viernes, 8 de marzo de 2019

Reflexiones sobre las movilizaciones de encuadramiento nacionales y feministas

En los últimos tiempos estamos asistiendo a movilizaciones de diferente signo, de nacionalistas o patrióticas hasta feministas; pero todas ellas, impulsadas por fuerzas dispares en apariencia, tienen un denominador común: el intento de las autoridades de encuadrar a la población y a la clase obrera bien bajo las banderas de la estelada y la rojigualda, bien promoviendo mediáticamente mañana, tarde  y noche el discurso de género como supuesta rebeldía.

El nacionalismo catalán, cuya táctica final para crear un nuevo Estado explotador y saqueador de sus ciudadanos era la vía eslovena, es decir conseguir el apoyo de una potencia extranjera y lograr organizar una fuerza armada, usando a los trabajadores de carne de cañón, no ha logrado el éxito esperado. Ningún estado de peso les ha reconocido, y la clase trabajadora, en su mayoría, no ha sido conquistada para la causa de sus dirigentes corruptos. Sólo sectores de la burguesía y pequeña burguesías, así como fundamentalmente del estudiantado, han sido abducidos por la falsa disidencia promovida por los partidos catalanistas.

Lo que sí provocó es una respuesta de las derechas nacionalistas españolas, que a imitación de la clase gobernante en Cataluña, se lanzó a una guerra patriótica, enarbolando banderas al viento, persiguiendo también una movilización masiva en defensa de la patria, que como en el caso de los dirigentes nacionalistas catalanes, era una movilización en defensa de sus privilegios, de sus negocios, de sus corrupciones.



Porque el nacionalismo y el patriotismo realmente existentes son el falso idealismo conque se encubre la dominación y la explotación de un grupo sobre la mayoría de los habitantes de un territorio. Algo que conviene sacar de tarde en tarde de paseo para hacer ver que la clase política, la burocracia y la burguesía dirigentes representan los defensores del bien común, de la ciudadanía, en vez de la realidad, una forma organizada de mantener y perpetuar el expolio de bienes y recursos, incluyéndonos a nosotros, los "recursos humanos".

Sin embargo, pese a que aún mantienen fuerza, los discursos y luchas patrioteras no logran el encuadre deseado para los dirigentes del aparato estatal. De ahí que el Estado y el Capital estén buscando una forma de ropajes progresistas que sea más efectiva para lograr el sometimiento servil de una sociedad expuesta a las consecuencias de una crisis sin fin. Esta ideología de estado se ha encontrado en el feminismo, de ahí el bombardeo mediático conque se nos somete a todas horas en las televisiones para hacernos creer en las bondades de tal sistema de ideas.



La nueva religión de Estado es muy efectiva a todos los niveles. En la clase alta y media alta, porque permite impulsar mecanismos de recambio en los puestos directivos de las empresas y las administraciones. Se busca la paridad de sexos en los puestos de gobierno y control de las clases asalariadas. Esto se ve claro en la defensa encendida que del feminismo hacen figuras femeninas de peso en el mundo de los negocios o los medios de comunicación y hasta la corona, de Leticia a Ana Rosa Quintana, entre otras.

En el resto de clases se propaga la idea, en gran parte falsa, de la brecha salarial-que en realidad viene marcada por la antes mencionada escasa presencia de mujeres en puestos de mando, no porque se pague más a los hombres por el mismo puesto y jornada de trabajo-, para impulsar protestas en la base social, haciendo creer que se lucha contra una injusticia, cuando en realidad se está tapando el proceso de empobrecimiento y precarización de los asalariados, por no hablar del paro. Un gran éxito para el capitalismo. De paso se agita el problema de las mujeres asesinadas, sin mencionar, claro, el fracaso de la Ley de Violencia de Género, culpabilizando a toda la población masculina, convertida en maltratadores potenciales.

Esto puede verlo por televisión, cuando se nos informó de la existencia de círculos de hombres, que por lo que pude observar consisten en reuniones donde se alienta una especie de autoodio a la condición masculina, agresores latentes .Todo muy bien pensado y planeado. Todo un proyecto de ingeniería social consistente en eliminar cualquier pulsión de agresividad o violencia, pues de esa manera nunca habrá una respuesta revolucionaria contra las autoridades, todo quedará en un Flower Power inofensivo.

La ideología feminista, por tanto, con su demagogia supuestamente anticapitalista, es la táctica de encuadre "militarista de progreso", cercana en ciertos aspectos al fascismo clásico, por cuanto éste también usaba una retórica anticapitalista que encubría la dominación real del capital, pero más efectiva por su apariencia progresista, que el fascismo patriótico y de banderas que usan las derechas españolistas y los catalanistas. Más efectiva pero no menos terrorista, intelectualmente hablando, que Casado, Rivera, Santiago Abascal y sus homónimos de Cataluña. Esta misma tarde escuchaba por la radio a una ministra de nuestro gobierno, creo que Carmen Calvo, expresar que: "quien no es feminista, no es demócrata".

¿Qué une, por tanto, a ambas movilizaciones de encuadramiento?. El espíritu autoritario y militarista. La preparación de la alfombra a patriotas y feministas, hombres y mujeres,  para el exterminio en masa en los campos de batalla.

En mi opinión, las crisis sin fin del capitalismo, provocarán, o al menos así lo deseo, más pronto que tarde, el desfonde de las tácticas movilizadoras de los poderes a izquierda y derecha. Se irá viendo que las banderas al viento y el griterío de unos y otros, de nada servirá. Que son distracciones, falsas disidencias, falsas rebeldías. Que la igualdad de sexos en la dominación y la explotación de la menguante mano de obra, no puede ser ningún ideal.

La clase obrera despertará, se dará cuenta de que las naciones, los nacionalismos, son su cárcel, su campo de vigilancia y control. Que el feminismo es una táctica divisoria, interclasista, para hacer más eficaz su aceptación de ser mercancías, objetos de usar y tirar.  Se retomará una lucha obrera y comunal autónoma, alejada de todos los partidos e incluso organizaciones sindicales de distinto tipo, anarcosindicalistas incluidas- siglas en descomposición, que se han tragado todos los sapos, del Proces al feminismo institucional-, convertidas en punta de lanza, bienintencionadas, de las tácticas de nuestros amos.

Cierto es que se perderá tiempo, un tiempo precioso, que se suma al perdido ante el señuelo de los partidos emergentes. Pero volverá la normalidad, la de la lucha esforzada por una sociedad sin clases, sin Estados nación, de solidaridad internacionalista, disolviendo la tinta de calamar de las trampas identitarias, nacionales, de género y otras. Como regresan siempre las golondrinas en primavera.

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