domingo, 7 de octubre de 2012

Cinco horas con Mario

En el Teatro Arlequín de Madrid se está representando una de las mejores obras en nuestra opinión de ese gran escritor vallisoletano que fue Miguel Delibes. Nos referimos a Cinco horas con Mario.

Interpretada de forma magistral por Natalia Millán, la obra teatral representa el diálogo consigo misma  y su esposo que tiene lugar en la habitación de una casa donde una mujer, Carmen Sotillo, se queda sola velando el cadáver de su marido, fallecido prematuramente de un ataque al corazón.

Mezclando tragedia y humor, Cinco horas con Mario disecciona la sociedad española de los años 60, en la que el franquismo aún se mantiene inalterable, pero en la que empiezan a despuntar posturas e ideas ajenas a su moral y su forma de ver la vida y también en la que a nivel internacional- incluso dentro del ámbito de la Iglesia católica empiezan a desarrollarse posturas modernizadoras que pugnan por crear una Iglesia diferente- empiezan a fraguarse transformaciones.

Carmen representa la mujer que crece y es educada en la lealtad a la mentalidad de la dictadura: clasismo, sexismo, superficialidad, autoritarismo, rechazo al librepensamiento,mojigatería y moralismo que encubren una profunda insatisfacción sexual que se pone de manifiesto en la última parte de la obra, cuando vemos como, en un determinado momento, está a punto de tirar por la borda sus principios.

Mario, por contra, a quien se dirige a veces con afecto y otras veces condenándolo representa los valores contrarios: los de la humildad y la sencillez, la crítica al autoritarismo y las convenciones sociales, el desapego al materialismo y al que dirán, al naciente consumismo, lo que se refleja en la crítica que le hace su mujer de su rechazo a tener un seiscientos, el coche de la época, o al hecho de que fuera en bicicleta al trabajo. Actitudes y comportamientos que ella considera ridículos y humillantes hacia su persona.

Pero la representación teatral va más allá del análisis tragicómico de una época, la de los años finales del franquismo.

La obra nos hace reflexionar sobre la infelicidad de la vida de muchas parejas, sobre cómo la visión opuesta de las cosas, la enorme diferencia en los ideales en un matrimonio hace casi imposible que puedan ser felices. Cinco horas con Mario no debe verse como un texto de buenos y malos, sino un análisis de cómo un matrimonio que nunca debió llevarse a cabo-en un momento ella reconoce que se casó por compasión, no por amor- naufraga lentamente abriendo un abismo de incomprensión mutua, de soledades y alejamiento, donde ni uno ni otro son capaces de satisfacer los anhelos de la persona con quien conviven.

Son, por tanto, dos mundos paralelos condenados a la amargura y a no encontrar la felicidad en su breve paso por la vida. Una atada por las apariencias, por la moral franquista que por una parte defiende pero por otra la condena, y otro condenado a vivir en un país y en una sociedad con unos valores que rechaza.

Sobre todo eso reflexiona Miguel Delibes en Cinco horas con Mario. Que los espectadores la disfruten.



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