viernes, 21 de noviembre de 2025

La crisis del mundo moderno

 He tenido ocasión de leer recientemente un libro de René Guénon, autor francés del siglo XX y considerado el último metafísico de Occidente, titulado La crisis del mundo moderno, el cual, como su título indica, es una crítica muy profunda a la modernidad.

Su originalidad radica en que su oposición frontal a esta no tiene tintes políticos, sino espirituales y metafísicos. Para Guénon la crisis, o crisis múltiples, mejor dicho, en que se halla sumergida la humanidad, sobre todo Occidente- objetivo de sus dardos- guarda estrecha relación con el olvido de la Tradición, de los Principios esenciales de las tradiciones espirituales y metafísicas, según los cuales hay una supraindividualidad, no atada a la materia, vinculada no a lo cuantitativo sino a lo cualitativo, a lo supraindividual por encima de los individuos.



El mundo moderno, Occidente, ha olvidado dicho espíritu, dichos principios, y se ha dejado arrastrar por la ola del materialismo, el individualismo, el racionalismoy la cantidad por encima de la calidad. El resultado de todo esto es la creación de un mundo occidental-pues salva en gran parte a Oriente de ello-, donde las sociedades navegan a la deriva, en marcha hacia el abismo, la autodestrucción, inmersas en el Kali Yuga, que según la tradición hindú simboliza el periodo más oscuro y decadente de los diversos ciclos que se suceden en la historia de la humanidad.

La salida, por tanto, al reino de la oscuridad en que habitamos sería retomar esos principios iniciáticos, y el surgimiento de una élite que, conocedora de la vieja tradición, pueda conformarse y guiar a la sociedad occidental del caos a la luz.

Por poner algún pero a la obra, decir que no menciona tales Principios, como dando por hecho que el lector debe conocerlos. No obstante es un texto que va de menos a más, haciendo también alguna pequeña inmersión en el tema político, criticando la llamada "democracia" y su ley del número, de las mayorías que tienden a aplastar o silenciar a las minorías. Viendo en ello un reflejo del dominio de la cantidad frente a la calidad.

En resumen, La crisis del mundo moderno es un libro recomendable,  indistintamente de que se apoyen todas o parte de sus tesis, o se discrepen de algunas, pues supone una crítica diferente y original a nuestras sociedades, las sociedades antiespirituales del mundo moderno.




domingo, 2 de noviembre de 2025

Sobre Dios. Pensar con Simone Weil

 Byung- Chul Han ha publicado recientemente un nuevo ensayo, breve en número de páginas pero muy profundo que gira en torno a Dios, su aparente muerte hoy, enlazándolo todo con Simone Weil, para él la pensadora más brillante del siglo XX, idea que por cierto comparto.

En dicho ensayo sostiene que el ruido constante de nuestra sociedad, la sociedad del régimen neoliberal del rendimiento, la información, el individualismo y la comunicación constante provoca el eclipse de Dios, el que no podamos escucharle en el silencio, a consecuencia del ruido constante de nuestras vidas.

Para remediar nuestras vidas vacías de sentido propone recuperar siete ideas claves de Simone Weil: atención, descreación, vacío, silencio, belleza, dolor e inactividad. Nuestro filósofo cree que debemos vaciarnos por dentro, olvidarnos del yo, para, en el silencio y la atención, encontrarnos con Dios, contactar con lo divino, con lo trascendente. 



También nos invita a redescubrir la belleza, y el dolor, pues solo a través de este último accedemos al mundo, a la belleza y al amor, frente a nuestras ideas actuales donde solo perseguimos lo agradable.

Búsqueda que nos aleja de lo real, pues en lo agradable no hay verdadera realidad. Sin dolor, sin negatividad, no hay acceso a Dios, según pensaba Simone Weil.

De especial interés es su elogio de la inactividad, idea que hoy, en la era de la eficacia y el rendimiento, de la constante comunicación digital,  es muy revolucionaria. El habernos transformado en ganado de comunicación, información y consumo nos ha alejado de toda trascendencia. Por lo tanto, para volver a acercarnos a esta y dotar de un sentido profundo nuestra vida, debemos elogiar la inactividad, entendiendo por tal el esfuerzo sin finalidad o la acción inoperante, sin objetivo, lo que dinamitaría la sociedad del rendimiento, de la eficacia, de la cuantía, de los resultados numéricos.

El silencio contemplativo es, por tanto, una llave fundamental para alejarnos de la esclavitud de nuestras vidas, de un régimen que ha vaciado de todo sentido elevado y trascendente las vidas humanas.