lunes, 28 de mayo de 2012

Derechos y deberes

Es muy habitual en todo acto de protesta y en toda organización contestaria hablar de derechos.
Derecho a vivienda, derecho a sanidad, derecho a educación...Sin embargo, el culto a los derechos contrasta con el silencio absoluto sobre los deberes, como si tal palabra asustara, uniéndola en la imaginación a la obligación, a la imposición y la sanción.

Sin embargo, si reflexionamos sobre qué representa una sociedad cuyos miembros sólo hablan de derechos, olvidando lo deberes, nos damos cuenta de que tal comunidad no es ni puede ser libre, dentro de los límites que la libertad, por la imperfección humana, puede alcanzar.

Y es que pese a la retórica dominante, los derechos suelen ser concedidos por el sistema de dominio del momento, como forma de contentar a los siervos que habiten su territorio.

El culto a los derechos implica, por tanto, la existencia de una sociedad que acepta su situación de menores de edad. Que acepta con naturalidad la existencia de amos y siervos, y que, como tales, se contenta con pedir de vez en cuando mejoras en su situación; pero nunca se le ocurre, ni en el fondo quiere, conquistar la capacidad adulta de autogobernarse junto con los otros.

Y esto es así porque la sociedad de los derechos exige en la práctica un esfuerzo mínimo, mientras que una sociedad que prime los deberes, o los coloque en el mismo lugar que los derechos, requiere del esfuerzo individual y colectivo.

Y la moral hedonista que prima actualmente y es impulsada por el Estado y el capitalismo, pues tal moral es la propia del esclavo de todas las épocas históricas, desde Roma, al asalariado tecnologizado de la modernidad progresista, es incompatible con una moral del esfuerzo y el sacrificio por causas elevadas.

De ahí el olvido de los deberes frente a los derechos.

Pero quienes, alguna vez en la historia, se tomen en serio un proyecto emancipador, un proyecto que quiera recuperar  y poner los valores humanos, y la calidad humana y moral de los individuos en el centro, deben poner el acento en los deberes.

Y lo que es más importante y difícil, los deberes libremente interiorizados hacia el prójimo, pues los deberes impuestos carecerían de valor.

Por supuesto tenemos que reconocer que una sociedad de los deberes libremente aceptados está hoy muy lejos de alcanzarse.

Pero lo bueno cuesta, y sólo podemos reconstruir una colectividad de seres libres y cooperativos mediante el esfuerzo continuo e imponiéndonos obligaciones y deberes para con los otros.

Quienes desde posturas rebeldes o revolucionarias sigan exigiendo derechos y olvidando deberes nunca lograrán ningún cambio sustancial, y en la práctica sólo serán, como mucho, reformadores de lo existente, cuando no reforzadores.

Derechos y deberes debe ser el camino a seguir para la construcción de una sociedad mejor.

1 comentario: