La crisis económica, que es crisis civilizatoria, ha
provocado un fuerte descrédito de los partidos políticos dominantes en los
últimos decenios, lo que se ha puesto de manifiesto en el ascenso o irrupción
de nuevas siglas, entre las que destaca Podemos, pero también, en menor medida,
por la derecha-o el centro, según opinión de cada cual- Ciudadanos, que puede
convertirse en competidor en el mismo espacio político de Rosa Díez y su UPyD.
Estos nuevos o relativamente nuevos partidos están unidos
por lo que llamaremos discurso de regeneración democrática, o sea una crítica a
los gobernantes de PP y PSOE, a los que se acusa de antidemocráticos, opacos,
corruptos… Propugnando, los grupos emergentes, la transparencia y honestidad,
así como un mayor control democrático, entre otras medidas.
Lógicamente, hay diferencias entre unos y otros, pues su
procedencia ideológica es dispar y sus formas y maneras también difieren.
El primer proyecto regeneracionista, Ciudadanos, nace del
problema específico del nacionalismo catalán, si bien pronto utiliza un
discurso crítico contra el bipartidismo y los llamados políticos profesionales.
Impulsado por intelectuales antinacionalistas de izquierdas y derechas,
dirigido por un joven de hábil discurso, el partido es una jaula de grillos,
dividido por su pluralidad ideológica. Su líder, al que los intelectuales
fundadores creen poder manejar como un muñeco se revela una persona inteligente que sigue un camino propio. Tras apoyar que el partido, coherentemente con su
ideario, se defina de centroizquierda, pasa en poco tiempo a aliarse con
utraconservadores europeos a cambio de un dinero para el partido que no recibe.
Tenemos, por tanto, en Albert Rivera, el primer populista o demagogo que
utiliza el discurso regenerador para ganar peso y poder, demostrando no tener
principios ni escrúpulos, sostenido, como es habitual en la historia, por
ciertos intelectuales que consideran que el fin justifica los medios y todo
vale contra el “enemigo” nacionalista.
El segundo proyecto que definiremos de populismo regenerador
es el de UPyD, de Rosa Díez. Política profesional de toda la vida, tras no
conseguir dirigir el PSOE y tras una serie de enfrentamientos con el partido,
aprovechando que Ciudadanos decide quedar prácticamente recluido en Cataluña,
con presencia testimonial en el resto de España, monta un partido propio, como
los primeros, basado en la crítica al nacionalismo y en una ideología llamada “transversal”,
es decir ni izquierda ni derecha, con la que poder ganar el mayor número de
votos posibles. Regeneradora de puertas para afuera, dentro impulsa purgas y
expulsiones de disidentes con su línea o figura.
Ciudadanos y UPyD son los precursores del neopopulismo o
neolerrouxismo, basado en decir una cosa y hacer la contraria, en ocultar sus
ansias de poder con un discurso atrayente a las clases medias descontentas con
PP y PSOE y a la vez afectas al nacionalismo español. Como todo populismo su
relativo éxito se basa en un esquema simplista: los males de España vienen del
egoísmo de los nacionalismos periféricos . Ellos son las fuerzas a combatir
para volver a crear una gran España . Algo que no se sostiene cuando vemos que
España ha sido gobernada por PSOE y PP, por no remontarnos a UCD y a la
dictadura de Franco. Por tanto el destrozo del país ha sido realizado por lo
que llamaremos fuerzas “españolistas”
Durante un tiempo parecía que Rosa se había llevado el gato
al agua en cuanto al éxito de su formación política en representar a los
regeneradores .Pero, he aquí que aparece Podemos, y, de forma inesperada, logra
unos buenos resultados en las europeas.
Aparte de su aparición en
diferentes medios, desde la ultraderechista Intereconomía, a los medios
llamados progresistas, como La Sexta , su éxito radica en haber sabido utilizar
un lenguaje que, en una situación de quiebra de un país, con una corrupción generalizada
en partidos, sindicatos, patronal… ha llegado a muchos votantes, especialmente
a los que definiremos como ala izquierda de la empobrecida clase media.
Sus críticas a la llamada casta, a la Troika, a la banca y
demás ha calado hondo en nuestro país, lo que debe sumarse a una situación de
crisis en las izquierdas, con un PSOE muy desacreditado y una Izquierda Unida
que aunque crecía por el desgaste de los primeros, parecía hacerlo poco y no
ilusionar por lo vetusto de su proyecto, de su partido guía, el PCE.
