miércoles, 17 de noviembre de 2010

Trasversalidad, regeneración democrática, neoliberalismo y nacionalismo. ¿Bases del futuro populismo?

Artículo publicado por Alfredo Carreras en El Paseante Solitario el 15 de noviembre de 2010

Es común pensar, cuando se habla de populismo, en figuras de actuación o discurso bufonesco, tipo Chávez. O pensar que fenómenos de ese tipo, son típicos de países subdesarrollados, con un alto porcentaje de población que vive en la pobreza, y con mayor facilidad manipulable por su situación, antes figuras que le prometan mejoras.
Creo sin embargo que tal pensamiento es un error. Ninguna sociedad está libre de dejarse llevar por movimientos populistas, o por figuras que enarbolen un discurso fácil, que culpan al Otro, al Extraño, de los males que nos aquejan. Y ni España, ni Occidente, está libre de tales tendencias. El creciente número de parados, la crisis económica, azuza el latente racismo o xenofobia, el discurso cómodo de achacar las culpas al procedente de otras tierras . También es cierto que la situación de Latinoamérica y la de Europa occidental es diferente, y por tanto el populismo de un lugar y otro puede adquirir discursos y matices diferentes. En América Latina, suele ser un Caudillo militar, aquí no. Tampoco debemos igualar sin más populismo y fascismo, aunque compartan cosas, como a veces nos sucede. Debemos realizar un esfuerzo de análisis , de ver lo novedoso en el pensamiento político, en los partidos o movimientos políticos nuevos. Ver en lo que conectan con el viejo fascismo, y lo que les distingue.
Y si estudiamos España, país en el que por suerte o desgracia nos toca vivir, ¿dónde encontramos los elementos, el posible magma de donde pueden ascender los nuevos movimientos políticos populistas?. El primero sería el llamado pensamiento trasversal. Aquel, que ante la crisis y hundimiento de viejas ideologías, afirma que no hay izquierda y derecha. Que la alternativa es la mezcolanza, un popurri de elementos varios, para atraer a todo tipo de gente .Este pensamiento, es muy grato a la sociedad posmoderna, donde el pensamiento crítico ha sido vaciado. Empero, la tan pretendida atractiva y moderna trasversalidad, es, en parte, herencia del fascismo, movimiento político que en sus orígenes pretendía también sobrepasar los conceptos de izquierda y derecha. Un pseudopensamiento que encaja como anillo al dedo a nuestra sociedad. Por otra parte, fácil es ver que la trasversalidad es el relativismo extremo trasladado al mundo político. Y por tanto criadero de oportunistas, de nuevos políticos sin más principios que conseguir una mínima parcela de poder. Expertos en realizar cabriolas ideológicas, utilizar un discurso en un medio, y otro diferente en otro de diferente tendencia. Un nuevo éxito del vacío posmoderno. Generalmente la trasversalidad encubre una derecha disfrazada, derechas que en nuestro país se niegan a reconocerse como tales, como si la derecha no fuera una opción tan legítima como la izquierda. Lo que no quita que ocasionalmente pueda encubrir una izquierda que para crearse un hueco electoral fácil recurra a ese discurso. Podemos ver claramente que el pseudopensamiento trasversal va unido con frecuencia al oportunismo, el disfraz, el engaño.
El segundo elemento que parece haber caído presa del nuevo populismo, es el discurso de la regeneración democrática. Nuevamente la crisis de los partidos tradicionales, el hartazgo de la sociedad ante los políticos y la estructura interna de las diferentes opciones políticas, ha puesto de moda el discurso de apoyo a la regeneración democrática. Un elemento en principio positivo, pero que puede ser fácilmente utilizado por los nuevos populismos. Aparte de la regeneración democrática, ¿Cual es su ideario económico, su programa?. Cuando no hay respuesta clara, sino vaguedades, es decir, cuando se suma a la llamada trasversalidad, fácil es detectar que el discurso de la regeneración democrática no es más que un caramelo envenenado. ¿Qué ciudadano va a oponerse a la llamada regeneración democrática?. Con esa idea, todos contentos.
El tercer elemento, es el neoliberalismo. Es decir, aquellos hombres y mujeres que del viejo liberalismo, se quedan sólo con la defensa del mercado libre, defendiendo un capitalismo desregulado y salvaje. Apoyando en nuchos casos una moral conservadora, llegando en algunos casos a sostener teorías reaccionarias como el creacionismo, y una influencia de la religión en el mundo político, al estilo Tea Party. Los neoliberales, aunque no siempre, por supuesto, son base importante del nuevo populismo . Por la ambiguedad de su discurso, conectan muy bien con la ambiguedad del populismo trasversal.
El cuarto elemento, sería el nacionalismo. O mejor dicho, en España, la reacción a las fuerzas reaccionarias del nacionalismo periférico. Es en los nuevos partidos antinacionalistas donde más cercanía hay en su discurso con el populismo, con todos o la mayoría de elementos mencionados anteriormente .Movimientos de reacción que suelen acabar siendo un calco de lo que critican. Que encuentran un discurso fácil, achacar los numerosos males de España a un enemigo. Es, nuevamente, el discurso de lo simple.
En estas ideas se mueve, en mi opinión, el peligro de un nuevo populismo en España. Con similitudes con el fascismo, pero con diferencias evidentes. La diferencia fundamental estriba en que no hablamos de partidos que apoyen un sistema dictatorial, un partido único. Podríamos clasificarlos de movimientos que basados en unas pocas ideas simples, algunas atractivas para grandes sectores de la población, buscan aupar al poder a una nueva clase dirigente. Nueva clase dirigente, que vacía de ideología, o de proyecto claro, como el flautista de Hamelin, quiere arrastar tras sus máscaras, sus disfraces, a la población.
¿Existe vacuna?. Sí. Que izquierdas y derechas puedan desarrollar idearios interesantes, con claras diferencias, para que quienes se sientan afines a unos u otros, no se sientan seducidos por el virus trasversal, con sus cantos de sirenas .Por los lobos con piel de cordero, nuevos bárbaros con ropaje moderado.
La lucha no va a resultar fácil. Los nuevos movimientos, de distinto signo y tendencia, de monárquicos a republicanos, no usan un discurso fanático, sino moderado. Sus adeptos son muchos de ellos gente honesta, que cree en que la trasversalidad es el futuro. Pero la inocencia no exime de la responsabilidad de lo que se está fraguando.Nuevos políticos sin más principios que su ascenso. Más de lo mismo, pero en peor.

Alfredo Carreras es Secretario de Res Pública, licenciado en Sociología y Técnico Superior en Prevención de Riesgos Laborales.

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