En nuestras sociedades vivimos dentro de lo que se llama
democracia representativa, es decir un sistema en el cual el pueblo elige en
unas elecciones a una serie de personas, vinculadas a diferentes partidos
políticos, como representantes de la ciudadanía durante cuatro o cinco años.
Este es el concepto dominante de democracia, que une la
democracia a los partidos políticos y a un gobierno de arriba abajo, pero hay
otro, más acorde con el sentido etimológico de la palabra democracia, o sea
gobierno del pueblo. Según este concepto la verdadera democracia sería el
autogobierno popular, o sea un sistema deliberativo donde se reflexiona y
decide colectivamente sobre lo que se va a hacer: las leyes son debatidas y
aprobadas por los ciudadanos mismos.Si bien, por supuesto, la sociedad más óptima en su autonomía sería aquella donde las leyes fueran las mínimas imprescindibles, es decir a más moral menos leyes.
Esta forma de democracia directa y deliberativa, supone
apostar por una sociedad autónoma, por usar un concepto de Castoriadis, frente
a la sociedad dirigida o heterónoma.
En una sociedad democrática o autónoma, los conceptos de
gobierno, autoridad y representación difieren del de la democracia
representativa. Inspirándonos en el ejemplo de la antigua Atenas y en otros
posteriores, como la Revolución Húngara de 1956, último momento en que en
Europa se expandió la alternativa a la llamada democracia de partidos, o sea el
sistema democrático de Consejos el poder, o la autoridad, está en la Asamblea
General, Consejos o Concejos, que son los que toma las decisiones y por tanto son autónomos, no dirigidos por un Partido o Caudillo, lo cual no sería más que un falseamiento. una ficción que encubriría en realidad unos Organismos usados como fuerza de choque de los dirigentes, caso del chavismo o el llamado bolivarianismo o socialismo siglo XXI, por ejemplo, o los Soviets tras su destrucción por los bolcheviques, donde quedaron como elementos decorativos .
Teniendo en cuenta la extensión y complejidad de nuestras
comunidades, frente a otras más pequeñas y sencillas, una República Democrática
de Consejos tendría que partir del núcleo de convivencia social más pequeño, el
vecinal o barrial y a través del principio federativo elegir representantes, temporales,
revocables y rotativos a niveles más complejos, distrito, municipio, comunidad
hasta llegar a nivel nacional y constituir un Consejo o Asamblea Nacional, y,
llegado el caso poder alcanzar una federación internacional.
Allí donde la gente conviva o se encuentre de forma
habitual, pueden formarse Consejos-estudiantes y profesores en escuelas,
centros de formación profesional y universidades, artistas, funcionarios…- lo
que facilitaría la reconstrucción social y alejarse de la atomización dominante
hoy por hoy al fomentar el diálogo, el encuentro, la reflexión y la virtud
cívica . Así, por ejemplo, si la sociedad considera que se debe ir a la
creación de un nuevo sistema educativo, el Consejo Educativo podría proponer un
bosquejo, unas ideas, que luego en diálogo con la sociedad ésta podría aprobar,
rechazar, o modificar, o ampliar tras un proceso deliberativo y un refrendo.
Incluso sería necesaria la existencia de unos Consejos u
Órganos de Control, como mecanismos de supervisión del resto de Consejos, para que
no se desviaran de los acuerdos tomados por las Asambleas y pudieran convertirse en un poder separado
de la sociedad. No olvidemos que todo poder requiere de la existencia de
vigilancia, de controles y contrapesos, y por tanto pensar seriamente en este
tema sería fundamental para el buen desarrollo de una sociedad autogobernada.
Junto a la democracia política, para poder desarrollarse un
sociedad autónoma se requeriría también el autogobierno de los colectivos
económicos, es decir la autogestión y/ o formas de economía democrática y
solidaria que la comunidad aprobase. Tales colectivos laborales también podrían
coordinarse desde el nivel más local al más general. También es fundamental una paideia o
educación que favorezca la creación de individuos autónomos y la existencia
de medios de comunicación libres y democráticos, sin monopolios, oligopolios o
favoritismos, que favorezcan el debate y la reflexión sin focos de emisión
privilegiados. Incluso los conceptos de justicia y seguridad deberían ir
cambiando, procurando una solución negociada de los conflictos, y una seguridad
autoorganizada por la propia comunidad.
Sería muy importante impulsar una ciencia libre, no servil
al poder, que acercara sus conocimientos a la sociedad todo lo posible, que
buscara una tecnología favorecedora de la libertad y lo menos contaminante
posible, que se esfuerce por encontrar fuentes de energía alternativas al
petróleo y otros combustibles fósiles que poco a poco van agotándose ,con el
grave problema que eso está trayendo.
La autoridad, en una sociedad autónoma, supone poner en
práctica los acuerdos tomados por las Asambleas, llevados a cabo por personas
de mérito y valía personal, que destaquen por su honestidad y moralidad, por
tanto sin que tal autoridad implique privilegios ni dominación.
El camino hacia un concepto diferente de democracia será
largo, probablemente fracase y nunca se ponga en marcha algo similar. No
obstante convendría tener en mente un bosquejo de autogobierno democrático. Si
vamos a ser derrotados y aplastados, casi con total seguridad, al menos que lo
seamos con una ilusión, con otra idea de organización social en mente; lo que
cuanto menos daría un sentido a nuestra existencia, diferente al sinsentido, a
la muerte en vida que la maquinaria trituradora de mentes e ilusiones contrarias
al Progreso infinito y deshumanizador tiene a bien ofrecernos.
Hola, Alfredo. Enhorabuena por el blog. He leído con atención cada uno de tus posts durante los dos últimos meses, y he de decir que que me siento muy identificado. No obstante, una de las cosas que nos diferencian tal vez sea mi pesimismo, je... Pesimismo basado en razones, quiero pensar. Al igual que tú, niego la legitimidad moral de la democracia representativa, pero también niego o veo muy poco probable la realización de la democracia directa a gran escala en sociedades tan grandes y complejas como la nuestra. Tiendo a pensar que el número de habitantes y el grado de división del trabajo es inversamente proporcional a la soberanía popular. Todavía no he trabajado mucho sobre esta idea, pero si te interesa leer unas cuantas líneas más al respecto, en mi blog he publicado algo recientemente.
ResponderEliminarUn saludo :o)
Hola Hugo, gracias por tu comentario. Yo también, aunque parezca raro, soy un poco pesimista. Lo que pasa es que no puedo dejar de tener como ideal una sociedad autogestionada, por más que lo intente. Y sí, soy consciente de las dificultades que tiene. leeré tu blog con detenimiento. Un saludo
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