martes, 21 de mayo de 2019

Reflexiones sobre el utopismo perverso del voto y el sistema de partidos

Es muy habitual, cuando ciudadanos y ciudadanas ejemplares, gentes de orden de todo el arco político, se encuentran con alguien que dice que no va a votar, que pone en duda su sistema, suelen salir con la manida frase de que "si no votas, no puedes quejarte" para, a continuación, si insistes en que la democracia de partidos es un cuento chino, e intentas argumentar contra ella, te sueltan lo de que "eres un utópico", esto es lo que hay, no hay alternativa...

No voy a entrar aquí en el debate sobre si opciones ajenas al sistema de partidos son o no viables, simplemente recordar que la llamada democracia, en el fondo una forma de dominación del Estado y el Capital peculiar, cada vez más evidente para quien quiera observar la realidad sin gafas ahumadas, , especialmente el ritual del voto, es una utopía, pero una utopía perversa.

Y digo perversa porque habría una forma de utopía positiva: aquella que acepta la necesidad de transformar las cosas, pero desde el esfuerzo y la lucha individual y colectiva. Aquel utopismo, si se quiere llamar así, consciente de que el camino del cambio social es largo, difícil, lento, mucho más cercano del precipicio del fracaso que del amanecer luminoso y los aplausos del éxito; de los arbustos espinosos de la incomprensión, la melancolía, la soledad y el desarraigo, que de las grandes alamedas por las que caminará el hombre libre.

El voto, el sistema de partidos, es lo contrario: la nefasta utopía basada en que por introducir un papel en una urna, escogiendo alguna sigla, se arreglan las cosas .Si eso es realismo, yo soy Pipi Calzaslargas


Claro, alguien puede decir que si la opción desengaña, se puede elegir otra, y luego otra, y otra, así hasta el infinito. El cuento de nunca acabar porque todas las opciones acaban, curiosamente, por desengañar.

Lo que cambia, por supuesto para bien , es el pecunio, las casas y casoplones de la clase política, sin diferencias ideológicas. La situación de sus ingenuos votantes-entre los que yo he estado, aunque fuera ocasionalmente a opciones  marginales, llegando a militar en un partido anaranjado, cuna del populismo por venir y  ahora de gran éxito-, por supuesto, no cambia, en general empeora y empeorará conforme la crisis del capitalismo mundial se haga más y más honda.

Hay, cierto, un sector social, bienintencionado, por supuesto, que defiende la doble táctica del voto y la movilización en la calle. Una vela a dios y otra al Diablo, podría decirse. En realidad podríamos definirlos como "apoyos críticos" del sistema, usando la terminología de antiguos defensores cínicos de dictaduras como la castrista y otras. Quienes votan, sostienen el régimen y se movilizan: ¿por quién o a favor de quiénes lo hacen? . ¿O por qué cuando gobierna la izquierda o los medios lanzan el hueso de alguna nueva opción izquierdista desaparecen las manifestaciones y ese sector no da la menor señal de vida?.

Quienes creen en esa utopía perversa del voto, continúan creyendo en opciones más cercanas a ellos, incluso siguen esperando sentados y con cien años el surgimiento de un líder que encarne al pueblo. Tal esperanza se ha mostrado vana una y otra vez, aunque ellos y ellas sigan picando también una y otra vez, intentando convencerte de que hay un sector que, si bien no es la Luz, al menos representa lo menos malo.

Se niegan a ver, que en este espectáculo que representan ante nosotros, las izquierdas son utilizadas para operaciones especiales, para anestesiar a la población y que ésta esté callada ensimismada en esa fútil esperanza de que, por fin, pueden llegar los suyos:así los Gal y la desindustrialización del país fue obra fundamental del gobierno socialista .Podemos y las mareas acabaron con cualquier conato de rebelión-¿quién se acuerda de Gamonal y las predicciones de múltiples internautas de que el país iba a arder?-. Y, ahora: ¿nadie barrunta nuevos recortes, nuevas medidas contra trabajadores y también, por supuesto, jubilados, amén de la esperada subida de impuestos, no sólo a los ricos, pues las cuentas no cuadran?.

Si yo admito que soy un utópico, admitan ustedes, ciudadanos respetables y votantes cívicos, que lo son en un grado mayor, por esperar imposibles demostrados tras larguísima experiencia de cuatro décadas. Y lo que te rondaré morena.


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