domingo, 1 de julio de 2018

El país de los pájaros que duermen en el aire. Un paseo por la extraordinaria Naturaleza española

Para este verano, y saliéndome de las lecturas habituales, o quizás  sea mejor decir volviendo a etapas desaparecidas de mi vida, fases que con el tiempo, sin darte cuenta, en invasión silenciosa,cual termitas melancólicas, vuelven a ocupar un espacio en las inquietudes, en las estanterías; nostalgia de la infancia, añoranza de una vitalidad, unas ilusiones y unas esperanzas que el tiempo amarillea y marchita, escapando, digo, de los libros habituales en los que me recreo, un tanto tóxicamente, los últimos años de mi existir; recomiendo un texto de la bióloga y divulgadora Mónica Fernández-Aceytuno.

Vi su obra, de casualidad, en la sección de Naturaleza, como me gusta decir, de una céntrica librería de la ciudad. Su nombre me trajo la evocación de los años noventa, cuando mi padre compraba el ABC, y el nombre de Mónica aparecía de vez en cuando firmando pequeños recuadros, bellamente escritos, sobre la fauna y la flora de nuestro país.

No pude resistir la tentación y me hice con la obra .En ésta, fiel a su estilo narrativo poético, nos lleva de paseo por la geografía terrestre, marítima y aérea de nuestra patria chica, presentándonos a los amigos vegetales y animales que comparten nuestras vidas y que, en general, no suelen centrar nuestra atención, como si fueran viejos cachivaches abandonados en algún rincón de las casas, las calles, las ciudades, los campos.



Ella misma vive en una aldea muy cerca del mar, conectando dos mundos, lo que se nota en su profundo amor y conocimiento de la Naturaleza, en sus ruidos y silencios, el aullido del viento, el crujir de las hojas, el zumbido de los insectos, el canto de los pájaros, la sombra acogedora de los árboles.

El título del libro, además, hace mención a los vencejos, ese extraordinario pueblo aéreo, habitante perenne de las nubes, salvo para criar, presente con su chirriar en los amaneceres y ocasos, por desgracia en franca decadencia por obra y desgracia de otro pueblo, el humano. Y el vencejo es un ser por el que siento, al estar vinculado a mi vida desde pequeño, esperando siempre con entusiasmo su llegada, un enorme aprecio, y, tengo que decirlo, envidia, al sentirme esclavizado a una vida encadenada al suelo.

Por las páginas de El país de los pájaros que duermen en el aire, no pasa sólo Mónica, sino pescadores, campesinos, amigos, investigadores... que nos informan de las vidas y costumbres de esos otros compañeros de paso por este purgatorio llamado Vida.

Y del prólogo me quedo con su idea de la necesidad de una nueva rama del árbol, una rama que una ciencia y humanidades. Esperemos que, algún día, esa rama pueda despuntar y acoger bellos nidos.


1 comentario: