Ediciones el Salmón ha publicado recientemente un texto sumamente interesante, La libertad en coma .Contra la informatización del mundo, de un grupo de estudios francés, Marcuse, uno de los colectivos más subversivos de hoy, los cuales centran su atención en aspectos olvidados por la crítica social: de la publicidad a la informática.
La tesis central del libro es que el proceso de informatización del mundo, la digitalización, ha permitido al sistema capitalista industrial fortalecerse, extender y perfeccionar su dominación mundial. Las nuevas tecnologías han sido indispensables, entre otras cosas, para la globalización financiera y para la reorganización de las empresas y de sus cadenas de producción a escala mundial.
Es decir, la producción puede desplazarse, gracias a Internet, a diferentes lugares del mundo donde las condiciones laborales sean más beneficiosas para ellos, y por tanto perjudiciales para la clase obrera.
Este es un aspecto que trata el libro, fundamentalmente en su última parte. Lo esencial del texto es la denuncia de la trazabilidad, de cómo pueden saber todo sobre nosotros, dónde estamos, qué pensamos, qué nos gusta, qué consumimos.... La pomposamente llamada sociedad de la información y el conocimiento es, en realidad, una especie de criptototalitarismo, donde se expanden con cada vez menos críticas la biometría, o los chips de identificación electrónica.
Desde la infancia, con la entrega de tablets a los alumnos, las cualidades humanas, las facultades personales, la verdadera comunicación, la de dos o más cuerpos que se encuentran cara a cara, para charlar, debatir o enfrentarse, va desapareciendo.
La dominación y la explotación se hacen totales, si bien de manera subrepticia, brumosa, sin policías que nos encañonen y nos encarcelen en masa. No hablamos, por tanto, de un totalitarismo clásico .Si bien es cierto que, si el Estado quisiera, en un abrir y cerrar de ojos podría usar la tecnología contemporánea, el control sutil actual, parte de él centrado en el márketing, en lo comercial, para desencadenar una oleada represiva.
No lo hace, por supuesto, ni lo hará de momento porque si lo hiciera sacaría a la luz la verdadera naturaleza de la modernidad y, fundamentalmente, porque no existe, hoy, disidencia real, al menos en la zona del mundo que habitamos .En ese aspecto lo inteligente para el aparato de control y seguimiento de la población es continuar como hasta ahora.
El mérito del texto del Grupo Marcuse es sacar a la luz una herramienta fundamental para la explotación y dirección de la sociedad, el mundo informático, de las redes sociales, de los teléfonos móviles. Algo que no se suele tener en cuenta.
El problema es que, si bien podemos abandonar casi todas las redes sociales, de facebook a twitter, no podemos hacerlo con los ordenadores. Casi todos los trabajos requieren de aparatos informáticos; negarse a usarlos, o negarse a aprender a utilizarlos, mientras se esté en edad laboral, salvo en algunos sectores u oficios , es condenarse a la exclusión total.
Por eso si bien La libertad en coma señala un aspecto del proyecto de dominación a tener en cuenta, el cual pienso, que, por lógica se seguirá desarrollando todo lo posible hasta lograr que incorporemos chips en nuestro organismo, como el ganado y los animales domésticos, pues para las autoridades políticas, económicas y religiosas es lo que somos, y su fin es la domesticación absoluta, el convertirnos en una especie de ganado que no cause ningún problema- no olvidemos lo del pastor y las ovejas del cristianismo antievangélico imperante, por ejemplo-, lleva la crítica a la tecnología a extremos que pueden alejar a gente de sus postulados. Por ejemplo cuando rechaza la electricidad.
Los mundos prístinos, puros, sin manchas ni cicatrices, son incompatibles con la civilización humana. De momento, no hay tecnologías puras, salvo que imaginemos Arcadias felices y ultraecológicas. De hecho el propio libro denuncia en sus últimas páginas el uso del ecologismo como engaño por parte de los poderes nacionales y mundiales: todo se centra en denunciar la emisión de gases de efecto invernadero, pero nunca se denuncia la contaminación ejercida por las nuevas tecnologías, y la feroz explotación de la "mano de obra" de los países del tercer mundo, o de otros como China.
No deberíamos obviar, como se está haciendo, el incipiente desarrollo en nuestras sociedades, las antaño consideradas sociedades de la opulencia, cada vez más empobrecidas por otra parte, de la ciclologística . Una señal clara de la decadencia de nuestros países, pero que se vende como negocio limpio y ecológico, ocultando la feroz explotación que implica. Desde una postura extremadamente tecnófoba como la del grupo Marcuse: ¿podrían criticar la expansión de ese sector laboral, o, en el fondo, sin intención, no podría favorecerse con esos argumentos nuestra conversión en animales de carga, pues no otra cosa supone la ciclologística?.
Para acabar, recordar una noticia que escuché hace poco y que debería hacernos ver que gran parte de la tecnología actual va dirigida al control y represión de nuestras actividades y que el texto, pese a que podamos discrepar en ciertos aspectos, se ajusta a nuestra realidad: los drones de control del tráfico que, a varios kilómetros de distancia, pueden señalar a nuestras bienamadas autoridades las infracciones cometidas. Y todo ello, sin causar el menor revuelo, la menor indignación, o, al menos, hacernos reflexionar y reconocer que en el fondo carecemos de verdadera libertad, más allá de la libertad entendida como hedonismo, como disfrutar de los momentos de libertad condicional, entre cárcel y cárcel, que es a lo que ha quedado reducida la idea de libertad.
Nada más deprimente que la sociedad actual, la de las marionetas adoctrinadas y vigiladas, la de los seres ya cuasi ganado, que sin embargo, nos consideramos la civilización, los individuos más libres de la historia.
Es curioso que yo esté leyendo un libro -muy interesante- que expresa un análisis y comentario que sería diametralmente opuesto sobre lo que significa la sociedad digital desde sus orígenes. Te dejo referencia de ello. Es un enfoque que no es nada tecnófobo y muy positivo acerca de lo que estamos viviendo THE GAME
ResponderEliminarTomo nota Joselu, es bueno leer distintos puntos de vista. un saludo
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