viernes, 30 de enero de 2015

Sobre el fundamentalismo islámico



El atentado contra la revista satírica Charlie Hebdo ha hecho correr ríos de tinta sobre la libertad de expresión y sus límites, sobre la blasfemia, sobre el respeto al pensamiento ajeno… Se ha intensificado, como era de esperar, el temor a nuevos atentados, y se están tomando o tomarán medidas para controlar personas y movimientos de carácter fundamentalista.

Y si bien es cierto que algunos han hecho notar la falta de integración de los jóvenes musulmanes en las sociedades occidentales, en este caso en Francia, como un motivo del ascenso del fanatismo islámico, quizá sería necesario ir más allá en el análisis del crecimiento del fundamentalismo en el mundo entero para intentar atajarlo más allá de medidas policiales.

Resulta curioso comprobar como, en cierta medida, el Islamismo se ha ido incrementando coincidiendo con la caída de la URSS y el mundo comunista, lo que para algunos, ilusamente, representaba una nueva sociedad mejor, más justa y humana.

Podemos decir que el islamismo representa, en un punto, la sustitución de una fe fracasada por otra, de una esperanza derribada por otra si cabe aún más fuerte, pues la ilusión en una vida eterna, en un paraíso celestial, engendra una mayor esperanza en un importante número de personas, ya que si bien es cierto que hoy por hoy es una idea indemostrable, lo demostrable es que los sueños de paraísos terrenales no se han cumplido, dejando un hueco en los corazones y mentes de una multitud de gentes. Cierto es que entre ambas ilusiones había  y hay diferencias claras, pero algo les unía o une: la sumisión, el rechazo al librepensamiento, a la reflexión propia: antes al Partido, sus líderes, los países modelos, ahora al Corán, a Mahoma, aunque sea cogiendo lo que interesa y eliminando lo que no se acomoda al planteamiento.

En otro punto sería interesante estudiar la influencia de la crisis económica y de la crisis de valores en el ascenso islamista. La reducción del espejuelo de la sociedad del bienestar, el consumo y la abundancia ante el lento y progresivo colapso económico occidental, reduce un posible elemento artificioso de cohesión, lo que sumado al evidente o menospreciado elemento de descomposición de nuestros países en el aspecto humano e inmaterial, con la expansión de la amoralidad, la cultura hedonista, la televisión basura, el individualismo insolidario, el sálvese quien pueda …es decir, ante la vaciedad y la desaparición de un sentido profundo de la existencia, sectores crecientes del Islam pueden abrazar una visión fanatizada de esta religión que les aportaría un sentido de pertenencia fuerte a una comunidad, una fe tan terriblemente simple como granítica, una moral a nuestros ojos tiránica y asfixiante, pero que les permite guiarse en sus vidas.

Por todos estos motivos pensamos que a medio largo plazo las respuestas policiales y militares solas no bastan. Necesitaríamos recuperar o impulsar algún o algunos tipos de filosofía moral sólida, no dogmática ni oscurantista, sino razonadas como fueron las viejas escuelas de filosofía helenística. La decadencia del cristianismo, o de las Iglesias cristianas-aunque poco tengan que ver éstas con el cristianismo primitivo-, no ha sido llenado con nada, y no olvidemos que los vacíos tienden a llenarse, por tanto, aunque hoy por hoy nos parezca una ficción, no es en absoluto descartable que en un futuro ese espacio lo ocupe una o unas formas de religiosidad opresivas, entre ellas el Islam-lo que no significa defender la postura de que todo seguidor del Islam en su fanático o potencial terrorista-.

Por lo tanto resulta necesario en nuestra opinión ser capaces de elaborar cosmovisiones y organizaciones que impulsen nuevas visiones de vida alejadas del temible vacío tecnológico, de consumo-decreciente-, materialista y, aunque sea duro decirlo, de la abyección de las televisiones con la consiguiente degradación que producen en la sociedad y de la cosificación de la mujer.

Porque es cierto, aunque no nos guste oírlo, que necesitamos un impulso moral-no una moralina-, pues si bien es verdad que las mujeres son ocultadas en el Islam, aquí son usadas como objetos sexuales para ofertar productos de distinto tipo, es decir, como decíamos anteriormente, son cosificadas. Elementos que, no olvidemos, el rigorismo islamista usa contra nosotros y que en nuestras manos está combatir

También sería muy positivo, en el ámbito espiritual o religioso, que la idea evangélica de Dios como Amor fuera retomada seriamente por el cristianismo u otros grupos, lo que permitiría, quizá, reducir el impacto y la amenaza del fundamentalismo religioso desde su propio campo.

Retomar lo positivo de la cultura occidental, dejando de lado el autoodio, desprecio u olvido de los elementos mejores de nuestra tradición humanística y espiritual-y la de otros lugares y culturas-, salir del relativismo y el nihilismo, dotarse de ideas o ideales que den un alto sentido de vida, que favorezcan salir de la insignificancia, elevarnos como personas de mayor calidad, entre otros aspectos, son factores que ayudarían mucho en la lucha contra la barbarie teocrática.





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