domingo, 9 de febrero de 2020

Al otro lado del túnel. Un camino hacia la luz en el umbral de la muerte

Curioso e interesante libro  de José Miguel Gaona, figura conocida por radioyentes y seguidores también del programa de misterio de Iker Jiménez, programa que no tengo miedo de decir que sigo, aunque sólo puntualmente, pues su horario en general no me permite visualizarlo entero.

El citado doctor estudia un fenómeno fascinante, las ECM, o experiencias cercanas a la muerte. Experiencias que adquirieron fama mundial gracias a Raymond Moody con su best seller, Vida después de la vida, texto que tuve el gusto de leer allá por la adolescencia, gracias a mi abuela que lo tenía en su casa. Por cierto Raymond es el prologuista de la obra de Gaona.

En el libro podemos leer numerosos relatos acaecidos a gentes de todas las edades y condiciones, así como culturas, que, en circunstancias muy graves para su vida, o en estados de muerte clínica, afirman que se sintieron separados de su cuerpo físico, manteniendo sin embargo una conciencia plena y autónoma, visualizando todo lo que ocurría en su entorno, encontrándose algunos con el famoso túnel, con una luz brillante, otros con familiares o amigos ya fallecidos.

El autor analiza las diversas hipótesis que existen para explicar estos fenómenos, desde las escépticas, que lo achacan a la anestesia o analgésicos, procesos neurofisiológicos naturales, alucinaciones... hasta la tesis que sostiene que existe el alma, o sea que la vida permanece tras la muerte.



Expone que, si bien no se ha podido probar fehacientemente la existencia de un "espíritu", de algo que nos sobrevive, en algunos experimentos consistentes en esconder objetos a la vista de personas que se encontraban al borde de la muerte, para determinar si eran capaces de verlos-que no dieron resultados positivos-, le resulta sumamente problemático explicar desde algunos casos de personas ciegas de nacimiento que reconocen haber sido capaces de ver todo en estos estados, hasta quienes pueden describir de manera acertada lo que sucede alrededor de la cama del hospital, lo que hacen los médicos y enfermeros, e incluso lo que sucede más allá de la habitación, llegando a describir a veces objetos situados en otro lugar del hospital, algo imposible de observar estando inmovilizado.

Gaona se interroga sobre qué es la conciencia, si ésta depende exclusivamente del cerebro, o en realidad va más allá de éste, y al final del libro toma en consideración los fenómenos cuánticos, que incluso se dan en unos túbulos cerebrales que poseemos, abriendo la posibilidad de que las ECM pudieran estar relacionadas con el mundo cuántico de alguna manera.

En resumen un tema enigmático y apasionante para quien esto escribe, pues tengo que reconocer que yo tuve una experiencia parecida a las que se describen en el libro, pero estando bien físicamente. Estando despierto una mañana en la cama, hará entre quince y veinte años, holgazaneando, empecé a sentir un zumbido, y una especie de mareo. De  repente, sentí como si otro cuerpo dentro de mí saliera de mi cuerpo habitual. Sólo llegué a estar en una posición de reclinamiento, por decirlo de alguna manera. No fue más allá, no llegué a abandonar mi cuerpo. Fueron sólo unos pocos segundos, por lo que no he podido llegar a ninguna conclusión. Pero me resultó curioso leer en el libro que este fenómeno va unido en ocasiones a una suerte de zumbido, exactamente lo que yo sentí.

En mi opinión la postura ante estos temas debe ser de racionalismo abierto .Reconocer que todavía desconocemos muchas cosas del cerebro, de la conciencia. En mi infancia, también tuve encuentros extraños con, digamos, figuras fantasmales. Muy poca gente sabe lo que sucedió, pero me he decidido a contarlo en este pequeño espacio para admitir mi interés de siempre por estos temas, mi postura de apertura mental , si bien siempre contemplando como primera explicación lo natural, pero sin cerrar puertas, y por si alguien ha experimentado lo mismo, o puede darme una explicación.

Empezando la historia por el final, con siete años, en casa de mi abuela,una noche, aún despierto, observo con horror como en el umbral de la puerta, medio abierta, surge una figura de niña.Ésta se acerca a mi cama, se arrodilla, pues la cama citada estaba casi a ras del suelo, y me mira sonriendo .Yo sólo soy capaz de taparme hasta arriba y permanecer así durante horas. Hasta que asomo la cabeza contemplando con alivio que ya no hay nadie.

Anteriormente, en casa de mis padres, durante un tiempo y en repetidas ocasiones, también por la noche, al poco de acostarme, de un rincón que existía hace años, antes de cambiar el cuarto, entre un armario y la cama, surge una figura-no podía ser mi padre, pues yo le escuchaba a él y a mi madre en el salón-. La figura ronda mi cama, parece observarme. Pero un día, y esto me cuesta mucho escribirlo, por lo que puedan pensar mis escasos lectores, me levanta literalmente y se pone a hacerme cosquillas, para al poco rato volverme a colocar en la cama. En una ocasión, sin embargo, puede observarlo de día, imagen que siempre permanecerá grabada en mi mente. Subía de la compra con mi madre. Ella se quedó en la cocina, mientras que yo llegué al pasillo que llegaba a mi cuarto. Ahí estaba, en el umbral de la puerta .Llevaba, aunque el recuerdo ya es lejano y por tanto desvaído-tendría unos cinco años-, una suerte de mono azulado, pero lo que más me aterrorizó es que su cara era como una sombra. No tenía facciones. Y en lo alto de ese rostro sombreado tenía algo, como un tocado, que no puedo precisar bien . Sólo fui capaz de ir a la cocina corriendo, blanco como el papel.

¿Proyecciones mentales que aparecen en la infancia, cuando el cerebro no está totalmente constituido y recrea imágenes que no existen?. Pero si es así, ¿por qué yo tengo el clarísimo recuerdo que que fui literalmente levantado de la cama? .¿Fueron sueños vívidos?., Pero ¿por qué también lo observé por el día, llegando de la calle?. Desde entonces siempre me he interrogado sin respuesta sobre este tipo de temas, y nunca me ha burlado de quienes han sufrido experiencias difíciles de explicar. Desde las ECM al resto.

¿La mente lo explica todo, o hay otras realidades o dimensiones que se nos escapan?. El dilema sigue ahí, y me temo que jamás podré saber qué vi, qué viví, ni tampoco las personas que se han topado con el misterio.


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