lunes, 12 de agosto de 2013

Sobre la corrupción

De un tiempo a esta parte nos estamos acostumbrando a leer o escuchar noticias sobre casos de corrupción en diferentes partidos, sindicatos y organizaciones.

Desde Bárcenas en el PP pasando por los socialistas y sindicalistas de UGT y CCOO en Andalucía, hasta algún líder de la CEOE. La crisis, con los millones de parados y la difícil situación para muchas familias hace que este problema, que en otros tiempos no escandalizaba tanto, provoque una gran indignación en la ciudadanía, que posiblemente tenga su reflejo en las elecciones por venir, donde los dos partidos mayoritarios pueden perder muchos votos, y crecer la abstención.

Pero a nosotros nos gustaría analizar, más allá de filias y fobias a las diferentes siglas y  tendencias ideológicas-no pertenecemos ni simpatizamos con ningún partido ni sindicato del sistema- y reconociendo que la corrupción existió, existe y existirá sea cual sea la estructura política y económica de la que se dote la sociedad; que clase de sustrato, que formas de organización contribuyen a impulsarla.

En ese sentido, si analizamos los casos de corrupción políticos, vemos su vinculación, especialmente en casos de financiación irregular, sobresueldos... con los poderes económicos, es decir con las Empresas.

Poder político y poder económico, incluyendo la banca y los medios de comunicación, constituyen un bloque que se apoya y beneficia mutuamente a través del pago a los partidos, los cuales responden a su vez beneficiando a las Empresas y facilitándoles contratos.

Para nosotros, por tanto, es el crecimiento y concentración de los diferentes poderes, el humus del que se nutre la corrupción.

Pero no es sólo eso, es necesario ver cuáles son los valores morales y existenciales de una sociedad. Y en nuestra opinión, los valores del capitalismo, de la sociedad de consumo y del bienestar material, favorecen la corrupción, al convertir el ideal del provecho, la riqueza material, el progreso entendido como crecimiento económico sin fin, la voluntad de poder, el consumismo, el egoísmo, la jerarquización, la pasividad, el individualismo y la atomización, así como la inespiritualidad, o sea la creciente animalización y demolición de los valores elevados e inmateriales, en base de nuestras vidas individuales y colectivas.


Y esto es así tanto en la izquierda como en la derechas, en los más azulados como en los más rojos. Hace mucho que no hay más objetivo en los movimientos políticos, sociales y sindicales de izquierdas que el logro de mejores sueldos o pensiones, habiendo olvidado casi por completo la persecución de una sociedad con ideales morales y convivenciales elevados, única forma de poder derrocar alguna vez al capitalismo.


Esta pérdida de objetivos y éticas de vida superiores, se ve claramente en la sociedad civil. Aunque no pueda calificarse exactamente como corrupción, el que, durante muchos años, numerosas personas de nuestro país intentaran vender sus pisos a precios exorbitados, aprovechándose del prójimo en búsqueda del enriquecimiento rápido y fácil, siguiendo la cultura del provecho y del materialismo más descarnado es una prueba de la vinculación entre corrupción y valores materialistas y capitalistas dominantes.

Decíamos que no es exactamente corrupción, pues no hay saqueo de dinero público, pero este comportamiento de la sociedad española, puede calificarse de estafa masiva, la cual no está tan lejos de la corrupción. Hay, por tanto, una responsabilidad individual y colectiva fuera del mundo de los poderosos en la creación de comunidades amorales, creadoras y propiciadoras de la corrupción. Pues, si somos sinceros, ¿qué cabe esperar de un país que tolera y participa de tan monumental estafa a sus compatriotas? .De tal sociedad, no pueden salir políticos, empresarios o sindicalistas sin más objetivos que servir a los demás y mantenerse leales al bien común, sino poderosos en búsqueda del beneficio privado.

Por tanto, estas son para nosotros las principales fuentes de la corupción: ideal de provecho, voluntad de poder, dominio de los valores materialistas y economicistas, de culto al dinero, de persecución de la buena vida entendida como acumulación de riqueza, de propiedades...

La creación de una sociedad menos corrupta exige, por tanto, el surgimiento de nuevos valores en las gentes como  la búsqueda de la riqueza inmaterial como base de la vida y la libertad entendida no como consumir a todo trapo, sino en destruir la concentración de poderes, participando y controlando las nuevas organizaciones e instituciones democráticas, tanto políticas como económicas entre otros elementos.

Por supuesto, siempre existirá corrupción, pero un cambio de mentalidad es necesario si se quiere combatirla en serio, y no dejarse arrastrar por los cantos de sirena de los medios de comunicación y muchas personas que, de buena fe, creen que introduciendo primarias o votando a otros partidos, todo mejorará.

 Que no nos vuelvan a engañar.Lo fácil, a nada conduce.


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