sábado, 4 de mayo de 2019

Happycracia. Cómo la ciencia y la industria de la felicidad controlan nuestras vidas

Esta semana me gustaría recomendar un libro muy interesante y que pone en su punto de mira un ideal que ha logrado imponerse en el imaginario colectivo: la felicidad o, si se quiere, el culto a la felicidad.

Los dos autores del libro; Haapycracia. Cómo la ciencia y la industria de la felicidad controlan nuestras vidas, analizan en profundidad el nacimiento y desarrollo de la psicología positiva, cuna de lo que califico como ideario "felicista" y el gran apoyo económico y mediático que recibieron de fundaciones y empresas .¿Por qué este apoyo?. Pues según los autores porque la psicología positiva centraba los éxitos y fracasos de las personas en factores casi exclusivamente individuales. Las circunstancias económicas y sociales apenas influyen.

Todo se centra en pensar en positivo, en desarrollar las emociones también positivas y en hacer bandera de la resiliencia, la capacidad de resistir los embates y desgracias de la vida para levantarse rápidamente de ellas, aprender  y seguir la marcha hacia el éxito personal y profesional.

Toda esta forma de ver la vida es muy útil al sistema, porque promueve el individualismo, al culpar de nuestros éxitos y fracasos casi en exclusiva a nosotros mismos, promoviendo una mirada centrada en exclusiva en nuestro interior, olvidándonos de la realidad externa: explotación, paro, precariedad, pérdida de libertades...Curiosamente toda esta psicología positiva insiste en lo beneficiosa que es la felicidad para la productividad en las empresas. Esta insistencia en la productividad, por sí sola, deja ver sin más por qué se promueve tanto y a quien beneficia realmente esta nueva corriente psicológica, punto de apoyo con su verborrea simplista y su metodología escasamente científica a las transformaciones en el mundo laboral, que nos han llevado a la llamada flexibilidad laboral, basada en la precariedad y por tanto el miedo constante al paro.

De ahí que la Happycracia también considere responsable al trabajador de los éxitos y fracasos de las empresas, llamando a que nos identifiquemos con éstas, con el evidente objetivo de hacernos tragar quina y abrazar el creciente empeoramiento de nuestra condición obrera.



Incluso el psicólogo positivo da una vuelta más de tuerca, llevándonos a creer que no basta con que nos sintamos mal, sino que hay que estar lo mejor posible, con lo cual convierten nuestras vidas en una visita constante a especialistas, puesto que hay que sacar lo mejor de nosotros mismos, rendir cada vez más, desarrollar todas nuestras potencialidades y alcanzar la plena felicidad. Todo esto, en realidad, al no existir o ser una quimera la absoluta felicidad, provoca ansiedad y problemas psicológicos múltiples.

Buscando obsesivamente la felicidad encontramos la infelicidad y nos atamos a los llamados expertos, favoreciendo los planes del sistema, que abrazamos sin espíritu crítico, pues al fin y al cabo el espíritu crítico con el Orden es algo que toda esta psicología positiva y el mundo empresarial y del Capital busca hacer desaparecer, a través, entre otras cosas, de la autoexigencia y la búsqueda de imposibles, como la mejora continua y la eliminación de pensamientos y emociones negativas, necesarias, también, para desarrollar un pensamiento a la contra de lo que nos rodea.

Resumiendo, un estupendo libro, que, si bien no condena la idea de felicidad, nos ayuda a ver las trampas de la positividad, haciéndonos aceptar que el sufrimiento es parte de nuestra existencia, así como las emociones y pensamientos negativos, como la ira, la rabia u otros. Negatividad que, valga la contradicción, tiene su parte positiva si sabemos encaminarla a la rebeldía, a la crítica, a la acción colectiva.

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