Si analizamos la historia de las izquierdas en el siglo XX observamos que junto a sus aciertos, han sido muchos los fracasos . Tres eran las principales corrientes de principios de siglo en el mundo de la izquierda. La anarquista, o mejor dicho anarcosindicalista, también llamado sindicalismo revolucionario, la socialista, y, a partir de 1917, la bolchevique. La primera, que en la mayoría de los paises desapareció rápidamente era teóricamente la más cercana al Lema Libertad, igualdad, fraternidad. Su ideal era, simplificando, una sociedad de individuos y trabajadores dueños de su destino, organizada de abajo a arriba, federalista, antiestatista, antimilitarista y antiparlamentaria. Con visiones diversas, existían desde anarcoindividualistas, hasta anarcocomunistas, siendo en la práctica la visión dominante la anarcosindicalista, constituida por sindicatos con estructura interna libertaria, es decir que evitaban el burocratismo y la jerarquía. Llegaron los libertarios en algunos paises a aplicar sus principios, aunque sólo en algunas zonas, fundamentalmente España en la guerra civil, y en Ucrania con las legendarias guerrillas de Majno, que impulsó un interesante movimiento cooperativista y autogestionario, que fue destruido por los bolcheviques. Por diversas causas, que no vamos a analizar aquí, el anarquismo en sus diversas varientes desapareció con relativa rapidez. La corriente socialista, la dominante, pasó del marxismo, de la lucha de clases, de la revolución social, al reformismo, a la aceptación de la llamada democracia burguesa, terminando por impulsar y defender el Estado del Bienestar. Finalmente, tenemos el bolchevismo, basado en un partido de vanguardia, en revolucionarios profesionales que imponen una estructura rígida y despótica, para intentar alcanzar desde arriba la sociedad sin clases y sin Estado final. Huelga decir las prácticas del movimiento comunista internacional: totalitarismo, terror, genocidio, hambrunas, ruina económica...Fuera de estas tres corrientes, podríamos hablar de una izquierda republicanista, democrática y reformista, pero sin pretensiones de alcanzar una sociedad sin clases ni explotación. Y la más moderna, la ecologista, muy centrada, evidentemente, en el tema medioambiental, y con raíces mixtas, republicanismo y anarquismo(socialismo libertario), fundamentalmente, aunque en mi opinión sin línea clara.
Si nos trasladamos a España, y a fecha actual, dos son las izquierdas con representación e influencia. La socialdemócrata, y la comunista. Dos izquierdas esclerotizadas, con escasas aportaciones interesantes. De la segunda, la comunista, creo que nada es salvable, pues representa guste o no la rama totalitaria y genocida de la izquierda. Ante el empuje neoliberal, aunque debilitado por la aguda crisis provocada por sus recetas, las izquierdas se limitan a defender lo público, el Estado del bienestar. Pero no observamos en ellas planteamientos interesantes, reformistas, de búsqueda de una sociedad de seres libres e iguales, aunque deba hacerse desde el pragmatismo y la realidad, sin quimeras. Se hace necesario, en mi opinión, impulsar y crear una tercera vía en la izquierda. Una izquierda democrática-libertaria que intente aplicar el lema Libertad, Igualdad, Fraternidad a las condiciones de hoy, y que no se limite a ser una izquierda a la defensiva, sin verdadera sustancia. Esta nueva izquierda debería buscar una democracia política y económica, más radical, más profunda. Limitación de mandatos, listas abiertas, control de los poderes, luchar por una información libre e independiente en lo posible de los partidos, de las oligarquías y grandes grupos económicos. Laicismo, no nacionalismo, internacionalismo. Y junto a la mejora de la democracia representativa, estudiar la creación de organismos o instituciones que impulsen la democracia deliberativa, reflexiva, participativa. La creación de Consejos, donde los ciudadanos puedan debatir y acordar normas para ser aplicadas de abajo a arriba sobre diversos temas, podría ser una forma. En el terreno económico-laboral, frente a los tópicos nacionalizadores, la socialización. Es decir, apoyar e impulsar empresas o fábricas, dirigidas por los propios trabajadores, autogestionadas, de propiedad común, sociales, que puedan renovar el anquilosado sistema laboral en que nos movemos: despotismo, jornadas partidas, falta de innovación e interés, uniendo iniciativa individual y social en el microcosmos de las empresas. Lo que no significa que coexistan con las empresas convencionales y piramidales. Estas empresas sociales y democráticas, podrían coordinarse a través de una federación de empresas autogestionarias, al estilo de los Consejos obreros húngaros de 1956, eligiendo representantes temporales y rotativos que puedan informar de métodos innovadores aplicables, de éxitos y fracasos,cooperar entre si, empresas que deberían apoyar e intentar nutrir sus filas de parados, de gente en mala situación. Esta izquierda, fiel a sus principios, debe estudiar formas para prevenir la mendicidad, la exclusión. Bien sea aplicando si es posible una renta básica para la ciudadanía, u otros medios, que pasan por la creación de agencias de empleo eficaces, que realmente ayuden a encontrar empleo a la gente, y cursos de formación y reciclaje que también vayan unidos a un empleo, no a un simple papel, o título. Junto a estos elementos, una nueva izquierda debe defender un nuevo concepto de televisión enriquecedora culturalmente y alejado de la propaganda partidista. Y una educación pública, laica, y de calidad. De alguna manera España necesita impulsar una economía diferente al ladrillo, necesitamos impulsar la ciencia, el desarrollo tecnológico, el cooperativismo, la pequeña y mediana empresa. Es necesaria, por tanto, una tercera vía en la izquierda. Algunos partidos, como Ciudadanos, podía haber sido base de esa izquierda o centroizquierda verdaderamente ciudadana. No ha sido así, y entre ese partido y el pujante UPyD(que dificilmente pasará de un partido cesarista y antinacionalista con escasa sustancia), se pueden perder años, hasta el extremo de perder la oportunidad para siempre. Pero querer es poder, y quizá, mucha gente joven, y alguna mayor, cansada de lo existente, se lance, cuando alguien la piense y organice mínimamente, a ella.Lo que es cierto es que se necesita una profunda renovación en la izquierda, y en el sistema democrático, anclado en funcionamientos, pensamientos y estructuras enmohecidas. Una izquierda que luche por la emancipación , contra la dominación y la explotación, pero con los pies en el suelo, sin utopismos, sabiendo quienes somos y como somos, seres imperfectos, con una parte de brutalidad y maldad que a veces sale como la lava de un volcán.
Este es mi sueño navideño. El paseante solitario se despide de sus escasos lectores hasta pasadas las navidades por viajar a otras tierras cálidas de otros continentes. Que sean felices, disfruten la vida y apoyen al prójimo,que el otro es un espejo nuestro.
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