sábado, 4 de octubre de 2014

Filosofía para la felicidad. Epicuro



Errata Naturae ha publicado un libro donde tres filósofos, Carlos García Gual, Emilio Lledó y Pierre Hadot analizan en tres breves textos la vida y pensamiento del fundador de la escuela epicúrea y los principales fragmentos de su obra que han quedado para la posteridad: Filosofía para la felicidad.

Era la filosofía de Epicuro una reflexión sobre el cuerpo, las sensaciones, el placer y el dolor. Para él , el principio básico era el bienestar de la mente y el cuerpo, sólo partiendo de ese reconocimiento podría lograrse una mejoría social, frente a los que defendían una organización política ideal olvidando lo primero, lo que había llevado al fracaso.

Una mente sana requería vencer los terrores, de ahí a importancia que Epicuro daba a no caer en el temor de los dioses y, sobre todo en destruir el pánico a la muerte, pues cuando morimos ya nada somos, nada sentimos, ni bien ni mal, ni placer ni dolor.

Sin embargo Epicuro no desarrolla una filosofía del placer y los deseos similar a la contemporánea en su bajeza.En absoluto, Epicuro distingue entre deseos naturales y necesarios, como comer y beber, naturales y no necesarios, como los amorosos, y ni naturales ni necesarios. Con la satisfacción de los primeros, la renuncia total a los últimos y puntualmente a los segundos, nos ayudarían a encontrar la serenidad, por tanto la felicidad, en esa disciplina de los deseos.
A
demás para la escuela epicúrea la amistad es fundamental, de ahí que en el Jardín en las afueras de Atenas en el que se instalaron, convivió una comunidad de hombres y mujeres de todas las condiciones sociales, sin distinción de sexos, ni de libres o esclavos. Y, al contrario de lo que muchos pensaban, su vida, sus placeres, eran sumamente ascéticos: “siento el gozo de mi cuerpo al alimentarme de pan y agua, y escupo sobre los placeres de la suntuosidad, no por ellos mismos, sino por las trampas que producen”.



Epicuro y su pensamiento fue silenciado y tergiversado, y, si bien con sus defectos, pues su insistencia en la defensa del placer puede malinterpretarse o degenerar, como en cierto sentido ha sucedido en el mundo contemporáneo, que alguna vez, desde estas páginas, hemos definido como epicureísmo degenerado, vemos la superioridad moral  de las viejas filosofías y modos de entender la vida sabia, con las actuales.




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