martes, 2 de abril de 2024

La bestia

 Arriesgada, original, compleja,  onírica y dura película sobre el miedo y la muerte de las emociones, en tres tiempos históricos diferentes, 1910, 2014 y 2044.

La bestia, que juega con el tema de la reencarnación y la Inteligencia Artificial, tan de boga en estos días, nos sumerge en la relación, en esos tres momentos, de un hombre y una mujer franceses que se encuentran, sus miradas se cruzan, sus sentimientos brotan, pero algo en ellos, una bestia oculta, un miedo imbatible, les paraliza, quedando todo en un juego mental, en ensoñaciones fantasmales, en realidades que se disuelven como azúcar en agua, una solidez que nunca toma forma.

La película saca a la luz del día la tragedia del hombre y la mujer contemporáneos, la de quienes cercados y subsumidos por las tecnologías, dejando escapar parcelas de su humanidad de manera imperceptible, gota a gota, van perdiendo, como serpientes, la piel de las emociones, fundiéndose con la megamáquina en proceso de construcción, conformando seres cableados, células de chips, miradas indiferentes y gélidas, salvo a sus móviles.



La Inteligencia Artificial se lanza a la conquista del mundo, prometiendo a unos humanos angustiados y devastados su verdadera liberación, una especie de nirvana sin sentimientos, sin ese horror de enfrentarse y convivir con los otros, una mutación hacia una poshumanidad.

La bestia juega con la deshumanización humana, y la humanización de algunas máquinas, una paradoja que da que pensar. La tesis de la película coincide con la de quien esto escribe, que la modernidad progresista es un movimiento totalitario o criptototalitario cuyo fin es la robotización de la humanidad, la pérdida absoluta de nuestra naturaleza, la creación de un horror aséptico. Y, curiosamente, antes de saber la existencia de esta brillante película y de verla tuve una charla con tres amigos en relación a este mismo tema; dos se rieron, se niegan a ver hacia dónde nos dirigimos, pensaban que deliraba, otro me entendió.

Muchos y muchas se niegan a ver dónde nos conducen, lo que ya somos en parte. Viven inmersos en una falsa realidad, creyendo que el progreso es un camino de libertad y realización, con algunas piedras en el camino, pero que nuestros amos y amas son buena gente, que en realidad procuran nuestro bien. 

Pronto saldrán de sus mundos delirantes golpeados por la cruda realidad de lo que somos para los gobernantes.

Para finalizar estamos ante un film cuyo atrevimiento sale airoso, una película que, por poner algunos peros, de sobresaliente baja a notable por cierta confusión en alguna parte de ella. La bestia, aparentemente ficción loca para muchos muestra la catástrofe que se avecina, que ya está en progreso, si bien la batalla no está aún perdida.




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