martes, 3 de junio de 2014

¿Reino de Jauja o sociedad alternativa?


Entre las diversas propuestas de sectores críticos que solemos escuchar cada cierto tiempo, sobre todo el Primero de Mayo, destaca la del reparto del trabajo y la riqueza.

Por otro lado hoy, escuchando la radio, una serie de tertulianos planteaban la necesidad de trabajar menos horas y dedicar más tiempo al ocio o a las actividades que satisfagan más a uno individualmente y le llenen como persona .Esto, en principio, nos resultaría positivo, pero el problema es que estas personas bienintencionadas, en especial uno de ellos, hablaba de que trabajando cinco o seis horas al día, con sueldos de unos 1100 euros, nos  daría para vivir dignamente y poner disponer de mayor tiempo libre. Lógicamente debían tratarse de gente que vive en otra sociedad, pues 1000 euros o poco más es el sueldo normal en jornadas de 8 horas o incluso más de trabajo. Y, lógicamente, reduciendo la jornada de trabajo a la mitad, por ejemplo, los sueldos se reducirían a la mitad, lo cual sería aceptable si los precios bajaran al mismo nivel, lo que no sucede y difícilmente sucederá. Con lo cual el argumento caería por su propio peso. Pertenece, en este sistema, al Reino de la Quimera.

Y es que una de nuestras mayores preocupaciones, que hemos expresado en este blog en distintas ocasiones, es la desaparición, en un momento en que hace más falta que el beber, de un pensamiento de sociedad alternativa pero que sea sostenible.

En vez de eso lo que nos ofrece el panorama actual son propuestas, a veces más bien consignas de diferentes sectores izquierdistas viejos o nuevos, que no pasan de ser deseos de vivir en un capitalismo reformado.

Si tomamos el lema del reparto del trabajo y la riqueza, frecuente en lo que queda del viejo movimiento obrero, incluso en los escasísimos sectores revolucionarios, o sea anarcosindicalistas, vemos que, al menos en la forma en que lo plantean, es insostenible.

En primer lugar el trabajo hay que crearlo, salvo que se vaya a una idea de transformarlo de sentido y acabar con el asalariado. Pero, por desgracia, ese no es el caso, la mentalidad dominante suele ser, todavía a fecha de hoy, soñar con la vuelta al pleno empleo o a altos niveles de contratación. Por tanto, hablar de reparto de trabajo sería hablar de reparto de despojos, o sea del reparto de la miseria. Cuando uno lee las propuestas sindicalistas en ese sentido, el sueño parece ser pretender que donde esté trabajando un trabajador, pasen a trabajar más, reduciendo sus horarios, claro. Eso sí, ni siquiera se propugna rebajar salarios, sino cobrar lo mismo. ¿Es eso sostenible en un sistema económico o empresarial de propiedad privada  donde sin beneficios quiebran las empresas? .¿De dónde saldría toda esa masa monetaria?.

Tales propuestas nos parecen una evasión de la realidad, un darse la vuelta a la situación actual y seguir creyendo en la salida aparentemente fácil , aunque a nada conduzca.

Si analizamos experiencias históricas observamos que el reparto de trabajo y por lo tanto de riqueza era factible en sociedades con propiedad comunal, o sea con bienes comunes. Es decir allí donde las comunidades eran dueñas de lo que posteriormente se ha conocido con el nombre de medios de producción, que en su caso eran los recursos naturales, como bosques, cultivos etc e incluso molinos, herrerías y demás. Es decir hablamos de sociedades que gestionaban la economía de forma democrática. Esto implicaba, por tanto, la posibilidad incluso de determinar los días al año que una persona iba a trabajar, cultivando o sacando el ganado, por ejemplo, es decir rotarse con otros. Lo que explica el alto número de días de vacaciones de que se gozaba en tal sistema, como el Concejo Abierto.

Pero en un sistema capitalista, privado o estatal, en donde los trabajadores son piezas de recambio y no controlan y gestionan prácticamente nada- pese a sus ínfulas de ser seres libres y de mirar el pasado con desprecio, sobre todo el medieval, presentado como el horror, aunque el trabajador y el ciudadano del Concejo Abierto, la Ciudad Libre Medieval o de los gremios tuviera una vida mucho más libre que el pobre siervo contemporáneo- con una economía monstruosa que necesita de la obtención del beneficio para mantenerse, por no hablar del sinsentido de la economía irreal o financiera, las propuestas obreras y asalariadas suponen la creencia en un Reino de Jauja capitalista, conseguido sin apenas esfuerzo y, si no se logra es sólo por la maldad de quienes nos dirigen, siendo la solución el ascenso de buenos patronos, como sostenía en su charla, por ejemplo, un famoso intelectual como Bauman.

Tal pretensión de lograr un Reino de Jauja dentro del sistema económico capitalista, se ha extendido al ámbito político. Las propuestas de la izquierda, incluidas las de la llamada izquierda radical o extrema izquierda, y que tanto temor está causando a la vieja oligarquía por su sorpresiva interrupción o crecimiento, no son más que socialdemocracia radicalizada y populista. Pretenden, también, el Reino de Jauja: Renta básica, Estado de bienestar fuerte, gratuidad de los servicios…Es decir, pidamos el oro y el moro, que lo de menos es decir de dónde se sacará tal dinero en un país en quiebra como el nuestro. Lo sincero sería reconocer que habría que elegir: o Renta Básica o Estado de bienestar-entre quienes legítimamente rechacen una salida al sistema-, y debatir con seriedad qué sería mejor. Pero eso no vendería y, al no ser lo que la gente quiere oír, el número de votos sería mucho menor.

Ante tal estado de cosas, ante el éxito del discurso fácil, de la pseudosalida a la crisis, la necesidad de pensar algo diferente no puede abrirse apenas paso. Pero es imprescindible que poco a poco vayan surgiendo núcleos de gente que abran nuevas formas de pensamiento, que se planteen seriamente salir del sistema, pero de forma inteligente, sin vender motos bellas por fuera y estropeadas por dentro. El pasado altomedieval es fuente de inspiración, pero no hay que olvidar que era una sociedad rural, y por tanto en el mundo del hoy, el esfuerzo por pensar una sociedad democrática o autónoma a todos los niveles, y por tanto realmente anticapitalista- el anticapitalismo de IU y otros es una ficción, no es más que capitalismo de Estado unido al deseo de retomar la sociedad de consumo, despilfarro y endeudamiento sin consecuencias, sueño mortal a medio y largo plazo- requiere de un replanteamiento, de una actualización.

Frente al Reino de Jauja, sociedad alternativa seria; frente al endeudamiento, frugalidad; frente al pueblo rebaño, ansioso de mesías, el individuo y la sociedad autónomas; frente a la propiedad capitalista o estatal, propiedad comunal; frente a la monetarización de la vida, impulso de la economía solidaria y del don; frente a la jerarquización, lazos solidarios horizontales; frente al materialismo, laicidad espiritual; frente al Tener, el Ser.


Al menos, seamos capaces de ir desarrollando un mundo nuevo en nuestras mentes para, poco a poco, ir aplicando lo que se pueda, pero sin engañar a nadie, sin prometer lo que sabemos que no es posible. El pueblo ha sido engañado muchas veces, aprendamos de los errores y evitemos los caminos estériles, aunque sean aquellos por los que camina la mayoría de la gente. Que no nos importe, tampoco, estar en minoría y no ser escuchados por casi nadie. Lo engañoso, tarde o temprano, cae por su propio peso.


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