viernes, 13 de septiembre de 2024

El 47

 Hoy quisiera recomendarles una gran película en su sencillez, valores, sensibilidad y humanidad, El 47.

Se trata de un film que recrea una porción de la historia hoy muy olvidada: la de los hombres y mujeres de los años 50, 60 y 70, procedentes de los campos de España que por diversos motivos, políticos, sueños de mejora, rechazo a los terratenientes y un largo etcétera, abandonaron sus pueblos para acudir a las grandes ciudades.

Hombres y mujeres que levantaron sus barrios con sus propias manos, siempre bajo el acoso de la policía del franquismo y que llevaron consigo viejos ideales, viejos valores, formas solidarias y comunales de existir, de convivir, por supuesto con sus conflictos, sus enfrentamientos, pues la naturaleza humana es luz y sombra, bien y mal.

El 47 narra la peripecia vital de Manolo Vital, su familia y su entorno, una serie de persona llegadas de Extremadura, Andalucía y Levante a la Barcelona de finales de los años cincuenta, levantando su barriada Torré Baró con ilusión, lucha y esfuerzo.

Manolo Vital fue un personaje real, fallecido en 2010,  conductor de autobuses durante décadas de la citada línea, con una hija a cuestas y una existencia marcada por la herida profunda de un padre ejecutado por falangistas al comienzo de la horrible guerra incivil.



Hombre comprometido, combativo y altruísta, si bien con los años partidario del actuar con cabeza, con moderación, en un momento dado, comprendiendo que  la lucha a través de las instituciones, el acudir en su socorro nada lograba para obtener una vida digna, con servicios públicos decentes para su barriada, logra la gesta, mediante lo que antaño se llamó acción directa-hoy un concepto perdido en una sociedad de muertos vivientes, crédulos seguidores de lo que dicten nuestras autoridades en todos los ámbitos vitales-, de transformar las cosas.

El 47 trae al hoy apagado y moribundo la lucha de clases, desde una óptica descreída de la política de altura, de los partidos, de los ayuntamientos e instituciones, una lucha de clases de base, sostenida en valores elevados de convivencialidad, esfuerzo y preocupación por el vecino, por el prójimo. En una palabra de verdadero apoyo mutuo.

Ese es, para mí, el gran éxito de la película, su impulso silencioso a percibir la vida, nuestras vidas, desde otras perspectivas, en un presente donde parece haberse borrado toda conciencia de clase real, todo sector proletario rebelde, así como toda juventud contestataria, reinando un sistema tan espantoso como sibilino en dicho espanto sobre nuestras cabezas, sentimientos y cuerpos.

Para terminar decir, que, las pocas personas presentes en la sala, por desgracia, aplaudimos al terminar de verla, cosa inhabitual, y que muestra como su director, sus actores, logran llegar al corazón del cinéfilo.

Toda una proeza que, esperemos, sea pistoletazo de salida para poder ver más cine como El 47.

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