viernes, 23 de noviembre de 2012

Religión versus filosofía

Mientras que en los países occidentales las creencias religiosas parecen perder fuerza y muchos de los creyentes no siguen las normas o directrices de sus Iglesias, fundamentalmente los católicos, en otros lugares del mundo nos encontramos con un renacimiento de religiones como el Islam, que, pese a lo que algunos podían pensar cuando estallaron las revueltas en las naciones árabes, no se ha visto amenazado por el laicismo, al menos no a corto plazo, sino que fuerzas políticas islamistas son las grandes triunfadoras en los comicios electorales.

Por tanto, quienes sostenían la muerte de Dios, se han equivocado, salvo que se sostenga que Occidente es el centro del mundo, lo cual cada vez está más lejos de la realidad.
Si consideramos la religión como un sistema de creencias y prácticas sociales o comunitarias basadas en general en la idea de la existencia de uno o varios seres sobrenaturales y también habitualmente unidas a un sistema moral , a unas normas de comportamiento individual y colectivas nos daremos cuenta del porqué de su fuerza a lo largo de la historia. En los primeros tiempos de la humanidad, la ausencia de explicaciones sobre multitud de fenómenos naturales favorecía el que los seres humanos desarrollaran creencias en fuerzas externas y todopoderosas que regían los destinos del mundo y de los hombres. 

Pero los avances científicos y tecnológicos no han derrotado, ni mucho menos, la fe religiosa . En parte por la necesidad de millones de personas de pensar que no todo acaba en esta vida, que tiene que haber algo más, que quizá nos reencontremos en un más allá con nuestros seres queridos, pues nada es tan doloroso como perder a alguien amado. Pero también por haberse sabido dotar de una moral y de una comunidad basada en unas creencias afines, en una verdad revelada, sobre todo en los monoteísmos.

Desde un punto de vista no específicamente religioso tenemos, o hemos tenido, la filosofía, pues quizá, como pensaba Pierre Hadot, lo que hay ahora son profesores de filosofía, no filósofos, pues él, seguidor de la filosofía antigua, sostenía que ésta era una forma de vida más que un sistema teórico de pensamiento. Pero independientemente de la opinión personal sobre este tema en particular, la filosofía era el estudio de problemas esenciales para la vida y el conocimiento como la verdad, la belleza, la libertad, la moral, la justicia, la fortaleza, la templanza... desde un punto de vista más racional que religioso, aunque muchos filósofos fueran creyentes.

Sin embargo es justo reconocer que la filosofía no ha logrado ni remotamente el éxito de las diversas religiones. Y, sin embargo, nosotros pensamos que la única alternativa seria a las religiones pasa por la creación de una, o mejor dicho varias escuelas de pensamiento filosóficas que, basadas en la búsqueda del conocimiento y la verdad, no absoluta ni revelada, sino parcial y por tanto finita y falible y dotadas de un sistema moral sólido, pudieran ejercer de contrapeso frente al elemento negativo que tienen las fes religiosas-sin que esto signifique pensar que no tengan elementos salvables-.

Lo que sí es cierto es que vemos como el mero laicismo, y ni que decir tiene el anticlericalismo, no son aptos para plantear una alternativa. Y esto es así, para nosotros, porque carecen de la capacidad de dotar a las vidas humanas de un sentido. De ahí que nos encontremos que las sociedades de consumo occidentales han desarrollado seres  sin alteza de miras, centrados en lo más superficial y banal, en lo monetario y lo fisiológico, donde las ideas de virtud,verdad, bien común, libertad,autogobierno personal, cooperación o deberes tienen poco espacio para desarrollarse pues lo que predomina son los valores opuestos, la manipulación, la amoralidad, el relativismo, los derechos sin deberes, el egocentrismo, la competitividad, la pasividad...Tal sociedad, realmente, poco tiene que ofrecer como alternativa a las creencias religiosas, pues carecen de toda cohesión, más allá de los discursos propagandísticos .

Necesitamos, por tanto, reconstruir sistemas filosóficos que tengan una concepción elevada de la vida, centrados en el esfuerzo por ser mejores personas. En esto coincidimos con el antes citado Pierre Hadot. Tales filosofías no deben ser sólo teóricas, sino formas de vida que transformen interiormente a sus seguidores, convirtiéndose en ejemplo ante otros por sus vidas lo más coherentes posibles-dentro de los límites posibles-entre teoría y práctica. Hablamos, si se quiere, de la gran necesidad de levantar unas filosofías político-morales que también puedan ir cambiando el entorno social, político y económico al rechazar el consumismo y la mercantilización anteponiendo los valores de la amistad, el amor y los lazos solidarios horizontales frente a sus opuestos. Pero para que estas filosofías morales no acaben convirtiéndose en unas nuevas religiones, deben rechazar la creencia en verdades absolutas, o reveladas. Debe ser la propia razón individual la que busque su verdad, sin coacción exterior, abrazando por propia reflexión sosegada alguno de los diversos sistemas filosóficos existentes.

El ascenso de filosofías que otorguen un claro sentido de vida a sus seguidores y una moral sólida, sin necesidad de creer en divinidades, sería la única manera de frenar o bien la caída de nuestras sociedades  en la deshumanización total, en la creación de un rebaño movido a su antojo por quienes nos pastorean ya casi sin verdadera oposición, o bien en el ascenso de nuevos fundamentalismos religiosos, pues aunque ahora nos parezca poco factible, no es descartable que en un futuro, ante la ausencia de vidas con sentido, los descontentos abracen viejas o nuevas religiones que sí sepan ofrecer a sus fieles ese sentido ahora ausente.

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