domingo, 1 de abril de 2012

Sobre la familia



De orígenes muy remotos, surgida de la alianza de varios grupos a través de un enlace matrimonial, muchas han sido las formas que ha adoptado la familia a lo largo del tiempo.

Considerada la célula básica de la sociedad nos gustaría reflexionar sobre su situación actual, sobre si la consideramos positiva o negativa, y sobre si su hipotético reemplazamiento sería beneficioso o no.

En las sociedades modernas occidentales la forma dominante de familia es la nuclear, formada por un padre, una madre y los hijos. Bien es verdad que el incremento del número de divorcios está incrementando las familias monoparentales y también las llamadas familia ensambladas, donde se unen divorciados con sus respectivos hijos.
Incluso está expandiéndose la familia cuyos miembros adultos son homosexuales.

De cualquier manera, el tipo de familia que está en franca decadencia es la familia extensa, aquélla que reúne padres, hijos, abuelos, tíos…

Por supuesto ,como toda creación humana, la familia siempre ha sido una institución problemática no carente de defectos y problemas para todos sus miembros, independientemente incluso de si se basaba en matrimonios concertados o por amor. Al fin y al cabo al poner grandes expectativas en el amor, la familia moderna basada en ese sentimiento puede incluso estar sujeta a mayor inestabilidad e incluso insatisfacción que otros tipos de familia.

Con todos los defectos mencionados y otros es evidente que la familia es una escuela de solidaridad, un centro de protección y apoyo mutuo entre sus miembros frente a los vendavales que sacuden la vida individual. Es en este aspecto de convivencialidad, de compartir y repartir el que hace que consideremos la familia como algo positivo pues en principio, por supuesto con notables excepciones, ayuda a fomentar el amor y la sociabilidad.

Dicho esto debemos ser capaces de apoyar, aunque sea sólo como ideal ,un tipo de familia. Y creemos que, frente a la familia nuclear, un tipo actualizado de familia extensa sería preferible para impulsar una sociedad basada en la calidad humana.
Y esto lo decimos porque el triunfo de la familia nuclear, incluso ésta también en crisis, implica una reducción de los lazos de cooperación y solidaridad entre iguales, o relativamente iguales.

Y toda reducción de lazos de apoyo mutuo entre iguales supone un incremento de la potencia de la maquinaria de dominación, que ocupa el lugar que debiera ocupar las relaciones familiares o sociales más horizontales.

Podemos observar lo dicho en cómo niños y ancianos son cada vez más apartados en centros privados o estatales, con lo cual la jerarquización y la mercantilización se expanden a casi todas las áreas de la vida. Lo que arrastra una degradación creciente de la sociedad civil.

Esto sucede porque cuanto más se reduzca el núcleo familiar, más difícil es mantener relaciones de sostén y apoyo dentro de la familia , viéndose ésta forzada a dejar en manos del Estado o las instituciones capitalistas la educación de los niños o el cuidado a los ancianos.

La solución a esto no está sin embargo en criticar la deshumanización sin más, sino en plantear que tipo de familia debemos apoyar para regenerar la sociedad y establecer una comunidad  afectuosa y más horizontal.

Por eso pensamos que el tipo de familia ideal es la familia extensa  comunitaria.
Este tipo de familia sería aquélla que no se limita sólo a los lazos sanguíneos, sino que se extiende a la comunidad cercana.

En esta clase de familia, niños y ancianos son objeto de amor y cuidado por el entorno comunitario. Es decir la red de solidaridad no se limita sólo a padres , hermanos e hijos, sino que se expande a más gente.

Con esto reducimos el egocentrismo pero también reducimos el peligro de que niños o ancianos sean maltratados y se tolere al pensar que unos u otros son propiedad exclusiva de sus progenitores.

Aunque el mantenimiento de la libertad individual implica que nadie se meta en vidas privadas si no viene al caso, todos los miembros de la familia, incluyendo los niños, son personas autónomas o potencialmente autónomas, aunque requieran de más cuidados, y por tanto nadie es propiedad de nadie.

Por tanto si se determinara una situación de abuso sobre miembros de un grupo familiar, el predominio de un tipo de familia extensa comunitaria permitiría a éstos abandonarlo siendo acogidos por otros familiares con mayor facilidad  .

Una característica que debería apoyar la nueva reformulación familiar es por tanto la integración y unión de niños, jóvenes, maduros y ancianos.

Frente a nuestras sociedades donde los niños y ancianos son apartados, tratados como tontos y donde la gente se relaciona y establece lazos sólo con los que se acercan a ellos en edad, debe retomarse las relaciones entre personas sin distinción de edades y sexo, pues de esa manera todos aportan cosas al resto y todos aprenden.

Por tanto frente a quienes puedan defender la abolición de la familia como señal de libertad, nosotros creemos que su destrucción supondría el triunfo total del Estado y el capitalismo, y por tanto la destrucción de los valores que nos hacen humanos.

Reflexionemos sobre como reconstruir un tipo de familia que favorezca el crecimiento humano y reduzca la creciente expansión de la mercantilización de los seres humanos y sus relaciones antes de que sea tarde.

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