarcal, capitalista y estatal, un fasciofeminismo que hiciera creer a las mujeres que las instituciones estatales y capitalistas eran sus protectoras, que sin ellas no eran nada, no podían protegerse de los hombres, sus enemigos potenciales, sospechosos siempre de violadores.
Es posible que algunos o muchos de estos hombres, en realidad, despreciaran a las mujeres, no fueran más que meras muñecas sexuales para ellos, pero también es posible, lo que no se dice, que muchas mujeres se arrimaran a ellos atraídas por el brillo de la fama, el falso prestigio, el dinero y el poder. Y que muchas, o algunas, lo que buscaran fuera medrar acostándose con ellos .
¿Un juego, en realidad, de violadores y prostitutas?. Suena muy fuerte, pero quizás haya mucho de eso.
El caso Errejón puede, deseo, suponer el ocaso del neofeminismo patriarcal y capitalista que pretende triturar a todos, hombres y mujeres en un sistema económico y asalariado cada vez más endurecido porque más en crisis. Uno espera, quiere creer, que muchos hombres y mujeres que se han creído de buena fe las ideas lanzadas con intención por el sistema despierten.
Pero mientras reflexiono y escribo, me entra una duda: igual que fue lanzado Podemos, ¿lanzará el sistema, una vez agotado este y sus marcas blancas y escisiones varias, otras opciones políticas, ahora de la ultraderecha?. Y, ¿volverá a picar un porcentaje no desdeñable de la población, una vez decepcionados con las izquierdas, con las ideas de extrema derecha?. ¿O sabrá levantar una opción antisistémica clara y autónoma tras décadas de muerte en vida?
El futuro dirá, yo no me atrevo a hacer predicciones. Quisiera la segunda, pero...