lunes, 29 de enero de 2024

Simone Weil. Escritos políticos libertarios

 Enclave ha publicado recientemente una recopilación de artículos de la que es para mí la mayor mente y corazón del siglo XX, Simone Weil, prematuramente fallecida, lo que nos privó de propuestas y análisis lúcidos de la realidad contemporánea, que podrían haber sido de gran ayuda e inspiración.

Escritos políticos libertarios, nombre del libro, se centra en la parte de sus reflexiones que dedicó a los asuntos más graves y preocupantes de su época, la turbulenta y sanguinaria primera mitad del siglo XX, la de los sueños, esperanzas e inicio del declive de la idea revolucionaria, de la utopía. Weil, sindicalista y colaboradora en los medios obreros, especialmente en La Revolución proletaria, la revista de los resistentes del sindicalismo revolucionario. Sin miedos ni prejuicios dinamitó la fe en el progreso, también en la vulgata marxista del desarrollo de las fuerzas productivas como mecanismo ciego que llevaría a la eclosión de una sociedad libre y emancipada y la esperanza infundada en la revolución como solución a los males de la sociedad.

De especial interés son sus análisis sobre la nueva clase dirigente, la tecnoburocracia, los coordinadores, y la opresión por la función, frente a quienes seguían creyendo que lo fundamental era acabar con la propiedad privada y colectivizar la economía.



Con su visión lúcida Weil comprendió que el poder en la empresa ya no estaba en el propietario, en el capitalista, sino en los técnicos, en los especialistas, en lo que se clasificó como tecnoburocracia. Ahí nacía una nueva fuente de opresión, con independencia del régimen de propiedad, que en la URSS, sistema que ella criticaba, alcanzaba un desarrollo extremo, por encima de los fascismos, trayendo consigo una forma de opresión radical sobre la clase obrera rusa, que vivía en la mayor esclavitud.

Simone Weil centra su atención en la aparición de grupos que defendían la cercanía y unión incluso de fascismo y comunismo, subordinando la economía y los trabajadores a las órdenes del Estado, de los supuestos técnicos y especialistas.

El ideal de la emancipación de los trabajadores por los trabajadores mismo, la asociación libre y el trabajo libre asociado se extinguían por la creencia en los planes quinquenales, o en la salvación por el Estado y la burocracia, propuestas que, de cierta manera, aún permanece en la izquierda política y sindical decadente y terminal.

Simone Weil, en la recopilación de textos del libro muestra su desconfianza ante las instituciones y poderes verticales, ante la burocratización y jerarquización de partidos y sindicatos obreros; analiza el peligro fundamental para ella y los pensadores clásicos que la inspiran, pese a sus críticas, como Proudhon y Marx: el mantenimiento de los ejércitos y policías permanentes, la burocracia permanente y no temporal y revocable.

 De ahí sus advertencias sobre el peligro de guerra mundial y la imposibilidad del proletariado de evitarla, como en 1914, peligro que sigue hoy en día, donde una nueva guerra mundial es casi inminente ante nuestra ceguera, la de los habitantes de la sociedad de consumo y hedonista, ya en descomposición, peligro que, tristemente no está generando la menor atención por el neoproletariado actual, ese proletario de la economía de servicios con sueños y metas de clase media y alta, ajeno a las viejas ansías de libertad, cultura y formación de sectores de la vieja clase obrera.

Cuya única meta vital es ganar más dinero y divertirse en sus ratos libres, tragándose todas las modas y operaciones del sistema, tales como el feminismo y el clima, viviendo inconscientes ante nuestras vidas de esclavos desgraciados y ante lo que se nos viene encima a nivel mundial.

El libro acaba con un texto fundamental, que debiera ser de lectura obligatoria en cualquier escuela-evidentemente jamás lo será-, Nota sobre la supresión general de los partidos políticos, donde analiza como los partidos son una forma de mal radical, incompatibles con la búsqueda del bien común, la verdad y la justicia y con el pensamiento, pues la propaganda no es pensamiento, sino manipulación, como muy bien entendieron los nazis. Estructuras cuyo fin es el crecimiento permanente, es decir organizaciones de espíritu totalitario, destructoras del librepensamiento y el libre análisis de sus miembros.

¿Tiene sentido que nos definamos como socialistas, comunistas, liberales, conservadores o lo que sea?. Ninguna, todo debe analizarse de manera objetiva, imparcial e independiente, lo contrario es aniquilar la libertad. Su ideal de democracia, por tanto, es una donde no cristalicen grupos permanentes y estables a nivel de ideología-desapareciendo los partidos- y donde los representantes sean elegidos no por pertenecer a una ideología, a un grupo político, sino por su moral y su servicio y atención a la búsqueda de la verdad y la justica y el bien, con independencia de criterio.

Propuesta que sigue en pie, esperando quienes la desarrollen.

Para finalizar, mencionar la atención que presta a la ciencia y la tecnología, llegando a la conclusión de que ambas tienen que buscar ser comprensibles para todos, de lo contrario se convertirían ,de hecho ya lo son, en una especia de nueva religión, que nos volvería ciegos y crédulos a sus sacerdotes y representantes, y por tanto en fuente de opresión, tal como lo fue y lo es el trabajo fabril, que convierte al trabajador, tal como ella misma pudo vivir y sentir en su experiencia de fábrica en un engranaje de las máquinas, en una pieza de recambio. Vio claramente como se necesitaba una tecnología, una maquinaria comprensible y a escala humana, que nos acercara más al artesanado, aquel que conocía, comprendía y amaba su trabajo, sus instrumentos, lo que le hacía más libre que nosotros, los siervos de una maquinaria tecnológica y global incomprensible, miembros de una colectividad ciega que aplasta nuestra iniciativa e individualidad

Estamos ante un libre recomendable, como todos los suyos, los de un cerebro que supo ver más allá de los tópicos y doctrinas de su época, de las salidas simples y falsas; alguien coherente con sus planteamientos, que se sumergió en la masa de esclavos sufriendo en su carne y espíritu sus desgracias, que son las nuestras, por más que vivamos en una falsa felicidad de cara a la galería, mientras por dentro somos juguetes rotos de fuerzas que escapan a todo control, cercados por la depresión, la tristeza, la ansiedad y los suicidios. En Simone Weil, hay, por tanto, una guía, un sendero a continuar.


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