martes, 9 de mayo de 2017

Reflexiones sobre el crepúsculo del Hombre

Leía una noticia hace un tiempo sobre el nacimiento de corderos en un útero artificial  planteando la idea de que los seres humanos seremos los próximos, considerando incluso atractivo el sueño de poder desarrollar los embriones humanos en máquinas;admitiendo, por supuesto, que de momento la idea es más ciencia ficción que otra cosa.Lo curioso es que sostenía como positiva tal posibilidad en nombre de la evitación de problemas a las madres durante el embarazo.

Esta noticia me trajo al recuerdo otras tanto en Holanda como en España de defensa de la eutanasia, incluso en menores. Y a su vez se extiende el debate sobre la maternidad subrogada, en este caso con una fuerte resistencia en relación al rechazo de sectores feministas progresistas y también conservadores a tal actividad, considerada una mercantilización total del cuerpo de la mujer, y un abuso de los ricos a mujeres pobres, dispuestas a todo con tal de conseguir algo de dinero.

Estas informaciones, sumadas todas ellas, nos sitúan en un momento en que los poderes avanzan en sus proyectos de ingeniería social, cercando al ser humano para convertirlo en post-humano, construyendo sociedades donde en el fondo seamos una especie de nuevo ser vivo, entre hombre y animal-el sueño de algunos de crear hombres y mujeres fusionados con máquinas, una especie de híbridos robotizados podríamos incluirlo aquí- manejados completamente por los aparatos de dominación.



¿Qué necesitaría el Estado y el capital para llegar a esa meta anhelada, pues salvo para los ingenuos "realistas" de izquierdas y derechas, todo poder busca maximizar su control y sometimiento a los individuos de diversas maneras, lo cual en muchos casos excluye la fuerza bruta e incluye métodos evolutivos o blandos de persuasión, y propaganda para lograr la aceptación y normalización de ciertos actos e ideas?.

Pues hacerse con las riendas del nacimiento y la muerte. La primera es muy difícil de lograr, pues requiere una tecnología que no es seguro que se alcance; es decir la construcción en masa de niños y niñas en aparatos fuera del útero materno, meta de llegada lógica de la sociedad industrial y de servicios, aquellas de la producción en serie y la mercantilización total o casi total de toda actividad humana. Muy difícil pero quizás no imposible, pues nadie dude de que tarde o temprano la Ciencia, la maquinaria tecnocientífica, se pondrá en marcha buscando hacer posible tal objetivo-no todo ella, no como un Todo, por supuesto-.

Más sencillo de lograr por los gobernantes es el control de la muerte. Con la defensa de la eutanasia como derecho, usando como cebo el lógico deseo o sentimiento de dejar morir en paz a personas a las que ya no se pueda hacer nada médicamente por ellas-con lo que estoy de acuerdo-, el Estado logrará su verdadero objetivo que es poder liquidar discretamente, con una especie de política de nazismo de progreso y blanco, a los ancianos o "improductivos", para reducir gastos y reforzar la producción capitalista todo lo posible. Con debates y campañas en los medios es muy sencillo para ellos, en pocos años, crear mentalidades afectas a tal política liquidacionista y genocida de maneras suaves y progresistas.

Lo más siniestro es que sus defensores, o al menos algunos de ellos, defienden que también los menores puedan decidir acabar con su vida "legalmente". Es decir, el poder político y económico nos machaca y destruye nuestras vidas, para luego presentarse como nuestros salvadores comprensivos y enrollados empujándonos a que nos dejemos morir en sus dulces brazos.

También, por supuesto, como muestra de esa espantosa hipocresía, no escuchamos ni una palabra de rebelarse en masa contra el sistema que nos aplasta y asesina nuestras ilusiones, que sería lo lógico. Mientras, el suicido individual, la verdadera muerte libre y autónoma, aún con toda su crudeza y que, por supuesto, sucede cuando no vemos salida y esperanza-no lo elogio, simplemente lo comprendo- queda oculto, manteniéndose como pecado.

Esto nos lleva al meollo de la opresión y la servidumbre actuales: vender como medida de libertad, de autonomía personal, lo que no son más que tácticas de moldeamiento y adoctrinamiento mental: nos creemos libres, pero en realidad estamos abrazando lo que el sistema quiere-ahí tenemos, en política, el ascenso periodístico y teledirigido de los partidos emergentes-.



Autonomía-irreal, cierto, pero presentada como tal-, la vida entendida como búsqueda de placeres y experiencias, como muestra de salidas y viajes sin fin, como actividad o acción, aunque no tenga sentido profundo, egocentrismo... son las armas de esa servidumbre, de esa dominación moderna.

Siempre cabe la esperanza, siempre caben rebeldías y rechazos, por supuesto. 

Lo cierto es que parece que nos encontramos en el crepúsculo del Hombre.


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