Se cumplió el 4 de enero, el 50 aniversario de la muerte de Albert Camus, escritor y filósofo comprometido y solidario, y a la vez independiente y solitario en una época donde los monstruos totalitarios estuvieron cerca de devorar la humanidad, contando con el apoyo y complicidad de muchos intelectuales, entre ellos su amigo y después rival, Sartre, uno de los grandes popes de la izquierda servil.
Nació el 7 de noviembre de 1913, de madre originaria de Menorca, analfabeta y casi sorda, su padre, murió en la primera guerra mundial. Pasó verdaderas estrecheces durante su infancia, que relata en un bello y póstumo libro, El primer Hombre. Gracias a algunos profesores, que ven en él alguien inteligente y prometedor, realiza estudios en Argel. A uno de estos profesores, Jean Granier, le guardará una enorme gratitud durante toda la vida, dedicándole su discurso del Premio Nobel. Escritor temprano, tuberculoso, aficionado al teatro, se afilió al Partido Comunista francés, atraído por la idea de la igualdad y justicia, como tantos jóvenes de diferentes épocas nos dejamos seducir por algo que no era mas que una gran farsa sangrienta. Pero no tardo mucho en abandonarlo, pues su espíritu libre e independiente le impedía someterse a tal partido. Resistente contra el nazismo, dirigió el periódico clandestino, Combat.
Casado con Francine, y padre de dos hijos, no fue hombre fiel y tuvo varias amantes durante su corta vida, entre ellas la fundamental, una española, María Casares. Siempre se sintió muy vinculado a España, oponiéndose al franquismo y apoyando a republicanos y anarquistas españoles, colaborando en el periódico de estos últimos, Solidaridad Obrera.
Entre sus libros destacan La Peste, donde relata la vida en una ciudad asolada por esta enfermedad, juntando actos de solidaridad de algunos habitantes, con oportunistas y aprovechados, el terror de otros...clara muestra de como somos y actuamos los hombres ante situaciones extremas; El extranjero; Los justos; y su testamento filosófico, El hombre rebelde. En esta obra Camus analiza la historia del pensamiento rebelde, artístico, político, filosófico, y como se extravió de sus orígenes para caer en la justificación del terror, del despotismo, de la crueldad . Defiende la vuelta a los orígenes de la rebeldía, a un pensamiento rebelde que no se deje arrastar por la divinización de la historia, de un Dios, de una doctrina, o de un Partido. Una rebeldía que evite la desmesura, que impulse la libertad reflexiva, que no olvide la libertad en nombre de la justicia. Ensalza la tradición del sindicalismo revolucionario, del socialismo libertario frente al cesarista, del individualismo solidario frente a la sociedad de masas, del sindicato frente al Partido, la comuna frente al Estado, la realidad frente a la abstracción idelógica, la sociedad concreta frente a la sociedad aboslutista. El texto le valió la crítica y el rechazo de la izquierda prosoviética, quedando marginado de los medios de la izquierda en buena medida, acusándole de moralista pequeño burgués. Recibió, sin embargo, una positiva acogida de anarquistas y sindicalistas revolucionarios, a quiénes admiraba y apoyaba. Escribió en sus medios como Le Libertaire, La revolución proletaria, y fue miembro de la Federación Anarquista(francesa). Sin embargo, deberíamos preguntarnos, por doloroso que sea, si los actos terroristas de algunos libertarios, aunque a pequeña escala, no prefiguran el terror y la brutalidad del siglo veinte que Camus rechazaba con toda la razón. La rebeldía libertaria, hay que reconocer con total honestidad, que también fue pervertida por sectores afines al pensamiento anarquista. Posteriormente apoyaría a Lecoin, objetor de conciencia, para el por tanto símbolo de la rebeldía, del hombre que dice No, a los obreros de Alemania del Este en su rebelión de 1953, a los húngaros en 1956...Simpatizaba con los argelinos, pero no apoyó su independencia, rechazando el terror de unos y otros en el conflicto, por lo que también recibió críticas. Murió en 1960, en accidente de coche, con Gallimard, su editor .Llevaba en su bolsillo unos billetes de tren, pues no le gustaba el coche, pero fue convencido por su amigo para viajar con él. Paradojas de la vida, consideraba absurdo morir en accidente automovilístico.
Solitario, solidario, desde El paseante solitario, queremos dar un pequeño y humilde homenaje a Albert Camus, hacia cuyo pensamiento rebelde, independiente y libre nos sentimos afines. Y rechazar de plano el intento de Sarkozy, de llevar sus restos al panteón de hombres ilustres. Sería destruir su pensamiento, traicionar su vida y obra. Pero por desgracia, los hombres de poder, todo lo pueden. Que descanse entre los humildes y anónimos por siempre.
Muy interesante.
ResponderEliminarSaludos,
Jorge Juan
Gracias Jorge. Un saludo
ResponderEliminarme ha gustado mucho, cada día se aprende algo nuevo, un besazo Alfredo ;)
ResponderEliminarGracias Cora.Un beso.
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