Este ha sido el caldo de cultivo que ha favorecido la
irrupción de Podemos, que se presenta como una regeneración en la izquierda, al
extremo de que en ocasiones sus líderes se han desmarcado de la utilización de
esa división izquierda-derecha.
No obstante, y más allá de que probablemente el sistema
pueda impulsar esta opción para sustituir a otras envejecidas o desacreditadas
de la izquierda, debemos ser consciente de que esta nueva sigla es la
representación exitosa de un populismo desbocado por la izquierda, y que
realmente no suponen una novedad, sino una reconversión de la vieja izquierda
autoritaria o leninista, consciente de que ya no le sirve sus señas de
identidad, su discurso tradicional para lograr el poder.
Impulsados por una formación trostkista ,Izquierda
Anticapitalista, sus tres cabezas visibles proceden del ámbito del comunismo,
ya estalinista ya trostkista, para acabar desembocando en lo que es una versión
más suave o descafeinada del leninismo, el chavismo .Desaparecida la Unión
Soviética y sin posibilidades de hacer nada importante manteniendo la idea del
partido vanguardia que representa al proletariado, o sea el Partido Comunista,
es necesario sustituirlo por un Caudillismo militarista, por un Jefe o Líder
que ya no habla en nombre del proletariado, sino del pueblo y que se erige en
su representante, pues él sabe lo que quiere la población.
Este nuevo izquierdismo tiránico, aunque necesita de un
Partido, ya no impone por las armas y el terror un régimen de partido único,
pues saben que la situación no se presta a ello .Lo que hacen, y en esto son
más inteligentes que los viejos comunistas, es crear organizaciones “populares”
en los barrios, que ,con el anzuelo de la democracia participativa no son más
que grupos que se movilizan y manifiestan en defensa del nuevo Estado, del
Líder y ,a ser posible, pueden ejercer funciones de control y vigilancia de la
población, espiando, amenazando y controlando a quienes disientan. Son o se
quiso que así fueran, pues el experimento tuvo escaso éxito, por ejemplo, los
Círculos bolivarianos.
De ahí la creación de sus discípulos españoles, Iglesias,
Monedero y Errejón-“Chávez es necesario, los demás somos contingentes”, llegó a
decir Pablo Iglesias en un vídeo-, de los llamados, curiosamente, Círculos.
Intuimos, visto lo hecho por ejemplo en la Universidad de Políticas y
Sociología en una visita de la ahora rival política Rosa Díez, a la que
coaccionaron e intentaron no dejar hablar-antes de que formaran Podemos- que
los tiros en lo referente a la función final de los Círculos van por ahí.
Enemigos de la libertad, su caudillismo se encubre con una
defensa de la democracia participativa, lo que es muy rentable políticamente
pues conecta con una necesidad de un creciente sector de la población.
Por otra parte, sus propuestas económicas de Reino de Jauja,
sin decir de dónde van a sacar el dinero, conectan muy bien con la mentalidad
bienestarista y economicista de la izquierda burguesa, que si bien por una
parte se manifiesta defensora del estatismo, al creer que el Estado es una vaca
lechera a la que se puede ordeñar y exprimir su leche hasta el infinito y más
allá, acaban por quebrarlo y, paradójicamente, dejar el terreno libre a los
neoliberales.
En realidad Podemos tiene mucho de zapaterismo abiertamente populista, de ahí también algo o bastante de su éxito. Su capitalismo de Estado, coincidente con lo que llamaremos
izquierda radical, que tiene la nacionalización de la banca como propuesta estrella,
no deja de asemejarse en realidad al falangismo o fascismo clásico, que también
sostenía esas propuestas .
De hecho, podemos afirmar que en España el sustituto de la
ultraderecha europea está en el “izquierdismo radical”, al menos de momento,
cuyo ideal parece ser una mezcla demagógica de Venezuela y Suecia, aunque
nosotros no tengamos petróleo ni una economía como la sueca.
Para acabar decir que en nuestro país parece estar
asentándose, ya veremos si hasta el extremo de llegar al gobierno, un populismo
“regeneracionista” que aspira, quizá más claramente en el caso de Podemos, más
inteligente y ambicioso que el de
Ciudadanos y UPyD, a sustituir a los viejos partidos y a convertirse, para usar
la palabra de moda, en una nueva “casta”.
Ningún país está a salvo de populistas y salvadores, a un
lado y otro del espectro, y menos en casos de crisis grave .Nosotros no somos
la excepción.
Un análisis muy detallado, Alfredo. Un placer leerte ;)
ResponderEliminarGracias Hugo.
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